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Carta de los presos políticos jordanos Mahdi Saafin y Aiham Salim

«La muerte antes que la humillación»

Fuentes: Aish

Han pasado muchas cosas desde el día que nos detuvieron. Tenemos el ánimo por las nubes y la voluntad sigue siendo como las rocas de nuestro país; y eso a pesar del daño que nos han provocado el engaño y las mentiras con que los medios oficiales adoctrinan a la gente a través de cómicas […]

Han pasado muchas cosas desde el día que nos detuvieron. Tenemos el ánimo por las nubes y la voluntad sigue siendo como las rocas de nuestro país; y eso a pesar del daño que nos han provocado el engaño y las mentiras con que los medios oficiales adoctrinan a la gente a través de cómicas obras de teatro televisadas en el canal estatal, a pesar de las alegaciones de an-Nusur, rendido a los que roban en el país, a pesar de las mentiras de Ad-Dustur -el periódico oficialista en la prisión- y a pesar del empeño en propagar el terror y el miedo para detener la ira del pueblo y las continuas protestas pacíficas, por un lado, y, por otro, en mantener el dilema entre pan o seguridad.

Ha sido un honor para nosotros participar en el movimiento con profesores y obreros, con los militares retirados y con tanto otros. La última colaboración tuvo lugar el viernes en el que ciudadanos airados nos manifestamos en Duar Firas [Yebel Husein, un barrio del centro de Ammán]; tras detenernos nos retuvieron en la Dirección General de la Policía y más tarde nos trasladaron a la prisión de Zarqaa. Es nuestro deber mostrar a la opinión pública las verdades que revelan, aún más, el verdadero rostro corrupto, represivo y sumiso del poder:

1. Nosotros solos, delante de los medios de comunicación y de la gente sosteníamos unas pancartas en las que se leía: «Solo queremos pan y justicia social», «Devolvednos la riqueza robada: los fosfatos, el potasio y el puerto de Aqaba» y «No volveremos a nuestros hogares hasta que no bajen los precios». Entonces nos detuvo la policía.

2. La mayoría de los detenidos fueron sometidos a diversas torturas, golpes e insultos por parte de miembros de las fuerzas de seguridad que llevaban el rostro tapado dentro del furgón policial. Empezaron por esposarnos con las manos a la espalda, como si fuésemos delincuentes, y nos obligaron a sostener el carné de identidad en la boca y a morderlo. Nos dieron bofetadas y patadas en la cara y el cuerpo, e insultaron a nuestras familias. Tiraron al suelo las kufiyyas 1 rojas que llevábamos y las pisaron. Durante 24 horas en la Dirección General de la Policía los detenidos no pudimos ni comer ni beber ni fumar. Durante tres días nos impidieron llamar a nuestras familias, a los abogados o a medios de comunicación. Nos trasladaron a prisiones lejos de nuestro lugar de residencia y ubicaron a los presos políticos pacíficos dentro de la cárcel en celdas compartidas con presos por tráfico de drogas, asesinato, robo y otros delitos comunes.

Debemos señalar que el 80% de los detenidos son ciudadanos que no han participado en ningún tipo de protesta y que han sido privados de libertad para que el Gobierno pudiese hacer alarde de una seguridad falsa. Tras todos esos acontecimientos, podemos acusar al Gobierno de forma directa de ser responsable de todos los destrozos; por un lado, por estar empeñado en ignorar todas las soluciones prácticas y realistas para superar el déficit presupuestario con el que han ocasionado los corruptos; y, por otro, por hacer la vista gorda a los anteriores dirigentes que destrozaron las instituciones del país, mientras las fuerzas de seguridad se replegaron cuando comenzaron las protestas, como en una estudiado cómic.

3. Nos llevaron ante el Tribunal de Seguridad del Estado, en vez de ante un tribunal civil, y el fiscal general (militar) nos lanzó la cómicas y absurdas acusaciones siguientes:

• Destruir el régimen.
• Reunirnos ilegalmente. Eso entra en contradicción con la Constitución jordana, que asegura libertad de expresión y de manifestación a todos los ciudadanos. Además no encontramos ningún vínculo ni relación entre la acusación -aun considerándola legítima- y el delito que cometimos al llevar pancartas, delante de medios de comunicación y de ciudadanos para expresar de forma civilizada nuestra opinión en contra de la decisión de subir los precios.

Por todo lo anterior, hemos decidido manifestar nuestra oposición al poder corrupto y mentiroso dentro de la cárcel mediante una huelga indefinida de hambre, que Mahdi Saafin ha comenzado, hasta que respondan a nuestras demandas concretas: La inmediata puesta en libertad sin condiciones y la retirada de los cargos de los que se nos acusa. Hemos decidido que el fin de la huelga será la libertad… o la muerte. Verán en nosotros una resolución y una firmeza como no han visto nunca.

Para terminar, queremos decir que a nosotros no nos gusta estar detenidos, amamos la vida, creemos en la justicia y en una vida digna, y consideramos que la libertad de pensamiento, de opinión y de conciencia son sagradas. Amamos nuestro país y a nuestro pueblo mucho más que el patriotismo ciego del fiscal y la falsa codicia basada en reducidos intereses. Pero este conflicto en el que nos encontramos, y que no hemos decidido tener, es injusto, y ante él, nuestra única arma es nuestro cuerpo, al que vamos a someter a privaciones.

Aquel día salimos a gritar llenos de pasión y convencidos de lo que llevábamos escrito en las pancartas. No fuimos conscientes de su verdadero significado hasta ahora:

La muerte antes que la humillación.
La muerte antes que la humillación.
La muerte antes que la humillación.

¡Vivan los jordanos, unidos y libres de la corrupción y la tiranía!

Nota

 

1 Pañuelo que normalmente llevan los hombres mayores en la cabeza y los jóvenes al cuello. El color rojo en la kufiyya se asocia a los jordanos y el negro a los palestinos; es paradójico que la policía pisara este símbolo tan jordano, teniendo en cuenta el patriotismo del que hacen alarde normalmente las fuerzas de seguridad en Jordania. [N. de la T.]