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La noche interminable

Fuentes: Cubadebate

La Dirección habanera del M-26-7 se iba a reunir el 8 de noviembre de 1958 en una habitación al final del patio de una modesta vivienda del Cerro, casi detrás de la estación de policía de la calle Infanta, en dirección al estadio de pelota. El tema principal del encuentro debió ser la cada vez […]

La Dirección habanera del M-26-7 se iba a reunir el 8 de noviembre de 1958 en una habitación al final del patio de una modesta vivienda del Cerro, casi detrás de la estación de policía de la calle Infanta, en dirección al estadio de pelota. El tema principal del encuentro debió ser la cada vez más angustiosa situación del compañero Ángel Ameijeiras, Machaco, jefe de acción y sabotaje, perseguido tenazmente y carente de un refugio que le diese un mínimo de protección.

Desde la derrota del 9 de abril se volvió muy difícil recibir apoyo entre los poseedores de casas y apartamentos en el Vedado, Miramar o lugares semejantes. En los meses finales del batistato era casi imposible, sobre todo para acoger a quien, como Machaco, era el más buscado por los esbirros de la tiranía. Cada día, en cualquier parte de la ciudad, aparecían cuerpos destrozados de combatientes revolucionarios y también de algunos que, sin haber participado en la lucha, eran víctimas de la histeria represiva de un régimen que se sentía acorralado. Incapaz de contener el avance guerrillero en Oriente y las Villas la tiranía desataba su furia en la Capital.

El cerco sobre Machaco se cerraba más y más. El 6 de octubre, en el Sevillano, se batió a tiros y logró escapar en un enfrentamiento en el que fue capturado y muerto José Ángel Rosell miembro de su Estado Mayor. El 5 de noviembre asesinaron a Enidio Díaz, también integrante de su jefatura e hirieron a Rogelio Perea. En varias ocasiones, en las últimas semanas, estuvieron a punto de descubrirlo en la zona donde se veía obligado a permanecer. El 3 de noviembre se había ubicado provisionalmente en un apartamento del pequeño edificio de Goicuría y O`Farril en la Víbora. Con él estaba Norma Porras, su compañera en la vida y en la lucha, y Pedro Gutiérrez y Rogelio Perea sus más cercanos colaboradores en la conducción de las Milicias del Movimiento. Había que llevarlos a un lugar seguro.

Pero Machaco no pudo asistir a la reunión.

La madrugada del 8 de noviembre nadie pudo dormir. El barrio entero fue asediado hasta el amanecer por el ruido incesante, ensordecedor, de armas de fuego de todo tipo. Y el chirriar y los frenazos de numerosos vehículos y los aullidos de las sirenas. Nunca antes se había visto cosa semejante. Nadie recordaba algo parecido. Era una verdadera batalla. Tan importante que allí estaban Carratalá, Ventura y Martín Pérez, los más notorios criminales de la policía y el Jefe del Servicio de Inteligencia Militar. Pero era también una batalla profundamente desigual, caracterizada por la vileza y la cobardía de los asaltantes y el heroísmo insuperable de quienes los enfrentaron hasta el final.

Una fuerza combinada de la policía y el SIM, casi medio millar de individuos fuertemente armados, rodeaban la esquina de Goicuría y O`Farril, ocuparon azoteas y terrazas aledañas y ametrallaron sin pausa un apartamento donde cuatro jóvenes, escasamente armados, repelían el ataque.

Resistieron hasta que se les agotó el parque. Entonces, cuando ya nadie respondía desde el apartamento al fuego enemigo, sólo entonces, los asesinos se atrevieron a avanzar. El vecindario fue testigo de que Machaco, Pedro y Rogito estaban vivos cuando los sacaron del edificio. Los tres fueron asesinados ya desarmados y presos. Norma, embarazada y herida en el combate, sería encarcelada hasta el triunfo de la Revolución.

Machaco venía de estirpe maceísta. Dos de sus hermanos habían caído antes, Juan Manuel, en el Moncada y Gustavo, en la clandestinidad habanera. Efigenio, era ya un legendario Comandante en la Sierra Maestra.

Desde allá llegó la orden de Fidel ascendiendo a Ángel Amejeiras a Comandante. Él era también una leyenda imborrable y su estrella iluminó aquella noche interminable.

Fuente: http://www.cubadebate.cu/opinion/2013/11/08/la-noche-interminable/#comments