Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos
Israel está haciendo una amplia campaña internacional de sanciones y boicot al gobierno electo de la Autoridad Palestina en cooperación con Estados Unidos, la Unión Europea y muchos Estados europeos. Las organizaciones de la sociedad civil, sin embargo, proponen una campaña diferente: igual que en el caso del apartheid de Sudáfrica, afirman, un exhaustivo régimen de boicots, retirada de inversiones y sanciones (BDS, en sus siglas en inglés) contra Israel no sólo es lo más efectivo políticamente sino que también es la estrategia más firme moralmente para hacer que Israel acate el derecho internacional y los principios universales de los derechos humanos. Sólo a través de una presión efectiva de este tipo habrá esperanza de una paz justa en Oriente Medio, basada en igualdad y dignidad para todos. Mientras que los palestinos conmemoran el XXXIX aniversario de la ocupación israelí de Cisjordania (incluyendo Jerusalén este) y Gaza en 1967, la campaña BDS emprendida por la sociedad civil sigue ganando importantes aliados. Por ejemplo, el 27 de mayo la sede de Ontario del Sindicato Canadiense de Empleados Públicos (CUPE, en sus siglas en inglés) votó unánimemente a favor de emprender una campaña educativa acerca de la política israelí de apartheid y de instar a la realización de un boicot económico a Israel hasta que cumpla con sus obligaciones según el derecho internacional, incluido el derecho de los refugiados palestinos a retornar a sus hogares tal como estipula la resolución 194 de Naciones Unidas. CUPE es el mayor sindicato de Canadá; la sede de Ontario cuenta con más de 200.000 miembros. Dos días después en Gran Bretaña la Asociación Nacional de Profesores de Enseñanza Secundaria y Superior (NATFHE, en sus siglas en inglés) aprobó recomendar que sus 67.000 miembros consideraran romper los vínculos con los profesores e instituciones académicas israelíes que no se desvinculen públicamente de las actuales políticas de apartheid de Israel. Los votos de los sindicatos canadiense y británico no son más que las más recientes de una serie de decisiones similares tomadas desde 2004 por iglesias, miembros del Consejo Mundial de Iglesias, sindicatos noruegos y sudafricanos, partidos políticos de Noruega y de Estados Unidos, ONG y el movimiento global de solidaridad con Palestina. La campaña está apoyada por activistas pacifistas y de derechos humanos israelíes y de todas partes del mundo; la mayoría de las iniciativas hacen referencia al llamamiento al BDS hecho por 170 organizaciones de la sociedad civil palestina el 9 de julio de 2005 [1].
Israel y quienes lo apoyan no han escatimado medios para minar la emergente campaña de la sociedad civil afirmando que ésta promueve sin querer el anti-semitismo y obstruye los actuales esfuerzos a favor de la paz israelo-palestina. Y ello a pesar de que se reconoce ampliamente, especialmente en Israel, que la oferta del primer [israelí] Ehud Olmert de entablar negociaciones con los dirigente palestinos sobre la base de la «Hoja de Ruta» no es más que pura palabrería por parte de la comunidad diplomática que quiere mantener la ilusión de que todavía existe alguna forma de «proceso de paz» en Oriente Medio. Además, como argumentó el periodista israelí Gideon Levi, Israel no puede afirmar que el arma del boicot es ilegal. Israel hace un amplio uso de este arma, más recientemente encabezando el boicot al gobierno palestino electo y, por extensión al los palestinos en general bajo la ocupación (Gideon Levi, Haaretz, 4 de junio de 2006). Levi también afirma correctamente que, «la ocupación no se produce sólo en el dominio del gobierno, el ejército y las organizaciones de seguridad. Llega a todos los ámbitos: las instituciones de justicia y derecho, los médicos que permanecen callados mientras que en los territorios ocupados se obstaculizan los tratamientos médicos, los profesores que no protestan por el cierre de las instituciones educativas [palestinas] y porque se prohíba a sus colegas [palestinos] tener libertad de movimientos, los periodistas que no informan, los escritores y artistas que permanecen mudos, los arquitectos e ingenieros que echan una mano a las empresas de la ocupación, […] y también los profesores universitarios que no hacen nada por sus colegas encarcelados en los territorios ocupados y, sin embargo, dirigen programas especiales de estudios para las fuerzas de seguridad [israelíes]. Si todos ellos boicotearan a la ocupación, no habría necesidad de un boicot internacional». Mientras tanto Israel está implementando su plan de «convergencia»; Israel continúa con su ocupación y colonización ilegales de las tierras palestinas, niega los derechos de los refugiados palestinos y discrimina a todos los palestinos bajo su control real. La violaciones por parte de Israel del derecho internacional y de los principios universales de derechos humanos -todo ello demasiado real como para ser ignorado- son el motivo fundamental que está detrás de las cada vez más generales iniciativas de la sociedad civil del BDS en todo el mundo.
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[1] Más de 170 partidos políticos, sindicatos, asociaciones y ONG’s palestinos hicieron un llamamiento a emprender una campaña global de boicot, retirada de inversiones y sanciones a Israel similar a la que se hizo contra el apartheid sudafricano. El llamamiento al BDS de la sociedad civil palestina se hizo el 9 de julio de 2005, con ocasión del primer aniversario de la opinión consultiva del Tribunal Internacional de Justicia sobre el ilegal muro que Israel construye en los territorios ocupados. BADIL es co-signatario de este llamamiento. Para más información sobre la campaña del BDS, véase por ejemplo: http://www.jai-pal.org/content.php?page=173 http://www.pacbi.org http://www.stopthewall.org.