El intelectual árabe de izquierdas Salama Kayleh, de 57 años, ha declarado que el régimen de Bashar al Asad caerá y que la revolución popular triunfará, y ha descrito al régimen de Asad como «la mayor mafia de la región». Kayleh, de origen palestino, ha hablado con Al Jazeera, sobre los detalles de su arresto […]
El intelectual árabe de izquierdas Salama Kayleh, de 57 años, ha declarado que el régimen de Bashar al Asad caerá y que la revolución popular triunfará, y ha descrito al régimen de Asad como «la mayor mafia de la región».
Kayleh, de origen palestino, ha hablado con Al Jazeera, sobre los detalles de su arresto y la tortura, que calificó de salvaje, a la que fue sometido por parte de los servicios de Inteligencia Aérea sirios, a los que ha acusado de cometer crímenes contra la humanidad.
Kayleh asegura que fue arrestado por ser el responsable de una publicación de tendencia izquierdista de la que han salido tres números, el segundo de los cuales llevaba el lema «Para liberar Palestina… queremos que caiga el régimen».
-Nos gustaría saber lo que ocurrió durante su última detención, que terminó en su deportación a Jordania.
-La tarde del día 23 de abril me sorprendió una patrulla del servicio de Inteligencia sirio que se presentó en mi casa y entró de forma natural, sin tratarme con brutalidad como en los arrestos anteriores. Un grupo de ellos empezó a registrar la casa y me confiscaron tres ordenadores de mi esposa y míos, memorias de almacenamiento (USB), una impresora, un escáner, y muchos papeles cuyo contenido desconozco.
Me pidieron que me fuera con ellos un día. Les dije riendo que eso no era cierto, puesto que estuve encarcelado durante 8 años después de que me llamaran para un interrogatorio de media hora.
Me trasladaron, aunque eso lo supe después, a la Prefectura de Aviación en la plaza de los Omeyas, bajo la cual se ha abierto una sede de los servicios de seguridad. Desde allí, me llevaron a prisión, donde me metieron en una habitación llena de jóvenes.
Vi allí a toda Siria, desde Idleb hasta Alepo y Hawran, debido a que los prisioneros procedían de varias regiones de Siria: algunos de ellos eran militares acusados de desertar o de tener la intención de hacerlo, y entre ellos había cuatro oficiales y varios de Alepo, e incluso del partido Baaz. Todos habían sido sometidos a severas torturas en la sede de los servicios de Inteligencia en Mezzeh. La tortura no terminó hasta que firmaron unas confesiones forzadas en las que declaraban haber robado, saqueado y matado.
Escuché los aterradores relatos de las torturas, que tenían por objetivo confirmar la versión del régimen sobre la existencia de bandas armadas que matan, torturan y violan. Cuando todas las confesiones son iguales, ello solo puede significar que hay alguien que la dicta.
La habitación tenía capacidad para 20 personas y éramos 36. No tenía ni un solo colchón. Algunos encontraban un lugar donde dormir, mientras otros preferían sentarse ante la falta de espacio. Por la mañana me citaron para el interrogatorio. Empezaron acusándome de imprimir una publicación que distribuye la Coalición de la Izquierda Siria, una de esas formaciones que se han formado recientemente y que ha publicado tres números de los cuales uno llevaba el lema «Para liberar Palestina… queremos que caiga el régimen». Es una consigna que rompe con todos sus esquemas, y están aterrorizados ante la misma.
Cuando el oficial quiso que confesase que yo era responsable de ese número, me negué y les dije que simplemente me habían contactado por Internet por el tema de la revista, y había pedido que me la enviasen; nada más, pero que yo no era responsable de la misma.
El oficial me respondió con duros insultos, llamándome «perro» y «ser despreciable», y me golpeó salvajemente con unos cables gruesos que dejaron marcas perfectamente visibles en mi cuerpo. Fui sometido a esa misma tortura durante dos días sin ceder a cambiar mi versión. Durante ese tiempo, los interrogadores insultaban al pueblo palestino, diciendo que había vendido su patria y traicionado a Siria, que les había dado tanto.
-¿La tortura fue sólo en aquel lugar?
-Estuve así hasta el día 3 de mayo, cuando me trasladaron a otro lugar con los ojos vendados. Después supe que era el aeropuerto de Mezzeh, la sede central de los Servicios de Inteligencia Aérea. Cuando me vio el responsable y vio las huellas de la tortura, se sorprendió y me pidió que me duchase.
Cuando salí, encontré a un médico esperándome para examinarme. Supe que eso sucedió cuando se levantó un fuerte revuelo ante la posibilidad de que muriese. Me examinó y se sorprendió por las marcas de la tortura. Me trasladaron a otro edificio con los ojos vendados y me reuní con un oficial de alto rango cuya identidad desconozco, y que siguió con el interrogatorio sobre la publicación y otros asuntos.
