Helena Maleno pasó por Bilbao a principios de verano para participar en unas jornadas tituladas Estrategias frente a la geopolítica de la dominación y de ahí partió esta entrevista. Es conocida activista de la organización Caminando Fronteras, en cuya página web se definen: “Trabajamos de forma colectiva con personas migrantes, sus familias y defensoras. Caminando por los derechos humanos en territorios de frontera. Combatiendo la impunidad, la violencia y la guerra en las fronteras”. Es periodista e investiga en el tema de inmigración y trata de personas y ella misma ha vivido en su propia carne la expulsión de un país en el que tenía asentada su vida familiar durante veinte años, Marruecos, que se cuenta entre los amigos del régimen del Estado español.
Begoña Zabala. Nada más echar una mirada a vuestra página se accede a la información, actualizada cada mes, del “Monitoreo del derecho a la vida 2025”, donde figuran los números de las víctimas de las fronteras, señalándose los puntos concretos de la costa norte-africana. La pregunta que se encuadra en estas jornadas, sería la obligada de interrogarnos sobre lo que están pasando con los derechos humanos. Tantas desapariciones y muertes, sin auxilio y con total impunidad, ¿es una grave violación de los derechos humanos?
Helena Maleno. Los derechos humanos no existen. Ya no es ni siquiera la palabra válida, no es un consenso entre distintas visiones. No es solo la extrema derecha la que viola los derechos humanos. Estos existen para una parte de la población donde hay una serie de derechos sociales, económicos… Pero hay otra parte, otras colectividades, que son la nuda vida, la vida desnuda, la vida desechable, la vida que se deshumaniza, la vida que permite un genocidio, la vida que permite destruir ese derecho a la vida. Que, por otra parte, podría ser un consenso relativamente fácil, pero dentro de las democracias, se ha roto totalmente. Y se ha roto desde hace mucho tiempo, muy cerca de nosotras, y hemos permitido que se rompa.
Es un camino largo. No es el camino de ahora de la extrema derecha con sus discursos. Se ha roto porque el año pasado permitimos que en las fronteras del Estado español 10 457 personas perdieran la vida. Y se ha roto porque muchas de ellas se podrían haber salvado si no hubiera habido unas decisiones políticas, no del Ministerio del Interior, sino del Ministerio de Transportes, donde hay un sesgo racista en la defensa del derecho a la vida en el mar, que permite dejar que esas personas se ahoguen en el mar. Ya no estamos hablando del marco de la extrema derecha, estamos hablando del marco del gobierno más progresista de la historia de todos los gobiernos que hacen lo mismo que hace Meloni. Estamos hablando de otra cosa, estamos hablando de necropolítica. Una necropolítica que permite que 30 personas mueran al día en las fronteras del Estado español; una necropolítica que permite que 421 mujeres y 1538 niños y niñas puedan hacerlo.
B. Z. Vistos los datos que vas dando y los que aparecen en el informe, quizá podemos entrar a analizar la situación actual en lo que se llama la frontera Sur, en relación a los tránsitos y los intentos migratorios de llegar a la Península
Helena: El Estado español tiene activa la ruta más peligrosa y, ahora mismo, más mortífera en el mundo, que es la ruta Atlántica. Desde hace mucho tiempo se utiliza esa ruta que sale desde el punto entre Agadir y Dajla, utilizando embarcaciones neumáticas. En esas embarcaciones viajan también muchas mujeres, niños y niñes, y adolescentes; son personas en tránsito que recalan en Marruecos y luego toman la salida desde estos puntos de la costa.
En el año 2023 hubo muchísimas salidas desde Senegal, por la crisis geopolítica que tuvo Senegal y porque estaban encarcelando a mucha gente de la oposición. Cuando cambia el gobierno senegalés, a partir de diciembre del año 2023, empiezan las salidas desde Mauritania. La mayor parte de personas que están llegando ahora mismo a las Islas Canarias son personas que salen desde Mauritania, pero procedentes de países del Sahel, muy afectados por el cambio climático y. también, por los conflictos bélicos, por las extractivistas y por todo lo que están esquilmando de recursos naturales, especialmente el oro y otros minerales que son geo-estratégicamente muy importantes.
