Traducido del francés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos
Redactado hace un poco más de cuatro meses, en abril de 2006, el texto que sigue tenía que haber sido presentado en la » Conferencia arabo-internacional de solidaridad con el derecho al retorno de los refugiados palestinos y el derecho del pueblo palestino a disponer de sí mismo » , que debía celebrarse en Beirut entre el 15 y 16 de mayo de 2006. Pero a finales de abril los organizadores del Conferencia decidieron, por múltiples razones, posponerla para una fecha ulterior.
Más de un mes después de la criminal y bárbara agresión sionista contra los pueblos libanés y palestino, creo que este texto merece ser difundido ya que conserva toda su actualidad. Eso es lo que hago hoy para reafirmar una vez más que la verdadera paz, la tranquilidad, la seguridad, la libertad, la igualdad y la justicia sólo ocuparán su lugar natural y legítimo en este Oriente Medio agredido, expoliado, dominado y ocupado por extranjeros cuando Palestina, desde la frontera líbano-palestina a Eliath en el Mar Rojo, de Haifa a Jerusalén, de Tel-Aviv a Jericó y de Nablus a Gaza, sea liberada completamente; cuando todos los palestinos y todos aquellos refugiados en numerosos países del mundo recuperen completa y totalmente la posesión de sus antiguas viviendas, cementerios, tierras, bienes diversos y administraciones públicas. Para acabar estas líneas, no puedo dejar de expresar, una vez más, mi profunda convicción de que en uno o diez o cincuenta años Palestina será completamente liberada de quienes le ha hecho tanto daño.
Y si esta convicción resultara ser una utopía, prefiero morir con ella soñando.
Georges Adda, Túnez, agosto de 2006
Como ustedes saben, vengo de lejos, de un pequeño país que ha conocido sucesivamente ocupaciones, destrucciones, mezcla de civilizaciones, conversiones voluntarias o impuestas y resurrecciones. Los beréberes, mis ancestros, han conocido a los fenicios, los romanos, los vándalos, los árabes, los normandos, los turcos y los franceses que han ocupado sucesivamente mi país y dominado a mi pueblo, el cual hace sólo medio siglo, hace cincuenta años, llegó a ser realmente independiente y soberano.
Algunos de estos beréberes, mis ancestros, abandonaron el paganismo para convertirse a la religión de Moisés y sus hijos supieron resistir al acoso de los nuevos cristianos y más tarde a los de los soldados de Okba Ibn Nafaa. Al tiempo que conservaban sus tradiciones, costumbres, cocina, música, adoptaron la lengua árabe que se convirtió en la lengua de todos. .
Así, Túnez es mi país y el pueblo tunecino es mi pueblo, pero mis convicciones filosóficas no son las de mi padre y mi madre. Todas las mujeres y todos los hombres de todos los países que son aplastados por las injusticias políticas y sociales desarrolladas por sus gobernantes o por los ocupantes extranjeros son mis hermanas y hermanos, y pueden estar seguros de mi completa solidaridad.
Por la liberación de mi país he conocido varias veces las cárceles, los campos de concentración y la deportación de los colonialistas franceses. Y sin condición previa alguna, vengo hoy aquí a aportar mi apoyo completo al heroico, valiente y mártir pueblo palestino.
Con este estado de ánimo es con el que participo en esta manifestación y someto a su atención algunas modestas reflexiones y sugerencias que les hago llegar por medio de este escrito ya que, dada mi edad y mi estado de salud, mis amigos médicos se han opuesto a un viaje Túnez-Beirut.
Les saludo y deseo que su encuentro sea un éxito total.
