Desde la invasión israelí de la capital libanesa, Beirut, en 1982 las fuerzas políticas palestinas, tanto las antiguas como las nuevas, han vacilado entre llamar a «reformar la Organización para la Liberación de Palestina» y «preservar la organización», ¡aunque solo fuera como bandera o fetiche!
Luego de una amarga experiencia iniciada en 1974, la dirección de la organización no logró concretar el “proyecto de Estado independiente” y no se logró la reforma anhelada, por lo que el proyecto de liberación nacional se resquebrajó y las instituciones de la organización se marchitaron a cambio de la consagración de la autoridad de autogobierno y su aparato.
También se eliminaron artículos del Pacto Nacional Palestino y la organización se convirtió en una extraña estructura gelatinosa compuesta por estratos de clase que dominan la toma de decisiones políticas, apoyada en el movimiento Fatah (el partido del poder) en una alianza de clases cuyo referente son los Estados Unidos, la Unión Europea y la entidad enemiga (1).
Sobre la base de la experiencia y los hechos, la mayoría popular en la Palestina ocupada y la diáspora se da cuenta de que el partido que ha estado retrasando y obstruyendo el proceso de reforma es el mismo partido que se beneficia de la realidad de la organización: la autoridad desgastada. Este continuo revolcarse en el lodo garantiza al movimiento Fatah y a la clase corrupta la continuación de su hegemonía y su monopolio sobre la «unidad de representación» y la «legitimidad palestina», y le ayuda a enfrentar a Hamas y Yihad Islámica y las fuerzas que quieren ¡marginar la organización y formar una alternativa! Así, la organización -la autoridad- se convirtió en parte natural del sistema del colonialismo y sus herramientas, y de un régimen árabe que vacila y oscila entre la impotencia y la complicidad.
Lo cierto es que el proceso de destrucción y marginación de la «organización» se dio a un ritmo muy acelerado, primero a manos de la dirección de la organización, y después formando la «alternativa» con el establecimiento de la Autoridad Autonómica en los «territorios palestinos» ¡a favor de ciertos grupos y segmentos, reprimiendo a los palestinos, protegiendo las colonias enemigas y reforzando su dominio y control sobre la OLP y el «sello de la organización»!
«Reformar la organización», una demanda de larga data
¿Cuántas veces el Dr. George Habash gritó y pidió “reformas democráticas en las instituciones de la Organización para la Liberación” años antes de que surgiera el movimiento Hamas?, ¿cuántas veces se produjo la “división” entre las “facciones revolucionarias” en el Líbano, lo que llevó a un «diálogo» con balas y lanzacohetes? ¿Cuántas caricaturas dibujó el mártir Naji al-Ali sobre la corrupción en las oficinas de la organización y sobre los engaños de los líderes de las facciones y su subordinación? ¿Cuántos intelectuales críticos fueron despedidos, aislados y expulsados de los centros de planificación e investigación de Beirut? ¿Cuántas sesiones fallidas y falsas de “unificación” realizó el Consejo Nacional en El Cairo, Amman, Argelia y Damasco?
Asimismo,
el Frente Popular para la Liberación de Palestina y otras facciones
abandonaron más de una vez las instituciones de la organización y
formaron nuevos bloques como el “Frente de Rechazo” y el “Frente
de Salvación”, sin embargo, no fueron del todo hacia la
alternativa revolucionaria, lamentablemente siguieron acomodándose
en la posición de la “oposición” y mantuvieron la puerta
abierta a una “unidad nacional” formal y simbólica, mientras la
corriente dominante en la organización seguía empleando la “imagen
de unidad” y el “eslogan ” a favor de su programa y la
consolidación de su poder sobre las instituciones de la organización
de acuerdo con la regla de Arafat que dice: “Di lo que quieras y yo
haré lo que quiera”.¡Todo esto precedió a la fundación de Hamas
y la Yihad Islámica, y las fuerzas que hoy se consideran “fuera de
la legitimidad palestina”!
Por lo tanto, asignar la responsabilidad y colgársela a Hamas tiene como objetivo reforzar el control sobre las decisiones políticas y financieras, evitar la participación popular en el proceso de reforma e impedir la participación de poderosas facciones centrales en «arreglar la casa palestina». Y no olvidemos que hay un veto sionista-estadounidense que se interpone en el camino, ya que la decisión palestina «independiente» está en Tel Aviv, Washington y Bruselas… ¡no en Ramallah!
