Traducido para Rebelión por J. M. y revisado por Caty R.
Los llamamientos a calificar a los judíos de los países árabes como refugiados fueron silenciados en el pasado por los gobiernos israelíes. El cambio de política tiene que ver con el reconocimiento relativamente nuevo de que Israel no será capaz de evadir su responsabilidad de la Nakba. Pero los líderes de la nueva campaña primero deben aprender la historia de su idea infundada.
En los tres últimos años, hemos sido testigos de una intensa campaña para lograr el reconocimiento político y jurídico de los judíos árabes como «refugiados». El objetivo de esta campaña es crear en la opinión pública una simetría entre los refugiados palestinos y los judíos «orientales» que llegaron a Israel en los años 50 y 60, presentando a ambas poblaciones como víctimas de la guerra de 1948. El Ministerio de Relaciones Exteriores, bajo la dirección del viceprimerministro Danny Ayalon, está recogiendo intensamente evidencias que compensarían -como si se tratara de una ecuación de álgebra- los testimonios de los palestinos con respecto a la expulsión, saqueos y asesinatos.
Hace un par de años la Knesset aprobó una ley que ordena a todos los gobiernos israelíes que negocian con los representantes árabes (vale decir palestinos) que se refieran a los judíos de origen árabe como refugiados. Hace varias semanas, el Consejo de Seguridad Nacional publicó un artículo recomendando al gobierno «crear un vínculo entre los refugiados palestinos y los judíos de origen árabe». El exjefe de ese organismo, Uzi Arad, lo decidió tras su nombramiento como director de un equipo especial para alinearse con la política oficial israelí sobre «los refugiados judíos de los países árabes».
Arad ha recibido la bendición del Primer Ministro Netanyahu por su iniciativa. Creó un cuerpo especial dentro del Consejo de Seguridad Nacional y contó con representantes del Ministerio de Justicia, el Ministerio de Finanzas y el Ministerio de Relaciones Exteriores en la participación de los debates. Historiadores, economistas y representantes de organizaciones judías como WOJAC (Organización Mundial de Judíos de los Países Árabes) y JJAC (Justicia para los Judíos de los Países Árabes) también fueron invitados. El Consejo recomendó al Primer Ministro la fabricación de «refugiados judíos» y que convierta las reclamaciones de compensación en una parte inseparable de las negociaciones sobre la cuestión de los refugiados palestinos.
En el pasado se hicieron llamamiento a definir a los judíos de los países árabes como refugiados, pero entonces fueron silenciados por los gobiernos israelíes. ¿Por qué el cambio de política? En parte debido a un reconocimiento, relativamente nuevo, de que Israel ya no será capaz de ocultar su responsabilidad en la Nakba.
El truco contable de la Cancillería traiciona el temor a la demanda palestina de la indemnización y el retorno, un principio central de las demandas palestinas. Esto demuestra que Israel reconoce que el paradigma del 67 no pondrá fin al conflicto, debido a su negación de la Nakba. Como resultado de este reconocimiento, los líderes de la nueva campaña esperan usar a los judíos orientales para bloquear a los palestinos de llevar a cabo su «derecho de retorno» y compensar las reclamaciones de indemnización que podrían verse obligados a pagar por las propiedades palestinas que fueron expropiadas por el Custodio en Ausencia de Propiedades (la autoridad israelí que confisca y gestiona propiedades palestinas, sobre todo de bienes raíces). Es una idea históricamente retorcida, poco inteligente desde una perspectiva política e injusta desde el punto de vista moral, como demuestra la historia.
Una triste historia para recordar
La campaña por el reconocimiento de los judíos de los países árabes como refugiados fue lanzada nada menos que por el presidente Bill Clinton en una entrevista que concedió al canal 1 israelí en julio de 2000. Ehud Barak, entonces Primer Ministro, anunció este «logro» en una entrevista al periodista israelí Dan Margalit un mes después.
