La filosofía postmoderna ha incidido en el olvido como su punto neurálgico, y con el desprecio por las enseñanzas históricas ha conseguido que la falta de conocimiento sobre la experiencia se haga general en las sociedades que a su vez destruye no sólo valores humanos sino todo lo que nos rodea. Y de opresión histórica […]
La filosofía postmoderna ha incidido en el olvido como su punto neurálgico, y con el desprecio por las enseñanzas históricas ha conseguido que la falta de conocimiento sobre la experiencia se haga general en las sociedades que a su vez destruye no sólo valores humanos sino todo lo que nos rodea.
Y de opresión histórica debemos tratar la ocupación primera y objetivo actual de lucha occidental por Oriente Medio.
Ante la nueva conquista de Oriente Medio por el imperio, se nos hace preciso recuperar las enseñanzas históricas, necesitamos la memoria, los cimientos, sólo así podremos desbrozar sus ansiedades, entender sus fines y sumarnos a los pueblos que quieren frenar la recolonización.
Recordemos entonces: La Historia nos dice que el sionismo nació en la cuna del antíguo colonialismo, Gran Bretaña, y creció en la cuna del colonialismo moderno, los EEUU. Palestina es el primer paso hacia el dominio de esa orilla mediterranea.
Con el comienzo del siglo XX, cuando entró el capitalismo mundial en su última fase, el imperialismo incrementó la crisis del sistema, las contradicciones entre los componentes del mismo, la agudización de la competencia por el dominio colonial y a su vez condujo a la intensificación de la lucha de clases dentro de los países.
El imperio turco con su régimen feudal y su dominio ámplio geográfico, rico en recursos, mercados y situación geoestratégica, llegó a ser punto de atracción para los capitalistas, y un eje principal para el capitalismo europeo en su lucha de conquista y reparto de poderes sobre esta zona: en su punto de mira se encontraron los países árabes y particularmente Palestina, la posición más destacada en sus estrategías coloniales.
El movimiento sionista nació en el siglo XIX como una expresión nacionalista falsa, una expresión de las aspiraciones de las burguesías medias (artesanas y financieras) que evitaban la integración en las sociedades capitalistas nacionalistas en auge surgidas en este siglo, esa era su forma de actuar para no quedar a la altura de la clase obrera; el movimiento sionista encontró una oportunidad seria para traducir sus sueños utópicos reaccionarios y chovinistas en una realidad colonial sobre Palestina. Y así coincidieron los proyectos coloniales capitalistas con los intereses del movimiento sionista: construir bases estratégicas fijas en la zona, y particularmente en Palestina, (fines económicos, militares, etc, etc.)
La Primera Guerra Mundial es la manifestación más violenta del incremento de la crisis del capitalismo mundial, y el avance de la lucha de los pueblos por el socialismo con el resultado de la Revolución de Octubre. Como consecuencia de las alianzas entre la reacción, aristócratas, tribales, y el gobierno imperialista de Gran Bretaña, se acabaron de dispersar las fuerzas de la región que buscaban alcanzar un porvenir más independiente y próspero.
Los Acuerdos de Sykes – Picot del 16 de Mayo de 1916 entre Gran Bretaña y Francia, con la aprobación del Zar ruso y el Rey italiano, por los que se repartían Oriente Medio, (acuerdos que mantuvieron en secreto y que denunciaron los revolucionarios bolcheviques durante la revolución) fueron un engaño completo a los pueblos árabes de la zona al usurpar sus derechos y aspiraciones, un crimen que declararon «legal» en el Congreso de San Remo del 19 de Abril de 1920. Concretaron el siguiente reparto: El Estado colonialista francés se quedaba con Libia y Siria, a la que separaron de Palestina, (lo que habían firmado en 1919 en el Tratado de Versalles); El Estado colonialista inglés robaba Iraq, parte de Irán y Palestina. Y es que en 1917, el 2 de Noviembre, el Estado colonialista inglés había dado una carta, firmada por el Ministro de Exteriores A. J. Balfour, al sionista baron Rothschild con el compromiso de entregar Palestina a las organizaciones sionistas.
Las intenciones de crear bases fijas se habían plasmado en ese documento que se conoce como Declaración Balfour. Con semejante acuerdo querían garantizar la emigración judía, el aplastamiento de la resistencia palestina, y reemplazar a la población autóctona.
La creación de los protectorados como un Estado para absorver a los palestinos y acabar con su identidad nacional les llevó a prestar su apoyo la emigración judía, la confiscación de terrenos, crear colonias judías, proteger una economía judía con capital sionista y destruir la economía palestina, y apoyar a las instituciones sionistas, todo bajo mandato británico.
Palestina goza de una posición estratégica militar y económica en el Mediterráneo, uno de los más importantes en el mundo, entre los tres Continentes, (Europa, África y Asia).
En el 358 antes del nacimiento de Cristo, el primer rey persa, Korsh, dijo que para dominar Oriente hay que conquistar Palestina.
Napoleón (1799) dijo tras su derrota ante las murallas de Akra: «Si hubiese podido conquistar ésta ciudad habría conquistado todo Oriente.»
Eisenhower: «El valor regional más importante está en Oriente Medio». Entonces era lider superior de la Alianza Atlántica y describió Oriente Medio como el corazón del mundo: «Es la principal fuente de recursos para la civilización de hoy. El dominio de Palestina es la garantía para el control de las fuentes de petroleo y el transporte para suministrar a Europa y el mundo Occidental.»
Alfred Lilienthal dijo: Los países árabes suministran el 98% del petróleo para el mundo occidental, y si algún día los árabes cierran esa puerta nos hunden.»
En 1947 el doctor Goldman en una conferencia en Montreal (Canada), que fue publicada en el periódico la Unión Nacional, en francés, nº 13, en 1953, dejó dicho: «Los judíos han elegido Palestina no por un motivo religioso, ni por las aguas del mar Muerto, ni por el petróleo, sino porque Palestina es el punto de encuentro de Europa, África y Asia. También es el punto estratégico para todas las fuerzas que quieren dominar el mundo.»
Con ésta introducción que contiene algo de Historia, geografía y política, vemos que ese territorio es de un gran valor, y Oriente Medio, en general, y Palestina en particular, ha sido y sigue siendo un alimento muy necesario para los cerebros insaciables del imperialismo y el sionismo.
Ramón Pedregal Casanova es autor de «Gaza 51 días». Presidente de la Asociación Europea de Cooperación Internacional y Estudios Sociales AMANE.
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