Creo que en primer lugar tenemos que ponernos de acuerdo sobre el significado de algunas palabras y de algunas fórmulas que surgen con frecuencia y a las que cada usuario da una o unas definiciones según su conveniencia. Se trata de » comunidad internacional «, de » legalidad internacional «, de » derecho internacional «, etc. Así, en noviembre de 1947 la resolución de la ONU por medio de la cual los palestinos fueron expoliados y despojados, en el sentido literal de los términos, de su país se convierte en manos de dos superpotencias y de los sionistas en » legalidad internacional » y » derecho internacional. Aunque Palestina y el conjunto de los palestinos fueron en realidad víctimas, y digo bien víctimas, de la » comunidad internacional «. Para los extranjeros, venidos de muchos países, de los lejanos norte, oeste y este, esta resolución sería la reparación de la destrucción del Templo, de la supuesta diáspora de los hijos de Canaan, de los pogromos cotidianos de Rusia y de Polonia, del espantoso e indiscutible genocidio del siglo XX cuyas víctimas y verdugos fueron y seguirán siéndolo exclusivamente europeos. Pero para los palestinos esta resolución fue el acto infame de una llamada » comunidad internacional » dominada por Estados Unidos de América que se edificó tras el exterminio, por parte de extranjeros venidos del muy lejano este, de los múltiples comunidades que vivían apaciblemente en este inmenso continente de oeste.
No piensen ustedes ni por un momento que estoy a favor de la destrucción de la ONU. No, la ONU debe seguir existiendo, debe desarrollarse y cambiar a mejor. No debe dejar libres de movimientos a quienes agraden a países como el Chile de Allende, que declaran guerras como la de Iraq sin ser aprobadas ni seguidas por la gran mayoría de los Estados que constituyen la ONU, a quienes asfixias a los pueblos como al pueblo cubano víctima de un bloqueo, que bombardea y matan con napalm como en Vietnam y que en 1947 expolian al pueblo palestino.
Algunos proponen enmendar la Carta de la ONU. Actuar así no reduce en nada la hegemonía y la determinación de los gobernantes de Washington. La Carta de la ONU es como todas las constituciones de Estado. Con una misma constitución se puede hacer lo mejor y lo peor. Porque la aplicación de toda constitución es una obra político-humana. Si en el dominio de las relaciones internacionales se quieren reducir e impedir las acciones negativas, es necesario que los pueblos tengan en la ONU unos representantes imbuidos de los valores de justicia, de equidad, de democracia y de respeto mutuo. Para ello es necesario que los países, pequeños y medianos, dejen de ser aplastados por autócratas y dictadores que deben su existencia a la protección estadounidense.
A la » legalidad internacional » y al » derecho internacional » de los imperialistas hay que oponer los valores universales tan bien definidos por la propia ONU en su Carta y sus declaraciones, valores que deben beneficiar a todos los pueblos y a todos los países, sin distinción ni discriminación algunas. Nos corresponde explicar lo que ocurrió en 1947, las motivaciones reales de los gobernantes occidentales y sus objetivos inconfesables, así como denunciar la violación y no aplicación de decenas de resoluciones del Consejo de Seguridad por parte del Estado sionista. Motivaciones y objetivos no confesos que denunció con vigor, como sagaz conocedor, el jefe de la insurrección del ghetto de Varsovia (1943), Arek Edelman, declarando solemnemente :
» Si se ha creado Israel ha sido gracias a un acuerdo entre Gran Bretaña, Estados Unidos y la URSS. No para expiar los seis millones de judíos asesinados por Europa, sino para repartirse los negocios de Oriente Medio «, Jeune Afrique – n° 2362 del 16 de abril de 2006, pg. 23.
Los politólogos, y los más reconocidos, sostienen en el inicio de este tercer milenio que una de las armas más eficaces y más decisivas es la propaganda o, como se dice ahora, la comunicación, es decir, el trabajo de convencer, la utilización de una lengua nueva con demostraciones y consignas originales, irrefutables e importantes. Ahora bien, me parece que en este terreno los responsables palestinos y árabes carecen de la palabra apropiada y productiva, capaz de convencer y de conquistar a las opiniones públicas europeas y estadounidense tan determinantes en la situación actual. Los pueblos de Asia, del África subsahariana y de América Latina no están contra nosotros, más bien nos son favorables.
Así pues, debemos determinar algunos puntos fuertes de nuestra propaganda, de nuestra comunicación, que habrá que desarrollar con claridad, con saber hacer y calma, sin agravios ni verborrea inútil. Permítanme presentarles algunos ejemplos que me parecen fundamentales.
