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La Madre de la Patria, nuestro periódico Granma y la soledad del desacierto (II)

Fuentes: Rebelión

Cuando alrededor del domingo 12 de julio, desde el viernes 10 y después el lunes 13, la prensa nacional se refería con titulares y amplia cobertura, a la conmemoración del 205 aniversario del nacimiento de la Madre de la Patria Mariana Grajales Cuello (1815-1893), el periódico Granma en su edición del día 13, desconoció la condición y el título de Madre de la Patria para la insigne patriota, en una noticia de la primera página, y la minimizó en un artículo histórico publicado en la pagina tres de la misma edición. En una primera aproximación, nos centramos en el contexto periodístico de desacierto. En este artículo atenderemos las causas que lo provocaron.

El tratamiento que Granma da a la Madre de la Patria en la edición del 13 de diciembre, no refleja un hecho fortuito o casual. Es expresión de un posicionamiento editorial consistente y extendido en el tiempo. Precisamente por ello, más que rectificar un error, acreditamos la necesidad de sanar las circunstancias que explican el desacierto.

Lo característico en Granma, sobre el tema de la Madre de la Patria Mariana Grajales Cuello en el último lustro, ha estado preferentemente en el silencio. Durante el 2015, año en que conmemoramos el Bicentenario del nacimiento de Mariana, el periódico dedicó a la heroína en sus páginas, más de quince menciones, y publicó sobre una docena de artículos de corte histórico, ninguno se dirigió ni mencionó la propuesta de Madre de la Patria, que sosteníamos varios colectivos dentro de la Unión Nacional de Historiadores de Cuba, en la Comisión Aponte de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, la Asociación de Pedagogos de Cuba, otras asociaciones académicas y culturales, e instituciones y organizaciones de nuestra sociedad civil revolucionaria.

El 7 de febrero de 2017, Granma publicó el artículo titulado “Madre!”, de la autoría del historiador René González Barrios, que reconoce la ascendencia popular de la condición de Madre de la Patria a favor de Mariana, pero se afirma contrario a una designación premial de carácter estatal o gubernamental: “Tienen los pueblos sus paradigmas –sostiene Gonzales Barrios– que nacen de la voluntad popular, del imaginario y del corazón, no de imposiciones o decretos”.

Ocho meses y tres días después de publicado el artículo del historiador González Barrios, el propio día 10 de octubre del 2017, Granma reiteró la postura de silencio, y no mencionó en su cobertura del acto de Santa Ifigenia, la condición y titularidad de Mariana como Madre de la Patria. La información gráfica ese día también apuntaló el silencio. Hasta el presente la situación de silencio se ha mantenido.

Objeciones y secuestro

Cierto es que hay historiadores e historiadoras, que están en contra de que tengamos una Madre de la Patria, y de que esta sea la mulata patriota Mariana Grajales Cuello. Cierto es que estas opiniones secuestraron la conmemoración del Bicentenario del nacimiento de Mariana en el 2015, momento en que la declaración de Madre de la Patria e incluso la mención de la propuesta fue desestimada. Cierto es que Granma se sumó a esta posición.

Que los compañeros decisores en Granma y el autor de los artículos del día 13 de julio, coincidan con el punto de vista de un grupo de académico es algo legítimo. Pero Granma carece de mandato -me refiero al mandato que le otorgamos la militancia revolucionaria cubana-, para imponer ese solo punto, y desconocer y silenciar otros.

El tiempo es el aliado mejor que poseen todas las verdades, incluidas las verdades históricas y políticas. Ni antes del 2015, ni después y hasta la fecha, los compañeros historiadores e historiadoras que niegan la institución de la Madre de la Patria, y que sea Mariana quien la ostente, no han podido responder de manera coherente, uno por uno, los argumentos que están a favor. No lo han podido hacer en publicaciones científicas, ni en espacios académicos, ni en periódicos que admitan en su diseño réplica y polémica, ni en nuestra nutrida y activa blogosfera revolucionaria. Granma no ha querido enterarse ni dar a conocer a sus lectores de esta realidad. De hecho Granma mantiene el secuestro del tema.

Afortunadamente la prensa cubana ha ido recuperándose del secuestro del tema. La persistencia en la verdad que se soslayaba ha aportado, pero solo ha sido un elemento más: Lo definitivo ha estado en la cualidad del discernimiento popular. Conózcanse o no los elementos en contra y a favor, seamos convincentes o no, al pueblo cubano le sobra historia, inteligencia, capacidad, conocimiento y sensibilidad, para entender y actuar.

El homenaje popular a la Madre de la Patria, que se ha extendido además, en otras efemérides históricas, y a conmemoraciones festivas y culturales como el Día de las Madres, ha empujado la reflexión y el hacer. También los nuevos tiempos que se viven en el periodismo cubano, han dado su contribución. Hay mucho talento entre nuestros periodistas, y sabemos que el tema histórico les moviliza. Lo que constatamos los pasados días de julio resulta demostrativo.

