Sayné, una niña cubana de ocho años, debe escribir un cuento sobre su familia, como tarea escolar. Solo entonces repara en que la suya no se parece a las cercanas: ella tiene el amor de su papá, su mamá y…de la novia de mamá. Su historia, tomada de la realidad cubana actual, fue el motivo […]
Sayné, una niña cubana de ocho años, debe escribir un cuento sobre su familia, como tarea escolar. Solo entonces repara en que la suya no se parece a las cercanas: ella tiene el amor de su papá, su mamá y…de la novia de mamá.
Su historia, tomada de la realidad cubana actual, fue el motivo que inspiró el documental La tarea, realizado en 2009 por la peruana Milagro Farfán, egresada de la Escuela Internacional de Cine y Televisión (EICTV), en San Antonio de los Baños, a pocos minutos de la capital cubana.
La obra de 12 minutos no se enfoca, precisamente, en los tabúes que pueden impedir la realización de esta pareja homosexual de «dos mamás» o enturbiar la felicidad de «una familia diferente». En cambio, sí legitima una forma de vida posible, a la vez que dirige la mirada a un tema poco considerado y hasta mal visto por los prejuicios sociales: la maternidad lésbica.
«Aunque para muchos es difícil entender familias compuestas por relaciones homosexuales, para mí lo más importante no radicaba en lo que el exterior pensara, sino en lo que pasaba adentro. Por eso decidí contar esta historia desde el punto de vista de la niña, que es la protagonista», precisó Farfán en una entrevista a la prensa local a raíz del estreno de su obra, que ha sido premiada en varios certámenes cinematográficos.
Sin un reconocimiento legal como parejas ni acceso a la reproducción asistida, las mujeres lesbianas han encontrado variadas formas de ejercer la maternidad en Cuba, pese a mitos, resistencias y prejuicios.
De acuerdo con la psicóloga Nerys Lázaro, coordinadora de la Red de Mujeres Lesbianas y Bisexuales del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex), hay tres formas de ser madre y lesbiana en esta isla caribeña: la mujer madre lesbiana que tuvo una relación heterosexual, quedó embarazada y mantiene una relación lésbica; la mujer lesbiana madre que acompaña a su pareja en la crianza de sus hijos; y la mujer lesbiana que quisiera ser madre por reproducción asistida.
«Yo soy una mujer madre lesbiana porque, biológicamente, soy mamá; y esa ha sido, para mí, una de mis grandes fortalezas», aseguró Lázaro a SEMlac, interrogada a propósito de un debate digital.
Orgullosa de haber participado en todos los procesos de la vida de sus hijos, la psicóloga sostiene, además, que «cuando una fundamenta su educación en los valores como seres humanos, cuando educa con amor, sus hijos aprenden a amar. Y eso es lo que más ha primado en la crianza de los míos».
Sin embargo, no son pocas las dificultades legales, de rechazo social y familiares que deben afrontar las mujeres lesbianas que ejercen la maternidad, en cualquiera de sus variantes.
Uno de los testimonios más impactantes lo ofreció una madre que, desde el público, participó en los debates promovidos en mayo pasado, durante la Cuarta Jornada Cubana de lucha contra la Homofobia, en un céntrico cine de la capital cubana.
«Tengo un hijo de seis años, al que adoro, y solo quisiera que su padre entendiera que yo puedo ser también una buena madre para él», dijo la mujer ante un grupo diverso de personas que la apoyaron con una ovación.
Unas veces más sutil, otras más evidente, perviven prejuicios, incomprensiones y actitudes discriminatorias y dañinas hacia mujeres y hombres que deciden asumir una vida «diferente». Para la mujeres lesbianas se añade, además, el desprecio y la incomprensión de quienes consideran que incumplen así con el mandato de ser «buenas madres».
«Nunca se nos ha preguntado si las heterosexuales somos o no buenas madres, ¿cierto? ¿Acaso se da por sentado que sí lo somos? Seguramente no. Pero, en cualquier caso, no se pregunta. ‘Lo que se sabe no se pregunta’, podría decir aquí una santera», comentó a SEMlac la lectora Marla Muñoz, geóloga de profesión y colaboradora del Centro Memorial Martin Luther King, Jr., de vocación ecuménica.
La también especialista en temas de la educación popular cree que, posiblemente, las investigaciones ofrecerán luces sobre el tema, «pero me atrevo a asegurar que la calidad de la maternidad no tiene conexión alguna -no puede tenerla- con la orientación sexual de su portadora», agregó.
