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La lucha política

Fuentes: La Joven Cuba

Quienes dedican tiempo a las descalificaciones y los ataques personales en la red son los que tienen menos que decir, incapaces de generar ideas que aporten al debate público, van a la garganta porque no saben medirse en el terreno del pensamiento. Algunos que lo hacen desde la comodidad de un seudónimo lo son aún […]

Quienes dedican tiempo a las descalificaciones y los ataques personales en la red son los que tienen menos que decir, incapaces de generar ideas que aporten al debate público, van a la garganta porque no saben medirse en el terreno del pensamiento. Algunos que lo hacen desde la comodidad de un seudónimo lo son aún más. Cada cierto tiempo en Cuba se regresa al macartismo y la cacería de brujas, la incapacidad de reconocer al enemigo me ha puesto en la línea de fuego esta vez. La lucha política más trascendental tiene lugar hoy entre nosotros mismos pero hay que ver más allá de la batalla y entender la guerra, aunque recibas fuego amigo. En nombre de la Revolución se han cometido muchos errores, la clave está en no albergar resentimientos y seguir luchando por ella, que es más que sus verdugos.

Estos 7 años blogueando dan experiencia. Funcionarios que hacen cruzadas personales, usando posiciones de poder para dar cauce a sus fantasías o intereses, opiniones tergiversadas que se expresan a nuestras espaldas sin posibilidad de rebatirlas, gente buena confundida por la sospecha. A menudo se disfrazan de ideología las miserias humanas pero la diferencia es que ellos están haciendo su trabajo y nosotros no. Esta es una lucha y una militancia voluntaria de la que no vamos a retirarnos, porque aunque no lo admitan quienes hablan a nombre del Socialismo, somos parte de él. Lo seguiremos defendiendo a mano y sin permiso, incluso de sí mismo.

Para descalificarme usan una vez más mi participación en El Toque, pero no pueden referirse a ninguno de mis posts en concreto porque son en defensa del proyecto socialista cubano y no les sirven para el ataque. Aquí está el listado completo de mis textos, hagan un balance general y tomen sus propias conclusiones. En El Toque colaboré durante 3 años como bloguero y editor, en La Joven Cuba (LJC) llevo 7 como fundador y administrador. En el primero siempre escribí como cubano revolucionario, pero guardé la mayoría de las críticas para el segundo, las críticas no pueden ser pagadas. Hoy no me cuestionan por lo que escribí en El Toque sino en LJC, el primero es solo el pretexto para callar mis contenidos en el segundo.

Hace años, cuando llegué a la Habana intenté publicar en varios medios nacionales sin éxito, trabajar en algunas instituciones sin éxito, el cerco que se tendía alrededor no era para mi asfixia sino para eliminar también a LJC, o disciplinarla al menos. Mi trabajo como editor en El Toque o el que surja mañana decorosamente sin denigrar a la Revolución, serán siempre para mantener con vida un blog al que desde hace años no le han tendido la mano sino los cañones.

La opinión tendenciosa de los acusadores contrasta con los blogueros que han trabajado conmigo, saben que nunca he permitido una crítica injusta al proyecto socialista cubano, a veces me han recriminado incluso mi excesivo celo en este sentido. Hace días pensaba escribir sobre los periodistas en los nuevos medios, no lo hice porque se generó un debate con el primer post que se fue por las ramas. Pero es oportuno agregar mi experiencia desde El Toque, desde aquellos que mostraron el respeto y dolor por la muerte de Fidel en sus textos, hasta aquel blogger que buscando empezar a trabajar con nosotros me hizo dos preguntas por teléfono: ¿cuánto se paga y qué debo decir? Hasta ahí llegó su colaboración.

En los medios estatales y los nuevos hay buenos y malos periodistas, pero esto no interesa a los que desde cada extremo generalizan el papel de los otros en un mismo e injusto saco. Esos extremos que terminan pareciéndose tanto.

