Recomiendo:
0

A pesar de las contundentes protestas gobierno israelí

La Unión Europea adopta sus líneas directrices para el etiquetado de los productos de las colonias israelíes

Fuentes: Pour la Palestine

Traducido del francés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos.

Ni las gestiones diplomáticas de última hora (desplegadas frenéticamente desde hace quince días) ni las acusaciones melodramáticas de antisemitismo ni las irrisorias amenazas de boicotear los productos de la Unión Europea (UE) han impedido finalmente que la Comisión Europea adopte sus «líneas directrices» concernientes a las indicaciones de origen de tendrán que llevar los productos procedentes de las colonias israelíes establecidas en los territorios palestinos ocupados desde 1967. Ya se han comunicado al gobierno israelí.

Esta decisión es el resultado de tres años de tratos en el seno de la UE marcados por gran cantidad de maniobras dilatorias de algunos gobiernos y de los innumerables lobbies movilizados por Israel. Tres años durante los que la UE no ha dejado de advertir al gobierno de Tel Aviv contra las consecuencias de proseguir con la colonización de Cisjordania que, aún así, no se ha ralentizado ni un solo instante.

Así pues, se han acabado las etiquetas «made in Israel» en los productos de las colonias que permiten engañar a los consumidores y beneficiarse fraudulentamente de privilegios aduaneros (cuya existencia, por otra parte, a beneficio de un Estado canalla como Israel es escandalosa en sí misma).

En cuanto se ha conocido la noticia el ministro israelí de Asuntos Exteriores ha convocado al embajador de la UE para «reprenderle«, según el diario Haaretz.

Las «líneas directrices» de la UE disponen (tras recordar la postura constante de Europa según la cual no reconoce la soberanía de Israel sobre los territorios ocupados desde 1967) que «para los productos de Cisjordania o de los Altos de Golán provenientes de las colonias no será aceptable una indicación que se limite a indicar «producto de los Altos de Golán» o «producto de Cisjordania». Incluso en el caso de que la indicación designara una región de origen o un territorio más vasto, la omisión de la indicación de origen geográfico suplementario según la cual el producto surge de una colonia israelí induciría a error al consumidor respecto al origen real del producto. Por ello, se deberán añadir (entre corchetes) expresiones como «producto de los Altos de Golán (colonia israelí)» o una indicación equivalente. A ese fin se podrían utilizar indicaciones como «producto de los Altos de Golán (colonia israelí)» o «producto de Cisjordania (colonia israelí)» «.

Habrá que ver cómo aplican los israelíes estas directrices (si las aplican). De entrada, parece inevitables las dificultades léxicas ya que, por ejemplo, en la terminología oficial utilizada por Israel no existe «Cisjordania» («West Bank» en inglés): este territorio palestino se designa sistemáticamente como «Judea y Samaria«. Y, evidentemente, para Israel en «Judea y Samaria» no existe ninguna «colonia«, sino, como mucho, «implantaciones«. El vocabulario también es un arma importante en la guerra colonial en curso.

La argumentación clásica

El gobierno israelí ha desenfundado rápidamente su argumentación clásica esgrimiendo que la UE «ha elegido, por razones políticas, dar un paso no habitual y discriminatorio en un momento en el que Israel hace frente a una oleada de atentados terroristas«.

El ministerio de Asuntos Exteriores israelíes se ha declarado «sorprendido y al mismo tiempo irritado por el hecho de que la UE elija aplicar un doble rasero contra Israel mientras ignora 200 litigios territoriales en todo el mundo, incluso dentro de la propia UE o en proximidad inmediata de las fronteras [israelíes]». Y añade que «la afirmación de que esta decisión es puramente técnica es cínica y sin fundamento alguno«.

Para Israel «el etiquetado de los productos [de las colonias judías] no hará progresar las negociaciones de paz entre Israel y los palestinos«. En este punto hay que admitir que Israel no se equivoca: como no hay ninguna negociación (e incluso se puede afirmar que nunca ha habido una verdadera negociación), no se ve qué podría hacerlas progresar. Además, esa es la firme voluntad de Netanyahu y su gobierno fascistoide.

Este mantiene también que «la decisión de etiquetar los productos reforzará a los elementos radicales que incitan al boicot a Israel y niegan su derecho a existir, posturas que la UE pretende rechazar. La reciente decisión suscita preguntas respecto al papel que la UE pretende desempeñar y podría tener consecuencias sobre las relaciones entre la UE e Israel«.

B. Netanyahu, que en estos momentos está de visita en Estados Unidos, ha formulado casi literalmente estas mismas críticas y ha añadido que «los europeos deberían tener vergüenza«.