Estas personas salen en cayucos –la ruta migratoria es peligrosísima– e intentan llegar a Hierro, pero muchos de esos cayucos desaparecen en el mar. Algunos se han encontrado posteriormente, al cabo de mucho tiempo. El año pasado se encontró un cayuco en Brasil. En este caso identificamos que era un cayuco mauritano que había salido en el mes de enero y trabajamos con las familias para poder hacer de alguna forma el cierre y el duelo. Aun así, los cuerpos que llegaron, que fueron unos nueve, aún no han sido identificados porque las autoridades brasileñas no han logrado que se identifiquen y seguimos trabajando con las familias para poder conseguir una identificación formal de esos cuerpos. Aparte de ver si podemos también tomar muestras forenses a través de las familias y hacerlo por una vía distinta, porque las vías institucionales no han funcionado.
B. Z. ¿Hay más rutas migratorias activas que en esta frontera Sur? Supongo que cada ruta tiene sus especifidades en cuanto a país de origen de las personas, en cuanto al viaje migratorio, incluso en los medios que se utilizan.
Helena. Ahora mismo están desapareciendo también muchos chavales que están cruzando a nado a Ceuta, y se están encontrando los cadáveres. Y ahora mismo otra de las zonas de cruce de los chavales, sobre todo marroquís, pero también argelinos y tunecinos que se lanzan a nadar y a cruzar desde Marruecos a nado a Ceuta, lo hacen con condiciones meteorológicas muy complicadas. Algunos consiguen llegar y muchos se ahogan. Muchos de ellos, un porcentaje muy grande son adolescentes, son menores de edad.
Y también está muy activa la ruta Argelina del Mediterráneo occidental. Esa ruta argelina, que va hacia el levante español, hacia Valencia, Murcia, Almeria, desde al año pasado se dirige sobre todo a la parte más peligrosa de la ruta que son las Islas Baleares. La gente está llegando a las Islas Baleares y si bien antes eran todas las personas argelinas, ahora ha cambiado el perfil, desde la represión que Túnez y Libia están ejerciendo contra las personas negras. Muchas de ellas han huido y han llegado a la zona argelina para cruzar. Estamos viendo muchos somalís, muchas personas que son de Somalia y que están cruzando hacia Islas Baleares.
B. Z. ¿Qué es lo que detectáis en estos movimientos migratorios tan peligrosos y con recursos tan precarios e inadecuados?
Helena. Detectamos en toda la zona muchas tragedias, porque las condiciones de cruce son muy peligrosas, evidentemente: van en infraembarcaciones; también hacen el cruce en condiciones muy inseguras, sin ningún tipo de seguridad náutica enfrentando riesgos muy extremos. Pero muchas de esas tragedias se podrían haber evitado si no hubiera un sesgo racista en la defensa del derecho a la vida en el mar por parte de las instituciones públicas.
Lo que sí estamos viendo cuando analizamos las tragedias es que no se activan medios de búsqueda y rescate o que los medios de búsqueda y rescate se activan con una demora importante, o se negocia con terceros países para que ellos sean los que vayan a rescatar y no el Estado español. Por razones y decisiones políticas, han convertido a Salvamento Marítimo (que es un cuerpo público que depende del Ministerio de Transportes, y del que tenemos que estar orgullosas porque es uno de los mejores del mundo) en una actividad que está siendo atravesada por actuaciones racistas sobre la vida en el mar, a quién se defiende y cómo.
En medio de estas tragedias seguimos publicando las cifras. Las cifras se publican como un acto de memoria, justicia, reparación y no repetición. Y lo que estamos haciendo también es acompañar a las familias. En el caso de que haya cadáveres, para identificación de los cuerpos, y en el caso de que no, pues para que puedan ejercer su derecho a poner denuncias y ejercer el derecho de las desaparecidas a ser buscadas con todas las garantías.
Eso es en lo que estamos trabajando, y contactando con las familias, familias que están organizadas o por lo menos intentan organizarse, pues son de muchos y diferentes países, son de la diáspora que están por ahí, y también hay que señalar que en el Estado español hay familias de víctimas de las fronteras.