Los sionistas vinieron a Palestina pretendiendo ser los descendientes, en línea directa, del pueblo de Canaan. Ahora bien, quienes invocan a Moisés en realidad surgen de pueblos antiguos y de diversas regiones bien determinadas y muy alejadas de Jerusalén y del Jordán.
Una multitud de eminentes historiadores e investigadores han investigado y elaborado tesis sobre este tema. Hay que dar a conocer y difundir sus obras, hay que utilizar sus argumentos.
Así, Léon Poliakov, que fue director honorario del CNRS francés [1], escribió en su obra principal, » Histoire de l’antisémitisme » [» Historia del antisemitismo «], París, Calmann-Lévy, 1961, unas páginas que pueden tener una repercusión importante y hacer reflexionar a muchos hombres y mujeres. Ya desde el principio arregla las cuentas a la denominada » diáspora » : » …cuando los judíos empezaron a dispersarse en gran número a través del mundo -y, contrariamente a una leyenda, a la vida terriblemente dura que hay que recordar siempre, es muy anterior a la guerra en Judea y a la destrucción del Templo- es en África del Norte donde encontraron una acogida más favorable » (pg. 11).
Al tratar de la judaización del Magreb berebere, Léon Poliakov escribe además :
» …los judíos de África del Norte tuvieron sus momentos de gloria. Y vale la pena evocar su historia, tan poco conocida, tan diferente de lo que fue la historia judía en todas las demás partes. Se remonta muy lejos, a los tiempos protohistóricos en los que los fenicios colonizaron «Ifrikya» y fundaron la ciudad de Cartago » (pg. 10).
» Es infinitamente probable que desde los tiempos más remotos unos judíos vinieran a instalarse en África del Norte en la estela de los fenicios que preparaban el terreno para la difusión del judaísmo » (pg. 11).
» Además, del mismo modo el judaísmo se desarrollaba en estas regiones tanto por proselitismo, si no más, que por inmigración » (pg. 11).
» …en lo esencial, los judíos de Túnez, Argelia o de Maruecos son de origen completamente autóctono y descienden de tribus beréberes con nombres sonoros : Djeraoua, Fendeloua, Mediouna, Botr, Branès » (pg.13).
Estas afirmaciones categóricas de Léon Poliakov echan por tierra todas las teorías y todas las pretensiones sionistas que descansan sobre la denominada » diáspora » y sobre la vuelta a la tierra de unos supuestos ancestros cananeanos. Por su parte, el sociólogo e historiador Paul Sebag confirma en su » Histoire des Juifs de Tunisie » [» Historia de los judíos de Túnez «], L’Harmattan, Paríss,1991, las tesis de Léon Poliakov. A continuación les ofrezco unos extractos de su obra:
» En el África romana, como en las demás provincias del Imperio Romano, desde muy pronto hubo otros judíos que no eran los judíos de raíz, cuyos ancestros habían venido de Judea en distintas épocas. Hombres y mujeres de todas las razas y de toda condición se convirtieron al judaísmo, que en los primeros siglos de la era cristiana dio muestras de una gran fuerza de penetración «. (pg. 24).
» Así se pudieron ganar para el judaísmo elementos de todos los orígenes pero, sobre todo, indígenas púnicos y beréberes «. (pg. 25).
» Durante la conquista árabe de África del Norte, una parte de los beréberes profesaban el judaísmo. En su gran » Historia de los beréberes «, Ibn Khaldoun nos ofrece los nombres de las tribus beréberes judaizadas y precisa las regiones en las que se establecieron éstas, del este al oeste del Magreb y cita, entre otros, a los Nefoussa al sur de Ifriqiya y a los Jarâwa en las montañas de Aurès «. (pg. 35).
El politólogo italiano nacido en Túnez Loris Gallico propone atribuir a los beréberes judaizados el nombre de » Decimocuarta Tribu «, del mismo modo que los jazares fueron denominados » decimotercera tribu » por Arthur Koestler. Éste último, escritor anglo-magiar que vivió y trabajó en Palestina antes de la decisión tomada en 1947 por la ONU, escribió en 1976 » La treizième tribu «[» La decimotercera tribu «], Calmann-Lévy, París 1976, donde se relata la historia de sus ancestros jazares. Veamos juntos algunas líneas de esta importante obra :
» El país de los jazares, pueblo de etnia turca, ocupaba una posición estratégica entre el Caspio y el Mar Negro en las grandes vías de paso donde se enfrentaron las grandes potencias orientales de la época» (pg. 14).