Luego vino un médico, claramente de mayor importancia que el anterior, y escribió un informa detallado sobre mí, en el que describía los efectos de la tortura. El doctor sospechaba que sufría de ictericia (coloración amarilla de la piel). Decidieron llevarme al hospital, que más tarde supe que era el hospital de Mezzeh. Me hicieron radiografías, análisis de sangre y otras pruebas. Me dijo que la prueba de ictericia sólo se puede hacer por la mañana y sugirió que me quedara en el hospital hasta el sábado. Esa fue la tragedia.
-¿Por qué?
-Descubrí que había entrado en un verdadero infierno, mucho peor de lo que había pasado hasta entonces. En la habitación estaban los servicios de Inteligencia Aérea, había seis camas para once pacientes atados con cadenas. Me pusieron en un rincón y me ataron las manos y los pies con cadenas de metal y me taparon los ojos.
El problema empezó cuando quise ir al baño a orinar. La primera vez me lo permitieron, pero la segunda me lo negaron y me pidieron que orinara en una bolsa sucia. Tengo diabetes y eso me hace orinar con frecuencia. A continuación me volvieron a negar ir a orinar y me pidieron que me orinara encima, que fue lo que, desgraciadamente, hice. Y desde entonces la situación fue la misma cada vez que quería orinar. Me estuve orinando encima durante días. Por ello, reduje la cantidad de agua y alimentos que tomaba.
Las instrucciones eran, aparentemente, que no se me pegara, así que me pegaron poco en comparación con los otros, que eran golpeados a diario sin ningún miramiento. Durante la semana que estuve en esa habitación, murieron dos de los que estaban con nosotros.
Teníamos a un enfermo mental en la habitación que se llamaba Louay Yusuf al Khatib. Hablaba consigo mismo como consecuencia de las severas torturas que recibía. Lo golpeaban y torturaban porque gritaba, lo mismo que pasaba con todos los que estábamos en esa sucia habitación.
Estuve en esa situación hasta el martes 8 de mayo, cuando me sometieron a nuevas pruebas y, cuando volví a la cama, fui golpeado varias veces.
El jueves 10 de mayo, una patrulla vino a buscarme y me encontré de pronto en la Oficina de Inmigración y Pasaportes en el Mezzeh, donde me dejaron. El oficial tenía prisa y me dijo que el Ministro de Interior estaba siguiendo la orden de mi deportación. Me llevaron con urgencia al Palacio de Justicia para que el Delegado General firmara la decisión de deportarme. Me llevaron en autobús. Cuando llegué al Palacio de Justicia, el oficial se bajó y regresó con la firma del Delegado General. Luego fui trasladado Bab al-Musalla (en el Maydan, Damasco), donde se retiene a los deportados.
-¿Quiere decir que no sabía que le iban a deportar?
-Claro que no, me pilló por sorpresa. Cuando llegué al sitio donde nos retenían encontré a muchos jóvenes árabes de todas las nacionalidades, la mayoría palestinos a la espera de Estados que los reciban. Pude ducharme y llamar a mi mujer para que comprara un billete para mí. Antes de que llegara, me informaron de que me buscaba el Tribunal Penal, pero finalmente lo cierto es que quien me buscaba era la Seguridad Política (otro departamento de los servicios de inteligencia).
-¿Le llevaron de vuelta a la seguridad política?
-Sí, me llevaron de vuelta a la Seguridad Política, donde descubrí que en realidad me habían detenido a petición de ellos. Allí encontré también a muchos jóvenes de toda Siria y me recluyeron en una habitación en mejores condiciones que la anterior. Me interrogaron y supe que el motivo de que hubieran pedido que me detuvieran era una discusión en Facebook con un joven sobre el Alto Comisionado de la Revolución Siria [1], de la que tengo una opinión bastante negativa.
Volví a Inmigración y Pasaportes. Vino mi esposa y me compró el billete acompañada de una abogada. Hicieron las gestiones necesarias para mi deportación a Jordania. La mañana del 14 de mayo, subí al avión y llegué a Amman.
-Dice que vio a toda Siria dentro de la cárcel, por un lado, y por otro que se dio cuenta del papel de los servicios de seguridad en la represión de la revolución antes y después de tu entrada en prisión, háblenos sobre eso.
-Los jóvenes que conocí en la cárcel eran sencillos y muy buenos, no tenían cultura política, pero sabían que el horizonte cerrado tendría que reventar y que la lucha con este régimen es inevitable, que la cuestión no es sectaria ni nada parecido. Esos son los jóvenes de la generación de los 90, que creo que van a cambiar Oriente Medio en los próximos diez años.
La tortura a la que fueron sometidos, especialmente en Mezzeh, es indescriptible, pero ha aumentado su determinación de seguir adelante, en vez de provocar su miedo o hacerles retroceder. Eso es lo que verdaderamente me sorprendió.
Lo que también me llamó la atención de todos estos jóvenes de Siria es que su conciencia y aspiraciones son similares y comparten la determinación de cambiar el régimen.
-¿Qué pasa con los servicios de Inteligencia sirios, quién lleva las riendas más que ninguno hoy en día en tu opinión?
