«Los señores de la mina / se han comprado /una romana / para pesar el dinero/ que toditas las semanas/ le roban al pobre obrero» (Canción popular, creada o recreada por el juglar chileno Víctor Jara). Ese robo se ha vuelto vasto y daña no solo al obrero sino al medio ambiente, a los pueblos, […]
«Los señores de la mina / se han comprado /una romana / para pesar el dinero/ que toditas las semanas/ le roban al pobre obrero» (Canción popular, creada o recreada por el juglar chileno Víctor Jara).
Ese robo se ha vuelto vasto y daña no solo al obrero sino al medio ambiente, a los pueblos, a las personas de la región de Cajamarca, donde una empresa ha causado irreparables pérdidas. Y es que, independientemente de quien esté en el Gobierno, hace lo que se le da su miserable gana y creyendo que el poder les pertenece manda a agredir con su policía servil a una mujer que ya es un símbolo.
Redondeando la faena, la empresa cuenta con periodistas que se venden bien y desde la televisión, justifican lo que no tiene nombre. Bueno, de otro modo, su vil oficio no gozaría de la paga que los pone gordos y felices.
Yanacocha es el nombre de la empresa lumpen, que desde que empezó a operar en Cajamarca trajo la más grande inseguridad social de su historia, comparable solo con la que hubo días después de la masacre de Atahualpa.
La mujer es una personalidad del medio rural y marginal, que se hizo famosa en el mundo por defender las lagunas de su pueblo, al extremo que ha inspirado obras de carácter testimonial cinematográfico, y, que, además obtuvo el premio Goldman, por su lucha a favor del medio ambiente.
¿Su nombre? Máxima Acuña. Si algo reflejan los nombres al perfil de las personas, diremos que en este caso es exacto, porque esta mujer sencilla como su medio rural, tiene un coraje y un espíritu que afirma su capacidad y tenacidad para hacerle frente a la adversidad y a la violencia de una empresa que no tiene el menor respeto y consideración por la vida.
Si se nos preguntara ¿qué analogía encontramos entre una entidad empresarial y otra política? diremos en este caso, que la empresa tiene la misma vocación violentista del fujimorismo. Claro que esta comparación no la ofende a Yanacocha, al contrario, la toma como un honor.
Felizmente, entidades políticas de izquierda y sociales como las rondas campesinas, no están dispuestos a dejar que los hechos queden en la impunidad. Por eso, han hecho bien los congresistas del Frente Amplio a exigir una investigación ante Defensoría del Pueblo, a fin de deslindar responsabilidades y sancionar a los responsables.
Pero, la lucha legal debe correr en paralelo a la lucha de los pueblos para demandar respeto a la vida de todos los que se enfrentan al abuso, de todos los que defienden la vida, el agua y el medio ambiente. Aquí hay un tema sobre el que el gobierno de PPK tiene que pronunciarse de manera muy clara.
Es verdad que el reciente es un gobierno que se mueve dentro del modelo neoliberal que impuso el delincuente presidente, hoy en prisión; pero, debe dar un mensaje, que la empresa entienda que el país no es una selva y que los ciudadanos no son sus esclavos.
Finalmente, hay más de una razón para articular un fuerte movimiento de apoyo a las causas justas de nuestro pueblo. No basta decirle NO a la empresa que en este caso actúa como una mafia delincuencial. Si lo permitimos mañana será peor.
Ahora, al cierre de este breve artículo me acuerdo otra vez de la canción de Jara: «Cuando querrá el Dios / del cielo / que la tortilla se vuelva / que los pobres coman pan / que los pobres coman pan… Y los ricos… mierda… mierda…
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