» Algunos años después, sin duda hacia el año 740, el rey, su corte y la clase militar dirigente se convirtieron al judaísmo, la religión oficial de los jazares » (pg. 15).
» En todo caso, si bien las fuentes difieren en algunos detalles, los grandes hechos son indiscutibles. Lo que, en cambio, se puede discutir es la suerte de los jazares judíos tras la destrucción de su reino en el siglo XII o XIII. Las fuentes son muy escuetas a este respecto. Sin embargo, mencionan varios establecimientos de jazares a finales de la Edad Media en Crimea, en Ucrania, en Hungría, en Polonia y en Lituania. De las informaciones complementarias surge un cuadro de conjunto, el de una migración de tribus y de grupos jazares en las tierras de Europa oriental- sobre todo Rusia y Polonia -precisamente donde en el alba de los tiempos se encontrarán las mayores concentraciones de judíos. De ahí la hipótesis formulada por varios historiadores según la cual una buena parte, si no la mayoría, de los judíos de Europa oriental – y, en consecuencia, judíos de todo el mundo – serían de origen jazar y no semítico » (pg. 16).
» Esto querría decir que los ancestros de estos judíos no venían de las orillas del Jordán sino de las llanuras del Volga; no de Canaan, sino del Cáucaso, donde se ha visto la cuna de la raza aria; estarían emparentados genéticamente con los hunos, los yugures, los magiares antes que con la simiente de Abraham, Isaac o de Jacob. De ser esto así, la palabra » antisemitismo » no tendría sentido alguno, sería testimonio de un malentendido compartido igualmente por los verdugos y las víctimas. A medida que emerge lentamente de pasado, la aventura del Imperio jazar empieza a parecer una farsa, la más cruel que haya perpetrado la historia » (pg.18).
Loris Gallico, del que acabo de hablar, publicó un largo estudio titulado » Un popolo introvabile » [» Un pueblo inencontrable «] en la revista » Prospettive Settanta «, Nápoles 1984 n°2/3, que fue incluido en una recopilación de artículos y de estudios bajo el título » L’altro mediterraneo tra politica e storia » [» El otro mediterráneo entre política e historia «], Vecchio Faggio-Chieti, 1989. Someto a su atención este extracto concerniente al origen de los judíos de Europa central y oriental:
» Basándose en los trabajos de H.F. Von Kutschera, P.E. Kahle, M. Mieses, A.N. Poliak, D.M. Dunlop y Arthur Koestler, ya no es posible discutir el hecho de que la mayor parte de los judíos de la Europa centro-oriental tenga como origen la dispersión y la mezcla de los jazares con otras poblaciones, en los burgos (shtetl) en contacto con el mundo agrícola, según los usos modificados de los centros jazares…en estas nuevas zonas se abandonaron poco a poco los dialectos jazares y se formó la variedad yiddish sobre la base del prestigio de la cultura Alemania, laica o religiosa » (pg. 257).
El canciller austriaco Bruno Kreisky dio el golpe de gracia a la ideología declarando con fuerza en 1981 :
» …esta broma del pueblo judío es una de las grandes mentiras de la vida …No tiene sentido hablar de pueblo judío…Sin Hitler, Israel como sentido no habría existido nunca… «, Nouvel Observateur, París.
No puedo terminar con este aspecto fundamental de nuestra lucha contra el sionismo expoliador sin mencionar al eminente historiador francés Marc Ferro que en su libro » Les tabous de l’Histoire » [» Los tabúes de la Historia «], Nil, París, 2002, dedicó todo un capítulo titulado » ¿ Son semitas los judíos ? » a desmontar toda la » arquitectura » sionista y barrer todas mentiras/contraverdades de » pueblo judío «, de » nación judía «, de » raza judía «.