Hemos tenido naufragios, por ejemplo, uno en Hierro, donde no se dio tiempo a la familia a llegar y se enterraron antes de que los familiares hubiesen llegado ¡Y la familia estaba en Figueras! Tenemos que tener en cuenta que la familia primero tiene que asumir la noticia, después pedir días libres de trabajo, organizar a sus hijos e hijas. No se pueden enterrar con tanta celeridad los cuerpos. Cuando este chico se desplazó, que tardó tres días, se encontró con que ya los cuerpos estaban enterrados, y era su hermano… Y él quería ver el cuerpo de su hermano y no lo pudo ver porque ya fue enterrado. Y con esto también es con lo que nos estamos encontrando, después de suceder las grandes tragedias de desapariciones y muertes.
B. Z. El derecho a saber donde están los hijos y los familiares, el derecho de las personas desaparecidas a ser buscadas y a que sean esclarecidos sus casos, ¿son realmente derechos que se pueden exigir? ¿Pueden las familias o vosotras ejercer de alguna forma estos derechos frente al Estado o a la sociedad?
Helena. Yo creo que la sociedad del Estado español, salvo algunos casos muy concretos, deshumaniza también a las familias, no tiene empatía. El discurso es un poco como que se han muerto o que han desaparecido porque ellos mismos se han puesto en peligro. Si no querían morirse, si no querían desaparecer, que no hubieran hecho eso. No creo todavía que en el Estado español haya conciencia de que existen fosas comunes en el territorio del propio Estado, de ahora, y no creo que tengan conciencia de que hay miles de familias de personas desaparecidas y que muchas de ellas viven aquí, en el Estado, y son nuestras vecinos y vecinas.
Es así porque cuando aparecen en las playas o en los lugares, los entierran y ya está, es totalmente arbitrario, y las entierran sin nombre, es una persona desaparecida. Nosotras recurrimos a los medios que podemos: en cuanto se prueba que el ADN de esa persona coincide con el de la persona que se está buscando, si el familiar quiere llevarse el cuerpo puede exhumarlo. Eso ya lo hemos hecho con una niña de 17 años en un cementerio de Baleares.
B. Z. ¿Estáis trabajando con las instituciones de justicia y otros entes institucionales para favorecer, en alguna medida, la reparación de tantas familias víctimas?
Helena Estamos trabajando también con las familias en procesos de justicia restaurativa, que son muy complicados, sobre todo porque sabemos que son muchas víctimas, que son miles de víctimas y que no va a haber una reparación en tribunales para cada una de ellas, evidentemente. De hecho, cada vez que hemos denunciado este tipo de desapariciones nos hemos dado cuenta de que al final, cuando denunciamos violaciones de derechos humanos en frontera no prosperan nunca. Todos los crímenes de frontera quedan impunes. Iniciar caminos de justicia restaurativa para las miles de víctimas de las fronteras y sus familias es algo que en estos momentos es necesario.
En todo caso, aun cuando ni siquiera se abren diligencias de investigación, para nosotras lo importante es que se denuncie, porque eso ya hace que conste en el Censo Nacional de personas desaparecidas. Y también pedimos que se tome el ADN, pues es muy importante para identificación y recuperación de cuerpos.
En el año 2023 tuvimos un caso muy grave y organizamos el I Congreso Internacional de Familias víctimas de las fronteras en Madrid. Por cierto que tenemos que agradecer a la entonces ministra de Derechos Sociales, Jone Belarra, que recibió a las familias en privado. Para las familias esto fue impactante. Porque nadie las recibe, prácticamente las echan de las comisarias cuando van a denunciar. Así que la escucha muchas la consideran un acto de reparación para las víctimas y las familias. Ha sido, creo, la primera ministra, a nivel europeo, que se ha reunido con familias de víctimas de desaparecidas en frontera. Las familias quieren ese tipo de actos de reparación, de reconocimiento. Porque son desapariciones totalmente invisibilizadas, nadie las reconoce, las estigmatizan y las criminalizan.
La familia nos contó que había ido a comisaría varias veces, en el año 2021, porque había desaparecido su familiar y no le habían tomado denuncia ni habían querido hacer nada. Quedamos con ellos, era el año 2023, para poder poner la denuncia, vino la hermana de una persona que había desaparecido, pusimos la denuncia, pedimos que se tomaran muestras de ADN y un mes y medio después la policía francesa se acercó a la casa de la hermana del desaparecido diciéndole que su hermano llevaba en un depósito de cadáveres de Málaga desde el año 2021, sin identificar. Entonces ella bajó a Málaga y pudo poner la denuncia y pudo enterrar. Es que el daño que esa policía, negándoles sus derechos, hizo a esa familia durante dos año, es un daño totalmente gratuito.
