Traducido para Rebelión por Germán Leyens
Ariel Sharon provocó la insurrección al entrar a la mezquita al-Aqsa.
El belicista jefe de estado mayor de Israel, Moshe Ya’alon atacó la semana pasada al influyente comité del Knesset [parlamento] de defensa y asuntos externos, acusando a algunos miembros de revelar «secretos confidenciales del ejército».
Ya’alon recriminó al comité por revelar que el ejército de ocupación israelí provocó efectivamente a los palestinos a escalar la violencia durante los primeros meses de la segunda Intifada, para tener un pretexto para golpear duro a la sociedad palestina e intimidarla a fin de ocasionar una rendición incondicional.
Anteriormente, tuvo lugar un enconado debate entre el actual jefe militar de Israel, Amos Gilaad, y el antiguo jefe, Amos Malka, que hicieron evaluaciones contradictorias sobre las intenciones palestinas antes del estallido de la insurrección en septiembre de 2000.
Malka, en una entrevista con el periódico israelí Ha’aretz del 14 de junio, reveló que los soldados de ocupación israelíes dispararon 1.300.000 balas contra los centros de población palestinos y otros objetivos.
Este masivo poder de fuego, que no tenía una justificación operativa en vista del poder de fuego inherentemente inferior de los palestinos (sólo poseían armas de fuego ligeras y en cantidad limitada), mostró que el ejército israelí estaba más interesado en diezmar y dañar a los palestinos y menos en terminar con la violencia.
Incitación
Según fuentes israelíes, el jefe de estado mayor de aquel entonces y actual ministro de defensa, Shaul Mofaz, no tenía intención de llegar a un fin del conflicto.
Lo que sí pensó fue que por fin había aprovechado la oportunidad de «derrotar y vencer» a los palestinos para «marcar con hierro candente sus conciencias» y hacerlos «interiorizar su debilidad e inferioridad frente a la fuerza de Israel».
El objetivo final de Mofaz, del cual convenció más tarde al primer ministro israelí Ariel Sharon, era intimidar a los palestinos para forzarlos a realizar negociaciones en condiciones de debilidad y agotamiento por lo cual no tendrían otra alternativa que aceptar los dictados y exigencias de Israel.
Las nuevas revelaciones, argumentan funcionarios palestinos, demuestran que la escalada de la violencia durante los primeros meses de la Intifada fue, en primer lugar y sobre todo, de responsabilidad israelí.
«Es lo que hemos estado diciendo todo el tiempo: que no se trata de la seguridad de Israel sino más bien de que Israel aterroriza a los palestinos con el propósito de arrogarse sus tierras y derechos. Israel ahora lo admite», dice Michael Tarazi, asesor del líder de la Autoridad Palestina, Yasir Arafat.
«La pregunta es qué es lo que la comunidad internacional va a hacer al respecto.»
Bombas humanas
Declaró a Al-Yazira.net que Israel es responsable de la escalada de violencia, incluyendo la aparición del fenómeno de las bombas humanas.
«Desde el momento mismo de su inicio, el objetivo del ejército israelí fue intimidar a los palestinos para que se sometan y coaccionarlos para que firmen cualquier trozo de papel que Israel les lance. Es así de simple.»
Las bombas humanas eran consideradas como una estrategia de último recurso.
Tarazi, abogado formado en EE.UU., sugirió que la exagerada violencia de Israel contra los palestinos hizo prácticamente inevitable que apareciera el fenómeno de los ataques con bombas.
Este análisis es aceptado por lo menos por algunos comentaristas israelíes, que lo señalaron durante los primeros tres meses de la Intifada.
El 29 de junio, por ejemplo, Reuven Pedatzur escribió en Ha’aretz que el número de víctimas israelíes era tan bajo que el ejército citó orgullosamente la cantidad desproporcionadamente grande de palestinos matados y mutilados por las fuerzas israelíes como evidencia «de la victoria militar y la corrección de la política de uso masivo de la fuerza».
