Cuando tanto se ha tergiversado y mentido una y otra vez año tras año sobre lo que ya se ha consagrado como el conflicto palestino-israelí, parece necesario establecer un nuevo discurso utilizando otro lenguaje para que todos podamos entendernos cuando hablemos de Palestina. Hablar del conflicto entre palestinos e israelíes es una ofensa al Derecho […]
Cuando tanto se ha tergiversado y mentido una y otra vez año tras año sobre lo que ya se ha consagrado como el conflicto palestino-israelí, parece necesario establecer un nuevo discurso utilizando otro lenguaje para que todos podamos entendernos cuando hablemos de Palestina.
Hablar del conflicto entre palestinos e israelíes es una ofensa al Derecho Internacional, a los Derechos Humanos, a los Derechos del Niño y a cualquier otro derecho cuando lo que sucedió, y sucede cada día, es que una potencia militar se apoderó de unos territorios por la fuerza, expulsó o asesinó a poblaciones enteras destruyendo más de 500 pueblos para ocupar con las armas por la fuerza un territorio que no les pertenece provocando el éxodo masivo de la población palestina. No se puede denominar conflicto a lo que es una violación permanente, continuada, de los más elementales derechos.
Hablar de la ocupación de Palestina suena a hueco y a ridículo; a hueco porque la palabra está gastada, vacía de significado y, ridículo, porque ya no se trata sólo de una ocupación, ni siquiera de la ocupación sionista, porque EEUU, la UE y NU no sólo están detrás, sino que son, de hecho, los protagonistas por su apoyo incondicional y por su complicidad explícita.
Hablar de colonialismo es ridículo, porque el colonialismo explota los recursos y a los nativos para mayor gloria, beneficio de la metrópoli y de sus intermediarios. Es ridículo porque ni siquiera se intenta convertir al palestino a ninguna religión, ni cultura, ni lengua, porque nada se pretende del palestino, sólo que desaparezca.
Hablar de apartheid es inapropiado, también ridículo, porque no se trata sólo de encerrar a los nativos palestinos -no importa de qué religión sean o de ninguna- en guetos como llevan haciendo desde hace tantos años, como en Sudáfrica, sino que es algo más, algo mucho más criminal, salvo que convengamos que el nazismo sólo era una forma de apartheid y no de exterminio. En Palestina no hay apartheid, ni exclusión, Israel nunca pretendió tal cosa. La idea sionista israelí es, sencillamente, eliminar todo rastro palestino: de personas, cultura, derechos, historia e impedir la posibilidad de vida usurpando tierras, cultivos, agua, destruyendo casas y cualquier otra cosa que tuviera relación con Palestina o los palestinos, exactamente lo que está haciendo desde 1948.
Hablar de nazismo al referirse al sionismo israelí en Palestina y con los palestinos es más apropiado, es exacto. Negarlo no es menos delito que negar el genocidio nazi. La diferencia sólo está matices y en la forma.
Hablar de negociación cuando Israel nunca ha querido negociar, ni tampoco ahora, cuando no reconoce las elecciones democráticas palestinas de enero de 2006, cuando desde agosto de ese mismo año mantiene secuestrado al Presidente del Parlamento Asis Duek, a más de un tercio de los diputados del Parlamento, a casi la mitad de los ministros del Gobierno y a 11.000 palestinos ¿Con quién puede querer negociar y para qué cuando toda Palestina y los palestinos está bajo su control, unos en la cárcel y otros afuera pero prisioneros en sus pueblos?
Hablar de paz cuando continua la construcción del Muro, el asedio a todos los pueblos y ciudades, los asesinatos selectivos, el cerco a Gaza, los más de 700 puestos de control militar que dividen y asfixian a la población, hablar de paz mientras continúan con la destrucción de casas, con más asentamientos, robo de tierras y con asesinatos, con bombardeos, incursiones, tanques o sencillamente dejándolos morir en los puestos de control o en los hospitales desabastecidos de medios y medicinas ¿De qué paz hablan, de la paz de quién?