Parece que el grupo de autogobierno ha llegado a una convicción que dice: Si se realizan elecciones para el Consejo Nacional Palestino, aunque sean formales y falsificadas, la clase de Oslo perderá gran parte de sus privilegios y posiciones a favor de las fuerzas de resistencia. La autoridad de autogobierno quiere permanecer en el espacio seguro y permitido, y es quien decide cuándo, cómo y dónde se realiza el “diálogo”. Prefiere movilizar sus aparatos y conjurar el espantapájaros de la «legitimidad» y el «peligro de la alternativa» para escapar de la presión popular.
¿Seguimos siendo espectadores? ¿O nos unimos a Abu Mazen?
Frente a este escenario complejo y difícil, la pregunta natural y legítima es: ¿Cuál es la alternativa nacional y popular ante las fuerzas de resistencia palestina? ¿Cómo se mueven las fuerzas del cambio revolucionario y las corrientes populares en lucha en la patria y en la diáspora? Y ¿Cómo establecer su frente nacional unido?
La única opción que les queda a los palestinos es comenzar de inmediato a refundar la Organización para la Liberación de Palestina. Esta iniciativa, si cuenta con el apoyo político, organizativo, económico y la base popular respaldada por las armas de la resistencia, nos pondrá ante dos opciones: o una nueva organización revolucionaria cuyo objetivo sea el retorno y la liberación… o unirse a la organización de «Abu Mazen» y el grupo de autogobierno.
Y
antes de que alguien salte y nos amenace con la “comunidad
internacional” y la “Liga Árabe” y nos explote en la cara
Azzam Al-Ahmad, diciendo: ¡El mundo solo reconocerá a la
organización (la antigua, por supuesto)! Nosotros decimos: ¡El
movimiento de liberación nacional que lucha por deshacerse del
colonialismo no pide el reconocimiento formal de las fuerzas del
colonialismo, las fuerzas reaccionarias y el llamado “cuarteto
internacional”! Este «reconocimiento» es, de hecho, una
pesada carga para los palestinos y un pretexto fácil para
asediarlos. ¿Para qué? ¿Un asiento vacío sin valor en las
Naciones Unidas? ¡En realidad, esto es una trampa! El objetivo del
movimiento de liberación árabe y palestino es completar el proyecto
de retorno y liberación, y eliminar la entidad sionista de Palestina
y la región, no competir por el reconocimiento internacional y árabe
oficial.
Hay una gran diferencia entre los que buscan una «solución» y los que buscan la victoria. Y quien imponga su voluntad con la fuerza popular y luche por una causa justa, el mundo correrá hacia él y reconocerá su legitimidad, obligado, en secreto y en público. El elemento decisivo sigue siendo la posición de las masas palestinas y árabes que aún abrazan su causa central y forman el fuerte caparazón alrededor de la resistencia y protegen el proyecto de liberación nacional, y no cualquier otra parte. La resistencia palestina acumula cada día más capacidad y experiencia, y el pueblo palestino posee muchos elementos de poder duro y blando. Así mismo, el actual equilibrio de poder en sus dimensiones árabe e islámica, así como a nivel internacional, no es un destino eterno.
Movilizarse es responsabilidad de todos
Esta es una tarea política e histórica que corresponde a las fuerzas y corrientes nacionalistas e islámicas, y de las formaciones militares y políticas en el marco del campo de la resistencia, que ven la necesidad y la exigencia de pasar de la situación actual al espacio de la revolución, pues ven en la acción comando una opción estratégica de liberación y retorno. Estas fuerzas, personalidades y vanguardias nacionales deben unificar sus esfuerzos, construir puentes y romper por completo con el enfoque de autogobierno: o se refunda la OLP con una voluntad popular palestina y árabe, o estas fuerzas permanecerán estancadas, buscando alianzas con estructuras que han perdido su legitimidad. Aquí es importante mencionar que escaparse nuevamente a una nueva ronda de «reconciliación» o jugar el papel de espectador significan más pérdida de tiempo y sangre, y permanecer en los círculos de la evasión y la futilidad.
La legitimidad revolucionaria y constitucional no es una cuestión de «leyes y procedimientos» y no se logra mediante «reuniones fraccionarias», sino un largo y arduo proceso de lucha forjado por la voluntad del pueblo en el camino mismo de la liberación. No vendrá con una «concesión de la realeza» o con condiciones preestablecidas, como hizo el régimen árabe en la cumbre de «Fez» en 1974 cuando reconoció a la organización como el «único representante legítimo» de acuerdo con reglas y condiciones específicas, después de que la hubieran preparado y vestido con un traje nuevo, y la presentó a las Naciones Unidas con la «rama de olivo» en una mano y el «programa de solución provisional» en la otra, preparada para adaptarse al equilibrio de poder.
