Las trabajadoras denuncian que hasta que no ha llegado la subida del salario mínimo interprofesional no se ha eliminado la brecha salarial en el sector y tienen pocas esperanzas en que la reforma laboral baje la temporalidad en estos centros de trabajo.
Ana Ruíz lleva 18 años trabajando
en el sector, buena parte de su vida aunque señala que lo habitual es
llevar más años. “Aquí empieza la gente por desgracia más joven, yo no
soy de aquí, somos de otra provincia, de Córdoba”. Es envasadora de
productos hortofrutícolas en Almería, un sector que en esta provincia da
trabajo a 28.883 trabajadoras.
Desde
El Salto no se han encontrado datos oficiales sobre la proporción de
trabajadoras en este sector, pero Ana cifra en un 90% las operarias
mujeres en el envasado de productos hortofrutícolas. Por lo pronto, el
monográfico ‘La Mujer en el Mercado de Trabajo Andaluz 2021’, elaborado
por el Servicio Andaluz de Empleo destacaba este sector laboral como el
segundo que más mujeres tenía empleadas en esta provincia, con el 20% de
los contratos, solo por detrás de la actividad de peón agrícola —21%,
con 31.111 contratos—, según publica Diario de Almería.
Quizás
es por eso, lamenta Ruíz, por lo que sus movilizaciones y protestas por
conseguir mejoras laborales no han trascendido prácticamente y continúa
siendo un sector muy invisible. Apenas un puñado de medios siguieron la
huelga que organizaron en diciembre de 2020, cuando pararon
prácticamente todos los centros de envasados de frutos y hortalizas en
Almería. Tras cuatro días de paros. “No se habló, a pesar de que se
cerraron las empresas más importantes durante casi una semana”, señala
Ana. Entonces reclamaban una regularización de la jornada laboral. Unas
condiciones mínimas para poder compaginar su vida con su trabajo, ya
que, según denuncia esta trabajadora, la jornada de ocho horas que los
trabajadores en España consiguieron en 1919 con la huelga de La
Canadiense no ha llegado a este sector laboral.
La huelga tuvo consecuencias. Solo en la empresa en la que trabajaba Ana , según afirma, siete compañeras perdieron su empleo. “Y me consta que en otras empresas también han despedido a gente por ir a la huelga”. Pero pocos meses después se comenzó a negociar el convenio con algunas mejoras, entre las que se cuentan una jornada máxima semanal de 48 horas o modestas subidas salariales del 2,6% y compensaciones por nocturnidad. También diferenciaba el salario por hora según las horas normales de trabajo, las complementarias y las extra, según excedan de las 40 o de las 44 horas semanales. Una complejización que las trabajadoras señalan que puede ser hasta perjudicial para ellas. “Con este cambio creo que a muchas trabajadoras nos están engañando, tenemos tres tipos de horas así con este lío de cuentas es fácil que no nos estén pagando lo que se debe”.
Para que se
resolviera otra de las injusticias denunciadas por las trabajadoras del
manipulado hortofrutícola tuvo que llegar una subida de mínimos, en este
caso, del salario mínimo interprofesional. “Nosotras cobramos por
horas, y la diferencia con los hombres era de hasta un euro por cada
hora”, explica Ana. Esta trabajadora detalla que hasta la última subida
del SMI, las mujeres del manipulado hortofrutícola cobraban poco más de
cinco euros netos la hora. Ellos, poco más de seis euros. Hasta el
Tribunal Superior de Justicia de Andalucía se pronunció en 2018 sobre la
diferenciación injusta en salarios en el sector, en una sentencia, a
raíz de la denuncia impulsada por el sindicato CSIF, que señalaba que
envasadoras y mozos —categoría utilizada para los trabajadores
hombres—realizaban en la práctica el mismo trabajo y merecían igual
remuneración. Dos años después de la sentencia, se consiguió la
igualdad, pero porque las empresas tuvieron que subir el salario mínimo a
las mujeres ya que estaban por debajo del mínimo legal. “En bruto ahora
está en 7,3 euros por hora, que se queda en unos 6,30 euros netos”
Otras cuestiones siguen sin solucionarse, como que el tiempo de descanso de 20 minutos cada cinco horas de trabajo están obligadas a recuperarlo, no tienen días de asuntos propios salvo tres, no cobrados ni cotizados, por campaña; falta de equipo como EPIS durante la pandemia o ropa de uniforme más allá de un mandil, guantes y uniforme, a pesar de que las bajas temperaturas en las que se ven obligadas a trabajar. Y, sobre todo, la alta temporalidad. “Estamos una media de ocho o nueve meses trabajando al año, el resto vamos de almacén en almacén o trabajamos en otros sectores”, explica Ana, que denuncia que entre los empresarios muchas veces se crean acuerdos para “ir pasándose” a las trabajadoras. “La mayoría en este sector son mujeres con contrato eventual, y, con un contrato de tres meses, ¿cómo voy a protestar?, aguanto. Si te pones enferma, te despiden”, continúa.
Aunque aún no tienen datos de cómo la última reforma laboral impulsada por Yolanda Díaz puede haber cambiado este panorama, Ana Ruiz no es muy optimista. “No sé hasta qué punto nos puede beneficiar o incluso perjudicar”, señala.
A
nivel empresarial, tres empresas destacan por absorber la mayor parte
del trabajo. Son Grupo Única —una cooperativa de segundo grado con más
de 3.200 socios agricultores que se define como líder en exportación de
frescos—, Grupo Fresh y La Unión, que ya en 2017 protagonizó un serie de
denuncias de tratos denigrantes a sus trabajadoras que fueron llevadas
hasta el Parlamento andaluz por Podemos, La Unión comercializa más de
400.000 toneladas anuales de productos hortofrutícolas de los que el
70¨% se dirigen a Europa desde los 26 centros de operaciones que tiene
repartidos entre Almería y Granada, en los que tiene empleadas a más de
un millar de personas. Ya en 2017
Pero las peores condiciones de trabajo no se encuentran ahí, según detalla Ana, sino en los almacenes piratas que se esconden entre los invernaderos. “Ahí es una aberración, no se respeta nada, y si un día tienes que echar 20 horas, las echas”, explica esta trabajadora.
Fuente: https://www.elsaltodiario.com/laboral/lucha-silenciada-envasadoras-almeria