Traducido para Rebelión por J. M. y revisado por Caty R.
Los manifestantes provienen del lugar que a la derecha le encanta menospreciar y ver como una amenaza: el corazón de Tel Aviv con sus habitantes que representan los valores seculares del Estado.
Las protestas rompen con todas las reglas dictadas durante mucho tiempo por los colonos. No se relaciona la situación con el conflicto palestino-israelí y la ocupación, y se pueden encontrar protestando personas de ideas afines, por lo que en las manifestaciones se pueden ver votantes del Likud, Meretz y Hadsan, compartiendo hombro a hombro, manifestantes con solideos junto a personas laicas, judíos y árabes.
Esto plantea una amenaza, porque justo cuando la derecha pro asentamientos pensaba que su campaña de deslegitimación contra los restos de la izquierda había sido un éxito total, surge un nuevo movimiento político que se niega a cooperar con esta vieja dicotomía y hace un llamamiento a alianzas no convencionales.
Este cambio también es la respuesta apropiada para cualquier persona preocupada por los mensajes confusos. Se podría sugerir a esas personas afectadas que escuchen los insultos de la derecha política, tratar de entender hasta dónde son políticas estas propuestas. La principal amenaza, que los mismos colonos y sus simpatizantes entendieron desde el principio, no es necesariamente que las reglas se han roto, sino más bien lo que se esconde bajo la superficie y que está empezando a hacerse oír.
Activistas anónimos, graduados de los movimiento juveniles como Hamahanot Ha’olim y Hashomer Hatzair, veteranos de kibutzim urbanos, Koaj Laovdin -Organización de Trabajadores Democráticos-, y muchas otras organizaciones de activistas sociales están empezando a ver los frutos de las semillas que sembraron en los últimos 10 años, basado en una visión del mundo centralizada. Además de trabajar y estudiar, estos jóvenes han hecho un esfuerzo supremo para participar en una amplia gama de temas sociales, incluyendo los derechos de los trabajadores a la vivienda y a la salud.
Ahora están en el centro de las protestas, dirigiéndolas y haciendo sentir su influencia. Sus opositores entienden muy bien quiénes son, por lo cual tienen miedo, porque la visión del mundo de los manifestantes es que los asentamientos y la ocupación son un obstáculo para la democracia y el Estado del bienestar. Los manifestantes no hablan en términos políticos, pero son muy políticos y saben lo que están haciendo.