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La revolución del pueblo sirio es una cosa y la «oposición» siria es otra

Fuentes: Kebreet

Durante décadas, todo se ha centrado en destruir y acabar con cualquier institución del tipo que fuera en Siria, empezando por los simples comités locales de barrio por todo el país y llegando hasta los ámbitos del deporte, la cultura, las asociaciones de mujeres, las asociaciones benéficas, las asociaciones religiosas, las asociaciones tribales y las […]

Durante décadas, todo se ha centrado en destruir y acabar con cualquier institución del tipo que fuera en Siria, empezando por los simples comités locales de barrio por todo el país y llegando hasta los ámbitos del deporte, la cultura, las asociaciones de mujeres, las asociaciones benéficas, las asociaciones religiosas, las asociaciones tribales y las de agricultores, etc.

Las escuelas, las universidades, los centros del gobierno, el poder judicial y legislativo, y la institución militar (que en todo el mundo tiene prohibido pertenecer a cualquier partido político, excepto en Siria)… El aparato de corrupción y despotismo no ha dejado una sola estructura social de ningún tipo en la que no haya esparcido sus virus para impedir que trabajara y convertirla en una estructura dependiente del partido único «líder del Estado y la sociedad»[1]. También repartió espías, informadores y todo tipo de instrumentos de división para no dejar que esta institución o aquella trabajase como debía. No está de más mencionar, aunque no hay espacio para hablar aquí de ello, la estúpida idea del Frente Nacional Progresista, que ha reducido toda actividad de naturaleza partidista al amparo del «partido único, líder del Estado y la sociedad»[2].

A pesar de este ambiente enfermizo, muchos sirios no esperaban, y ello teniendo en cuenta la salvaje crueldad a la que se enfrentaban, conseguir liberar su país de tan fuerte y putrefacto agarre… Desde las protestas de finales de los setenta, que desembocaron en la masacre de Hama, pasando por la primavera de Damasco a principios de la década pasada con sus intentos de revitalizar la sociedad civil y defender los derechos humanos (un ejemplo de lo que es imposible en un contexto dictatorial), hasta llegar al levantamiento de los kurdos, todo ello ha sido recibido con detenciones en condiciones lamentables, torturas, asesinatos (incluidos los perpetrados en el extranjero), castigos a las familias de los activistas durante toda su vida, prohibiciones de viaje… Quien logró escapar de tal infierno, permaneció de por vida en el exilio, convirtiéndose incluso la relación con su madre, en una mera relación biológica porque, hasta la revolución de las telecomunicaciones de hoy día, la llegada de un mero trozo de papel por correo ordinario suponía un terrible coste. Por todo ello, aparecieron un fenómeno por el cual algunos de los que habían sido víctimas del despotismo se convirtieron en una copia de la dictadura y sus métodos, en respuesta a la dura represión y marginación a la que se habían visto sometidos. Por ello, hoy vemos casos de gente que se viste con las ropas de la revolución, pero que se comporta de forma que recuerda al aparato de la dictadura.

Así, la expresión «la oposición» no se ajusta a este ambiente envenenado porque, simplemente, la oposición es la parte que perdió las elecciones en un régimen democrático transparente y no pudo, por ello, formar un gobierno que durará unos años hasta las siguientes elecciones en las que dicho gobierno tal vez pase a formar parte de la oposición, y así sucesivamente.

Lo que hoy está teniendo lugar en Siria es una revolución excepcional en la historia de la humanidad, en la que se mantiene de pie el pueblo sirio, la mayoría de cuyos habitantes hasta no hace mucho (marzo de 2011) iban al colegio, las universidades, sus puestos de funcionarios o militares para aclamar el nombre del líder eterno y el partido único y para compartir con sus comerciantes (odiosos), como Rami Makhlouf, sus sueldos. Si no, los aparatos de seguridad e inteligencia familiares saltarían sobre ellos para hacerles la vida imposible. En las zonas occidentales (donde la presencia de las bandas de la «familia gobernante» es más descarada), las familias no se atrevían ni a guardar sus posesiones por miedo a un saqueo directo. Por ejemplo, uno de ellos daba una patada a la puerta, cogía lo que quería y se iba sin despeinarse, porque quienes gobiernan Siria son bandas al margen de la ley, como este ejemplo demuestra. No hay ninguna ley a la que recurrir.

Desde que en el Hawran se levantaron las tribus, un nuevo ser humano sirio nació y entramos en una nueva era y una nueva vida. Una tierra y un cielo nuevos, pasamos la página de la dictadura en Siria y, desde entonces, el ser humano sirio anunció con la voz bien alta: «Que gire el Universo que voy hacia el amplio espacio de la libertad». Tras este anuncio, se puso en marcha el aparato criminal de las bandas del gobierno que se parecen a lo que Franz Kafka describía en su novela En la colonia penitenciaria, y que cosechó y cosecha las almas de los sirios inocentes. En una serie de crímenes terribles que tienen lugar ante la mirada del mundo, la dolorosa experiencia siria sigue siendo una triste vergüenza para la humanidad.

El doctor George Sabra, activista sirio, en una de sus entrevistas definía con una bella claridad la situación de desesperación que vivía el pueblo sirio antes de ese momento histórico en el que Bu Azizi se inmoló en Túnez. En aquel entonces, estábamos viendo una serie en la televisión.

Por eso, esta sorprendente revolución es una cosa y lo que, erróneamente, se llama «oposición» es otra. Que el pueblo sirio delegue en una parte concreta para que lo represente en las reuniones internacionales y la llame «Consejo Nacional Sirio» no significa que esa parte se llame oposición porque, sencillamente, su misión no es quitar este gobierno para ocupar su lugar, sino representar las demandas del pueblo revolucionario y después devolverle el mando al pueblo vencedor. En ese momento, el Consejo habrá de disolverse porque ya no será necesario mientras se preparará al país para unas elecciones libres y transparentes que den lugar al nacimiento de un gobierno que represente la voluntad del pueblo. Ahora, en lo referente a su poca efectividad a día de hoy y sus continuos tropiezos, no es misión de este texto analizarlo porque ello no niega su existencia como entidad nacional con una importancia determinante en esta etapa. Las formaciones de todo tipo que han nacido desde el inicio de la revolución tienen dos significados principales:

– Responder al anhelo del ser humano sirio de redescubrir su identidad libre y a la influencia de la magia de esta maravillosa revolución.

– Conformar los rasgos de la Siria del futuro que estará llena de nuevas ideas y opiniones diversas, algo que insuflará oxígeno a la vida pública que ha estado asfixiada durante décadas.

En lo que se refiere a una expresión aún más desacertada («la unidad de la oposición siria»), retomaré aquí una frase del pensador sirio Jad al-Karim al-Jaba’i para aclarar con ella la particularidad de esta revolución excepcional cuya nobleza la aleja de todas estas expresiones: «No me he sentido tan tranquilo nunca ante «la fragmentación de la oposición» tradicional como hoy, porque su fragmentación y debilidad son señales de optimismo, ya que nadie logrará así robar la revolución ni secuestrarla.

Notas

[1] Según el artículo 8 la anterior constitución vigente.
[2] Paraguas que agrupa a partidos satélites del Baaz, todos ellos de tendencia izquierdista y que son los únicos que forman parte del Parlamento.

Tomado de Traducciones de la Revolución Siria: http://traduccionsiria.blogspot.com.es/2012/04/la-revolucion-del-pueblo-sirio-es-una.html?utm_source=feedburner&utm_medium=email&utm_campaign=Feed:+TraduccionesDeLaRevolucinSiria+%28Traducciones+de+la+revoluci%C3%B3n+siria%29