Sí, hay un gran sector de la izquierda árabe e internacional que lo hace bajo el lema del rechazo, la resistencia y el antiimperialismo. Se trata de una izquierda que estaba relacionada con el esquema soviético previamente, esquema que partía de que la lucha internacional es una lucha contra el imperialismo, que es el «círculo […]
Sí, hay un gran sector de la izquierda árabe e internacional que lo hace bajo el lema del rechazo, la resistencia y el antiimperialismo. Se trata de una izquierda que estaba relacionada con el esquema soviético previamente, esquema que partía de que la lucha internacional es una lucha contra el imperialismo, que es el «círculo principal», entendido como imperialismo estadounidense básicamente, que dirigía el modelo capitalista en su conjunto.
Por ello, todo el que se oponía o difería con el imperialismo estadounidense pasaba a estar en el «bando nacional» o «progresista» o «libertador» y había que aliarse con él por necesidad. Esa «conciencia» o «concepción» ha seguido dominando a aquellos y dirigiendo sus políticas. Ello a pesar de la caída de la Unión Soviética y de los países socialistas, situación que ha creado un nuevo mundo que ya no posee las mismas características que en la guerra fría (es decir, la guerra entre el capitalismo y el comunismo), y a pesar de que la idea misma era un error marxistamente hablando, y expresaba la política del Estado soviético en su lucha internacional, que se suponía que debía atraer al eje de su política a todos los que se oponían al imperialismo. Eso es lo que hicieron los partidos comunistas en general, sin tener en cuenta la realidad objetiva en sus países.
Por ello, siempre estaban unidos a fuerzas que no eran comunistas ni socialistas, sino que eran en su esencia capitalistas aunque difirieran con el imperialismo estadounidense en concreto. Por ejemplo, se unieron al Baaz, que estableció una autoridad que se alió con las autoridades soviéticas, pero cuyas relaciones económicas eran con los estados capitalistas europeos, y defendían su socialismo aunque lo único que tenía de socialista eran sus lemas, cuyo contenido expresaba el «socialismo de la pequeña burguesía» o el «socialismo de los campesinos», y era el Baaz quien representaba a esos sectores sociales. Este «socialismo» inevitablemente daba lugar a un desarrollo capitalista, y posteriormente mafioso.
A pesar de todos los errores de la experiencia, aquellos no corrigieron las ideas en las que se apoyaban, sino que siguieron dominados por el «hecho» en sí.
Esos mismos, también defendieron a muerte a los «yihadistas» y los «Hermanos Musulmanes», que se oponían al imperialismo, como decía esta izquierda, aunque los islamistas no utilizasen el concepto de imperialismo y careciesen de una política basada en lo político. Esta izquierda también acusó a todo aquel que se negó a apoyar a los islamistas o a aliarse con ellos de estar de parte del imperialismo. Por ello, prepararon el camino a los islamistas para convertirse en la primera fuerza «opositora» al régimen y la primera fuerza «anti-imperialista». Así, era obvio que llegarían al poder tras las revoluciones que han tenido lugar. Esta política no solo ha fortalecido a los islamistas, sino que también ha debilitado a las fuerzas de izquierda, bien porque estas fuerzas, en su discurso político, aparecían como un margen para los islamistas, lo que los hacía estar en apuros con el régimen, o bien porque los anti-imperialistas tendían a apoyar a los islamistas en vez de a la izquierda que los glorificaba. Ello es lo que aumentó el volumen de los islamistas y marginó a la izquierda.
Esta izquierda no se detuvo ante lo que se acaba de exponer: no criticó su alianza con o su apoyo a los islamistas. Y ello a pesar de que la puesta en valor de los «Hermanos» y los islamistas en general es resultado en cierta medida de este canturreo mediático y propagandístico «de izquierdas», que los asentó como fuerza opositora o como fuerza anti-imperialista. La «lógica de la concepción» siguió siendo la misma, y el principio general heredado de los soviéticos siguió dominando su visión. El concepto del círculo central siguió siendo clave en el análisis, unido a la visión «política»; es decir, la visión de la política como hechos, posturas y relaciones, sin una comprensión profunda de la naturaleza de las fuerzas, ni de los intereses de clase, ni de las relaciones entre las fuerzas y las clases. Por ello, (esta izquierda) repite los mismos errores y se queda marginada y, desde el margen, se arrepiente y habla de conspiraciones, además de insultar.
