En realidad, lo más importante en el análisis de las posiciones del anticastrista Oswaldo Payá Sardiñas no es acudir a lo que dice, sino a lo que hace. Ya se ha podido apreciar su capacidad de cínico malabarismo semántico y político, al expresar que el llamado Proyecto Varela, todo un proyecto propiciador del anexionismo es […]
En realidad, lo más importante en el análisis de las posiciones del anticastrista Oswaldo Payá Sardiñas no es acudir a lo que dice, sino a lo que hace. Ya se ha podido apreciar su capacidad de cínico malabarismo semántico y político, al expresar que el llamado Proyecto Varela, todo un proyecto propiciador del anexionismo es compatible con la Constitución cubana y el Estado socialista.
Durante su gira, a pesar de sus habilidades para ocultar sus verdaderos propósitos, tuvo algunos «deslices» que ponen al descubierto sus verdaderas intenciones.
En una entrevista concedida al diario checo Hospodarske Noviny, Payá se negó a comentar el caso del secuestro del niño Elián González, argumentando que los familiares de éste, tanto en Estados Unidos como en Cuba, habían manipulado políticamente el caso. Resulta ofensivo que la digna y justa defensa de sus derechos, realizada por el padre y los abuelos de Elián, acompañados resueltamente por el pueblo cubano, más la opinión pública norteamericana y mundial, sea calificada de manipulación y puesta al mismo nivel que las acciones criminales llevadas a cabo por la parentela en Miami, bajo el auspicio del anticastrismo cubano american.
Parecería que al haber estado recibiendo por tantos días en Miami la hospitalidad y sostén de los promotores y cómplices del secuestro del niño, los «sentimientos de gratitud» de Payá traicionaron su subconsciente.
Otro tema que puso a Payá en una situación embarazosa en varias ocasiones fue el del bloqueo económico, comercial y financiero que mantiene el gobierno de los Estados Unidos contra Cuba. El «luchador por los derechos humanos» se abstuvo de condenarlo abiertamente y mucho menos de exigir que se ponga término. Según un despacho de la agencia de noticias AFP del 17 de diciembre del 2002, había estimado que: «la solución del problema cubano no es el fin del embargo». Precisamente en el momento en que es más cuestionada la política de bloqueo contra Cuba, aparece este señor, defendiendo la tesis de que éste es un tema secundario, lo que de hecho supone su aceptación. De acuerdo con declaraciones publicadas en The Miami Herald el 7 enero, cuando se le preguntó si había pedido algo al Secretario de Estado norteamericano en su encuentro, dijo que «en realidad no hemos venido a pedir medidas, en realidad no hemos venido a pedir nada». Confirmando lo antes expuesto, el diario The Washington Times , publicó sus declaraciones sobre lo que coincide con EE.UU. en llamar «embargo»: «No vine aquí para hacer lobby o petición alguna al gobierno de los Estados Unidos en relación con Cuba.» A partir de sus propias declaraciones, queda claro que Payá no solicitó el fin del bloqueo a Cuba en los 20 minutos que conversó con el señor Powell, lo que hubiera sido un gesto en defensa de los derechos humanos del pueblo cubano. Esta política genocida, por supuesto, no lo afecta a él ni a sus compinches de la llamada «disidencia», quienes reciben compensaciones personalizadas del gobierno estadounidense y, a la vez, disfrutan la bondad inmensa de la Revolución Cubana, que aún para estos mercenarios garantiza servicios de salud y educación gratuitos, entre otros, como ciudadano cubano, sin discriminación alguna. Obligado a responder una pregunta directa sobre la cuestión, durante una rueda de prensa organizada tras su entrevista con el Secretario de Estado, dijo que había expresado a Colin Powell que «pensamos que ese tema tan polarizado ha luchado por sustituir el tema más vital, que es la necesidad de cambios democráticos en Cuba». Al parecer ya molesto, por la recurrencia de las preguntas acerca de una cuestión que siendo neurálgica para el pueblo cubano, Payá quería evadir en sus presentaciones, aseveró: «Algunas personas están tratando de definir cualquier posición que tengas basada en tu opinión sobre el embargo. El embargo no es un factor de cambio en Cuba». Una pieza clave en la presentación de las líneas del «pensamiento» de este «líder de la oposición» fue su conferencia en la Universidad de Georgetown, en Washington, en la cual pidió a los cubanos residentes en Miami, moderación y prudencia en el discurso público en relación con el tema del reclamo de propiedades. Sin embargo, demuestra que esta solicitud era sólo una acción táctica para el mercadeo de sus posiciones y una trampa para incautos, cuando aclaró: «al menos inicialmente». La familia de Payá estaría entre las que tendría «bienes a reclamar» al pueblo cubano. Otro tema de esa conferencia estuvo relacionado con el tratamiento dado por los medios de Estados Unidos a la iniciativa del pueblo cubano de recoger firmas para solicitar una reforma a la Ley Fundamental, con el objetivo de declarar irrevocable el orden constitucional vigente en Cuba. La acción, promovida por organizaciones sindicales, estudiantiles y de masas, era una decisión soberana ante los discursos de George W. Bush, el 20 de mayo de 2002, cuando «celebró» en Washington y Miami, el centenario de la instauración de la república neocolonial. Los medios norteamericanos la calificaron de respuesta al proyecto anexionista que defiende Payá, pero este en su conferencia, no sin dejar de acompañarlos con una buena dosis de veneno, tuvo que reconocer que los cubanos fueron, según él, obligados «a la recogida de firmas y manifestaciones para responderle a Bush».
