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La solicitud de reconocimiento como Estado de la Autoridad Palestina se esfuma. Abbas vuelve a rendirse

Fuentes: Media Monitors Network

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

«Se informa que fuentes cercanas a Abbas han dicho que la Autoridad Palestina mantiene conversaciones secretas con la Unión Europea y la Liga Árabe para revisar su propuesta de resolución antes de la reunión de la Asamblea General en septiembre. En una media vuelta total, la nueva versión de la propuesta tratará de mejorar el estatus de la OLP dentro de las instituciones de la ONU, ¡pero no buscará una declaración oficial de independencia!»

¿Es posible que la Autoridad Palestina (AP) actúe independientemente del control político y fiscal del régimen sionista? En particular, ¿es capaz el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, considerado ampliamente dentro de círculos palestinos como marioneta del eje estadounidense/israelí, de tomar alguna acción unilateral desafiando al Estado del apartheid?

En vista de la camisa de fuerza en la que operan Abbas y sus desacreditados secuaces, no solo es totalmente improbable que desafíe al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, sino que cuesta imaginar que posea el coraje necesario para desafiar a sus pagadores. Tanto Abbas como la AP, constructos de los fracasados acuerdos de Oslo, están atados a una agenda dictada por el poder de un régimen que se considera «intocable». Netanyahu exhibió su arrogancia característica cuando desdeñó el llamado del presidente Barack Obama del 19 de mayo a favor de un Estado palestino basado en las fronteras de 1967.

Aunque admitió al principio que «ninguna paz les puede ser impuesta [a israelíes y palestinos], ni un retraso interminable puede hacer que el problema desaparezca», Obama reunió suficiente coraje para decir algo que debería haber sido dicho hace mucho tiempo: «Pero lo que EE.UU. y la comunidad internacional pueden hacer es declarar francamente lo que todos saben: una paz duradera involucrará a dos Estados para dos pueblos». Luego delineó lo que conceptualizaba: «Israel como Estado judío y patria del pueblo judío, y el Estado de Palestina, como patria para el pueblo palestino; cada Estado gozando de autodeterminación, reconocimiento mutuo, y paz.»

Hay que señalar que Obama declaró a Israel como un «Estado judío», no un Estado democrático. Si es reconocido como Estado judío, significa que los palestinos que viven dentro de sus fronteras serían apátridas o, en el mejor caso, ciudadanos de segunda clase. Pero ni siquiera esto fue aceptable para Netanyahu. No estuvo de acuerdo con un Estado palestino dentro de las fronteras de 1967 incluso con «trueques mutuamente acordados», que llevarían a que Israel se apoderara de más tierras palestinas y controlara más de un 78% de la Palestina original.

En el plan groseramente manipulado (por EE.UU., por supuesto) e injusto de la Asamblea General de la ONU en 1947, Israel recibió un 56% del territorio, a pesar de que la población judía de Palestina, incluso después de la masiva inmigración ilegal, era de solo un 30%. La propiedad de la tierra era aún más extrema: los palestinos poseían un 93% de la tierra de Palestina mientras la población judía poseía el 7% restante. A pesar de esto, la población palestina mayoritaria fue privada de sus derechos fundamentales por un organismo que no tenía ninguna jurisdicción para hacerlo, para comenzar. Fue un robo flagrante de tierras capturadas por la fuerza de las armas. Sin embargo, un Obama humillado, presidente de EE.UU. y pagador del parasítico Estado de Israel, tuvo que abandonar su llamado a favor de un Estado palestino, que ahora comprendería menos de un 22% de la tierra original, y aceptar las demandas del fascista primer ministro israelí.