El periodismo que reclamamos

Con el periodismo en Cuba, pasa como con la Historia, todos y todas, seamos o no profesionales del medio, nos sentimos en derecho de hablar, sugerir, y exigir lo que nos parece correcto. Esta realidad tan peculiar, ha crecido con la Revolución, tiene en la base la instrucción y cultura acumulada, en particular es resultante de la cultura política en que nos han educado. Desde tales empoderamientos reclamamos. A veces nos equivocamos y hacemos planteamientos excedidos o injustos, pero hasta las opiniones que puedan ser desacertadas, siempre portan un reto de hacer, de comunicar más y mejor. La sinceridad y el deseo de la excelencia acompañan.

Consideramos que el periodismo precisa de imágenes hermosas, tal como la poesía se da sus licencias. Pero bien sabemos que lo bello y lo poético, lo es más cuando expresan en sensibilidades las categorías exactas y los hechos reales. Defínase como es correcto y justo a la Madre de la Patria, por el título y la condición que ganó en vida, en cariños, pensamiento y combate, y luego démonos todas las licencias, que en oficio y arte precise armar cada autor.

En 1960, en medio de la preparación de la Campaña Nacional de Alfabetización, mientras se realizaba el censo de analfabetos, hubo una mención movilizativa clara e inobjetable. Se decía: Ser analfabeto en 1960 no es un deshonor. Ser analfabeto en 1961 si será un deshonor. Y esta lógica revolucionaria mantiene toda su fuerza de esencialidades éticas y pedagógicas. Todos aprendemos cada día. No saber distinguir entre un título y un epíteto no es un deshonor, solo un hecho de desconocimiento. Se debe estudiar Semántica y profundizar en los significados de los términos y su contextualización. No saber, no justifica confundir a los demás, en algo tan sagrado, como es el honor mayor de Madre de la Patria.

Para cubrir un acto, el periodista debe saber primero, el carácter de la actividad, si es local, provincial o nacional. Llegar temprano y estar hasta el final. Escuchar y ver bien. Si se escribe sobre el acto sin haber estado presente, desde otros reportes y fuentes, más aún se impone saber, escuchar, preferentemente ver en video y fotos lo ocurrido, y verificar sus fuentes. Si se cumplen estas reglas tan conocidas, no ocurre el desacierto de afirmar lo que no es, y desconocer el acto de homenaje a la Madre de la Patria que el pasado día 12 realizamos los habaneros.

Granma no puede renunciar en ningún tema a la excelencia, a su misión como orientador preciso y educador colectivo.

El deber ser

Si la dirección de Granma, si uno o varios de sus periodistas no coinciden con la existencia de la institución Madre de la Patria, si aprecian que Mariana no es la indicada, sino otra patriota, si tienen estas o cualquier otra discrepancia, pudieran contribuir, y asumir en sus páginas su postura, o invitar a los académicos que la sustentan a hacerlo, y luego dar la oportunidad de réplica y debate a los académicos y a todos los que tengan otra opinión.

Granma puede abrir a la consideración de sus lectores, la perspectiva que explica que la institución de una Madre de la Patria no es una elucubración de dogma, y si una conquista del pensamiento y la praxis de combate, de lo más genuino del nacionalismo revolucionario latinoamericano y caribeño. Que concita los elementos históricos, sobre la representatividad de Mariana en el conjunto de heroínas de la independencia, y la justicia histórica sobre su designación como Madre de la Patria.

Si Granma coincide con los académicos que piensan que un decreto, una distinción o título, son improcedentes o “contaminan” lo propiamente histórico, exhortamos a que tales criterios se coloquen a debate. A este interés proponemos cuatro interrogantes para iniciar el intercambio:

¿Es ilegítimo o deshonesto, “manipulativo”, levantar desde la memoria, la historia, la ética, la conciencia y las ciencias de la Revolución, un símbolo revolucionario? ¿Cómo cuestionarnos los símbolos patrióticos, su rescate, culto, construcción y desarrollo, ante un mundo burgués hegemónico, que nos intenta aplastar con su guerra cultural, de símbolos enajenantes e intencionados?

¿Qué papel tienen los Estados y Partidos revolucionarios, en la defensa de la memoria histórica de sus pueblos, en la fertilización de sus símbolos, de su imaginario heroico? ¿Frente a la subversión ideológico cultural orquestada por el imperio contra la Revolución, frente a los intentos de desmontar la Historia de Cuba y reescribirla en interés de los apátridas y burgueses, frente al bombardeo ideológico constante y masivo contra la memoria histórica y los símbolos patrios, en respuesta a “la guerra de pensamiento qué se nos hace”, qué responsabilidad deben tener las entidades heroicas, y en estas el Sistema de Condecoraciones y Títulos Honoríficos de la República de Cuba?