El ataque que se hace ahora es tendencioso, pero además desinformado porque esgrime argumentos que ya no existen, hagan su tarea. El objetivo real no soy yo sino La Joven Cuba, la piedra en el zapato de quienes quisieran ser voceros únicos de la Revolución, y les tenemos una noticia: el Socialismo cubano no tiene dueños. Cuba es nuestra pero de todos, porque mi abuelo luchó contra Batista, mi padre en Angola y yo no me la voy a dejar robar por los que creen salvarla cuando en el mejor de los casos la están frenando.

Un blog de naturaleza política como LJC, nunca ha aceptado financiamiento de ningún tipo, solo puede sostenerse con nuestros bolsillos, en contraste con quienes reciben apoyo desde el extranjero o una infraestructura estatal. Ningún gobierno nos paga, ni el nuestro ni cualquier otro, y eso se traduce en autoridad moral. Hasta hoy, la Internet en Cuba cuesta 1.50 o 2 CUC la hora, e incluso las autoridades nos han exigido que le demos seguimiento diario a los contenidos y los comentarios. Pero a LJC le ocurre como a Cuba, se le ata de pies y manos y luego se le cuestiona que no pueda nadar en la piscina. Participé en El Toque porque quise, porque con ética y claridad política se puede todo, porque la lucha política requiere personas que lo hagan así. Con ese dinero financio no solo el proyecto que es LJC, sino una militancia y participación en el mundo real que ha recibido apoyo de poquísimas instituciones.

Estamos acostumbrados a leer en los libros de historia cómo Fidel hizo la guerra con las armas de Batista, pero pensar que alguien en la actualidad pueda hacer eso, no no no… imposible, no estamos autorizados.

Otro elemento puesto en tela de juicio es mi participación en eventos internacionales. Se presenta como un descubrimiento algo que es público, con fotografías tomadas de mi Facebook y posts publicados en La Joven Cuba. Mi primer viaje a Estados Unidos fue al programa Murrow, no fue secreta mi participación, lo publicamos en LJC y avisé en mi trabajo que asistiría: visitar un país del que muchos hablamos acá pero no todos conocen, y hacer lobby contra el bloqueo. En el grupo de periodistas que asistieron conmigo, bromeando me llamaban «bloqueo», porque se sabía lo que diría yo siempre que pedía la palabra. Esto fue dos semanas antes del 17 de diciembre de 2014.

Cuando terminó el programa, con la ayuda de CAFE (organización de emigrados que enfrentan el bloqueo dentro de Estados Unidos) pude hablar en dos universidades estadounidenses. Lo que unos presentan como una vergüenza es un gran orgullo, haberme gastado los 100 dólares que sobraron del Murrow en actividades de este tipo, haber dormido la última noche en Nueva York en un hotel que tenía el cuarto más pequeño de la ciudad y un baño colectivo, compartiendo litera con un miembro de CAFE que también estaba ahí por su país, es sentirse mambí. Luego participé en el programa de radio La Tarde se Mueve junto a Edmundo García, sin ambigüedades sino plantando bandera por el socialismo cubano dentro de Estados Unidos, eso no me lo quita nadie.

Al igual en los Diálogos Atlánticos que tienen lugar en Marruecos. Asociarme al resto de los participantes en un evento internacional basado en lo que dicen otros asistentes, es como criticar a Bruno Rodríguez por lo que diga otro canciller en la ONU, poco serio. Sigo siendo yo mismo en esos eventos, esto a menudo me convierte en elemento exótico pero estoy seguro que en Cuba lo saben. Diplomáticos cubanos han sido testigos de mis intervenciones en el extranjero, no me dejarán mentir, puedo ser muy crítico pero trato de ser justo en la defensa de lo que tenemos. Al ser un evento de alto nivel no existen dieta ni gastos de transporte, ahí también se gasta el dinero que he ganado trabajando, quién sabe si mis detractores harían lo mismo.

