Las noticias: «El régimen sionista asesina a un exiliado palestino en Bulgaria / Un palestino buscado por Israel hallado muerto en la embajada de Palestina en Sofía / Una misteriosa muerte en la embajada palestina de Bulgaria». Omar Nayef, ex-prisionero palestino que se fugó burlando la muy magnificada «seguridad israelí» hasta convertirse en leyenda, «Zorro […]
Las noticias: «El régimen sionista asesina a un exiliado palestino en Bulgaria / Un palestino buscado por Israel hallado muerto en la embajada de Palestina en Sofía / Una misteriosa muerte en la embajada palestina de Bulgaria».
Omar Nayef, ex-prisionero palestino que se fugó burlando la muy magnificada «seguridad israelí» hasta convertirse en leyenda, «Zorro palestino», debido a su aventura de una fuga digna de las mejores películas policiacas de Hollywood. Una aventura que le llevó a cambiar de identidad en varias ocasiones, hasta que pudo establecerse en Sofía, la capital de Bulgaria, y formar familia. Pero fue descubierto por el Mossad y tuvo que refugiarse en la embajada palestina en Sofía (resultó la menos segura de todas las embajadas), una equivocación de un zorro que al final resultó ser humano y que le traicionó su olfato de sabueso para saber de quienes se rodeaba.
La historia se las trae y se hizo un bocado de difícil tragar para el ocupante, desde el momento que un simple hombre pudo poner en jaque a la inteligencia sionista y su sistema de seguridad. Entonces, estos servicios del Estado sionista se pusieron en marcha para que todos los ojos propios y ajenos se pusieran a mirar en todos los rincones del mundo, era cuestión de orgullo más que de detener a un fugitivo, se jugaban el prestigio de una leyenda que han tejido a lo largo de muchas décadas, sirviéndose de millones y millones de dólares a modo de inversión en un sistema, que luego le vendían a los países del tercer mundo, y el primero también, haciéndose pasar por invencibles e invulnerables, con propaganda para viejos y nuevos mandatarios del mundo.
Desde el momento que se supo que unos «cuchillos» acabaron con la vida de Omar, las líneas de comentarios en las redes sociales y en los medios se calentaron con múltiples especulaciones, hasta el punto que los medios sionistas empezaron a propagar la idea del suicidio. Todo es posible y todo es fantasioso cuando la imaginación y la manipulación se ponen en marcha. En esta atmósfera de quién da más en acertar las causas y los autores, se han manejado muchas teorías, pero la que más está ganando con diferencia es la de la traición y la mano del Mossad.
La periodista Isabel Pérez en su crónica desde Palestina y por su conocimiento de causa debido a estar casada con un ex-prisionero el gazatí Mussa’ab Sharif, dice: «Los palestinos que están o han estado entre rejas, recurrían a menudo a la historia de Omar, el «Zorro palestino», que escapó haciéndose el loco para embalsamar una leyenda más en la causa palestina y para mofarse de la seguridad israelí. No obstante, el asesinato de Omar ha hecho recordar a todos que la Mossad israelí no está para bromas y que, quizás, la colaboración palestina esté presente.»
¿Qué se puede esperar de un servicio de «inteligencia» como el Mossad al servicio del Estado sionista? Todo es posible, ni es la primera ni es la última vez que estos sionistas actúan con inmunidad en territorios de países que presumen de ser «libres». Las ejecuciones, los envenenamientos, los secuestros… forman parte del historial de este grupo de desalmados. Llama la atención, o tal vez es una forma de confundir dando a entender que fue una pelea, el uso de cuchillos en el asesinato.
Ojeando las redes sociales, me encuentro en referencia a este suceso unas líneas escritas por un palestino, perseguido por la potencia ocupante de Palestina, al conocer la noticia del asesinato de Omar, dice:
«Cuando se me han multiplicado los problemas y el miedo de la familia, pensé que tengo que ir al exterior y creí que hay seguridad que Israel no puede matar o encarcelar a los palestinos. Pero es cuando me ha sorprendido el asesinato del mártir Omar Nayef en el corazón del estado búlgaro. En el corazón de la Embajada Palestina, supe muy bien que Israel llega a todas partes y ataca a los palestinos donde quiera que estén, y que no dejará a los palestinos a vivir en paz. Siempre estaba esperando la prisión o la muerte, y no tengo miedo porque el que tiene el derecho no tiene miedo y el revolucionario muere de pie como los árboles. En Palestina siempre he dejado escrita mi última voluntad, mi madre y mi familia la conocen bien, pero cuando salí de Palestina esperaba un cambio en mi vida y también de mis amigos, como cualquier joven palestino mi sueño es tener paz y seguridad. Después de todo no tenemos miedo a la muerte, nunca está lejos, empecé a pensar quién va a ser el próximo ¿seré yo o uno de mis amigos? Si hasta aquí nos persiguen y tienen acceso a nosotros y nos asesinan con toda la libertad, o nos secuestran a pesar de todo eso, voy a esperar contando mis días al igual que mis amigos, pero les pido a todo hombre libre cuando llegue mi hora de partir, mi voluntad es que me entierren en mi Palestina y que no escriban en mi lápida «refugiado». Doy las gracias a todo el que estuvo a mi lado y me ha ayudado y espero que cuando llegue la fecha de mi partida que haya dejado una buena huella en sus corazones. Nosotros hemos nacido para Palestina y moriremos por ella. Nosotros amamos la vida. Con todo el amor de mi corazón, que es lo más preciado que tengo.».
La fortaleza del material con que se han forjado los jóvenes palestinos, les ha hecho sentirse invencibles ante la muerte y andan como fantasmas salidos de los cementerios de los caídos por Palestina, alzando la hoz ante la muerte por si les acecha, como si de un combate de titanes, se tratara. Esa misma fortaleza que llevó al periodista palestino Muhammad Al-Qiq a la victoria en su huelga de hambre, después de 93 días a base de algún que otro sorbo de agua salada. El periodista que protestaba por su detención ilegal bajo la fórmula «detención administrativa» que permite al ocupante detener a los palestinos sin acusación ni juicio, durante seis meses renovables indefinidamente, al final logró que la potencia ocupante le liberara cuando cumpla los seis meses de arresto. Al Qiq, unas horas después de que sus representantes firmaran el acuerdo, dijo: «Yo he vencido y no perdí la salud como creen algunos, porque mi voluntad es más fuerte que nada, porque es mi salud».
Ante la barbarie sionista, siempre queda la resistencia palestina, pero ante la traición, siempre queda el desprecio.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.