Traducido del inglés por Beatriz Morales Bastos
«La montaña se puso de parto y parió una rata», dice un conocido proverbio árabe. Este proverbio puede caricaturizar bien el resultado de la próxima «conferencia de paz» patrocinada por los estadounidenses y que está programado que se celebre el próximo 27 de noviembre en Annapolis, Maryland (Estados Unidos).
Prever el fracaso del encuentro de Annapolis es más que una especulación. Es una valoración realista de un acontecimiento que, aunque se declare lo contrario, no se piensa que vaya a tener éxito.
Es más, dejando de lado lo cumplidos destinados a crear una atmósfera positiva, Israel y la Autoridad Palestina no han logrado llegar a ningún atisbo de acuerdo respecto a los asuntos centrales que definen el problema palestino.
Hace unas semanas los altos cargos de la Autoridad Palestina estaban casi eufóricos en relación a la conferencia. El presidente de ésta, Mahmoud Abbas, juró boicotear el encuentro de Annapolis a menos que Israel estuviera en principio de acuerdo al menos con poner fin a su ocupación de Cisjordania, Gaza y Jerusalén este, así como con aceptar una solución justa para el problema de los refugiados palestino en conformidad con la resolución 194 de Naciones Unidas. Pero, por supuesto, Israel no estuvo de acuerdo con nada de esto.
Ahora la Autoridad Palestina acudirá a Annapolis sin ninguna convicción política y confiando fundamentalmente en la «buena voluntad» de George Bush (signifique lo que esto signifique en términos reales).
Esta semana pregunté en Ramala a un alto cargo de la Autoridad Palestina que cómo era que los dirigentes de la Autoridad Palestina iban a acudir a Annapolis a pesar del claro fracaso de los prolongados encuentros previos entre altos cargos israelíes y palestinos.
Molesto por la pregunta, me contestó: «Vamos a Annapolis a demostrar al mundo lo justo de nuestra causa y la necesidad de una paz justa y duradera en esta región inestable».
Le recordé que «lo hemos estado haciendo durante años, pero en vano». Inquieto por esta réplica, me miró con bastante atención y dijo: «¿Qué más podemos hacer? Si tiene usted alguna idea al respecto, transmítasela a Abu Mazen».
En la conferencia de Annapolis habrá varias categorías de participantes y asistentes. En primer lugar, el artífice del desastre, George G. Bush, el Führer de la Casa Blanca, que ha invadido y destruido dos países musulmanes y asesinado o causado la muerte de más de un millón de seres humanos inocentes con el pretexto de librar al mundo de las armas de destrucción masiva de Iraq que finalmente resultaron ser inexistentes.
Este hombre, que afirmó que Dios le había ordenado hacer lo que hizo, nunca ha tenido el valor moral de decir «me equivoqué, mea culpa». En vez de ello, urdió todo tipo de pretextos, bulos y mentiras para justificar sus crímenes y sus malvados planes. Después de todo, los criminales nunca se muestran preocupados por sus crímenes.
En realidad esto exige la siguiente pregunta: ¿pueden los pueblos de Oriente Próximo en particular y la humanidad en general contar con uno de los mayores criminales y mentirosos que existen en el mundo para obligar a Israel a hacer la paz? No olvidemos que éste es el hombre que describió a Ariel Sharon, el demostrado criminal de guerra israelí, como un hombre de paz.
Está también el perpetuo asesino, mentiroso y ladrón de tierra, es decir, Israel, un Estado que asesina niños en edad escolar y llama al asesinato legítima defensa, y a continuación miente acerca de sus crímenes y llama a las mentiras hasbara* y relaciones públicas; un Estado que afirma que ha acabado con su ocupación de Gaza mientras que sigue controlando férreamente las fronteras de Gaza, sus pasos fronterizos, sus aguas territoriales y su espacio aéreo, y cada uno de los medios de subsistencia de la zona.
El dirigente de este nefando Estado, Ehud Olmert, irá a la conferencia de Annapolis no a hacer la paz y mostrar buena voluntad hacia las víctimas de Israel, sino para asegurarse de que de ella no resultará un avance sustancial.
Olmert, un hombre de sobra conocido por su criminalidad, su falsedad y sus engaños, se permitirá generosamente las mentiras, los malabarismos verbales y desviar la atención, pero eludirá los problemas reales, fundamentalmente acabar con la aborrecible ocupación de la patria palestina y con la brutalidad respecto al pueblo palestino.
Olmert ni siquiera hará referencia a los millones de miserables refugiados palestinos que se pudren en diminutos campos de refugiados repartidos por todo Oriente Próximo porque un Estado que se llama a sí mismo una luz sobre las naciones no les permitiría retornar a sus ciudades y pueblos de los que fueron arrancados cuando nació este Estado de Israel hace sesenta años.
No mencionará Jerusalén este cuya identidad árabe, cristiana y musulmana los sucesivos gobiernos israelíes han tratado de decapitar humana, espiritual, demográfica y económicamente.
