Recomiendo:
0

La pesadilla de Sharon

Fuentes: Mundo Arabe

El partido Likud de Ariel Sharon rechazó su Plan de desconexión de Gaza el domingo por la noche, pero es poco probable que el primer ministro deje postergado este revés temporal. La votación del Likud le permitió retrasarlo temporalmente. El voto del Likud dará fuerza a las modificaciones del plan pero desde que retornara, soñador, […]

El partido Likud de Ariel Sharon rechazó su Plan de desconexión de Gaza el domingo por la noche, pero es poco probable que el primer ministro deje postergado este revés temporal. La votación del Likud le permitió retrasarlo temporalmente. El voto del Likud dará fuerza a las modificaciones del plan pero desde que retornara, soñador, de Washington, el primer minister ha fijado la desconexión como el primer paso hacia su victoria final.

Cuando Sharon permanecía en pie en la Casa Blanca escuchando la declaración de apoyo del presidente Bush a su plan de desconexión, él se infló visiblemente con el triunfo.

De un golpe, el presidente había barrido décadas junto a la diplomacia americana, todas las leyes internacionales que prohiben la adquisición de territorios por conquista, y las numerosas resoluciones de la ONU con respecto a los derechos de los refugiados palestinos y el ilegal status de los aentamientos de Israel en Cisjordania.

Mientras que la comunidad internacional y particularmente el mundo árabe quedaron boquiabiertos de horror ante el cambio inaudito y sísmico en la política del presidente , Sharon se regocijó en a la realización de una ambición a lo largo de su vida.

El soplo fatal que él ha estado buscando imprimir al frágil proceso de paz había sido asestado por fin. El derecho de retorno había sido revocado, el estatus de los mayores asentamientos de Cisjordania afianzado. La construcción de su Muro podría continuar confiscando tierra palestina y destruyendo la posibilidad física de un estado palestino, mientras el presidente americano estaba seguro que seguía siendo una medida meramente temporal. Las tropas podrían ser redesplegadas de Gaza al tiempo que mantenndrían el control del espacio aéreo de la Franja, del territorio, y de los accesos por mar, su agua, importaciones y electricidad. En resumen, la esclavitud final de la población palestina podría empezar, y todo con el sello de aprobación estadounidense.

Todavía en los años venideros, Sharon puede encontrarse que este momento de triunfo imaginado, de hecho, marque el día que sus peores pesadillas empezaron a hacerse realidad.

Así como el presidente Bush ha dado la vuelta a años de política americana para Israel y Palestina, su declaración debe denotar un cambio fundamental en la estrategia de la lucha palestina.

Si Sharon es dejado sin control por un presidente temeroso de sus perspectivas en la reelección y carente de voluntad provocadora en sus distritos electorales judíos y cristianos de derechas, la solución de los dos estados está muerta. Como con los refugiados, el principio de establecimiento del futuro de Jerusalén por negociación mutua se perderá. Jerusalén nunca será de nuevo parte de una Palestina independiente. La única opción que queda es un solo estado.

Sharon está alerta al creciente problema demográfico en los Territorios Ocupados. Una población palestina que actualmente compite en número con la de Israel y que la superará pronto, no puede mantenerse indefinidamente bajo la ocupación abierta. La desconexión de Gaza y la retirada parcial de los asentamientos mantienen la apariencia de una concesión y dispone el fundamento para una solución al problema demográfico mientras mantiene el encarcelamiento palestino.

Un estado palestino en los términos de Sharon no sólo será insostenible, siquiera será en absoluto un estado. El modelo de Gaza será copiado en Cisjordania y se reducirá el territorio al guetos aislados a Ramallah, Jenin-Nablus y Belén-Hebron. Bush puede declarar su deseo públicamente por un estado Palestino que sea «viable, contiguo, soberano e independiente», pero el presidente ya ha demostrado que nunca intervendrá contra la destrucción deliberada de Sharon de ese estado.

La visión de Sharon para una Palestina independiente es semejante a los Bantustanes establecidos como reservas para los Sudáfricanos negros en 1951. Reservas esencialmente étnicas, estos Bantustanes también fueron pintados a la comunidad internacional como un paso hacia la decolonización y al problema demográfico de Sudáfrica que, como en Palestina, vió sobrepasada la minoría gobernante por una mayoría indeseable. Pronto, sin embargo, quedó claro que el esquema fue diseñado para legitimar la expulsión de la población negra. La estrategia se derrumbó y el mundo se unió para derrotar el Apartheid.

Israel ya está extremadamente cerca de convertirse en un estado paria dentro de la comunidad internacional como la vieja Sudáfrica. De no ser por el veto estadounidense, el país estaría casi con certeza, enfrentandose a sanciones. Si Sharon les niega toda la esperanza de una patria viable, libre, los palestinos no tendrá ninguna otra opción sino empujar por un único estado binacional y democrático.

Antes de salir para Washington, Sharon visitó Maale Adumim en Jerusalén Este, el asentamiento más grande de Cisjordania. Dirigiéndose a una congregación de colonos les prometió que sus casas seguirían siendo parte de Israel «para toda la eternidad.»

Puede resultar ser esto verdad pero ¿encontrarían estos frevoros religiosos la tierra a la que se han agarrado tan atractiva si esta fuera parte de un declarado estado binacional más amplio que abarcara toda la Palestina histórica? ¿Parecería la tierra tan importante si esta no fuera robada sino dada? ¿Dónde está el atractivo de vivir en una fortaleza de hormigón prefabricado si israelíes y palestinos tienen libre a todos sus santos lugares?

El miércoles pasado, Sharon declaró públicamente la Hoja de Ruta muerta. Él no ha dejado espacio para maniobrar siquiera a sus aliados que han afirmado que el proceso de paz exixtente podría acomodarse a su plan. Incluso la votación del Likud contra él demuestra que el plan de desconexión, malo como es, todavía es un paso demasiado lejano de la razón israelí. El referéndum puede convencer sólo a los palestinos que no hay esperanza en el proceso de paz y que si dos estados son imposibles, ellos no tienen ninguna opción sino esforzarse por su libertad, supervivencia y derechos iguales dentro de un solo estado.

¿Cómo reaccionaría Sharon a semejante paso vengador y dramático del pueblo que él ha buscado visiblemente demonizar y destruir? En lugar del triunfo que él imaginó cuando permanecía de pie en la Casa Blanca, puede encontrar que su estrategia para aplastar al pueblo palestino por última vez, se haya vuelto horrorosamente contra él.

Secretario General de la Iniciativa Nacional Palestina
Traducción: Carlos Sanchis