Se puede construir una enorme antología de obras (ensayos, estudios, tesis, historias), de investigadores, de historiadores y de politólogos que, como los que acabo de citar, han invalidado las teorías de los sionistas, por ejemplo, Alfred M. Lilienthal (Washington), Norton Mezvinsky (Connecticut) y Maxime Rodinson (París). Vean ustedes las valientes posturas adoptadas por centenares de personalidades como los académicos Giogio Forti (Milán), Margherita Haag (Trieste), Jean-Pierre Kahane (París), o intelectuales como el compositor islandés Elias Davidsson, la historiadora del arte la suiza Erica Deuber-Pauli, la profesora de medicina tunecina Aïcha Hafsia, el filósofo y profesor emérito de las universidades francesas Georges Labica, el profesor de física francés Jean-Marc Lévy-Leblond, el abogado inglés Richard Marre, la musicóloga colombiana Inés Muriel, el físico francés Jacques Pommier.
Todos estos académicos y personalidades, junto con decenas y decenas de otros, firmaron la declaración que propuse e hice circular en 1997 y que se titulaba » Hoy los no sionistas hablan «. Extraigo algunas líneas :
» Con ocasión del primer centenario del Congreso Sionista de Bâle, mujeres y hombres de nacionalidades, de religiones y opiniones diferentes no proponemos proclamar solemnemente que no existe un » pueblo judío «, una » nación judía » o una » raza judía «. «
» …No existen » judíos «, sino franceses, polacos, rusos, marroquíes, yemenitas, etíopes, ciudadanos de Estados Unidos, japoneses de religión hebraica o de origen cultural hebraico. Algunos, como los polacos, los bálticos, los rusos o los húngaros, son descendientes de los cáucaso-jazares judaizados. Otros, como los marroquíes o los tunecinos, son descendientes de los beréberes judaizados, o como los yemenitas son descendientes de árabes judaizados «.
Si buscamos un poco, encontraremos muchas mujeres y hombres que también denuncian y condenan el sionismo y que no tiene nada que ver con él. Se les encuentra en todos los países, son de todas las confesiones religiosas y de todas las convicciones políticas y filosóficas, porque la lucha antisionista no debe ser y no es una cuestión judeo-judía ni judeo-palestina o judeo-árabe. La lucha contra el sionismo se debe desarrollar en cada pueblo y en el interior de cada pueblo.
Tras haber buscado una tierra que se dice » prometida » entre Uganda y Argentina, Théodor Herzl echó el ojo a Palestina, la antigua Canaan de los reyes David y Salomón. Y para convencer a las grandes potencias occidentales, el 14 de febrero de 1897, en los albores del siglo XX, lanza su libro » El Estado de los judíos «. Su arrogancia le lleva a declarar :
» Para Europa construiremos ahí (en Palestina, claro) un trozo de muralla contra Asia, seremos el centinela avanzado de la civilización contra la barbarie «.
Así aparece desde un principio su palestinofobia y su arabofobia, que los sionistas han cultivado, desarrollado y ampliado.
Pero, en realidad, la barbarie se encontraba muy lejos de las orillas del Jordán. Se encontraba en la Rusia de Puchkin y de Tolstoi, en la Polonia de Chopin donde los pogromos eran cotidianos ; a mediados del siglo pasado se la encuentra en el centro de Europa en la Alemania de Gœthe y de Beethoven con los terribles campos de la muerte, las cámaras de gas y los hornos crematorios donde fueron exterminados durante doce años, 1933-1945, por gobernantes europeos (y digo bien europeos) más de cinco millones de polacos, de rusos, de alemanes, de franceses, de húngaros, etc., todos ellos europeos también (y digo bien todos ellos europeos) de religión hebraica y cristianos de todas las convicciones.
Debemos prohibir a los sionistas la utilización ilícita del exterminio y, digamos la palabra, del genocidio de millones de hombres, mujeres y niños de las religiones hebraica y cristiana, ya que, sin lugar a dudas, este genocidio sigue siendo un asunto auténticamente euro-europeo.
