Traducido para Rebelión por Germàn Leyens
El trabajo del profesor Ilan Pappé, propugnador de un boicot internacional contra Israel y del establecimiento de un solo Estado para israelíes y palestinos, ha recibido elogios así como duras críticas en círculos académicos y políticos.
Las críticas no son sorprendentes, en vista de que el trabajo de Pappé ha tratado de cuestionar las verdades aceptadas de un país dividido. Finalmente lo llevaron a verse obligado a renunciar a su puesto en la Universidad de Haifa en 2007.
El destacado académico israelí, que ahora enseña en la Universidad de Exeter en el Reino Unido, presenta la historia del Estado de Israel de una manera que engloba la narrativa del pueblo palestino, una ambición audaz en una sociedad en la cual militarismo, nacionalismo y religión son potentes fuerzas unificadoras.
Los últimos meses hemos visto un período intenso de actividad diplomática dirigida por EE.UU. entre Washington, Jerusalén y Ramala, mientras el presidente Obama trata de reiniciar negociaciones directas entre lod dirigentes de Israel y Palestina. No obstante, las perspectivas de paz siguen siendo tan poco alentadoras como desde el inicio de la Segunda Intifada hace más de una década.
Al Jazeera y el profesor Pappé hablaron del paralizado «proceso de paz», de la unidad palestina y de los éxitos del impulso por una solución de un solo Estado.
¿Cómo evalúa los recientes esfuerzos del Secretario de Estado de EE.UU. John Kerry para reiniciar las negociaciones entre israelíes y palestinos?
Hay muy pocos motivos para suponer que esto abra un nuevo capítulo en la historia del proceso de paz en Palestina. Las razones básicas de la falta de avance desde 1993 no han cambiado. Israel, bajo cualquier gobierno sionista, cuando habla de «paz» quiere decir una partición de Cisjordania en un área judía y otra palestina, e incluso la más cooperadora, o sumisa, dirigencia palestina no podría estar de acuerdo con algo semejante. Y para colmo, las demandas israelíes significarían renunciar, más o menos, al derecho de retorno. Todos los gobiernos de EE.UU. han buscado maneras de persuadir a los palestinos para que acepten este dictado; Kerry no es diferente.
¿Piensa que EE.UU. cree realmente en la probabilidad de la solución de dos Estados?
No, pienso que EE.UU. no tiene ninguna estrategia con respecto a Israel y Palestina, solo tácticas. La estrategia, si lo fuera, se formulo alrededor de 1968, durante el gobierno Johnson, y fue una política de ignorancia intencional de las acciones unilaterales de Israel, en particular en Cisjordania., El discurso estadounidense e israelí sobre dos Estados se hizo uno: permitir a los palestinos, dependiendo de su «buena conducta», un régimen propio en las áreas palestinas densamente pobladas. Buena conducta significaba renunciar a cualquier demanda futura.
¿Cómo ve la posibilidad de que los palestinos logren sus ambiciones nacionales y cuáles son las opciones que tienen?
En vista del actual equilibrio de fuerzas local, regional y global, hay muy pocas esperanzas de que los palestinos realicen sus esperanzas nacionales en un futuro cercano. Sin embargo, los grandes cambios que están ocurriendo en la región, el drástico vuelco de la opinión pública mundial en su apoyo, las crisis económicas globales y los posibles cambios del equilibrio de las fuerzas internacionales abren todos opciones de una actitud global distinta respecto a Israel, tal vez… de una manera parecida a la Sudáfrica del apartheid. Con el fin de aprovechar semejantes posibilidades, las cuestiones de la representación y la unidad palestina dse debería resolver rápidamente, de otra forma se perderían esas futuras oportunidades. Sobra decir que, por el momentp es la determinación palestina, a veces a un nivel muy individual, lo que impide que se desarrolle una catástrofe total.
El arte de la resistencia palestina
¿Cómo evalúa la posibilidad de que ocurra otra Intifada palestina, en vista de la situación política y militar actual en los territorios ocupados?
