Los ciudadanos deben ser libres para juzgar a los oficiales de policía que violaron la ley, enviar los resultados a la Fiscalía General del Estado e investigar a la policía y asegurarse de que ésta escucha al pueblo y protege sus vidas y bienes. Cualquiera que busque una descripción adecuada de los crímenes contra la […]
Los ciudadanos deben ser libres para juzgar a los oficiales de policía que violaron la ley, enviar los resultados a la Fiscalía General del Estado e investigar a la policía y asegurarse de que ésta escucha al pueblo y protege sus vidas y bienes.
Cualquiera que busque una descripción adecuada de los crímenes contra la población los puede encontrar en el informe presentado por el interventor Yitzhak Segev del Ministerio de Seguridad Pública en abril de 2010. Los datos que aparecen en el informe probablemente no sólo conmocionen a la gente, que están bajo la ilusión de que la policía es amiga, sino que también a la Fiscalía General del Estado, cuya autoridad fue pasada por alto por malos agentes de policía. Los datos deberían dejar al ministro de Seguridad Pública, Yitzhak Aharonovitch, y al primer ministro insomnes por las noches, ya que son directamente responsables de la seguridad del pública y de la conducta policial.
El informe cita ejemplos escalofriantes de denuncias de violencia policial, que no llegaron al departamento de investigaciones policiales del Ministerio de Justicia, como exige la ley. Se observa lo extraño de las horas en que los laboratorios forenses trabajan, los procedimientos policiales que no se han actualizado desde hace más de una década, los fallos de gestión y lagunas en los conocimientos profesionales. No hay explicación de por qué el informe no fue publicado antes.
El informe, que debe ser visto como una dura acusación contra la conducta de la policía, deja claro que los altos mandos, incluyendo el Ministerio de Seguridad Pública a cargo, no actuaron en contra de los motivos de los fracasos como deberían y, en cambio, se hace, a lo sumo, una corrección aislada de los asuntos.
La respuesta de la policía a la publicación del informe muestra que no entienden la profundidad de la podredumbre en sus filas, o se niegan a reconocerlo. «La policía de Israel considera el informe como una herramienta para la auto-examen y una forma de mejorar los procedimientos», comentaron. Difícilmente puede haber un comentario más desdeñoso, despectivo e impertinente a la vista de los graves resultados, y se plantea la cuestión de si alguien de la policía alguna vez revisa algo.
Se debe permitir a los ciudadanos – exigir, incluso – juzgar a los policías que violaron la ley, entregar los resultados a la Fiscalía General del Estado e investigar lo que el comisario de policía está haciendo (más allá del débil comentario que hizo) para asegurar de que la organización que está a su cargo escucha a la gente y protege sus vidas y bienes.
Si hubiera sido cualquier otro ministerio, podríamos exigir una investigación policial. Pero en vista de las conclusiones del informe, es dudoso que podamos confiar en una investigación realizada por la policía.
Fuente original: http://www.haaretz.com/print-