Hablar de Derechos Humanos desde la «Comunidad Internacional» que se reduce a EEUU y a la Unión Europea -incluyendo al Reino de España en primera fila- cuando están incondicionalmente al lado de Israel, participan de sus violaciones y del quebranto que Israel hace del Derecho Internacional, de los Derechos Humanos, de las Resoluciones de NU y de cualquier tratado o convenio internacional. Cuando esta denominada Comunidad Internacional ha apoyado los toques de queda, saqueos, asesinatos selectivos o no, la construcción del Muro, el bloqueo de Gaza, la construcción de «colonias» expulsando a sus propietarios para enviarlos a la miseria, cuando apoyó sin pestañear los recientes bombardeos del Líbano, todo ello con la financiación y la colaboración de EEUU, de la Unión Europea, junto con la adhesión del socialista Solana y del ministro socialista Moratinos que reiteradamente proclaman estar siempre del lado de Israel y de su política (de destrucción). Independientemente de la política belicista de EE.UU y de la UE, personajes como Solana y como Moratinos, entre otros, son quiénes hacen posible que Israel exista y pueda continuar con su limpieza étnica, con su genocidio. Así nació Israel, sólo así puede mantenerse y así lo mantienen con subvenciones anuales de miles de millones de euros.
Hablar de ayuda humanitaria cuando todo el territorio palestino -lo poco que les queda- está bajo control de Israel que impide la entrada de alimentos y hasta de medicinas, mientras, los principales responsables de este drama, Bush, Solana, Moratinos, etc, hablan de organizar Conferencias.
Hablar de la Conferencia de Donantes cuando únicamente «donan» dinero para financiar -comprar- a una Policía palestina para que sojuzgue y se enfrente a los propios palestinos para obligarlos no sólo a mantener la ocupación sino que, además, la consideren como permanente y que protejan la seguridad (y la paz del ocupante), de Israel, reprimiendo a cualquier palestino que se oponga.
Hablar de que Hamas controla la Franja de Gaza resulta insultante, cuando toda la Franja por tierra mar y aire está en manos de Israel, cuando nada ni nadie puede entrar ni salir de Gaza -ni de ningún otro sitio- sin el permiso de Israel, cuando nada ni nadie puede moverse sin pasar por los puestos de control militar de la ocupación israelí.
Resulta desolador ver cada día como avanza el genocidio, sin detenerse, cada vez con más presión, cada vez con más descaro, cada vez con más apoyo de las instituciones internacionales manejadas por EEUU y la UE, incluyendo las declaraciones cómplices como las del ministro Moratinos: «siempre estaré al lado de Israel». Cuanta violencia, cuantas violaciones de los DDHH y cuanta complicidad hay en todo este crimen de genocidio pero, mientras, estos personajes y sus gobiernos dicen que luchan contra el terrorismo.
En mitad de la tragedia palestina cuyo origen hunde sus raíces en los intereses geoestratégicos que se dirimen en la Primera GM, con la Declaración Balfour cuando en 1917 el Reino Unido adjudica arbitrariamente Palestina a los planes e intereses sionistas que se rematan después de finalizar la Segunda GM, en 1947, cuando la Asamblea NU aprueba la Resolución 181 con la arbitraria cesión (no sólo partición) de Palestina al sionismo israelí (Con la financiación del Imperio Colonial de Occidente) que, ahora por boca de los mismos -EE.UU. y la UE-, hablan de Conferencia de paz, de Hoja de Ruta, de dos Estados, de terrorismo, de democracia, etc.
El Foro por una Paz Justa en Oriente Medio organizado en Alcorcón, hace sólo unos días, fue reventado por el Ministro de Asuntos Exteriores el pro sionista Moratinos como así se indica, entre otros documentos, en el propio comunicado oficial de la Red Solidaria contra la Ocupación de Palestina [1] que se resume en exigencias tan simples y tan razonables como que la Unión Europea suprima el acuerdo de asociación con Israel, que el Banco Mundial y la UE cancelen la financiación de la construcción del Muro, que finalice el asedio a Gaza y las sanciones impuestas al pueblo palestino y, por último, que reconozcan al gobierno democráticamente elegido por los palestinos.
La situación palestina está condicionada y definida, de una parte, por la injerencia directa de EEUU y de la Unión Europea en los asuntos internos palestinos con todo tipo de presiones y de coacciones y, de otro lado, por el apoyo incondicional, sin límites, al sionismo israelí en lo militar, en armas de todo tipo, en armamento nuclear y por supuesto en lo económico, tecnológico y, sobre todo, en el encubrimiento de la impunidad con que actúan y que además apoyan sin vergüenza alguna.
[1] Comunicado oficial de la Red Solidaria contra la Ocupación de Palestina
¿Por qué nos retiramos del Foro por una Paz Justa en Oriente Próximo?