En otras palabras, el simple hecho de obligar (al no poder lograrrlo voluntariamente) a Israel a adoptar un etiquetado de los productos de sus colonias en territorio palestino que corresponde a la realidad y se así conforma a las exigencias de los acuerdos por los que la UE le concede unos privilegios financieros exorbitantes y contrarios a su propio derecho [1] sería una especie de casus belli. Por consiguiente, el hecho de que Israel lo ponga en tela de juicio no podría sino alegrar a aquellas personas que todavía conceden algo de valor al derecho internacional. Pero, evidentemente, solo se trata de retórica vacía.

Con todo, hay que dar la razón al gobierno israelí al menos en otro punto: la decisión que se acaba de tomar no es de naturaleza puramente técnica, sino que, efectivamente, es una decisión política. Una decisión a minima: extremadamente dividida (como suele estarlo sobre casi todas las cuestiones) la UE no asume claramente que las artimañas de Israel exigirían una respuesta política mucho más tajante que una simple cuestión de etiquetas, lo que no es sino una manera cómoda de aparentar no ser demasiado amorfo sin que ello tenga demasiadas consecuencia s.

Esta decisión es un cúmulo de ambigüedades

Por una parte hay que alegrarse al constatar que ni siquiera la devoción servil a Israel de algunos gobiernos europeos (con Francia a la cabeza) no ha podido evitar la adopción de esta medida a pesar de que Israel lo había convertido en un reto político y simbólico sin relación alguna con la realidad económica (las exportaciones de las colonias judías de Cisjordania no representan más del 2% del comercio exterior de Israel y no van a desaparecer pura y simplemente).

Difícilmente se podría encontrar una ilustración mejor del descrédito total del gobierno israelí y de la exasperación que suscita su doble lenguaje, sus maniobras retorcidas, su arrogancia y su desprecio total de la vida humana en cuanto se trata de no judíos.

Pero, por otra parte, paradójicamente la UE acaba de validar el derecho de las colonias israelíes en territorio palestino a exportar sus productos a Europa. Basta con que tengan a bien poner la «etiqueta correcta«. Ahora bien, eso es contrario a las obligaciones que se imponen a la UE y a cada uno de sus Estados miembros. Business as usual…

Viene a ser como si después de haber atrapado a un ladrón reincidente y su botín la Justicia le autorizara a vendérselo al revendedor de cosas robadas a condición de que pusiera sobre cada artículo la etiqueta «producto robado«.

Como han puesto recientemente de relieve varios juristas :

«[…] en la opinión consultiva hecha publica en 2004 concerniente a la edificación del muro en territorio palestino ocupado la Corte Internacional de Justicia enunció explícitamente que los Estados miembros de la comunidad internacional tienen la obligación de «no reconocer« la situación ilícita que se desprende de la construcción del muro y de»no prestar ayuda y asistencia» al mantenimiento de esta situación.

Estos principios también son aplicables a las colonias, cuya ilegalidad recuerda la opinión consultiva. Ahora bien, el simple etiquetado de los productos de las colonias no permite cumplir estas dos obligaciones.

De entrada, «no reconocer» la ilegalidad de las colonias implica no reconocer ningún efecto vinculado a su existencia. Etiquetando los productos de las colonias Europa admitiría la legitimidad del comercio con estas entidades ilegales y reconocería en su legislación la actividad económica que se produce en ellas».

Por consiguiente, en estos momentos nada permite pensar que la UE haya decidido finalmente dejar el papel prácticamente mudo en el que Estados Unidos e Israel se ha puesto de acuerdo en encerrarla, a saber, el de proveedor de fondos, cuya ayuda (bajo la cobertura de ayuda a la población palestina) permite a Israel librarse de las lógicas consecuencias financieras de la prolongación de una feroz ocupación militar, que tiene todas las posibilidades de celebrar próximamente 50 años, pero que la » comunidad internacional » siempre finge creerla provisional.

Notas

[1] En resumen, el Tratado de Lisboa de la UE, que entró en vigor en 2009, prevé sin equívocos que debe haber una coherencia entre la política exterior de la UE y sus actividades en otros dominios, incluido el comercio, y define además los principios según los cuales se basa, al menos en teoría, y que debe promover en el mundo: la democracia, la primacía del derecho, la universalidad y la indivisibilidad de los derechos humanos y de las libertades fundamentales, el respeto de la dignidad humana, los principios de igualdad y de solidaridad, y el respeto de los principios de la Carta de las Naciones Unidas y del derecho internacional. En otras palabras, exactamente lo contrario de lo que representa Israel, Estado con el que, en consecuencia, todos los acuerdos en curso se deberían, lisa y llanamente, suspender hasta que se pliegue a todas las decisiones de la ONU.

Fuente: http://www.pourlapalestine.be/en-depit-des-cris-dorfraie-du-gouvernement-israelien-lu-e-a-adopte-ses-lignes-directrices-pour-letiquetage-des-produits-coloniaux/