«División y Unidad»: es hora de que termine este debate
Algunos pueden ver la llamada a una ruptura total con el enfoque de autonomía y la refundación de la Organización para la Liberación de Palestina como una «profundización de la división», pero ¿lo están presentando de nuevo en su lugar? Las soluciones que eran posibles en 1972 ya no lo son en 2023, y el mundo cambia a diario. Hay una reducción gradual del imperio estadounidense y hay cambios cualitativos dentro de la entidad de ocupación y otros que afectaron a nuestras sociedades palestina y árabe durante la última década. Hay fuerzas que se desvanecen y otras que emergen, y el pueblo palestino ya no puede esperar el alivio de manos de una clase que robó sus sacrificios y destruyó sus instituciones nacionales, y que solo defiende sus propios palacios y privilegios, mientras comete crímenes diarios en el “matadero de Jericó”, y está listo para asociarse plenamente con el enemigo.
Todos
sabemos cómo el proceso de demolición del proyecto de liberación
palestina se llevó a cabo a fuego lento, y cómo las instituciones
de la OLP se derrumbaron después de la conferencia de liquidación
de Madrid en 1991, y cómo las federaciones populares y sindicales
palestinas fueron vaciadas de su contenido democrático nacional,
convirtiéndolos en cortijos privados. Luego aparecieron las
organizaciones no gubernamentales que contagiaron a nuestra sociedad
como una infección, por lo que se asentaron en el lugar del
movimiento nacional y sus marcos juveniles, estudiantiles, feministas
y laborales, y reprodujeron sus sindicatos, organizaciones y
programas según los términos y reglas liberales occidentales
despojándolas de su contenido popular y liberador.
Asimismo,
la OLP ya no es el “frente de todas las masas” y de “todas las
clases”, ni sigue siendo propiedad colectiva del pueblo palestino
después de abandonar la parte ocupada de Palestina en 1948 (tierra y
pueblo), confiscando la voz de las masas de la diáspora (60% de la
población), y el establecimiento de la autoridad de represión y
corrupción en Cisjordania ocupada, el asedio de nuestro pueblo en la
Franja de Gaza y la exclusión de quienes construyeron los cimientos
de la proyecto nacional con sangre y sufrimiento, que luego se
encontraron, después de los Acuerdos de Oslo de 1993, sin voz ni
armas. Masas humanas tendidas al costado del camino esperando botes
de la muerte.
Las fuerzas de «izquierda» afiliadas a la organización no pueden eludir su responsabilidad en esto, ya que participaron, aunque en diferentes niveles, en legitimar los acuerdos de la organización con el enemigo. Tampoco Hamas puede eludir su responsabilidad, tras su parcial implicación en las redes de poder, y su participación en las elecciones legislativas. La política de “enojo” de las organizaciones de izquierda no condujo al cambio requerido y no logró una sola reivindicación nacional para el pueblo palestino, así como las fuerzas de resistencia pierden parte de su credibilidad y apoyo popular con cada ronda de “reconciliación”.
Un paso al frente
La «clave de la solución» no está con Abu Mazen, como algunos imaginan. La solución radical estuvo y estará siempre en los campamentos de refugiados y con las clases populares palestinas que tienen un interés real por el cambio, el retorno y la liberación. Si las fuerzas de resistencia, las vanguardias, las corrientes y las personalidades nacionales creíbles avanzan, presentan un ajuste de cuentas duro y honesto consigo mismos en público y expresan los derechos e intereses del pueblo palestino, en palabras y hechos, entonces nacerá la nueva Organización para la Liberación nuevamente, con la voluntad popular palestina y árabe, y servirá como contrato político-social nuevo entre los palestinos y su puente hacia una nueva etapa de lucha.
Lo que se requiere es comenzar a establecer el núcleo de un nuevo frente nacional que salvaguarde la unidad del pueblo y la tierra, y lidere el proceso de confrontación y enfrente los proyectos de liquidación que están siendo diseñados por los círculos sionistas estadounidenses en estrecha alianza con algunos regímenes árabes y la entidad de Oslo. No son necesarias coaliciones ni reuniones de facciones o elitistas que se intercambien insultos en los medios de comunicación, tampoco tener una visión integral e integrada sobre cada tema y cada asunto. Lo que se requiere, en definitiva, es un paso de lucha práctica en el camino del retorno y la liberación.
Khaled Barakat es un escritor y político palestino
Nota:
(1) Estos artículos se eliminaron del Pacto Nacional con una votación a mano alzada en una escena cómica y en presencia del presidente de los EE. UU. Bill Clinton, cuando el Consejo Nacional se celebró a petición de los estadounidenses e israelíes en la Franja de Gaza el 8/ 11/1998.
Fuente:https://metras.co/%d8%a5%d8%