Como bastante grande. La desesperación puede conducir, por cierto, a una especie de parálisis o a la falta de un impulso para rebelarse. Pero ahora, cuando una tercera generación ha nacido en la megaprisión que Israel construyó en los territorios y la política de las colonias israelíes y sus colonos es más extremista, brutal e inhumana de lo que era antes, siempre existe el escenario para una explosión a pesar de todas las adversidades.
¿Cómo caracteriza la naturaleza de la Autoridad Palestina y su papel en el conflicto?
Existen dos aspectos en la AP. Por una parte, es la reguladora de la vida en Cisjordania (como Hamás en Gaza), y como tal se ocupa de una especie de normalidad dentro de la megaprisión que Israel construyó en Cisjordania. Por otra parte, es un instrumento en manos de Israel para asegurar la tranquilidad y la complacencia en dicha megaprisión. La AP se presenta, y la presentan, como el único socio posible de las negociaciones, pero pienso que ese papel ya está erosionado. La historia juzgará cómo semejante autoridad puede navegar entre las dos funciones que Israel y la ‘comunidad internacional’ esperan que cumpla.
¿Cómo ve el futuro de la Autoridad Palestina? ¿Puede seguir existiendo si quebrara con EE.UU. e Israel, y sería posible considerando sus arreglos de financiamiento?
No puede existir fuera del marco de la Pax Israelí y la Pax Americana. Por cierto, ambas no tienen nada que ver con la paz, sino más bien con una relativa conformidad de la población local con su encarcelamiento en Cisjordania. Si se desmantela unilateralmente, pasarían dos cosas: un período de un vacío caótico y una presión sobre todos los afectados para encontrar un marco diferente para una solución.
¿Existen divisiones entre las principales facciones políticas de Palestina de tal dimensión que no pueden presentar un frente coherente, en mayor detrimento de su causa nacional?
Por supuesto el faccionalismo ayuda a los israelíes a implementar constantemente sus políticas. El tema de la representación de los palestinos es algo que el pueblo palestino tendrá que resolver más vale pronto que tarde. Es lo más urgente en la lucha general por la paz y la justicia en Palestina.
¿Se considera partidario de la solución de un Estado?
Sí, lo soy. Creo que un solo Estado es la única solución justa y funcional del conflicto. Creo que cualquiera que esté más de cinco minutos en el terreno en Cisjordania se da cuenta de que no hay sitio para un Estado palestino independiente. Y además, cualquiera que reflexione un poco más profundamente sobre las razones del conflicto comprende que solo un órgano político semejante podría responder a todos los aspectos de dicho conflicto: el desposeimiento de los palestinos en 1948, la discriminación de los palestinos en Israel y la ocupación de Cisjordania y de la Franja de Gaza.
¿Cómo evalúa el éxito de la campaña por la solución de un Estado?
El principal éxito de la campaña fue ofrecer una nueva conversación sobre una alternativa. Sus aspectos más fuertes son que se relaciona mucho mejor con la realidad que se desarrolló en Palestina desde finales del siglo XIX, donde ahora tenemos una tercera generación de colonos que no lograron vaciar el país que invadieron, y ambos lados tienen que replantear su relación sobre esta base mutua: no es posible librarse de los colonos ni de la población nativa.
Su segunda ventaja es el fracaso total, después de más de 65 años, del intento de dividir Palestina en varias formas y disyuntivas como la mejor solución. Ahora sabemos que no va a funcionar y que hay que encontrar una alternativa.
Su desventaja es que todavía no es un movimiento popular y no ha logrado avances y estructuras de poder en las instancias políticas de ambos lados. Además, ‘la comunidad internacional’ y el mundo árabe no apoyan esta idea, aunque pienso que la opinión pública en el mundo y en la región la apoyan de todo corazón.
¿Cómo se puede realizar un objetivo semejante si en gran parte está limitado a círculos intelectuales, mientras parece contar con poco apoyo entre los palestinos o israelíes comunes y corrientes?