Resulta oportuno recordar que, de manera absolutamente voluntaria, por varias organizaciones cubanas fueron capaces de reunir 8.198.237 firmas de electores, lo que representa el 99.37% de ellos en todo el país. Los mentores de la «oposición» deberían sacar lecciones del profundo significado democrático de esta impresionante expresión de apoyo popular a los principios socialistas consagrados en la Constitución cubana.
En relación con el terrorismo- tema ineludible en estos tiempos- no pronunció una frase. Su interés de sumar a su «causa» todo el llamado exilio, demuestra que no tiene ningún reparo en cooperar con los responsables de acciones que han causado la muerte o la discapacidad permanente a miles de cubanos y cubanas, sin contar los daños materiales.
Por el contrario, Oswaldo Payá convivió en Miami con muchos de los más connotados terroristas de origen cubano y con sus promotores, financistas y protectores. Se juntó con ellos, no para pedirles que pusieran fin a sus acciones, sino para convencerlos de que el proyecto que se propugna está encaminado al mismo objetivo que estos criminales.
Y si fuera necesario despejar alguna otra duda acerca de las verdaderas motivaciones e intenciones políticas del personaje, veamos algunos fragmentos de una carta que escribiera al ex presidente Herrera Campins, dirigente histórico de uno de los partidos tradicionales que se alternaban en Venezuela, expresando solidaridad con el Golpe de Estado contra el presidente constitucional Hugo Chávez, el 11 de abril de 2002, en la que calificaba la acción fascista como un acto de «heroísmo». No perdió tiempo Payá, la carta está fechada en La Habana el 12 de abril:
«Decidí hacerle esta carta en esta madrugada, conociendo de los dramáticos momentos que vive su pueblo, para solidarizarme y expresarle todo mi apoyo. Antes de que saliera el sol ya el heroísmo de los venezolanos había decidido el curso de los acontecimientos. Le ruego que trasmita Usted al Sr. Pedro Carmona, Presidente Provisional, nuestro apoyo y respeto, con el mensaje siguiente:
«Al Heroico Pueblo de Venezuela
Desde Cuba le expresamos nuestra más profunda admiración y solidaridad en estos momentos en que han rescatado su soberanía y su futuro. Es impresionante y verdaderamente épico el derroche de valor, firmeza y amor por la libertad demostrado por ustedes.
De esta forma han impedido que su nación fuera atrapada por el totalitarismo y evitado, lo sabemos, que una larga etapa de sombras atrapara a Venezuela. Han impedido mucha sangre, sufrimientos, miserias, calamidades, miedos, odios y destierros. Han rescatado su propia libertad y democracia (…)»
A Oswaldo Payá le satisfacía enormemente ver ejecutarse en Venezuela, como primera medidas de gobierno del golpista Pedro Carmona, las idénticas intenciones que años antes él había plasmado en su Programa Transitorio.
Estos son sus verdaderos sentimientos y la verdadera forma de pensar. La digna y valiente conducta de los venezolanos frente a los golpistas, es la respuesta inequívoca que los pueblos tienen para gente como él.
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El líder anticastrista Osvaldo Payá apoyó el golpe de Estado de Venezuela en abril del 2002
Pascual Serrano
(16-02-2005)