Pocas alternativas
Hace dos años, el antiguo dirigente de Hamás en Gaza, Abd al-Aziz Rantisi, que fue asesinado por Israel en abril, justificó los atentados suicidas con bombas contra Israel diciendo que eran «las armas del último recurso».
«Israel nos ofrece dos alternativas: o morir como un sumiso cordero en el matadero o como mártires-atacantes», solía decir a los reporteros extranjeros, defendiendo el fenómeno que costó las vidas de cientos de soldados, colonos y civiles israelíes.
Israel terminó por manipular las imágenes gráficas de semejantes bombardeos para vilipendiar el movimiento de resistencia palestino, dejando de lado la violencia muy superior y mucho más letal de Israel contra los palestinos.
Esa violencia, o terror estatal como muchos lo llaman en el mundo, incluso dentro de Israel, empujó efectivamente a los palestinos hasta el límite.
Estrategia de violencia
Es el punto de vista de Elan Pappie, profesor de ciencias políticas en la Universidad de Haifa.
Declaró a Al-Yazira.net que la reacción «violenta y criminal» de Israel ante la insurrección palestina fue «deliberada y calculada».
Los palestinos no aceptaron la oferta de Ehud Barak en Camp David
«Barak [Ehud, antiguo primer ministro de Israel] ofreció a los palestinos un acuerdo de o-lo-tomas-o-lo-dejas en Camp David. Los palestinos no lo aceptaron, y la reacción israelí fue: si no aceptan nuestra oferta, van a ser aplastados y severamente castigados. Esto explica la brutalidad y lo implacable de la acción del ejército israelí desde septiembre de 2000.»
Pappie estuvo de acuerdo con Tarazi en que los palestinos hubieran preferido una Intifada a fuego lento con la menos violencia y derramamiento posible, si no hubiese sido por la dura reacción de Israel.
«Los palestinos trataron de realizar la Intifada al-Aqsa tal como fue la anterior Intifada (1987-92). Pero el ejército israelí no les dejó otra alternativa que reaccionar ante la violencia mucho más mortífera y superior de Israel.»
Pappie considera que el ejército israelí estaba más interesado en «imponer hechos consumados» a los palestinos que en restaurar la calma que posibilitaría la reanudación de las negociaciones.
«La opinión del ejército fue: somos poderosos, ellos son débiles, por lo tanto se nos debe permitir que los aplastemos y les impongamos la voluntad de Israel; por desgracia, el gobierno adoptó este punto de vista.»
Por sobre la política
Un portavoz del ejército israelí se negó a responder preguntas sobre si Israel ha estado engañando al mundo al pretender que su represión de los palestinos es una reacción ante la violencia palestina, no la realización de un plan elaborado con cuidado para doblegar a la sociedad palestina.
Sin embargo, Mohammed Barakeh, miembro árabe del Knesset [parlamento israelí], no duda que es exactamente esto lo que ha hecho Israel.
Declaró a al-Yazira.net que el establishment militar israelí se consideraba como situado por sobre todos los demás, incluso el parlamento.
«El ejército no quiere responsabilizarse ante el parlamento. Ya’alon quiere sellar nuestros labios e impedir que critiquemos al ejército.»
Barakeh estuvo de acuerdo en que los «crímenes militares» israelíes contra los palestinos son responsables por la continuación y la escalada de la inevitable violencia.
«Israel trató de, y casi logró, convencer al mundo de que su violento ataque contra la sociedad palestina fue una reacción ante el terror palestino. Esta afirmación simplificada y errónea ignora el simple hecho de que la ocupación violenta y racista de Israel del territorio palestino se encuentra a la raíz de toda la violencia.»
«No se puede eliminar el efecto sin comenzar por eliminar la causa. Cuando termine la ocupación, ocurrirá lo mismo con la violencia y la resistencia.»
4 de julio de 2004
Este artículo en inglés se encuentra en: http://english.aljazeera.net/NR/exeres/87D4881F-F9B4-4DA3-961A-2F058DED9663.htm