Kurdo original de Bitlis (Kurdistán norte), fotógrafo, periodista y activista por los derechos humanos en Turquía. Visita Euskal Herria tras ser invitado por el Aula de Cultura de Gernika. En las dos charlas que dará esta semana, Ihsan Kaçar hablará sobre los periodistas kurdos condenados a 166 años de prisión, sobre los miles de desaparecidos […]
Kurdo original de Bitlis (Kurdistán norte), fotógrafo, periodista y activista por los derechos humanos en Turquía. Visita Euskal Herria tras ser invitado por el Aula de Cultura de Gernika. En las dos charlas que dará esta semana, Ihsan Kaçar hablará sobre los periodistas kurdos condenados a 166 años de prisión, sobre los miles de desaparecidos y los también miles de niños kurdos que se pudren en la cárcel.
Ishan Kaçar es tajante a la hora de acusar al primer ministrro turco, Recep Tayyip Erdogan, un líder emergente en la escena internacional, de engañar al pueblo kurdo y de querer hacer lo mismo con el resto del mundo.
Hábleme, por favor, de los derechos humanos en Turquía.
Hablamos de un país que intenta entrar en la UE con 17.000 desaparecidos a sus espaldas, la inmensa mayoría kurdos. Las detenciones, torturas y desapariciones se suceden a diario, principalmente sobre los kurdos, pero también sobre sindicalistas y personalidades de la izquierda turca. 18 miembros de nuestra organización han sido asesinados y otros cinco arrestados en estos meses, entre ellos el director de la oficina de Diyarbakir. Y luego están los ataques contra la cultura kurda.
¿No se avanzó nada durante el fallido acercamiento entre turcos y kurdos el pasado año?
Las presiones de la UE consiguieron acabar con la tortura sistemática en las comisarías. Sin embargo, ahora se hace en las cárceles o en la misma residencia de los detenidos. No se puede decir que la situación haya empeorado, pero tampoco que haya mejorado. A pesar del lavado de cara de Ankara, la represión sobre los kurdos se mantiene. Quiero mencionar también algo que se está ocultando deliberadamente. Últimamente se están produciendo un gran número de linchamientos en Turquía occidental. Cada semana, un kurdo pierde la vida de esta manera en la calle, en su trabajo o en la misma universidad, como ocurrió hace poco en la de Mugla, a orillas del Egeo.
Y luego están los niños…
En Turquía hay en estos momentos más de 2.600 menores de edad juzgados por la nueva ley antiterrorista, que no distingue entre niños y adultos. A la mayoría los cogen durante los frecuentes disturbios en Kurdistán norte. A la Policía le basta con mirarles las manos para determinar si han tirado piedras o no. Se están pidiendo hasta 20 años de cárcel para niños de 14 y 15 años. Erdogan ha dicho que los niños palestinos que tiran piedras contra los tanques israelíes son «pequeños generales». A los kurdos que hacen lo propio con los tanques turcos, los tacha de «vulgares terroristas».
¿Con este paralelismo se refiere al reciente asalto a la flotilla humanitaria hacia Gaza?
Me resulta imposible no hacerlo. Erdogan reconoce a Hamas como «legítimo representante» del pueblo palestino mientras encarcela a cargos políticos kurdos del BDP, entre ellos alcaldes que han sido elegidos con más de un 80% de los votos. La postura del Gobierno turco no podía ser más hipócrita en lo que respecta al problema palestino. Me refiero al poderoso vínculo económico y militar entre Turquía e Israel. Se trata de un acuerdo en vigor desde 1994 que permite, entre otras muchas cosas, el entrenamiento de pilotos hebreos en suelo turco. Dado el escaso espacio aéreo del que dispone Israel, pilotos israelíes se entrenan, o por lo menos lo hacían hasta hace una semana, en la base aérea turca de Konya. No resulta descabellado pensar que varios de los que participaron en el terrible bombardeo sobre Gaza el pasado año hubieran hecho sus prácticas en Konya. De hecho, dos días antes de comenzar la ofensiva sobre Gaza, Yehud Olmert estuvo hablando con Erdogan en Ankara. De Konya despegaron también los aviones hebreos que bombardearon una base secreta siria en 2007. Asimismo, Tel Aviv vende aviones no tripulados a Ankara, los Heron, que son utilizados contra la guerrilla kurda en las montañas.
Pero Ankara asegura ahora que va a bloquear dichos acuerdos.
Está claro que la calle turca está pidiendo romper con dicho acuerdo. No obstante, el ministro de Exteriores turco ha dicho que el acuerdo se mantendrá hasta al menos 2011. Hay mucho en juego.
¿A qué se refiere cuando habla de que hay mucho en juego?
Turquía se ha convertido en el principal intermediario de Washington para conseguir la ansiada estabilidad en Oriente Medio. Erdogan no estaría donde está sin el apoyo de Washington, como tampoco habría hecho su famoso «desplante» en la cumbre de Davos sin su respaldo. Hoy Turquía habla con Siria, con Irak, con Kurdistán Sur, con Irán y, por supuesto, también con Israel. Se trata de la única baza de Obama, dado que su otro aliado en la región, Israel, tiene una reputación de «Estado despóta», enfrentado a todos sus vecinos y carente de crédito. La actitud de Israel es totalmente beligerante, por lo que Washington necesita a Turquía para completar su agenda en Irán, Irak, e incluso en Afganistán. Esta misma semana se ha convocado una reunión en Ankara de los ministros de Exteriores afgano y pakistaní. Creo que son movimientos bastante elocuentes del papel de Turquía, no sólo en Oriente Medio, sino incluso en Asia Central.
¿Política «otomana» dirigida desde el Pentágono?
En gran medida sí. Un siglo después de que cayera el imperio, y ante el improbable ingreso de Turquía en la UE, Ankara parece esforzarse ahora en recuperar la influencia en los antiguos territorios del Imperio Otomano, del que se sigue creyendo su legítimo sucesor.
¿Y qué dicen los kurdos?
Los kurdos en 2010 poco o nada tienen que ver con los de los años ochenta y noventa. Hoy se trata de una sociedad fuertemente politizada a la que ya no resulta tan fácil engañar. Erdogan lo consiguió por última vez en 2005, tras prometer en Diyarbakir que «solucionaría la cuestión kurda».
Esperemos que ni Europa ni el mundo árabe se dejen ahora seducir por su discurso.