Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos.
Aunque Israel se está sumiendo descaradamente en la extrema derecha, en particular con la actual escalada de sus brutales ocupación y represión, Europa sigue siendo en gran parte cómplice al apoyar la ocupación de Israel y sus violaciones de los derechos de las y los palestinos, a pesar de la vacía retórica de la Unión Europea (UE).
Todo el alboroto suscitado en Bruselas y Tel Aviv acerca del etiquetado por parte de la EU de los productos procedentes de las colonias israelíes en territorio palestino ocupado no puede ocultar el hecho de que la relación de Europa con Israel está en contradicción con los valores que aquella apoya y con sus compromisos legales.
Ignorando sus obligaciones según el derecho internacional y en particular el veredicto de la Corte Internacional de Justicia de 2004 en contra del ilegal muro de Israel, la UE mantiene toda una red basada en relaciones militares, investigación sobre armamento, transactiones bancarias y relaciones comerciales con las colonias con empresas, bancos e instituciones israelíes profundamente implicados en violaciones de los derechos humanos.
La UE también se ha negado obstinadamente a hacer que se respete la cláusula de derechos humanos de su acuerdo de asociación con Israel, con lo que encubre de hecho las continuas violaciones del derecho internacional por parte del régimen de ocupación, asentamiento colonial y apartheid de Israel. Más de 300 sindicatos, ONG y otras organizaciones de la sociedad civil de toda Europa han pedido a la UE que deje de apoyar los crímenes de Israel y también que suspenda su acuerdo de asociación. Más de 60 eurodiputados han apoyado esta petición.
Si la mayor parte del mundo considera que los derechos de las y los palestinos son hoy «la prueba decisiva de derechos humanos», en palabras de John Dugard, el jurista sudafricano y ex relator de la ONU para los derechos humanos, la UE ha fracasado en esta prueba.
Los palestinos consideran que etiquetar los productos ilegales de las colonias israelíes en vez de prohibirlos es otro fracaso de la UE a la hora de respetar el derecho internacional y el europeo.
La UE sigue proporcionando fondos a las empresas militares israelíes, como Elbit Systems y Israel Aerospace Industries, que están acusadas de complicidad con los crímenes de guerra y posibles crimenes conta la humandad de Israel.
El ataque de Israel a Gaza en 2014, que tanto la presidenta de Brasil como el ministro de Exteriores francés condenaron y calificaron de «masacre», ha exacerbado la ira internacional y minado el ya débil apoyo de la opinión pública europea a Israel. Un ex vice primer ministro británico y un ex primer ministro francés pidieron abiertamente sanciones contra Israel. El vice presidente de segundo partido alemán pidió un embargo de armas a Israel – junto con Arabia Saudí y Qatar.
Aunque la UE todavía vota en bloque en apoyo de las resoluciones de la ONU en defensa de los derechos básicos y avalados por la ONU de las y los palestinos, incluido el derecho al retorno de las y los refugiados palestinos, y aunque todavía condena las colonias israelíes por ser ilegales según la Cuarta Convención de Ginebra, estas posturas no se han traducido en ninguna medida efectiva para hacer que Israel asuma sus responsabilidades.
Al ver la rapidez con la que la UE adoptó sanciones contra Rusia por unas supuestas violaciones del derecho internacional en Ucrania que parecen nimias en comparación con los crímenes cometidos por Israel en las décadas que lleva ocupando territorio palestino, no se puede menos que acusar a la UE de hipocresía por no adoptar las a todas luces más justificadas sanciones contra Israel.
Se podría argumentar que las líneas directrices de la UE de 2013 acerca de sus relaciones con la ocupación de Israel y sus colonias son una manifestación práctica del rechazo por parte de Europa de la soberanía de Israel sobre territorios árabes ocupados. Sin embargo, lejos de reflejar un enfoque basado en principios que defienda de manera consecuente los derechos humanos y el derecho internacional, estás líneas directrices fueron el resultado directo del cada vez mayor descontento público en Europa respecto a Israel. Por ejemplo, una encuesta hecha en 2014 por la BBC muestra que según dos terceras partes de las y los europeos Israel comparte con Corea del Norte el grado de popularidad.
Gran parte de este apoyo cada vez menor de las y los ciudadanos europeos a Israel se puede atribuir no solo a que cada vez están más concienciados de que Israel niega sus derechos a las y los palestinos y de su giro político hacia una derecha fanática, sino también a las eficaces campañas dirigidas a la sociedad civil de la campaña global, dirigida desde Palestina, del movimiento de boicot, desinversión y sanciones [a Israel] (BDS) por los derechos, la justicia y la igualdad de las y los palestinos.
El movimiento de BDS, que una amplia coalición de partidos políticos, federaciones de sindicatos y organizaciones de masas de la sociedad civil palestina puso en marcha en 2005, pide el fin de la ocupación israelí de 1967, el fin de su discriminación racial institucionalizada y el respeto de los derechos de las y los refugiados palestinos a volver a sus hogares y tierras de los que fueron desposeídos en 1948.
Actualmente se reconoce ampliamente el impacto que el BDS tiene en Israel. Según la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD, por sus siglas en inglés), la inversión extranjera directa en Israel descendió en 2014 un 46% en comparación con 2013. Un coautor israelí del informe atribuía este fuerte descenso de la inversión al ataque a Gaza y al BDS.
Un estudio de Rand Corporation predice que el BDS podría reducir el PNB de Israel «entre un 1% y un 2%» anualmente en los próximos diez años, mientras que un informe del Banco Mundial revela que las exportaciones de Israel a la economía palestina descendieron un 24% en el primer trimestre de 2015. Las principales fábricas de armas israelíes se quejan de una «crisis» galopante de las exportaciones, debida en parte «a una menor demanda de productos hechos en Israel».
Hace unas semanas el gigante francés Veolia se convirtió en la primera gran empresa internacional que puso fin a sus operaciones en Israel bajo la presión del BDS. Este paso se produjo tras una intensa campaña de BDS durante siete años en contra de la empresa debido a su complicidad con la ocupación israelí, que le supuso la pérdida de licitaciones en todo el mundo por valor de más de 20.000 millones de dólares.
Cada vez más académicos, artistas, sindicatos, estudiantes, Iglesias y grupos medioambientales de todo el mundo apoyan al BDS, también en Europa. La UE debe hacer algo más que etiquetar los ilegales productos israelíes para hacerse eco de esta tendencia y cumplir con sus obligaciones morales y legales.
El que fuera líder de la lucha contra el apartheid en Sudáfrica, el arzobispo Desmond Tutu, afirmó una vez: «Si se es neutral en situaciones de injusticia, se elige el lado del opresor».
Lejos de ser neutral, la UE está permitiendo al opresor llevar a cabo sus injusticias.
Omar Barghouti es un defensor palestino de los derechos humanos y cofundador el movimiento de Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS). E s investigador no residente del Instituto Internacional de Estudios Sociales de la Universidad Erasmus.
Fuente: http://www.politico.eu/article/the-eu-helps-israel-oppress-palestinians-occupation-rights-violation/