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Las autonomías y el control de los Recursos Naturales. El caso de Santa Elena

Fuentes: www.accionecologica.org

Uno de los efectos que se generará a partir de las propuestas de autonomía hechas por la derecha ecuatoriana, será establecer enclaves en zonas llamadas «marginales», pero ricas en recursos, bajo nuevas formas de colonialismo interno. Grupos que detentan el poder económico, se apropian a través de las autonomías, de los recursos existentes dentro de […]

Uno de los efectos que se generará a partir de las propuestas de autonomía hechas por la derecha ecuatoriana, será establecer enclaves en zonas llamadas «marginales», pero ricas en recursos, bajo nuevas formas de colonialismo interno.

Grupos que detentan el poder económico, se apropian a través de las autonomías, de los recursos existentes dentro de una región ubicada dentro de su «territorio autonómico», excluyendo a los usuarios tradicionales, de dichos recursos.

Adicionalmente, las rentas que genere la explotación de esos recursos se quedarían en la región autonómica, y no se redistribuirían en toda la Nación, pero tampoco se beneficiaría toda la circunscripción autonómica, sino que se quedará con los mismos grupos de poder.

Para ilustrar lo anterior, se va a usar el caso de la provincialización de la Península de Santa Elena. ¿Por qué se ha opuesto el Partido Social Cristiano a la creación de la Provincia de Santa Elena?

Compuesta por extensas tierras áridas e «improductivas» no cabría pensar que esta oposición se deba a intereses económicos específicos. A pesar de ello, cuando el Congreso Ecuatoriano consideró la provincialización de Santa Elena, el propio prefecto de Guayas, acompañado por cientos de personas llegaron a protestar frente al Congreso, y hasta se dice que circuló dinero para comprar conciencias.

Sea esto verdad o no, lo que entonces sucedió dejó en evidencia que las fuerzas social cristianas no querían que Santa Elena se convierta en la Provincia 23, pero ¿porqué?

Las riquezas de Santa Elena

Si nos acercamos un poco al interior de Santa Elena, veremos que es algo más que tierras áridas y casi inhabitadas, y que a pesar de sus diferencias ecosistémicas, hay más de una similitud con la región Amazónica.

Unas 800.000 Ha más o menos continuas forma parte de territorio Wankavilca. Ellos están organizados en comunas, y tuvieron el reconocimiento de su territorio en 1983.

Aunque el pueblo Wankavilca, ha perdido su idioma, está en un proceso de reconstrucción de su identidad. Uno de los factores que le caracteriza es la cultura en torno al sistema agrícola de las albarradas, que integra una forma de manejar el agua y recuperar la fertilidad del suelo. Las albarradas han sido usadas en esta región desde hace miles de años.

Por otro lado, registros históricos revelan que la Península de Santa Elena estuvo en otros tiempos ocupada por frondosos bosques. En 1748, cuando Jorge Juan y Antonio de Ulloa visitaron la Península como parte de la misión geodésica francesa, describieron los bosques de la zona así:

«su abundancia y calidad no se encuentran no sólo en ningún otro lugar del país, ni en otro país de América, más ni en otros dominios de la nación española, ni dependientes de otros monarcas».

En torno a esos bosques se desarrollaron astilleros donde se construían naves para la Armada del Mar del Sur, y en Guayaquil surgió una industria de aserraderos y ebanistería importante, así como otras actividades industriales ligadas a la explotación, transporte, y exportación de madera. Debido a la sobre-explotación de la madera, en 1767 el Gobernador de Guayaquil emitió una prohibición de explotar madera sin permiso del Gobierno, y en 1778, el Presidente de la Audiencia promulgó una ordenanza regulando la explotación de madera. Pero la tala no se detuvo y los bosques desaparecieron.

Desde esa época se revela que Guayaquil veía a Santa Elena como a su propia colonia, de la que podía extraer los recursos hasta llevarlos al extremo de la extinción.

Hoy, los intereses por la península podrían ser muchos, pero se mueven bajo la misma lógica.

Aquí se analizarán solo dos.

Santa Elena, el granero de Guayaquil

Con el proyecto Daule Peripa, los suelos de la provincia de Santa Elena pueden convertirse en suelos de extrema fertilidad y a través de este proyecto, se está dando un proceso de reconcentración de la tierra a través de la privatización del agua de riego.

Esto es algo que los comuneros de Santa Elena han vivido desde que se empezó a construir el trasvase Daule-Peripa, cuando, el Estado inició un proceso de afectaciones a las tierras comunales. En 1994 se dicta la Ley de Desarrollo Agrario y se empiezan a dividir las tierras comunales y se abre el mercado de tierras. En la Península esto significó la fragmentación tanto de las tierras comunales como de las organizaciones locales.

Las comunas empezaron a ser objeto de acoso por parte de los empresarios del agronegocio, que deseaban estas tierras para implantar cultivos de exportación como mango (y hoy caña para la producción de etanol). Algunos comuneros cedieron.

Los agricultores que quieren beneficiarse del agua de riego tienen que pagar cantidades exorbitantes de dinero para tener acceso al agua. Como ellos no pueden pagar se han visto obligados a vender la tierra. Una estrategia para la apropiación de la tierra fueron los créditos. Cuando los comuneros no podían pagar sus deudas, su terreno que había sido hipotecado, pasaba a manos del Banco que lo remataba a precios ínfimos y a favor de empresarios.

El trasvase se construyó a medida que avanzaba la compra de tierras, y no se hicieron canales secundarios que beneficien a los comuneros.

En otras zonas, a las cooperativas campesinas se les entregaba sistemas de riego y maquinaria obsoletos y si no daban un manejo eficiente, se les quitaba. Los empresarios del agronegocio de Guayaquil están detrás de las cooperativas para acceder a estos canales cuando las cooperativas fracasen, luego hacen inversiones para modernizar los canales, en muchos casos con crédito estatal.

Otras veces son los propios terratenientes los que otorgan créditos individuales a los comuneros, quienes reciben crédito hipotecando sus tierras. Si no pueden pagar, pierden la tierra.

En el contexto de las autonomías, las rentas generadas de estos cultivos industriales quedarían en la provincia de Guayas, pero sin que se reinvierta a la zona de Santa Elena.

El petróleo

Pero tal vez más interesante desde el punto de vista de las autonomías es que en la Península de Santa Elena hay reservas petroleras, que han sido ya concesionadas.

Muchas de las comunas se oponen a la extracción petrolera en la Península, sobre todo aquellas donde la gente ha podido ver los impactos de esta actividad en la Amazonía Norte.

La ambición de los grupos poderosos de Guayaquil es extraer esos recursos hidrocarburíferos, y que la renta petrolera se quede en la Provincia. Pero al igual que en la Amazonía, esta renta no será invertida en la Península, ni en las comunas, que lo único que recibirán a cambio serán los impactos que genera esta industria.

Y la renta petrolera… beneficiará mayoritariamente a las elites empresariales de Guayaquil.

Así como en el siglo XVIII la Corona Española saqueó y agotó los bosques de Santa Elena, hoy las elites de Guayaquil quieren hacer lo mismo, y lo quieren hacer a través de las autonomías. 

Acción Ecológica
www.accionecologica.org