-Claramente, con la escalada de la crisis en Siria y la sensación de debilidad, el régimen ha recurrido a su estructura más sólida y esa es la Inteligencia Aérea, después de confiar en un primer momento en la Seguridad del Estado (otro servicio de inteligencia), cuyo rol hoy en día es retocar con Photoshop las fotos y fabricar y falsificar videos.
El aparato del servicio de Inteligencia Aérea es el más cruel hoy día en Siria, y sus prácticas superan la línea de los crímenes contra la humanidad. Dentro de este aparato, esta la rama de las Misiones, cuyos miembros tienen libertad para matar, detener y torturar con total impunidad.
Es evidente que el servicio de Inteligencia Aérea y la Cuarta Brigada son los dos cuerpos en los que se ha apoyado el régimen, un signo de debilidad y no de fuerza, ya que el régimen se ha limitado a un círculo cada vez más estrecho.
-Ha sido detenido por el lema ‘Para liberar Palestina… queremos derrocar el régimen sirio’, ¿Cree en este lema y creen en él los palestinos en Siria?
-La mayoría de los jóvenes palestinos están con la calle siria, y los jóvenes sirios creen en este lema porque el régimen se vale de la carta palestina, mientras que no se atreve a acercarse al Golán o prepararse para guerra alguna. El régimen se ha convertido en un obstáculo en la confrontación con Israel.
-Pero hay partes palestinas que siguen apoyando el régimen, e incluso se han puesto de su parte en contra de la revolución.
-Así es, y esto daña al pueblo palestino, especialmente al grupo de la Dirección General de Yasser Qashlaq y otras facciones que se armaron dentro de los campos de refugiados para controlarlos. Estos desaparecerán con el régimen porque son un mero instrumento en sus manos.
-Y ahora que está fuera de Siria, ¿cree que el régimen sirio caerá o que tiene tiempo para maniobrar e incluso sobrevivir?
-El régimen ha llegado al círculo más estrecho y ese es el último: ahora estamos más cerca del cambio que nunca. Desde el principio he estado convencido de que esta revolución cambiaría el régimen. El problema sigue siendo la falta de fuerzas políticas que organicen correctamente a la calle siria. Hay un sentimiento que está creciendo dentro de la propia comunidad alawí de que el régimen inevitablemente caerá, y que la destrucción se volverá contra todos. Consideran que la revolución es en contra de las familias Asad, Makhlouf y Shalish entre otros, y no contra los alawíes.
-Se teme una guerra civil en Siria, ¿la ve en el horizonte?
-No hay perspectivas de guerra civil en Siria, y todos los intentos del régimen en este último año para arrastrar al país a esta guerra han fracasado. Yo he visto jóvenes religiosos en la cárcel, pero no son sectarios.
-¿Vive la gente de Damasco con normalidad… usted que acaba de volver de allí?
-Últimamente, la situación estaba tensa, y hay un claro estancamiento económico. La presencia de los servicios de seguridad es casi como la de una situación de ocupación, y la gente no sale mucho por la noche. Esto demuestra el miedo que tiene el régimen. Creo que la presión social acelerará el proceso: lo último ha sido el aumento del precio del diesel y el gas.
-Es usted un pensador de izquierdas conocido, y hay una parte de la izquierda y de los nacionalistas árabes que están a favor del régimen sirio y en contra de la revolución, ¿qué les dice a ellos?
-Les pido que piensen un poco y vuelvan a entrar en razón, que piensen con objetividad y no solo de manera superficial.
Estamos en contra del imperialismo y debemos estar en contra de él, pero la situación en Siria era una adaptación al imperialismo. La economía que creó el régimen sirio pedía a gritos el beneplácito de los estadounidenses.
En Siria lo que ocurre es que hay un pueblo y que el país está siendo víctima de un crimen cometido por el régimen que va desde el asesinato hasta el conflicto sectario y la tortura.
Descubrirán que están defendiendo a la mayor mafia de la región y espero de ellos que no crean que se trata solamente de un asunto de imperialismo, porque el imperialismo se materializa en las formaciones locales. Es el pueblo sirio el que se ha sacrificado por Palestina y en contra de Israel y Estados Unidos, no el régimen, y la gente está luchando hoy por Palestina, no sólo para cambiar de régimen.
Hay una superficie política formada por supuestos partidos y personalidades que se creó en los años 50 y 60 que caerá con este régimen. La izquierda es hostil al imperialismo, la opresión, el saqueo y la explotación. Rusia a día de hoy es un imperio emergente y no un Estado socialista como piensan nuestros amigos, ¿por qué entonces estamos con el imperialismo contra el imperialismo?
[1] Organismo o formación que se encarga de varios asuntos relacionados con la revolución: organizar algunas manifestaciones, certificar muertes, etc.
Fuente orignal: http://traduccionsiria.blogspot.com.es/2012/05/salama-kayleh-la-revolucion-triunfara-y.html