Tenemos que decir tanto a los extranjeros que hace poco más de medio siglo vinieron a ocupar Palestina, una tierra que no les pertenece, como a las opiniones públicas europea y estadounidense que los autores de todos estos crímenes son gobernantes europeos, Hitler, Mussolini, Pétain, etc. Hay que recordar que los supervivientes de este apocalipsis y sus descendientes tienen unos derechos inalienables e imprescriptibles. En primer lugar, tienen el derecho a retornar a su Europa natal. Tienen derecho al restablecimiento y compensación por sus tierras natales y de sus casas natales. Tienen derecho a recuperar la posesión de los cementerios donde están enterrados sus abuelos, sus madres, sus padres. Éstas son las reparaciones mínimas que merecen las víctimas del racismo y de la xenofobia. Esto es, además, lo que hacen actualmente muchos alemanes que abandonan la Palestina ocupada para reinstalarse en Berlín o en Francfort.
También hay que recordar sin descanso que nunca se ha visto a un palestino o a un árabe empujar a un hombre de región hebraica o de origen cultural hebraico a un horno crematorio o a una cámara de gas. Como hay que recordar siempre que en 1941, en plena tormenta, un rey árabe, el de Marruecos, Mohamed V, cuyo país estaba ocupado por el ejercito colonial francés se negó valerosamente a acatar la orden del gobierno francés de aplicar en su país las leyes discriminatorias anti-judías gritando al general Charles Noguès : » No toque a mis judíos «.
Tenemos que hablar, sin traba ni prohibición alguna, del genocidio que conmocionó Europa y del que no se salvo ningún país ni pueblo.
El día en que les quitemos de las manos a los sionistas este genocidio -del que hacen un monopolio y un fondo de comercio – para convertirlo en patrimonio de toda la Humanidad, el pueblo palestino logrará una gran victoria.
Son muchos los que comentan, que disertan, que analizan, que hablan de negociaciones, de proceso, de armisticios, de acuerdos y de paz de los valientes.
Es verdad que todos los conflictos y todas la guerras -hasta las más mortíferas- han acabado con la paz. Pero también es verdad que hay varios tipos de paz. Hay las paces con anexiones parciales y pérdidas de territorio, u otras con concesiones de zonas o con una soberanía truncada y/o limitada. De hecho, en todas estas eventualidades y en muchas otras se tratará de una paz bastarda, de paz vacía de sentido, de una paz no duradera ni viable, porque los pueblos solo pueden vivir libres, completa y plenamente libres, sin restricción ni amputación alguna.
Este es el caso del pueblo palestino, que tiene razón de no aceptar condiciones y limitaciones a su liberación que quiere completa y definitiva.
La paz de los valientes sólo fue posible cuando Francia fue liberada, hasta el último centímetro cuadrado, de la ocupación germano-nazi en 1945.
La paz de los valientes sólo fue posible cuando Argelia fue completa y totalmente liberada en 1962 tras 132 años de ocupación y de dominación colonia francesa.
La paz de los valientes sólo fue posible en Túnez cuando Francia reconoció en 1956 la independencia de Túnez tras una dura presencia de 75 años.
La paz de los valientes sólo se impuso en Sudáfrica cuando el poder blanco cedió el sitio a una » estructura » política original simbolizada por un gobierno presidido por el ilustre hombre de Estado africano Nelson Mandela, que había pasado 25 años en las cárceles del apartheid.
Así, en Palestina la verdadera paz solo será posible después de que se le reestablezcan al pueblo palestino todos sus deberes y del retorno de todos los refugiados .
58 años de dominación extranjera, 58 años de muerte, de prisión, de hambre, de privaciones, es duro, muy duro. Pero un hecho es cierto: a los palestinos, a todos los palestinos, no les ha ganado el pesimismo, no están si aliento, no han perdido la esperanza. Eso es el amor a la patria, es la fidelidad a los ancianos y el deber respecto a los descendientes, es el heroísmo cotidiano. No lo hacen por obediencia o por devoción a un jefe o a un zaim [2].
Los palestinos tienen un arma formidable con unos resultados inigualables: la mirada del dominado, del expoliado. Creo que los sionistas ya no temen mucho en la tierra palestina los artefactos explosivos y los lanzamientos de cohetes. En cambio temen cada vez más las miradas que les rodean por todas partes, que les persiguen, que les envuelven, sofocan y asfixian. Estas miradas les hacen temblar constantemente. Duermen rodeados de las miradas de los oprimidos que, con razón, aspiran únicamente a la liberación de su país.