Hasta entonces, los gobiernos israelíes evitaban reconocer a los judíos de los países árabes como refugiados. Lo hicieron por: a) temor de que tal declaración sería despertar lo que Israel había tratado de borrar y olvidar, el derecho de retorno; b) la preocupación de que los judíos podrían presentar demandas de indemnización a los países árabes y como resultado provocar demandas de los palestinos a Israel; y c) tal decisión habría obligado al Estado a actualizar todos los libros de su historia, formando una nueva narrativa según la cual los judíos orientales no vinieron a Israel debido al sionismo, sino contra su voluntad. Cualquier historiador que hiciera esa afirmación habría sido etiquetado como un «postsionista».
La idea de equiparar a los judíos orientales con los refugiados palestinos fue elaborada por primera vez por Bobby Brown, asesor del Gobierno para Asuntos de la Diáspora, y miembros de su oficina, junto con representantes de organizaciones como el Congreso Judío Mundial, la Federación Mundial Sefardí, y la Conferencia de Presidentes de las Principales Organizaciones Judías Estadounidenses. Avi Beker, el secretario general del Congreso Judío, y Malcolm Hoenlein, vicepresidente ejecutivo de la Conferencia de Presidentes, el convencido profesor Ervin Cotler, miembro del Parlamento canadiense y experto en derecho internacional, invitaron a unirse a la campaña. Se creó una organización llamada «Justicia para los judíos de los países árabes». Sin embargo no logró reunir mucho entusiasmo por la campaña, incluyendo el mundo judío. La campaña no pudo conseguir una declaración notable de los políticos israelíes hasta hace poco. Eso no es sorprendente. Esta campaña tiene una historia triste que se debe interiorizar, porque la historia puede ser muy útil.
En 1980, se estableció la Organización Mundial de Judíos de los Países Árabes, WOJAC. Yigal Alon, entonces Ministro de Relaciones Exteriores, temía que WOJAC sirviera como un invernadero para lo que llamó «la organización sectorial». Una vez más, WOJAC no se estableció con el fin de ayudar a los judíos orientales, sino más bien para crear un elemento de disuasión para bloquear las demandas del movimiento nacional palestino, principalmente la demanda de compensar a los refugiados y el derecho de retorno. El uso del término «refugiados» no era desatinado, ya que el término se había convertido en central en el discurso histórico y en el derecho internacional a raíz de la Segunda Guerra Mundial. La Resolución 242, aprobada en 1967, se refirió a una «solución justa del problema de los refugiados» en Oriente Medio. En la década de 1970, los Estados árabes pidieron que se refiera específicamente a los «refugiados árabes en el Medio Oriente», pero el gobierno de los EE.UU., a través del embajador ante la ONU Arthur Goldberg, se opuso.
En un documento de trabajo preparado en 1977 por Cyrus Vance, entonces secretario de Estado, antes de una posible reunión de la Conferencia de Ginebra, escribió acerca de la presión para encontrar una solución al «problema de los refugiados», sin mencionar a qué refugiados se refería. WOJAC, que trató de poner en circulación el término «refugiados judíos», había fracasado. Además de los árabes, muchos judíos sionistas en todo el mundo se opusieron a la iniciativa. Recomendó a los organizadores de la actual campaña examinar la estructura de la organización que iba desde el sionismo hasta el postsionismo en el curso de sus actividades y tomar una página de las leyes sobre las consecuencias no deseadas de la actuación política.
El pensador detrás de la idea de los «refugiados judíos» en WOJAC era Ya’akov Meron, el jefe del departamento de asuntos legales árabes en el Ministerio de Justicia. Meron hizo la conexión más extremista en la tesis en lo que se refiere a la historia de los judíos de todo el mundo árabe. Afirmó que los judíos fueron expulsados de los países árabes, en un acto coordinado con los líderes palestinos, y lo calificó de «limpieza étnica». Meron se apartó bruscamente de la epopeya sionista según la cual, dijo el dirigente, produjo términos románticos como «Magic Carpet» [la operación por la cual los judíos yemenitas fueron trasportados a Israel] o la «Operación Esdras y Nehemías» [el puente aéreo que trajo a los judíos iraquíes], suprimiendo el «hecho» de que la salida de los judíos fue el fruto de una «política árabe de la expulsión». Con el fin de completar la analogía entre palestinos y judíos orientales, los integrantes de WOJAC incluso afirmaron que vivían en campos de refugiados durante la década de 1950 (en referencia a los campos de tránsito para los inmigrantes judíos), al igual que los refugiados palestinos. Esta afirmación provocó airadas quejas por parte de personajes de las instituciones fundadoras del Estado, calificándola de «traición».