El poder de esas ideas reside en dos proyectos: uno de trabajo intensivo que ha comenzado a diseminar la idea entre los que ya forman parte de organismos representativos, especialmente entre los palestinos y entidades externas. El segundo: que existe la necesidad de mostrar, aunque sea teóricamente en este momento, cómo sería la vida en todos sus aspectos dentro de un organismo político.
¿Cómo caracteriza la actitud del establishment político israelí en el logro de sus objetivos en los territorios palestinos, y qué piensa que constituyen estos últimos?
Los objetivos actuales no son diferentes de los establecidos por el movimiento sionista desde muy temprano, cuando apareció en Palestina: tener tanto de Palestina como fuera posible con tan pocos palestinos como fuera posible. Las tácticas cambian continuamente. En 1948 se logró por medio de la limpieza étnica; hasta 1967 imponiendo el régimen militar a la minoría palestina en Israel; después de 1967 encarcelando a los palestinos en Cisjordania y la Franja de Gaza en una inmensa prisión, mientras se anexaba la mitad de Cisjordania a Israel y de «desarabizaba» y se «judaizaban» Galilea y el Néguev.
Estos objetivos no se han completado gracias a la determinación y la lucha de los palestinos, y por lo tanto seguirán siendo las tácticas del siglo XXI.
¿Ha visto un cambio en la naturaleza de la sociedad israelí durante su vida?, y si fuera así, ¿diría que esos cambios presentan un obstáculo para el logro de una solución justa del conflicto o que la facilitan?
Hay dos aspectos que siempre me interesaron respecto a la sociedad israelí: uno es su relación con los palestinos -y por extensión con el mundo árabe- y el otro la dinámica interna en la sociedad judía.
Respecto al primer punto, he visto muy pocos cambios en la actitud básica. A los palestinos se les veía, y se les sigue viendo, como usurpadores extranjeros de la antigua patria y como un obstáculo para una vida activa y pacífica. El deseo era no formar parte del mundo árabe, esto incluía por desgracia a los judíos árabes, y produjo una mentalidad de fortaleza occidental sitiada en medio de una región «hostil». El resultado de esa mentalidad fue una sociedad intolerante, tensa y paranoica que cree que solo puede basarse en el poder militar para sobrevivir.
En cuanto al otro aspecto, crecí en una sociedad relativamente modesta que por lo menos se preocupaba del otro en la sociedad judía, más igualitaria y secular. Se ha vuelto más polarizada en los enclaves americanizados y hedonistas como Tel-Aviv y en espacios de ardiente teocracia como Jerusalén y las colonias.
¿Puede darme una idea de cómo ve alguna solución política entre las dirigencias de israelíes y palestinos? ¿Considera que la Primavera Árabe altera la situación del conflicto palestino-israelí?
Si no hay cambios en el equilibrio de fuerzas locales, regionales o internacionales, la relación no cambiará en el futuro. Es decir, los israelíes asesinarán a los dirigentes que se resistan a su dictado y esperarán que los demás por lo menos mantengan silencio al respecto, incluso aunque no expresen su apoyo en público. Por lo tanto se pueden condenar las colonias israelíes en E-1 en el Gran Jerusalén, pero no se puede apoyar un intento palestino de defenderlo.
Si, no obstante, la opinión pública del mundo sigue viendo a Israel como la nueva Sudáfrica del apartheid, como lo hace, esto puede llevar a largo plazo a un cambio en la actitud de las elites políticas, como la Primavera Árabe puede conducir a que haya un día una cantidad de nuevos gobiernos mucho más comprometidos con la causa palestina que en la actualidad. Entonces la relación podría ser entre los dirigentes israelíes en representación de una sociedad de comunidad de colonos que busca la reconciliación con la dirigencia de la población nativa. Podría ser un nuevo paradigma mucho más esperanzador.
Twitter: @nigel_oconnor
Fuente: http://www.aljazeera.com/indepth/features/2013/06/201362583915886263.html
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