El Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas (SCAF) que lidera el país desde la caída de Hosni Mubarak, conmemora el aniversario de la revolución levantando «de forma parcial» el Estado de Emergencia impuesto en el país desde hace 30 años. Un guiño para calmar los ánimos de los jóvenes revolucionarios que siguen sintiendo la frustración […]
El Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas (SCAF) que lidera el país desde la caída de Hosni Mubarak, conmemora el aniversario de la revolución levantando «de forma parcial» el Estado de Emergencia impuesto en el país desde hace 30 años. Un guiño para calmar los ánimos de los jóvenes revolucionarios que siguen sintiendo la frustración de los escasos cambios y que afrontan el aniversario con nuevos llamamientos a movilizaciones.
La Junta Militar parece querer expresar su voluntad de terminar con el antiguo régimen que ella misma representa. Pero sin apenas moverse, y dando pasos poco convincentes ya que la derogación excluye los casos de «vandalismo». Sobre ella pesa además la sombra de una sospechosa transición en la que no se han procesado ni acusado a los responsables de las víctimas que han caído durante las protestas, ni se han interrumpido los juicios militares a civiles, ni las detenciones de blogueros y activistas, ni se ha realizado el traspaso del poder al Gobierno civil elegido por los ciudadanos. Todos ellos objetivos incumplidos para quienes salieron a la calle hace un año.
La escena política sigue el ritmo impuesto por un calendario electoral diseñado por la SCAF. Terminadas las elecciones legislativas, el nuevo Parlamento busca el papel que nunca ha tenido, en un recién estrenado sistema democrático. Los Principios Constitucionales, propuestos por la Junta Millitar durante este periodo de transición – una especie de hoja de ruta que actúa de marco para elaborar la nueva Constitución -, pretendía limitar el poder de la Asamblea Popular, en manos ahora de los islamistas que no están dispuestos a ceder la fuerza que han obtenido de las urnas.
La primera sesión se celebró el pasado 23 de enero, con la petición de la organización Human Rights Watch de reformar urgentemente el «arsenal de leyes» que mantienen del antiguo régimen y que limitan derechos y libertades. El Parlamento echa a andar con un debate liderado por los islamistas que ocupan el 70% de la Cámara. Los resultados electorales les han dado un holgado apoyo, dicen que no tanto por ideología como por la cercanía con la que han trabajado con el pueblo durante todos sus años de ostracismo. Aún así, la controversia ideológica está sobre la mesa porque la Comisión encargada de elaborar la nueva Constitución sale de la actual Cámara (47% – Partido Libertad y Justicia de los Hermanos Musulmanes; 23% para los salafistas y 14% para los liberales).
Según los analistas, la situación económica de Egipto puede determinar sus primeros pasos políticos. El Fondo Monetario Internacional (FMI) se reunió con líderes egipcios el pasado 19 de enero, y está dispuesto a dar un préstamo de tres mil millones de dólares para estabilizar la economía (el mismo préstamo que ofreció en marzo y que la Junta Militar rechazó porque decían que suponía una injerencia a su soberanía). Pero las propuestas del FMI chocan con las líneas confesionales, y el Partido de los Hermanos Musulmanes se ha visto obligado a ceder en sus reivindicaciones conservadoras que, a su vez, le enfrentan con los salafistas, defensores de un modelo social islamista.
El aniversario no tendrá entre sus celebraciones la esperada sentencia contra Hosni Mubarak que se ha retrasado hasta febrero. La Fiscalía ha solicitado cadena perpetua y ejecución en la horca del ex presidente, sus hijos Alaa y Gamal, el exministro del Interior Habib al Adly, así como de varios de sus colaboradores.
La nueva Constitución tiene que estar redactada antes de las elecciones presidenciales (programadas para julio de este año) que deberían ser el paso definitivo a un Gobierno civil. La fecha de inscripción para los candidatos comienza el 15 de abril. No estará el Partido de los Hermanos Musulmanes que rechazó desde el principio presentar candidato- aunque Abu Futuh, uno de los líderes tradicionales de la organización concurre como independiente -; ni estará Mohamed Al Baradei, una de las figuras más representativas para la oposición, que se ha retirado como muestra de rechazo a la política seguida por el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas.
Egipto celebra el primer aniversario del Movimiento del 25 de enero intentado caminar por una nueva senda democrática, con constantes reminiscencias al antiguo régimen, y con unas aspiraciones constitucionales que temen que queden limitadas por los modelos conservadores islamistas. Para muchos una revolución inacabada que, un año después, piden que vuelva a la calle hasta conseguir sus objetivos.