Traducido del inglés para Rebelión por J. M.
El objetivo del régimen colonial israelí no es matar a tantos palestinos como sea posible, sino expulsarlos a todos. El medio para el fin de expandir el Estado sionista sobre sus vidas arruinadas.
Un hombre palestino discute con un soldado israelí en la ciudad de as-Sawiyah, al sur de Nablus, en Cisjordania, el 15 de octubre de 2018.
Las insinuaciones del saliente Jefe de Estado Mayor del ejército, Gadi Eisenkot, son aterradoras, incluso si no dicen muchas cosas nuevas, especialmente para aquellos que ven a Yeshastan -la unión de colonos- creciendo, enriqueciéndose y armándose más.
No es nada nuevo que el derecho de los colonos y el derecho religioso-sionista están presionando por la escalada y la guerra. ¿Por qué los colonos derechistas (incluso los que viven en Ra’anana) quieren la guerra? Aquí se necesita una explicación muy clara y detallada porque la desinformación de las personas que viven al oeste de la Línea Verde es muy alta.
Los colonos no se conforman con el derecho a robar otorgado por el Estado y sancionado por los organismos oficiales, quiere más. Y el «más» es crear situaciones que permitan la expulsión masiva de palestinos. El caos de la guerra permitirá a los israelíes trasladar a los palestinos más allá de la frontera, no solo dentro de Cisjordania (como lo pide Habayit Hayehudií en un proyecto de ley, que busca normalizar el despreciable término expulsión).
El objetivo del régimen colonial israelí no es matar a tantos palestinos como sea posible. Esto no es una alabanza, más bien es una introducción esencial para entender las sólidas intenciones políticas. El asesinato de palestinos fue y es un medio para el fin de expandir el Estado sionista sobre las vidas arruinadas de los palestinos. Matar es un medio legítimo para Israel, como lo son las redadas nocturnas, el encarcelamiento de dos millones de habitantes de Gaza, la expropiación de tierras a ambos lados de la Línea Verde y la asfixia económica.
El asesinato no intencional de un hombre de negocios de 60 años de camino al trabajo, de manifestantes detrás de la cerca de alambre de púas del campo de concentración en Gaza, así como de los sospechosos de asesinato aún no acusados, es posible gracias a nuestra cultura de la impunidad, la cultura de «nosotros (los judíos) estamos por encima de cualquier ley».
Matar es un medio que los soldados y la policía utilizan alegremente, porque han sido alimentados desde la infancia con una mezcla mortal de miedo a los palestinos y desprecio por aquellos a quienes robamos y seguiremos robando sus casas. El desdén hace que el robo sea más natural.
Israel abandonó la generosa y dorada oportunidad que recibió de los palestinos en 1994 y en lugar de permitir el establecimiento de un Estado palestino junto a él, Israel decidió atenerse a sus características colonizadoras y aún mejorarlas.
Así, bajo el paraguas de las negociaciones, Israel creó los enclaves palestinos. En los últimos años, estos enclaves se entrometen entre el deseo israelí de ver desaparecer a los palestinos y la comprensión de que la situación geopolítica no permite una repetición de 1948.
La derecha colonial y religiosa exige la anexión del Área C, el 61% de Cisjordania que contiene a los enclaves. Es decir, hacer ahora, abiertamente y de una vez, lo que el derecho no mesiánico (en primer lugar el Partido Laborista) ha estado haciendo mediante la hábil aplicación del método «otro dunam, otra cabra», fuera de los focos públicos, mientras habla amorosamente de la paz.
Los colonos derechistas no se conforman con los métodos legales de robo de tierras y hogares desarrollados por los organismos oficiales. En un momento dado, un vaquero judío expulsa a un pastor palestino, un grupo de colonos que construyen una carretera en una tierra que no es la suya, una nueva casa prefabricada que se transporta a un puesto de avanzada. Cada surco de tierra en Cisjordania y cada casa en Jerusalén Este son presas de los apetitos victoriosos de los príncipes de Yeshastan.
Los judíos yeshastaníes que han estado gritando amargamente durante las últimas dos semanas que son «blancos fáciles» saben muy bien que son los israelíes mejor y más densamente protegidos. Montaron un espectáculo de histeria para provocar una escalada y volver al plan maestro que espera en el cajón. Los colonos derechistas también codician los enclaves palestinos. Hebrón vacío de sus habitantes palestinos es el modelo.
En cualquier caso, la falta de un futuro en los enclaves (en primer lugar en Gaza) ya está alentando a los jóvenes y profesionales a emigrar. Ningún derecho internacional y ningún país que apoyó a Oslo detuvo el galopante proyecto de colonias israelí. Y así, la conclusión de los colonos derechistas es que el siguiente paso natural, la expulsión masiva de palestinos, es posible geopolíticamente y no hay ninguna entidad internacional que se interponga en su camino.
Amira Hass, corresponsal Haaretz
Fuente: https://www.haaretz.com/opinion/the-right-s-goal-expulsion-1.6781994
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