Los refugiados y el libre albedrío
El Ministerio de Relaciones Exteriores, que se alarmó por la tenacidad de la WOJAC, propuso poner fin a la campaña, alegando que la clasificación de los judíos orientales como refugiados era un arma de doble filo. En ese momento, Israel insistió en mantener una política de ambigüedad con respecto a este tema tan complejo. En 1949, el Estado rechazó una propuesta conjunta de Gran Bretaña e Irak para un intercambio de población (judíos iraquíes por refugiados palestinos), por temor a que tendría que ser responsable de la solución de los «refugiados excedentes» en Israel. El Ministerio de Exteriores llamó a la WOJAC divisiva y separatista, pidiendo a la organización que dejara de actuar de forma independiente en oposición a los intereses del Estado. Al final, el Ministerio de Relaciones Exteriores cortó los fondos a la organización. El Ministro de Justicia Yossi Beilin incluso separó a Ya’akov Meron del departamento del Ministerio de Justicia para asuntos jurídicos árabes.
Hay que decir que no hay ningún investigador serio en Israel que haya adoptado la retórica extrema de la organización. Además, en su intento de fortalecer la tesis sionista y asistir al Estado en su guerra contra los nacionalistas palestinos, WOJAC logró exactamente lo contrario. Se presentó una postura sionista confusa de cara al conflicto, enfureció a muchos judíos Mizrahíes en todo el mundo -ya que los presentó como faltos de motivación para ir a Israel- y sometió los intereses de los judíos orientales (sobre todo por el tema de la propiedad judía en los países árabes) a lo que llama accidentalmente «intereses nacionales». No pudo entender que calificando a los judíos orientales de refugiados se abre una caja de Pandora que duele tanto a judíos como a árabes.
Por un deseo de encontrar una solución mágica al problema de los refugiados, el Estado volvió a adoptar la fórmula, y ahora la está promoviendo con gran entusiasmo en todo el mundo. Será interesante conocer la posición del Ministerio de Educación con respecto a la narrativa que las organizaciones judías presentan como parte de la campaña. ¿Va a establecer inmediatamente un comité ministerial para cambiar los libros de historia para que coincidan con el nuevo estilo postsionista? Todas las personas honestas, sionistas o no, debemos admitir que la analogía entre los palestinos y los judíos orientales es infundada. Los refugiados palestinos no pidieron abandonar Palestina. En 1948, muchas aldeas palestinas fueron destruidas y casi 750.000 palestinos fueron expulsados o huyeron de las fronteras de la Palestina histórica. Los que huyeron no lo hicieron por propia voluntad.
Por otro lado, los judíos provenientes de los países árabes llegaron aquí a través de la iniciativa del Estado de Israel, así como de las organizaciones judías. Unos llegaron por propia voluntad, algunos en contra de ella. Algunos vivían cómodamente en los países árabes y algunos vivían en el miedo y la opresión. La historia de la inmigración oriental es compleja y no puede ceñirse a una explicación simplista. Muchos perdieron una gran cantidad de bienes, y no hay duda de que se debe permitir la presentación de reclamaciones individuales de propiedad contra los países árabes, algo que Israel y la WOJAC han rechazado hasta hoy. Por ejemplo, el acuerdo de paz con Egipto no permite reclamos de propiedad individual contra el gobierno egipcio. Los bienes judíos se consideran propiedad del Estado de Israel y una palanca importante para compensar las futuras demandas de los refugiados palestinos.
Otro ejemplo. Durante la Guerra del Golfo, la propiedad de una familia judía-iraquí en Ramat Gan sufrió daños. En su solicitud de indemnización, un abogado avezado aconsejó a la familia incluir una casa que había sido confiscada por el gobierno iraquí en 1952. El Ministerio de Relaciones Exteriores de Israel prohibió la maniobra, debido a la política del Estado de mantener la propiedad como moneda de cambio para futuras negociaciones con los palestinos (ver anexo).