Con el paso del tiempo los palestinos siguen estando preocupados, con toda justicia, por saber cuándo llegará el tan esperado día de esta liberación. Estoy profundamente convencido de que esta liberación llegará porque no se puede construir nada duradero sobre la injusticia y la ocupación de Palestina por parte de extranjeros es la injusticia de las injusticias.
Como ustedes saben, en 1657 unos holandeses instituyeron en Sudáfrica un poder blanco segregacionista y esclavista bajo la dirección de Van Riebaeck. Esta ocupación y esta dominación duraron más de 330 años, casi tres siglos y medio. Y ahora este país está liberado. Es libre y su pueblo vive en plena democracia.
Veamos ahora otros países, esta vez europeo. Entre 1772 y 1945, casi dos siglos, Polonia fue repartida cinco veces entre sus vecinos, en 1772, 1773, 1795, 1815 y 1939. Sus fronteras nunca fueron fijas ni estables y, con frecuencia, se modificó su extensión. Pero esta Polonia tuvo cinco resurrecciones cada una de ellas con superficies y fronteras distintas. Así, Polonia nunca ha sido borrada del mapa de Europa y los polacos siguen existiendo sobre su suelo nacional reencontrado.
Esta liberación total de Palestina podrá imponerse tanto en los próximos años como dentro de cincuenta o cien años. Pero sin lugar a dudas se realizará.
Por medio de su unidad, de su determinación, su valor y su resistencia, también el pueblo palestino será capaz de imponer a los extranjeros expoliadores venidos de muy lejos la verdadera y completa paz de los valientes. Entonces serán capaces de encontrar las fórmulas inéditas y específicas para construir una nueva Palestina hecha de democracia, de progreso, de igualdad, de justicia social, de modernidad, de transparencia y de ética política. Serán capaces de hacer de su Palestina completamente reconquistada un ejemplo -y, por qué no, un modelo- para todos los pueblos de la región sometidos todavía a dirigentes y gobernantes que sólo se mantienen aplastando la democracia, asfixiando las libertades, por medio de las torturas, la cárcel, el parentelismo, las elecciones fraudulentas, la corrupción, la delación, el poder exorbitante de la policía y, no lo olvidemos, por medio del apoyo y la protección de las grandes potencias sobre de Estados Unidos.
Al hablar de la ocupación sionista de Palestina, se tiene que hablar naturalmente de los orígenes de los adeptos de la religión hebraica: los magrebíes que optaron por este culto son los beréberes judaizados. Mientras que en los siglos que precedieron al Islam los habitantes de Medina, de Saana y de Adén que practicaban la religión de Moisés eran árabes judaizados. Pero la mayoría de los europeos que practicaban la religión hebraica eran originarios del reino caucasiano de los jazares. También se encuentra la religión de los reyes David y Salomón entre los japoneses, los indonesios, los falasas y los peuls de África, y entre otros pueblos. Hay que consultar el voluminoso libro de más de 500 páginas de Maurice Fishberg » Los judíos » (1911), donde se pueden encontrar más de 150 fotos de judíos de varios países y varios tipos.
Para los sionistas y sus amigos, todo este » mundo » es el » pueblo judío «, un pueblo » puro y duro » con denominación » controlada y garantizada «, que el italiano Loris Gallico apodó, con toda razón, » inencontrable «, que no tiene nada que ver con la definición dada por el historiador y embajador sionista Elie Barnavi que pretendió hacer de los beréberes, árabes, jazares, africanos, japoneses e indonesio un » viejo pueblo » que :
» decide transformarse en nación moderna…y volver a casa, cerrando así un ciclo histórico cuyos orígenes se pierden en la noche de los tiempos » (Le Monde 10/9/93)
Hay con qué reducir al polvo la » autolegitimidad » de los sionistas. Hay con qué convencer a la opinión pública euro-estadounidense de que nadie tiene el derecho de hablar de un » pueblo judío » imaginario, legendario y mítico. Los trabajos y conclusiones de los investigadores desmienten esta enorme falsificación.