Y, por supuesto, ignorará completamente el siniestro bloqueo israelí a un millón cuatrocientos mil habitantes de Gaza que están siendo atormentados y a los que se está matando de hambre porque el sionismo no puede perdonar que los palestinos hayan elegido un partido que a Israel no le gusta.
En vez de abordar honesta y seriamente los problemas reales, Olmert lanzará una farsa acerca de fortalecer al presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, y de alentar «las fuerzas de la moderación y la paz «, como si el verdadero problema en Palestina fuera la ausencia de moderación y paz entre los palestinos y no la similar a la nazi ocupación y opresión por parte de Israel de los palestinos.
Y a continuación tenemos a Abbas, el dirigente de la Autoridad Palestina respaldado por Estados Unidos que, al parecer, cree que ahora es el mejor momento para hacer la paz porque la conciencia estadounidense de pronto se ha despertado de su sueño y George W. Bush ha experimentado una afortunada metamorfosis de hombre malvado a santo.
Abbas parece verdaderamente patético. Ya se lo ha jugado todo a la carta estadounidense lo que significa que no podrá decir «no» a los estadounidenses cuando tenga que hacerlo.
Por esta razón lo único que puede hacer Abbas para salvar su Autoridad Palestina, que en realidad carece de toda autoridad real, es soñar despierto e implorar al hombre lobo de la Casa Blanca que presione a Israel para que demuestre un deseo de paz verdadaro. Los psicólogos afirman que soñar despierto representa el más alto grado de frustración.
Pero, como dijo el famoso poeta árabe hace más de 1400 años, quien no se respeta a sí mismo no será respetado por los demás. La culpa es sólo de Abbas. Confió demasiado en Bush y Olmert hasta el punto de que se ha convertido en un suplicante derrotado al umbral de sus puertas. Maltrató a su pueblo y hizo muchas cosas que no debería haber hecho, todo ello para complacer a Olmert y Bush, pero en vano.
En una palabra, a veces no se está en situación de pedir nada.
También asistirá la habitual horda de déspotas árabes siempre a la entera disposición de los estadounidenses y que valoran siempre la legitimidad procedente de la aprobación estadounidense más que la procedente de la aceptación de sus propias masas.
La mayoría de estos reyes y presidentes vitalicios está bastante cansada de aguantar la causa palestina y están muy deseosos de deshacerse de lo que quede del honor y de los derechos árabes, probablemente incluyendo la Mezquita de al Aqsa, el tercer lugar más santo del Islam. Esta inercia, este agotamiento se puede detectar en el tono de sus voces.
Sin embargo, a estos tiranos les gustaría que primero lo hicieran los propios palestinos y así ellos podrían decir a sus respectivos pueblos: «¡Mirad, podemos ser más palestinos que los propios palestinos!».
Estos son los mismos denominados dirigentes que discretamente está actuando ahora en connivencia con Israel para diezmar y matar de hambre al pueblo de Gaza con el fin de apaciguar a Estados Unidos y obtener de él un certificado de buena conducta.
Asiste también la Unión Europea (UE), cuyos dirigentes siguen tratando de ganarse el favor de Israel a pesar del perverso trato que éste inflige a los palestinos. Ésta es la misma UE que ha demostrado ad nauseam que no perderá ninguna oportunidad de sucumbir a la presión israelí y sionista, no siquiera al precio de ver cómo civiles inocentes son asesinados y están muriendo de hambre.
Hace unos pocos día el ministro francés de Asuntos Exteriores, Bernard Kouchner, aseguró a Israel que Francia siempre trataría de garantizar la seguridad de Israel. ¡Valiente prostitución moral! La seguridad de Israel, un país que posee 300 armas nucleares, 700 cazabombarderos de último modelo, 4.000 tanques y varios submarinos nucleares, debe ser protegido y preservado, mientras que los palestinos, que apenas pueden poner comida en la mesa para sus hijo que se están muriendo de hambre, debe ser bloqueada y castigada.
No demos olvidar a Tony Blair, el falso y artero ex-primer ministro británico que tiene las manos manchadas con toneladas de litros de sangre iraquí. Este criminal de guerra está intentando ahora sobornar a los palestinos con «proyectos económicos» con la esperanza de que esto les hará olvidar algunos de sus derechos inalienables, incluyendo el derecho al retorno de los refugiados y Jerusalén.
Por último, Annapolis tendrá el honor de que el cómico Ben Ki-moon asista a la conferencia. Para quienes no lo conozcan, este Ki-moon siempre tiene que medir sus palabras muy cuidadosamente no sea que diga algo que no les guste a Bush y Condoleezza Rice.
Bien, ¡¡con semejante formidable compañía los palestinos no tienen por qué preocuparse, su causa está en manos honestas!!
* N. de la T.: hasbara es una palabra hebrea que significa «explicación». Los sionistas la usan como sinónimo de lo que nosostros llamaríamos «propaganda o manipulación prosionista» y que ellos llaman «diplomacia pública», es decir, el equivalente al estadounidenses «ganarse las mentes y los corazones».