La que se ha dado por llamar la revolución de los jóvenes en Egipto ha concluido una primera etapa de lo que puede llegar a ser un proceso de mediano o largo plazo. El 11 de febrero de año en curso y después de un mes de fuertes protestas en las principales ciudades del país […]
La que se ha dado por llamar la revolución de los jóvenes en Egipto ha concluido una primera etapa de lo que puede llegar a ser un proceso de mediano o largo plazo.
El 11 de febrero de año en curso y después de un mes de fuertes protestas en las principales ciudades del país principalmente, el Cairo y Alejandría, el octogenario dictador Hosni Mubarak fue obligado a renunciar dada la presión ejercida por la población egipcia, la gran mayoría de las fuerzas sociales con excepción de los grupos allegados a la oligarquía que dominaba y sometía a la sociedad en su conjunto.
Sin embargo existe otro elemento que también presionó para la caída de Mubarak, el poder ejercido desde Washington, principal aliado del ahora expresidente, el cual lo ayudó a mantenerse durante más de los 30 años que estuvo en el poder. ¿Por qué ahora no solo abandona a su protegido sino que lo obliga de manera precipitada y casi atropellada a que renuncie a la presidencia de su país?
La lectura que podemos hacer es que frente a la enorme embestida de la protesta social que inició en Túnez y se desencadenó en gran parte del mundo árabe, el gobierno de los Estados Unidos se precipitó a buscar una nueva posición en el tablero del ajedrez político del mundo musulmán el cual han tenido controlado y bajo dominio gracias a la gran cantidad de gobiernos aliados a Washington, los cuales sometían a sangre y fuego todo intento de la población por liberarse y acceder a un gobierno más acorde con sus interese económicos, sociales, políticos y algo muy importante culturales, incluyendo por supuesto a la religión.
Por otro lado tenemos que los EUA junto con Egipto y otros gobiernos del mundo árabe formaron parte del escudo antimusulmán que ha avalado, protegido y sostenido a Israel y su Estado frente al riesgo inminente y permanente en el cual se encuentra el enclave y principal aliado de los EUA en la región.
El gobierno de Egipto ha sido un aliado y pieza clave para contener el repudio árabe y musulmán en contra de Israel el cual desde que fue creado al finalizar la segunda guerra mundial ha jugado un papel central en el rejuego político y militar para controlar la región junto con diversos gobiernos de Europa, región rica en yacimientos petroleros.
Entonces ¿por qué Washington retira su apoyo a uno de sus peones principales y lo obliga a dimitir? La respuesta está en la magnitud de la rebelión y su explosiva capacidad de contagio y expansión hacia otros países y el riesgo del surgimiento y afianciamiento de gobiernos independentistas, críticos y tendientes a la autonomía y alejamiento de la influencia del mundo occidental y la consecuente pérdida de control de los EUA y sus aliados, lo cual significa la pérdida del dominio y la influencia en una región con enormes riquezas materiales y también culturales, lo que representa la posible pérdida de mercados, la imposibilidad re realización de infinidad de mercancías y de millones de dólares de ganancia.
Bajo estas circunstancias lo que los EUA quieren es acercarse a las fuerzas opositoras y frente a la fuerza de la revolución emergente quedar lo mejor posicionados ante ellos, perder el mínimo de influencia y con ello poder ubicarse como controladores del nuevo grupo gobernante, y si les es posible, imponerlo ellos mismos . Reza el dicho «de lo perdido, lo que aparezca», y eso es lo que tratarán de obtener.
Aquí es importante preguntarnos acerca del objeto de la revolución más allá de derrocar al tirano y pugnar por democracia y libertad. ¿Cuál es el modelo de sociedad que el pueblo y las diferentes fuerzas sociales quieren para Egipto y el mundo árabe? ¿Acaso es posible que no haya un consenso entre los diferentes sectores de la población de hacia dónde dirigir la revuelta y hacia qué puerto orientarse?
En estas circunstancias el riesgo de una traición es mayúsculo para la gran mayoría de las fuerzas que han participado en este proceso . Ahora que el poder político está en manos de los militares y que estos han exigido el cese total de la protesta social, además de no ser claros en cuanto al cumplimiento de demandas fundamentales como el fijar la fecha para la realización de elecciones libres y democráticas.
Lo que podemos observar es que tras bambalinas, los grupos que conformaban el poder junto con el depuesto Mubarak junto con sus aliados de los EUA, Europa y Medio Oriente, están tratando de ganar tiempo con el objetivo de armar un modelo de gobierno que sostenga, cuide y vele por los intereses, la integridad político, militar y territorial de Israel frente al mundo árabe, así como la posición económico-social de la elite egipcia junto con toda su riqueza y poderío y la desactivación inmediata de la rebelión, la cual, aparte de diversos países de la región, ya deja ver su influencia en otras latitudes tal y como podemos ver en la creciente protesta en Italia contra Silvio Berlusconi.
Las fuerzas sociales y políticas, la juventud egipcia y la población en su conjunto deben mantenerse alertas y claras ente un posible golpe de timón por parte de sus enemigos. La revolución debe orientarse con pasos firmes hacia donde ellos mismo decidan de manera libre y autónoma. La historia ha dado diversas lecciones de que es precisamente en este punto en el que se encuentra la movilización popular egipcia, en el que el engaño, la mentira y la traición llegan de manera inesperada con cien trucos debajo de la manga y para confundir, confrontar, deshacer la organización de la revuelta y termina por derrotar, someter y vencer a los movimientos populares que valientemente se han levantado para sacudirse el yugo de su propia historia y se lanzaron a conquistar su libertad.
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