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La Meca se convierte en una meca para rascacielos hoteleros

Fuentes: npr.org

Traducido del inglés para Rebelión por Sara Plaza.

En la Gran Mezquita de La Meca, Arabia Saudí, la retumbante llamada a la oración compite con el estruendo de la construcción.

La Gran Mezquita es el destino de la peregrinación musulmana más sagrada y alberga la Kaaba, el edificio cúbico negro que se halla en el centro de la mezquita conocido entre los musulmanes como la Casa de Dios.

Pero los rascacielos hoteleros dominan la línea del horizonte, empequeñeciendo la Gran Mezquita donde se reúnen los fieles, y enojando a quienes intentan conservar la historia de la ciudad y su tradicional arquitectura.

Las grúas llenan el cielo y por encima de todas ellas se yergue el Hotel Torre del Reloj con sus alrededor de 130 pisos. Para levantarlo se voló literalmente una montaña desde la que podía verse la Gran Mezquita enclavada en un valle rodeado de cerros.

Esta fiebre constructora se ha convertido en un símbolo de la transformación y comercialización de La Meca, el lugar donde nació el profeta musulmán Mahoma. Las habitaciones de hotel con vistas a la Kaaba son artículos muy populares.

Entrando en la plaza cubierta de mármol que rodea la mezquita, a la izquierda hay un camino que eligen millones de personas para atisbar por primera vez la Kaaba, una vista imponente para los musulmanes. A la derecha hay un Kentucky Fried Chicken.

Alrededor de la mezquita existen extensiones de terreno donde solía haber cientos de casas humildes, pero fueron derribadas para dar paso a proyectos de construcción multiusos para atender a los peregrinos.

El alcalde de La Meca, Osama al-Bar, está supervisando la expansión. Explica que había que destruir las viejas estructuras para dar cabida a edificios más grandes que puedan alojar a los más de quince millones de personas que llegan cada año, incluyendo los dos millones que confluyen en La Meca durante el Hajj (peregrinación).

«Estamos hablando de mejorar la situación de nuestros hermanos musulmanes y aumentar la capacidad para responder a la demanda, a la elevada demanda para visitar La Meca y la Kaaba», afirma en una entrevista con NPR. Para lograrlo, lo primero que debe hacer la ciudad es «demoler».

La ciudad está invirtiendo en una línea de metro y una red de autobuses, y agrandando la Gran Mezquita. Solo su ampliación, señala, cuesta cien mil millones de dólares.

«No se ha derribado nada histórico», dice. «Si hablamos de la naturaleza espiritual de la ciudad, ésa la podemos reconstruir».

Lo que se ha destruido son cosas que ya no tienen utilidad, aclara.

Y así es como al-Bar describe el hecho de hacer desaparecer una montaña para construir en su lugar edificios colosales: «Ahora es una especie de montaña artificial».

Pero donde el alcalde ve desarrollo, el destacado arquitecto Sami Angawi ve historia que se pierde: se están destruyendo monumentos importantes para levantar rascacielos.

El arquitecto recibe a los visitantes en su casa, situada en la ciudad costera de Jeddah, a poco más de 70 kilómetros de La Meca. La construcción tiene arcos y diseños geométricos siguiendo las tradiciones de la arquitectura islámica. En su interior un grupo de turistas asiste a una presentación con diapositivas.

«Yo nací en La Meca», les cuenta. «Y nuestro trabajo tradicional recibe el nombre de matawif, somos los sirvientes de los peregrinos. Así es como crecí, sirviendo a los peregrinos que llegaban de distintas partes del mundo».

Angawi, cuyos antepasados se remontan hasta el profeta Mahoma, explica que hace años que no ha vuelto a La Meca.

«Es duro, no puedo soportarlo», dice.

La casa de su familia fue derribada para erigir nuevas construcciones y, como muchas familias originarias de La Meca, decidió trasladar su residencia a Jeddah.

Sin embargo, tiene fotografías históricas de la ciudad por toda la casa y se refiere a ella como La Meca que fue.

«La Meca es un santuario, no una ciudad», afirma.

«Es una zona de paz donde el ambiente es seguro, los animales están seguros, los seres humanos están seguros», añade. «Todo el mundo viene, como poco, a visitar la casa de Dios. Y todo lo que allí se fue desarrollando finalmente se convirtió en La Meca que fue».

Pero actualmente se está destruyendo ese santuario, dice.

Los nuevos hoteles son populares entre los peregrinos ricos deseosos de pagarse viajes Hajj de lujo.

«Lamentablemente, la nueva manera de hacer las cosas es absolutamente errónea», continúa. «Consiste en dinamita y excavadoras. Incluso están volando montañas».

Angawi cuenta que intentó salvar la antigua Meca. Es un especialista en arquitectura islámica y fundó un centro de investigación para estudiar cómo restaurar y construir La Meca conservando la espiritualidad y la arquitectura de la ciudad. Pero ganaron los contratistas, edificando un contorno que roba a la ciudad su naturaleza espiritual, explica.

Este arquitecto tiene esperanzas de que bajo el mandato del nuevo rey Salman, que subió al trono en enero, cambie la aproximación a La Meca.

«Es demasiado tarde para salvar el pasado», dice. «Tal vez, espero, espero, espero, espero que el rey Salman cambie las cosas. Esa es la única esperanza».

Eso, añade, y Dios.

Leila Fadel es una periodista estadounidense. Actualmente trabaja como corresponsal internacional de la Radio Pública Nacional (NPR) estadounidense en El Cairo.

Fuente: http://www.npr.org/sections/parallels/2015/05/30/410591909/mecca-becomes-a-mecca-for-skyscraper-hotels?utm_campaign=storyshare&utm_source=twitter.com&utm_medium=social