En medio de la retirada de Obama de la propia antigua posición de EE.UU., cuando Abbas anunció que buscaría la calidad de miembro de la ONU de un Estado palestino en septiembre, Obama dijo inmediatamente que se opondría. ¿Es lo que Obama quiso decir cuando dijo que iba a ser un presidente «por el cambio»: retirarse de una arraigada posición estadounidense de la no-admisibilidad de la adquisición de tierras por la fuerza? Portavoces israelíes vociferaron que era una acción unilateral que debilitaría el «proceso de paz». Esa extraña bestia ha estado bajo auxilio vital durante casi dos décadas. Es una danza interminable en un círculo que no lleva a los palestinos a ninguna parte. Sirve el propósito de Israel de tener un «proceso de paz», el fraude amplificado por medios occidentales solidarios y aplaudido por EE.UU., creando la impresión de actividad donde no hay ninguna. Después de todo, el así llamado proceso de paz se ha arrastrado desde 1993; ¿y qué han logrado los palestinos en todos estos años?

Los Acuerdos de Oslo debían llevar a la creación de un Estado palestino dentro de cinco años; ahora hace 18 años desde Oslo, pero no hay ningún Estado palestino, solo bantustanes en los cuales los israelíes han acorralado a los palestinos para que vivan en un tejido de retazos de trozos aislados. Los sionistas incluso realizan una limpieza étnica de los palestinos hasta en el 22% restante de Palestina que sigue bajo colonización sionista. Ya que Abbas depende totalmente de EE.UU. e Israel para sobrevivir, se ve forzado a seguir sus órdenes en lugar de servir los intereses del pueblo palestino.

Por lo tanto no es sorprendente descubrir que la iniciativa tan cacareada de la AP de buscar el reconocimiento como Estado en la ONU se puede esfumar. Se informa que fuentes cercanas a Abbas han dicho que la Autoridad Palestina tiene conversaciones secretas con la Unión Europea y la Liga Árabe para revisar su propuesta de resolución antes de la reunión de la Asamblea General en septiembre. En una media vuelta total, la nueva versión propuesta tratará de mejorar el estatus de la OLP dentro de las instituciones de la ONU, ¡pero no buscará una declaración oficial de independencia!

Esta dramática media vuelta está muy lejos de la exageración original sobre una busca de reconocimiento como Estado. Toda la fanfarria y los viajes muy publicitados de Abbas y su séquito a capitales lejanas resulta ser otra herida auto-infligida. Es inevitable que la política de colaboración lleve a la humillación.

Los palestinos son una inspiración para los pueblos oprimidos por doquier. Su capacidad de mantenerse firmes frente a obstáculos tan inmensos es una prueba de que es posible resistir a la injusticia, incluso cuando es apoyada por el armamento más avanzado de la superpotencia más poderosa. Pero Abbas ha permitido que Israel fragmente a los palestinos en grupos separados. Los refugiados en los campos están casi completamente excluidos del proceso político. En lugar de construir la fuerza interior de los palestinos, Abbas busca la aprobación de EE.UU. e Israel. Los dos son inseparables y en todo caso, no están interesados en conceder sus derechos a los palestinos. Lo que la dirigencia palestina debe comprender es que lo que se toma por la fuerza no será devuelto mediante negociaciones. Hizbulá en el Líbano no negoció con los sionistas para que liberaran sus tierras ocupadas; tuvo que librar la lucha armada contra los invasores extranjeros y finalmente expulsarlos de gran parte de su territorio.

Los palestinos obtendrán sus derechos legítimos solo cuando aumenten el coste de la ocupación de Palestina a un nivel que los sionistas no se puedan permitir. Ni el insensato proceso de paz ni la ONU, que facilitó el robo de la tierra de los palestinos para comenzar, son caminos en los que los palestinos deben perder su tiempo.

By courtesy & © 2011 Iqbal Jassat

Iqbal Jassat es presidente de MRN y es publicado en Media Monitors Network (MMN) por cortesía de Media Review Network (MRN), que es un grupo de apoyo basado en Pretoria, Sudáfrica.

Fuente: http://americas.mediamonitors.net/content/view/full/89751

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