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Líbano

La resistencia del Gobierno y el futuro del país tras el atentado

Fuentes: Aish

El aumento de la violencia y la inestabilidad que siguió al atentado del 19 de octubre en Beirut hicieron temer el desequilibrio político del país, pero Líbano está logrando, por el momento y pese a que la situación es muy inestable, contener la violencia derivada del conflicto sirio. Para ello ha sido fundamental la resistencia […]

El aumento de la violencia y la inestabilidad que siguió al atentado del 19 de octubre en Beirut hicieron temer el desequilibrio político del país, pero Líbano está logrando, por el momento y pese a que la situación es muy inestable, contener la violencia derivada del conflicto sirio. Para ello ha sido fundamental la resistencia del Gobierno de Nayib Mikati, lograda gracias al apoyo de diferentes fuerzas políticas, tanto nacionales como extranjeras. Aunque la crisis que provocó el atentado tardará en resolverse, parece factible que el primer ministro agote su mandato si no comete errores graves y cuenta con la oposición para buscar una solución de unidad.

La unidad nacional fue una prioridad desde que explotó el coche bomba que mató a Wisam al-Hasán. Por esa razón, el presidente Michel Suleimán rechazó la dimisión de Mikati. La misma preocupación empujó al ejército a salir a la calle para apaciguar las manifestaciones que, durante varios días, elevaron el tono hasta poner en peligro la estabilidad del país. Tras esas primeras reacciones, los diferentes representantes políticos se han posicionado y movido ficha en el complejo tablero de ajedrez que es Líbano.

La coalición opositora Movimiento 14 de marzo ha tomado la postura más beligerante frente al Gobierno y lleva pidiendo la dimisión de Nayib Mikati desde el día que se celebró el funeral de al-Hasán. Considera que el Gobierno no es neutral y que, de hecho, propició el atentado; por eso reclama un nuevo Gobierno sin miembros de las principales coaliciones ni posibles candidatos presidenciales, para que los intereses políticos no enturbien la resolución de la crisis. Tras una reunión ordinaria, la secretaría de la coalición se ha reafirmado en su determinación de «mantener la presión sobre el Gobierno, mediante la celebración de manifestaciones en Beirut y en Trípoli, así como el boicoteo al Parlamento en lo referente a los proyectos del actual Gobierno».

Por otro lado, Hizbulá confirmó su apoyo al Ejecutivo, aunque tardó en pronunciarse. El prolongado silencio del partido islamista chií es un síntoma más del debilitamiento que padece desde que comenzó la guerra en Siria. Sigue siendo el principal partido que sostiene al Gobierno y aún goza de popularidad entre los libaneses, debido especialmente a su postura frente a Israel, pero sus perspectivas de futuro no son tan sólidas como hace unos meses. Planea aún sobre ellos la sospecha de que son cómplices de los autores del atentado y esto ha dado lugar a que el número y la repercusión de las intervenciones de sus líderes hayan mermado considerablemente. Además, quedó al descubierto el envío de paramilitares chiíes a Siria cuando varios de ellos murieron y tuvieron que ser enterrados en el sur del país, bastión de Hizbulá. Son conscientes de que la caída de al-Asad supondrá para ellos un mayor aislamiento en la región y esto les preocupa. Asimismo, el presidente del Partido Progresista Socialista y principal líder druso Walid Yumblat probablemente dejará de apoyar a la coalición de Gobierno y se alineará con el Movimiento 14 de marzo; Yumblat culpa a Siria (pero no al Gobierno) del atentado y secunda la propuesta de la oposición de crear un nuevo Gobierno neutral, siempre que esto no suponga vacío de poder. La suma de todos estos factores amenaza la hegemonía política de Hizbulá.

Las potencias extranjeras que se pronunciaron manifestaron su compromiso con el Gobierno e insistieron de forma casi unánime en dos ideas: el Gobierno debe buscar una solución de unidad nacional y ha de hacerlo sin injerencias externas. El presidente francés, François Hollande, generó mucha expectación, ya que visitó el país en un viaje relámpago y sorpresa, además de simbólico -por ser el primero que realiza a Oriente Próximo-. Francia ha aportado 1100 soldados a la United Nations Interim Force in Lebanon (UNIFIL) y se ha comprometido a armar al ejército libanés si se lo piden. También se desplazaron al país los ministros de exteriores italiano, Staffan De Mistura (que es, además, el representante especial de la Secretaría General de la ONU en Líbano), y egipcio, Muhammad Kamel Amr. Este último fue el único que se ofreció, aunque sin éxito, a mediar entre los partidos políticos, con el fin de ganar influencia regional para el Gobierno de Mursi. Frente a esta propuesta, el presidente Suleimán recordó la firme intención de Líbano de resolver internamente sus problemas y aclaró que «estas visitas son exploratorias y para consultar a Líbano sobre sus necesidades; ni pedimos a los mandatarios extranjeros que intervengan ni ellos quieren interferir en nuestros asuntos internos».

Las elecciones presidenciales previstas para 2013 han pasado al primer plano del debate político, después de que el Gobierno haya detenido la oleada de violencia sectaria y se haya logrado que la resolución de la crisis se encauce por vías diplomáticas. Este debate gira en torno a dos cuestiones: el tamaño y el número de las circunscripciones, y la ponderación del voto. La Constitución establece una cuota de escaños para cada confesión religiosa, pero dependiendo de la extensión de la circunscripción, un ciudadano se puede ver forzado a elegir diputados de una confesión distinta a la suya. Si se aumenta el tamaño de las circunscripciones y la cantidad de diputados que les corresponde a cada una, se favorece ese fenómeno y el voto adquiere un carácter más personal que confesional. La dificultad de los partidos para alcanzar acuerdos y la brevedad de los plazos (la ley debe estar aprobada a principios del año 2013) hacen pensar que no habrá grandes cambios respecto de la legislación actual, pero que las elecciones se hayan convertido en el centro de atención es un síntoma de salud política. Un adelanto electoral puede enturbiar el proceso y provocar un serio conflicto, ya que es difícil que los acuerdos se cierren en menos tiempo del dispuesto. Ahora, el objetivo del Gobierno es trabajar para que los comicios se celebren con garantías.

Fuente original: http://www.aish.es/index.php/es/libano/225-datos-basicos/3874-libano-111112-la-resistencia-del-gobierno-y-el-futuro-del-pais-tras-el-atentado