Cuba se negó a ser el tema de la telenovela del verano. Así de simple. Aunque todos los periódicos tejen y destejen unas pocas citas y un par de hechos -la operación de Fidel y el provisional traspaso de poderes-, no dicen nada nuevo, no tienen nada que añadir. En España van y vienen páginas […]
Cuba se negó a ser el tema de la telenovela del verano. Así de simple. Aunque todos los periódicos tejen y destejen unas pocas citas y un par de hechos -la operación de Fidel y el provisional traspaso de poderes-, no dicen nada nuevo, no tienen nada que añadir.
En España van y vienen páginas y páginas de especulaciones y lugares comunes, de comparaciones insultantes y de reacciones torcidas por Miami, salteadas con algunas notas de sentido común que dignamente se escurren del morbo de los medios, empeñados en confundir la intimidad con la transparencia informativa. Por ejemplo, no se dice que, por estos días, los carnavales en La Habana fueron pospuestos transitoriamente, sino que han sido «prohibidos». La información es sustituida por la especulación, y se suceden personajes de todos los pelajes políticos y profesionales que lo mismo disertan sobre las enfermedades que pueden desatar una hemorragia o sobre la instrumentación de una política de borrón y cuenta nueva, que no funcionó en ninguna parte y muchísimo menos durante la llamada transición española.
A nivel mediático, «en este país la intimidad no existe. Nadie está libre de delatar y de ser delatado», dice Maruja Torres, columnista de El País, escritora de lengua afilada. «Miramos y nos miran. Los medios quieren saberlo todo y hurgan en los tachos de basura. ¿Acaso eso no es el espectáculo?»
Hoy, el espectáculo no está en los teatros, sino en la prensa. Solo lo frena la falta de desgracias. Aquello que la gente intenta meter debajo de la alfombra, aquí se subasta públicamente. Que no hayan podido entretenerse con los detalles íntimos de la salud de Fidel y que la tranquilidad sea un hecho en la Isla, los enfurece, los hace recurrir al golpe bajo y la insinuación inmoral, a esa condición lastimosa y rastrera de la vida, que en otras circunstancias quizás esta misma prensa intente enmascarar.
He leído y he visto reportajes televisivos donde lo único evidente han sido las frustraciones de quienes los escribieron, editaron y publicaron. Sin embargo, detrás del escándalo y la impostura, la realidad es. A contracorriente de la gacetilla y la acidez enfermiza de los comentaristas, el cubano de paso en Barcelona recibe cien veces más testimonios de solidaridad que flechazos periodísticos, por mucho que se esfuercen los diarios en avivar la telenovela frustrada por Fidel.
El cariño te llega lo mismo del anónimo taxista que, adivinando tu nacionalidad, te desea salud para el Comandante con una mirada cómplice -como lo haría un vecino cariñoso que se interesa por tu propio padre-, y de algunos de los intelectuales más brillantes de este hemisferio, que se muestran preocupados y esperanzados como tú lo estás, desde que se supo de la operación del Comandante y los diarios iniciaron su cacería informativa.
Pilar del Río, traductora y periodista sevillana, me escribe un mensaje en nombre de ella y de su esposo -el escritor José Saramago-, que siento extensivo a todos los que amamos a Fidel: «…estamos con vosotros en estos días difíciles. Atentos y solidarios a lo que ahí pasa, porque también a nosotros nos pasa: así vamos los amigos, compartiendo».
Carmen Balcells, la agente literaria más famosa del mundo, acepta que publique en esta página el mensaje que le llega hoy, 13 de agosto, a nuestro Ministro de Cultura. Ella misma me dicta cuidadosamente la nota para Abel Prieto, que va acompañada de una rosa blanca: «más que un mensaje en una botella enviada al mar, te mando a ti una rosa blanca pidiendo que nuestro amigo y Comandante sobreviva».
En una reunión familiar, a la que asistieron la viuda y la hija del escritor comunista Juan García Hortelano, los profesores Ana y Luis Izquierdo, y los cubanos Rebeca Chávez y Senel Paz, Carmen Balcells nos explicó el significado de ese deseo de sobrevida para Fidel: «hablo de la sobrevivida de la enfermedad y de la sobrevida de la Revolución. Quien tenga conciencia de lo que es este mundo hoy, no puede ignorar que Fidel y Cuba, nos son imprescindibles».