Esta izquierda sigue el mismo patrón metodológico, en cualquier parte: en Siria y con los islamistas. Y por tanto, si ha fracasado en la primera postura, necesariamente también fracasará ahora. Ve «la divergencia» entre el poder (sirio) y EEUU en concreto (no con todo el imperialismo, ya que hay relaciones con Europa y Turquía) sin aproximarse a las causas de esa divergencia, partiendo de una comprensión de la naturaleza de clases del poder, como supone el marxismo y la naturaleza de sus intereses. ¿Por qué diverge con EEUU y firma un pacto estratégico con Turquía y se esfuerza por atraerse a Europa, por no decir que intenta entenderse con EEUU (incluso con mediación sionista en algún momento)? ¿La estructura económica materializada en la última década supone un enfrentamiento con los EEUU o una unión con ellos, o quizá con el modelo capitalista? Finalmente, ¿por qué se produjo la divergencia con EEUU?
Era importante para esta izquierda que «existiera la divergencia» que comenzó a caracterizar previamente, con adjetivos «abstractos», resultado de una preconcepción y una pre-definición de todo lo que diverge con el imperialismo estadounidense. Es decir, resultado de «moldes preparados» que valen para todo aquel que aparente estar en contra de EEUU. Estos moldes se aplicaron a los islamistas en su momento y hoy se aplican a las autoridades sirias. Eso es lo que se llama una visión formal, que se somete a presupuestos que nada tienen que ver con la realidad, ya que no se definen claramente las clases que se están apoyando, sino que la pre-delimitación política es la que provoca las «ilusiones» sobre la naturaleza de estas fuerzas que se amoldan a ese presupuesto. Por tanto, todo el que está «en contra del imperialismo» forma parte de las clases revolucionarias o progresistas (o la burguesía nacional), aunque su divergencia con el imperialismo no llegue al punto de una verdadera lucha, sino que tal vez imponga una competencia o un intento formal de marginar la lucha entre las fuerzas de clases semejantes. Así, los «Hermanos», en términos de clase, son los capitalistas comerciales tradicionales insertos en el poder económico mundial. Las autoridades sirias son «nuevos hombres de negocios» que trabajan como una mafia en los sectores de servicios como todos los capitalismos gobernantes, y esa naturaleza suya es la que ha provocado la revolución, como sucedió en Túnez, Egipto, Yemen y Libia, y en Marruecos y Jordania ha hecho que se iniciara un movimiento revolucionario, pues la estructura de clases es semejante. Por tanto, hay que preguntarse por la causa de la divergencia entre la mafia siria y el imperialismo estadounidense (a pesar de que esta mafia es parte de la estructura capitalista mundial).
Así, hay una contradicción que nace frente el imperialismo, que es en su base una contradicción de los pueblos, y también existe una divergencia por uno u otro motivo en el marco de la competencia o la aclimatación con el poder imperialista, como resultado de la naturaleza de la clase que domina todas las circunstancias para que se produzca una revolución. ¿Damos, entonces más importancia a una divergencia marginal entre la clase dominante con el imperialismo en vez de a la profunda contradicción entre esta clase y el pueblo?
El estudio de la estructura de clase y la realidad política ha quedado fuera de los intereses de esta izquierda, a pesar de ser una prioridad marxista, y la base de su método materialista. En consecuencia, no son conscientes de las contradicciones de clase, sino que ven la divergencia política, justo porque su conciencia es una conciencia politiquista (es decir, de hechos, que sigue la política de las autoridades y los partidos, las relaciones internacionales y las declaraciones de las fuerzas). Y toda la lucha de clases queda fuera de esa visión, porque lo político no se funda sobre el conocimiento de la realidad económica y las contradicciones de clases, y en consecuencia de su representación política, sino que parte en exclusiva de lo político.
Todo ello está fuera de las posibilidades de la «razón formal» (la razón que sigue la lógica formal del blanco y negro sin ver la gama de colores entre ambos).
La razón es formal y superficial y el resultado es necesariamente una política errónea. Ello no es izquierda, pero ¿qué intereses expresa? ¿Es acaso un «reacondicionamiento» del pasado, que sigue relacionado con las ilusiones de ideas que la realidad ha superado?
Publicado por Traducción por Siria