B. Z. ¿Habéis podido plantear algún caso y denunciarlo formalmente? Supongo que el recorrido puede ser tortuoso y muchas veces sin resultados.
Helena. Sí, tenemos ejemplos muy incipientes, porque los casos legales son muy inseguros. Nunca hemos conseguido nada. De hecho, tenemos el caso de la masacre de Melilla del año 2022, contra la que hemos puesto una denuncia legal cinco entidades, y ahí hay cien personas desparecidas desde aquel día. Para nosotras son desapariciones forzadas, porque estaban en manos de las autoridades, entre las de Marruecos y las del Estado español y no sabemos dónde están desde ese día. Ese caso lo llevamos por la vía legal y estamos intentando trabajar con estrategias legales, pero va a ser muy difícil. Por eso sabemos que hay que seguir peleando.
Son cuestiones muy difíciles, pues nosotras trabajamos en tránsito, atendemos a personas que han sido víctimas de violencia en frontera, también allí. Por ejemplo mujeres que han sido víctimas de violaciones o separaciones familiares o deportaciones masivas. Trabajamos en tránsito intentando acompañar y mitigar el impacto de ese dolor. Trabajamos con comunidades en tránsito. Y trabajamos justo en el cruce migratorio.
B. Z. ¿Cómo funcionan, cómo se crean y se organizan las comunidades de migrantes en estos lugares de frontera y de tránsito?
Helena. Las comunidades con las que nosotras trabajamos están en Marruecos; bueno, están en todos los países en tránsito, también hemos estado en Mauritania. Son personas que están en un país de paso, que están en un país que no es el suyo, y ellas mismas se organizan para protegerse y para sobrevivir. Se organizan por países, normalmente, y por ciudades.
Sobre todo nosotras estamos ahí para favorecer el acceso a derechos: por ejemplo, vacunar a los niños y niñas, el acceso a la salud sexual y reproductiva de las mujeres, prevención de violencias, detección de infecciones de transmisión sexual.
B. Z. ¿Cómo definiríais respecto a vuestro trabajo y a la realidad de lo que estáis viviendo las actitudes de los gobiernos?
Helena. Nosotras hemos sido criminalizadas desde siempre por los gobiernos, porque lo que dicen que hacemos no sería solidaridad, sino que quieren criminalizar el apoyo. Y lo que hacemos con nuestros informes, es elaborar diagnósticos y recomendaciones e identificar la responsabilidad de los gobiernos. Bueno, hacer informes para que los gobiernos sean conscientes de lo que están haciendo. Lo son, efectivamente, son conscientes de lo que hacen. Aquí la política de este gobierno, en frontera, pues es la misma que la de Meloni, porque quieren que sea la misma, claro. Y ahí hacemos algo de incidencia. Pero nuestro trabajo es con la gente sobre todo.
La política de los gobiernos frente a las migraciones es deshumanizar. Deshumanizar y explotar. Hay una industria de la esclavitud con las personas migrantes que opera dentro de Europa y la deshumanización que permite decidir quién muere y quién vive dentro de la política europea de control del movimiento.
B. Z. Dado que también estas investigando y eres experta en temas de trata, ¿nos podías hacer un apunte sobre cómo ves este tema ahora mismo aquí?
Helena. El tema de la trata es muy grave y se le está dando una respuesta inútil. Primero, no hay una ley integral contra la trata. Segundo, los protocolos lo que hacen es señalar la prostitución y la migración a través de la trata, y seguir criminalizando, cuando la realidad es que la trata es un crimen y es una violación de derechos humanos. Así se está olvidando la trata con fines de explotación laboral, por ejemplo, que es terrible en el Estado español y que nadie está trabajando con ella. Se han hecho muchos protocolos, esos protocolos llevan muchísimo tiempo en vigor, pero es como una limpieza de cara de la policía española y de la del control de fronteras. Se supone que los salvadores de las víctimas de trata son la policía española y la de control de fronteras, o sea quienes implementan estas políticas de muerte. No hay verdaderamente una política que termine con la trata en el Estado Español, con ninguna de sus fórmulas, y lo que tiene que hacer este gobierno es hacer una Ley contra la trata que no estigmatice las migraciones, y que no estigmatice tampoco otro tipo de situaciones y actividades, como puede ser el ejercicio de la prostitución.