Un asunto de la trascendencia del que tratamos, no lo es solo de la Historia, de las Ciencias Históricas y de los historiadores e historiadoras, hay que dar paso también a los conocimientos que portan otras ciencias. Buscar lo multidisciplinar y transdisciplinar. Además de las ya mencionadas disciplinas honoríficas, la Semántica y la Simbología, precisamos de la Psicología Social, de la Sociología, de las Ciencias Pedagógicas y las Ciencias Políticas… También de los saberes del arte, de nuestra nutrida asociatividad, de nuestra cosmogonía religiosa…

Socialicemos saberes, conocimientos, inteligencias, culturas y cosmovisiones: Démosle a unos y otros argumentos, persuadamos y déjenos persuadir, cúmplase la labor orientadora y educativa de la prensa revolucionaria, concitemos la fuerza de la ciencia y la ética, la “ciencia y conciencia” que suscribió el padre Félix Varela y Morales (1788-1853). Entonces, el pueblo, ese soberano de los cubanos y cubanas, podrá pronunciarse aún con mayor consecuencia, sobre la condición y título de la Madre de la Patria Mariana Grajales Cuello.

Quienes suscribimos lo certeza del 10 de octubre del 2017, estamos convencidos de que la decisión de la Dirección de la Revolución, contará cada día con un mayor y más consciente apoyo, y que del acto de hecho, pasaremos al del derecho.

La autoridad del criterio

Defendemos la necesidad de que en este –y en la totalidad de los asuntos y temas- se atienda el principio de subordinar los criterios de autoridad, a la autoridad del criterio. Precisamente la legitimidad de la autoridad política nace, se consolida y crece solo si tiene en cuenta este principio. Es importante precisar que en la Revolución Cubana, la autoridad constituida tiene un acumulado de consensos oportunamente construidos y ejercidos. El principio de la autoridad del criterio es un legado de la dirección histórica de la Revolución, y esa es la voluntad que vemos y constatamos con acciones y medidas concretas, en la actual dirección de continuidad de nuestra Revolución.

La decisión de honrar a una Madre de la Patria, y en ella a Mariana Grajales Cuello no salió del hacer voluntarista en una dirección inexperta. Granma obvia esto. La postura que hoy mantienen los decisores de Granma, imponiéndonos una sola lectura de Mariana, disminuida como Madre de la Patria, resulta ser una actuación festinada, de adhesión e imposición, que no propone soluciones, ni las madura para hacerlas fáciles, ni las somete a consulta para reformarlas, ni establece y fundamenta enseñanzas.

Una vez más se ratifica la máxima de Carlos Marx (1818-1883) en su fundacionales Tesis sobre Feurbach (1845): “El propio educador necesita ser educado”.

La soledad del desacierto

Hay una nueva hornada de jóvenes y menos jóvenes entre los decisores de Granma, y en su colectivo. No endulzo cuando afirmo que se aprecia en las páginas de Granma, la aptitud, la profesionalidad y las ganas de hacer, pero en el tema que tratamos, ha faltado estudio, excelencia, comprensión y sentido de momento y de la continuidad histórica. Deben revisar la línea editorial sobre la Madre de la Patria, que incluso ha pervivido, aún con cambios en la dirección del periódico.

Hace diez años, Granma reconoció a Mariana como Madre de la Patria, lo hizo con la excelencia del oficio, con el periodismo histórico de Marta Rojas. Le propusimos en su momento a la dirección de Granma que Marta nos volviera a regalar uno de sus textos. Marta, la hábil y temeraria periodista del Moncada, una de nuestras más respetadas y queridas Marianas, hoy nonagenaria, sigue fértil y dispuesta, ha escrito varias novelas de éxito, y hasta la hemos visto conduciendo su auto por las calles de La Habana: ¿Por qué no invitarla a revisitar con Mariana, las páginas del periódico al que ha consagrado su fertilidad de intelectual comunista? En honor con Marta, pudieran convocar a otros periodistas, como Joel Mourlot Mercaderes, quien en las páginas del periódico Sierra Maestra, ha defendido, como santiaguero ilustre y reconocido biógrafo de Mariana, la condición de la heroína como Madre de la Patria. Estas y otras personalidades, darían a Granma en este tema, el ámbito del que insiste en carecer.

Estudiar el legado de Marta Rojas en Granma y de otros destacados cultores del periodismo histórico – no me refiero al costumbrismo, precioso y meritorio también, pero que está lejos de la Historia como ciencia-, resulta fundamental para quienes tengan la misión, y quieran escribir sobre historia e Historia. Para los jóvenes periodistas y directivos, debe ser esta una tarea constante. Así se hace continuidad.

Cuando la Dirección de la Revolución le regaló al pueblo, a los cubanos y cubanas patriotas, el acto definitorio de Santa Ifigenia el 10 de octubre del 2017, los que manteníamos la bandera de la Madre de la Patria nos confirmamos en silencio respetuoso. La actuación de Granma casi tres años después, nos ha obligado a hacer públicas nuestras consideraciones. Criticamos los errores, todos somos compañeros y compañeras, alumnos y alumnas, frente a la gran maestra que es la Revolución.

Pelear en soledad una verdad es un mérito, aunque en ello se nos salga la vida. Pero ningún revolucionario, menos un colectivo de dirección como el de Granma, merece insistir en la soledad del desacierto. Necesitamos a Granma en la defensa de la historicidad, condición y título de la Madre de la Patria Mariana Grajales Cuello, en la promoción de su valor simbólico e impronta ideológico-cultural.