Por lo tanto la analogía entre los refugiados palestinos y los judíos orientales carece de fundamento, por no mencionar que es ofensiva e inmoral. Sirve para causar fricciones entre los judíos de ese origen y los palestinos, es un insulto a un gran número de judíos orientales y perjudica las posibilidades de reconciliación real. Más que eso, los puntos de analogía apuntan a una clara falta de comprensión del significado de la Nakba. La Nakba no sólo se refiere a los acontecimientos de la guerra, sino que es, en su esencia, el impedimento de que los que fueron expulsados puedan regresar a sus hogares, sus tierras y sus familias después de la creación del Estado de Israel. La Nakba es una política activa y clara del Estado de Israel no sólo el caos de la guerra.
La tentación de usar este concepto de reclamo de compensación es comprensible, pero no podemos usar espantapájaros para refutar las exigencias morales y políticas de los palestinos. Tal manipulación sólo empeora el crimen y aumenta la brecha psicológica entre los judíos y los palestinos. Incluso si algunos palestinos renuncian al derecho al retorno (como, por ejemplo, las reclamaciones del doctor Khalil Shikaki), esos trucos no son el camino para lograr este fin. Todo acuerdo de paz debe basarse en el reconocimiento de Israel de las injusticias del pasado y la búsqueda de una solución justa. Estos trucos contables convierten a Israel en un tenedor de libros moral y políticamente incorrecto.
El profesor Yehouda Shenhav enseña sociología en la Universidad de Tel Aviv. Fue editor de Theory & Criticism durante 10 años y actualmente es el editor jefe de Organization Studies . Fue cofundador de la Coalición Rainbow Mizrahi en 1996.
Este artículo se publicó originalmente en published in Hebrew in Haoketz.
Anexo (publicado originalmente en hebreo por Almog Behar, traducido al inglés por Mati Milstein y difundido en Facebook)
Declaración del Comité Judío Bagdadí de Ramat Gan, 14 de septiembre de 2012/27 Elul, 5772:
A) Damos las sinceras gracias al gobierno israelí por confirmar nuestra condición de refugiados como respuesta rápida, después de 62 años, a un pedido de evaluación de nuestros documentos.
B) Solicitamos que los judíos occidentales también sean reconocidos como refugiados para que no envíen a nuestras casas a los oficiales cortesanos de la Unidad de Ejecución de Inmigración Oz ( cuerpo policial especial que busca inmigrantes ilegales en sus casas o en las calles para deportarles de Israel, N. de T.)
C) Pretendemos exigir una indemnización por nuestros bienes perdidos y los activos del gobierno iraquí -no de la Autoridad Palestina- y no vamos a estar de acuerdo con la opción de compensar nuestra propiedad con una indemnización por la propiedad perdida de los demás (es decir los refugiados palestinos) o que dicha compensación se transfiera a los organismos que no nos representan (es decir, el gobierno israelí).
D) Exigimos la creación de una comisión de investigación para examinar: 1) Si se llevaron a cabo las negociaciones en 1950, y de qué manera, entre el Primer Ministro israelí David Ben-Gurion y el Primer Ministro iraquí Nuri as-Said, y si Ben-Gurion informó en el momento a Said de que fue autorizado a tomar posesión de los bienes y activos de la comunidad judía iraquí y, en caso de llegar a un acuerdo, enviar las compensaciones a Israel; 2) Quién ordenó el bombardeo de la sinagoga Masouda Shem-Tov en Bagdad, y si el Mossad israelí y/o sus agentes estuvieron involucrados. Si se determina que Ben-Gurion, de hecho, llevó a cabo negociaciones sobre el destino de los bienes de la comunidad judía iraquí y de los activos en 1950, y ordenó al Mossad bombardear la sinagoga de la comunidad con el fin de acelerar nuestro vuelo de Irak, vamos a presentar una demanda en un tribunal internacional para exigir la mitad de la suma total de la indemnización por nuestra condición de refugiados por parte del gobierno iraquí y la otra mitad por parte del gobierno israelí.
E) Bendiciones para un feliz año nuevo, un año de paz y prosperidad, un año de tranquilidad y fertilidad.
El Comité de Judío Bagdadí de Ramat Gan (tal como fue publicado originalmente por Almog Behar)
From Racheli Gai in Israel. Eldad.