Pero hay más. Muchos ciudadanos de diferentes países de religión hebraica o de origen cultural hebraico han dirigido sus países. Los sionistas pretenden que estos hombres de Estado eran y siguen siendo, en primer luchar y ante todo, judíos, es decir, que si estuvieran vivos todavía habrían hecho un juramento de fidelidad al Estado hebreo instalado en la tierra palestina por medio de la fuerza y de la injusticia. Citemos a algunos :
Gran Bretaña tuvo como primer ministro a Benjamin Disraëli durante ocho años, entre 1867 y 1880.
Luigi Luzzati fue dos veces jefe del gobierno italiano antes que su país entrara en la guerra del 1914-1918.
Francia tuvo como primeros ministros a Léon Blum, en 1936 y 1946, y a Pierre Mendès-France, en 1954.
Tras la Segunda Guerra Mundial, Bruno Kreisky fue canciller de Austria durante largos años.
Tras la derrota de los fascistas italianos, Maurizio Valenzi fue alcalde de Nápoles, la gran metrópoli italiana.
Con estos ejemplos, ¿cómo se puede pretender la existencia de un » pueblo judío » ? Todos estos hombres estaban, con toda justicia, unidos a sus respectivos países. Eran solamente ingleses, italianos, franceses, austriacos.
Me parece que es útil someter a su atención la afirmación de uno de los teóricos del sionismo, Ruffin, que en 1920 escribía :
» La decadencia del antisemitismo tendrá como consecuencia la decadencia del sionismo; el antisemitismo es el mejor agitador en favor del sionismo» (» Los judíos del tiempo presente «).
Así, los sionistas siempre han necesitado el racismo para desarrollar su acción.
Mientras que un intelectual francés que siempre ha defendido las causas justas, Philippe Daumas, profesor de la Universidad de Montpellier III, me escribía en julio de 1997 una carta de la que les ofrezco a continuación un extracto cuya pertinencia me parece indudable :
» La ideología sionista se basa en tres postulados :
1. Todos los judíos del mundo constituyen un «pueblo» en el sentido político del término,
2. Este «pueblo» siempre ha sido perseguido y por todas partes,
3. Por consiguiente, este «pueblo» necesita un Estado.
Ahora bien, para mí estas tres aserciones son falsas :
1. Los judíos no constituyen un «pueblo» en el sentido político del término. Al contrario, pertenecen a los diferentes pueblos entre los que viven. Los judíos franceses pertenecen al mismo título que yo al pueblo francés.
2. En el curso de la historia los judíos han conocido persecuciones espantosas que han culminado con el intento de genocidio por parte de los nazis. Pero es falso decir que siempre ha sido perseguidos y por todas partes. No tomaré más que un ejemplo: cuando los Papas residían en Avignon, tomaron bajo su protección a los judíos del Condado de Venaissin y no fueron perseguidos.
3. No veo dónde está la lógica que consiste en decir que porque son perseguidos tienen forzosamente necesidad de un Estado, salvo para postular que la única respuesta a la persecución es la creación de » Estado «.
Estas posturas, junto con muchas otras, pueden servir de argumentos para demoler la acción sionista y para aclarar a las diversas opiniones públicas.
Para terminar, os reitero una vez más, hermanos palestinos, todo mi apoyo. Podemos tener enfoques, análisis, apreciaciones, y posturas que no coincidan con las de los palestinos, pero siempre estaremos a su lado. En todo caso, en mi opinión tanto la última palabra como la decisión última pertenecen a los palestinos y sólo a ellos, y digo bien a ellos solos, que no necesitan consejos ni consejeros. Nosotros, los no palestinos, debemos aportarles sólo y sin descanso nuestro ánimo, nuestra asistencia, nuestra ayuda, nuestro apoyo y nuestra solidaridad que son y seguirán siendo totales. Nosotros, los no palestinos, tenemos que oponernos con todas nuestras fuerzas a toda normalización de nuestras relaciones con el Estado sionista e impedir que la bandera de este Estado expoliador ondee en el cielo de nuestras capitales.
Georges Adda, Túnez, abril 2006
[1] El CNRS es el Centro Nacional de Investigación Científica, equivalente a nuestro CSIC (N. de la t.)
[2] Zaim es una palabra árabe que significa «lider» o «jefe» (N. de la t.)