Si embargo, entre los criterios más discriminatorios y resistentes están aquellos que dimensionan un supuesto efecto psicológico y social negativo en niñas y niños que conviven en sus familias con madres o padres homosexuales.
«Es absurdo que las personas sigan creyendo y no se cuestionen esos mitos, como si la homosexualidad fuera un virus o una condición que se pudiera adquirir por la educación o el roce con personas homosexuales», comentó a SEMlac Beatriz Benítez, joven residente en la capital cubana.
Bajo ese criterio, «¿cómo explicar entonces que nacen mujeres y hombres homosexuales de parejas heterosexuales?», cuestionó Benítez, para quien «hay mucha ignorancia y prejuicio sobre este tema, y al final la gente teme y rechaza lo que no conoce», asegura.
Para Norma Guillard, psicóloga y fundadora del Grupo Oremi de Mujeres Lesbianas y Bisexuales de la ciudad de La Habana, está claro que la capacidad y ejercicio de la maternidad no dependen de la opción sexual.
«Los buenos sentimientos están en las personas, no tienen que ver con quién hacen el amor. Es la sociedad la que trata de darle un matiz de interpretación diferente, justo por falta de conocimiento de estas realidades», señaló durante el debate promovido por SEMlac.
Si bien faltan estudios que profundicen en el ejercicio de la maternidad de las mujeres lesbianas en el país y los métodos de que se valen para la reproducción, algunas indagaciones confirman que ellas buscan sus propias vías de realización en este campo.
Varias entrevistas realizadas por SEMlac, sin valor estadístico pero sí testimonial, apuntan a las relaciones heterosexuales -pactadas o no- y a la inoculación de semen -sin acceder a centros de salud- como opciones recurrentes de reproducción en parejas lesbianas.
La segunda de estas variantes genera preocupación porque puede incidir negativamente en la salud de ellas y remite, entonces, a la necesidad de la reproducción asistida.
«Es una necesidad de muchas mujeres lesbianas poder tener la asistencia médica para la reproducción, porque conozco amigas que se inoculan el semen de amigos gays o de otros hombres para salir embarazadas y, de esa manera, se están exponiendo a muchas enfermedades y peligros», contó a SEMlac, también entrevistada para el debate virtual, Tania Tocoronte, fundadora de Fénix, grupo de mujeres lesbianas y bisexuales de Cienfuegos, ciudad a más de 250 kilómetros al este de La Habana.
La reproducción asistida es un servicio que solamente está disponible en Cuba en las instituciones de salud, para las parejas heterosexuales. Detrás de esa disposición, no obstante, pareciera haber un criterio más bien económico y de salud, y no homofóbico, en opinión de especialistas.
«Se trata de procedimientos costosos que se destinan a personas con patologías», precisó la abogada Zulendrys Kindelán en mayo pasado, durante una disertación con motivo de la Jornada Cubana contra la Homofobia.
La jurista del Cenesex explicó que esos servicios, por ahora, se ajustan a criterios estrictamente clínicos, de sustitución de procedimientos biológicos cuando la persona tiene una patología que le impide la procreación. «Desde ahí es difícil incorporar a personas que no tienen ninguna patología, como son las homosexuales», añadió.
Sin descartar que, en un futuro ese criterio pudiera cambiar «porque las condiciones económicas cambien», Kindelán opinó que entonces posiblemente existirá la posibilidad de hacer «una lista con igualdad para todas las personas».
Mientras, la maternidad lésbica sigue encontrando su propio camino. «Me siento una madre homosexual porque los niños de mi pareja, que tienen 18 y 20 años, son ya como mis hijos», contó a SEMlac Tocoronte.
Ese afecto es de doble vía: no solo se trata del amor que ella les profesa, sino que «ellos me han hecho sentir su madre, a través de palabras y de acciones», confesó.
Este año Tocoronte recibió, por primera vez, un regalo por el día de las madres, lo que fue otra prueba evidente de aceptación y afecto familiar. «Existe una bonita relación. Hablamos de los temas más diversos, de todo, incluso de sexualidad, y me he visto en la situación por la que pasan todas las madres y padres: me pregunto qué contestarles, cómo ayudarlos», explicó para la sección de debate de SEMlac.
La niña acompañó incluso a la pareja y desfiló con ella este año. «Llevaba un cartel enorme que decía: TENGO DOS MADRES MARAVILLOSAS».
Fuente: www.redsemlac.net y www.redsemlac-cuba.net