Este debate en el fondo trata sobre la legitimidad de participar en eventos de derecha en el mundo. Los espacios que no ocupemos nosotros los llenará la «disidencia» cubana, que bastante lejos ha llegado por culpa de algunos entre nosotros, con razonamientos así de absurdos que terminan automarginándonos de espacios que deberíamos conquistar o disputar al menos. Seguiré participando, porque sé que el saludo de Raúl a Obama en Panamá o en la Habana se llama lucha política, y no es solo un privilegio del Estado que el pueblo debe observar pasivamente sino que todos debemos luchar de maneras distintas, y cada espacio que pueda alcanzar en este sentido, será un avance.

Siempre hay que marcar una línea y esta para mí está en la subversión. A los eventos financiados con fondos destinados a provocar el fin de la Revolución, no voy, y más que eso, los denuncio. Pero de esto tampoco hablan mis críticos. Ahora se ha dicho de todo con tal de crear un ambiente de sospecha. Algunos enemigos son reales, otros son construidos artificialmente porque es necesario marginarlos, demasiado revolucionarios para quienes ven la política de manera lineal.

Cada viaje que hago es auditable, cada post que escribo, cada cosa en mi cotidianidad queda reflejado en las redes sociales y el blog. Sería bueno saber lo mismo de mis interlocutores, dónde viven (yo en casa de mi madre con mi novia en un apartamento micro de un cuarto y medio en el Vedado), qué transporte tienen (en mi familia no hay una sola persona con carro, por ejemplo) y cómo se conectan a Internet para exponer sus ideas (yo en parques Wifi, pagando con mis ahorros). No encontrarán más en mi vida personal, si tienen dudas pregunten y le responderé a los que lo hacen con respeto y no segundas intenciones. Pero seamos justos también, que quienes me acusan hagan el mismo ejercicio de transparencia.

A diferencia de ellos, La Joven Cuba no es mi trabajo sino una militancia. No pierde nada quien nada tiene y nada espera. Cualquier duda sobre lo que hago era fácil de aclarar, mis interlocutores pueden obtener fácilmente mi teléfono, señalarme si creen que estoy cometiendo un error. No soy soberbio, llevo años buscando ese diálogo, pero este nunca llega. Para algunos la disciplina sigue siendo el principal valor de un revolucionario, esto en un país donde ninguno de sus mejores hombres ha sido dócil, siquiera dentro de las propias fuerzas de izquierda en cada momento histórico.

Entiendo a algunos de los atacantes, con el historial de traiciones y dobleces que hemos tenido en la historia reciente, es fácil malinterpretar lo que hacemos. Más aún por nuestra decisión de no limitarnos a echar la pelea dentro de Cuba sino fuera, de luchar aquí contra las fuerzas conservadoras que nos limitan y afuera contra las de derecha que tergiversan nuestra realidad. La pelea es compleja, en foros distintos y con distintas reglas. Pero es una misma pelea y soy el mismo en ambas para ser consecuente, aunque sirva de argumentos a los obtusos y deba pagar un precio.

Esta batalla no es nueva, antes de El Toque cuando era un profesor universitario sin haber salido nunca del país, me decían hipercrítico e incluso trataron de cerrarnos el blog, siempre hay un pretexto de turno. Si LJC no se leyera, si la crítica revolucionaria que desde aquí hacemos no fuera compartida por muchos cubanos, no fuera necesaria esta ofensiva. Pero la Revolución no son los verdugos del momento, no está reflejada en un piñazo sobre la mesa, ni se le guarda resentimiento por haber sufrido un día una injusticia a nombre de ella.

La lucha política tiene momentos así de confusión, cuando cada uno de nosotros puede cometer errores. Si mis detractores no están buscando la difamación y tienen realmente preguntas que hacerme podemos vernos cuando deseen, de frente y con sinceridad. Yo también tengo fuertes preguntas e información que por responsabilidad no comparto en público. Mientras recibo esa llamada, seguiré escribiendo con más ganas en La Joven Cuba.

Fuente: http://jovencuba.com/2017/02/06/la-lucha-politica/