El tema continúa siendo un problema no resuelto de las condiciones de vida básicas de la población
En 2006 el país se planteó un ambicioso programa de construcción de viviendas, en los marcos de cierta holgura económica gracias al éxito de las exportaciones de servicios médicos a Venezuela y las nuevas relaciones con China, que implicaron un mayor acceso al crédito. Tal programa planteaba la edificación de 100.000 viviendas anuales, cifra que no se alcanzó ni en la década de los 80, período de mayor actividad constructiva en Cuba.
En 2006, el programa se sobrecumplió fundamentalmente gracias a la terminación de varias obras que se encontraban pendientes de pequeñas acciones para su culminación. De 2007 en adelante, se han construido como promedio anual unas 31 700 viviendas, según cálculos realizados a partir del Anuario Estadístico de Cuba.
En 2011, en los lineamientos para la política económica y social se aborda el tema de la vivienda en dos capítulos:
- el VIII dedicado a la Política Industrial y energética, al plantearse «desarrollar la industria de materiales de construcción (…) para satisfacer la demanda de los programas priorizados del país» (uno de ellos es justamente la vivienda);
- el XI concerniente a la Política para las construcciones, viviendas y recursos hidráulicos. Las ideas fundamentales que se abordan son: priorizar las labores de mantenimiento y conservación, incluyendo las formas no estatales de gestión; incrementar la comercialización de materiales de la construcción; brindar atención al aseguramiento de los programas de viviendas a nivel municipal a partir de las materias primas existentes en cada lugar y las tecnologías disponibles para fabricar los materiales necesarios; otorgar prioridad a las viviendas en el campo para mejorar las condiciones de vida en la zona rural y contribuir al completamiento y estabilidad de la fuerza de trabajo en el sector agroalimentario; introducir nuevas tipologías y tecnologías que ahorren fuerza de trabajo y sean de fácil ejecución; aplicar fórmulas flexibles para la permuta, compra, venta y arriendo de viviendas para facilitar la solución de las demandas habitacionales de la población.
En la actualización de los lineamientos realizada en el séptimo congreso del Partido, se mantienen estas ideas y se incorporan: recuperar viviendas que hoy se emplean en funciones administrativas o estatales e inmuebles que puedan asumir funciones habitacionales; incrementar la participación popular; establecer el Programa nacional de la Vivienda de forma integral; adecuar la legislación sobre la vivienda al modelo de desarrollo económico y social.
En ambos documentos se aprecia una intención por solucionar este problema tan acuciante. De hecho, de una u otra forma todos estos lineamientos han sido implementados. Destacan la materialización de un mayor aporte del sector no estatal a la actividad constructiva, a la vez que se ha abierto la posibilidad de acceder a créditos bancarios y subsidios para acciones de este tipo.
Sin embargo, la vivienda sigue siendo un punto neurálgico en el país. La situación a lo largo de la Isla no es homogénea, aunque existen factores comunes como son la existencia de déficits habitacionales y la vulnerabilidad de las viviendas ante el azote frecuente de huracanes que destruyen total o parcialmente parte de la infraestructura habitacional del país.
Según Vivian Rodríguez, cit. por Figueredo, 2018, el déficit habitacional actual es de 929. 695 viviendas, superior al que existía a inicios de los 2000 (600.000 viviendas en 2004.
Desde 2018 se formalizó un nuevo programa de construcción de viviendas, a través del cual se planifica recuperar el déficit actual en un período de 10 años y en base a la producción municipal de materiales de la construcción. Con ese propósito se concibió el Programa de Producción Local y Venta de Materiales de la Construcción (PLVMC). Esta idea está en total consonancia con las planteadas en los dos documentos rectores citados con anterioridad.
Ya se divulgan en los medios nacionales las experiencias de varios municipios que comienzan a adentrarse en las producciones de materiales. Sin embargo, se considera arriesgado supeditar un programa tan sensible para los condiciones de vida de la población cubana, a las posibilidades de los municipios por varias razones: las condiciones no son homogéneas en todos los territorios, lo cual va a determinar el tipo de vivienda que va a construirse en cada municipio; depende de la fuerza de trabajo con que se cuente en cada lugar; y puede que no resulten económicamente viables las producciones de tan baja escala.