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Las avestruces recuerdan la guerra del Líbano

Fuentes: www.palestinalibre.org

La piscina vacía y el jardín repleto de maleza son un recuerdo de los ‘tiempos gloriosos’ de ‘Avestruces de Oriente Próximo’, la única granja de su tipo en el Líbano. Fue antes de la guerra del 2006, de la que ahora se cumple su tercer aniversario. «Además de los avestruces teníamos otros 50 animales en […]

La piscina vacía y el jardín repleto de maleza son un recuerdo de los ‘tiempos gloriosos’ de ‘Avestruces de Oriente Próximo’, la única granja de su tipo en el Líbano. Fue antes de la guerra del 2006, de la que ahora se cumple su tercer aniversario.

«Además de los avestruces teníamos otros 50 animales en un pequeño Zoo: camellos, cocodrilos, ovejas…», recuerda Mohamed Yasin.

El libanés de 55 años fundó el enclave en 1998 con los primeros bípedos que hizo traer desde Namibia. El negocio se expandió y antes del citado conflicto comprendía 4 granjas y 2.000 avestruces adultas. «Exportábamos carne al Golfo y podíamos tener 500 huevos al día», explica el dueño del negocio.

Pero ‘Avestruces de Oriente Próximo’ está ubicada en la aldea de Maarub, una población sita en el sur del Líbano, no lejos de la frontera con Israel, lo que desde hace décadas constituye un motivo de sobresaltos repetitivos.

El último se materializó con la demoledora guerra que lanzó Israel hace tres veranos. Mohamed rememora como permaneció en la finca durante 15 días, bajo los ataques continuos de la aviación de Tel Aviv. Finalmente, decidió huir hacia el norte. Llenó la piscina de agua y abrió las jaulas de los animales esperando que alguno sobreviviera a la hecatombe.

El empresario libanés regresó el mismo 14 de agosto, la fecha que marcó el final de las hostilidades. Maarub había sufrido daños ingentes. La emblemática institución escolar erigida allí por el gran ayatolá Mohamed Hussein Fadlalah había sido destruida, lo mismo que otros muchos habitáculos.

Pero la devastación en ‘Avestruces de Oriente Próximo’ era generalizada. De las 1.200 aves que habitaban en las jaulas alineadas en la carretera de entrada a la finca tan sólo 10 permanecían vivas. Incluso esas murieron días después. Hasta los camellos y ovejas del zoo habían sido destrozados por la metralla.

Decenas de animales muertos se encontraban esparcidos por las colinas y caminos cercanos. «La mayor parte murió cuando intentaban comerse las bombas de fragmentación que lanzaron los aviones. A veces explotaban al moverlas con el pico y otras cuando ya la tenían en la boca», precisa Yasín.

Como todo el sur del Líbano, Maarub fue atacada con esta polémica munición que disemina cientos de pequeñas bombas y cuya utilización ha sido especialmente criticada por los grupos humanitarios.

«Quizás pensaban que los avestruces también eran miembros de la resistencia (así se refieren a la guerrilla de Hizbulá)», ironiza el libanés para intentar buscar un motivo que justifique el bombardeo de su granja.

La falta de electricidad pudrió 15 toneladas de carne y 2.000 huevos. «Al volver el olor era repugnante», rememora el propietario del lugar.

Yasin estima que perdió entre 3 y 4 millones de dólares. Una mínima porción de la sangría económica que sufrió la nación por aquellos 34 días de guerra, que el gobierno local estimó rondan los 5.000 millones de dólares.

Sin embargo, y siguiendo una dinámica común al resto del país, ‘Avestruces de Oriente Próximo’ no se ha dejado amilanar por la arremetida israelí y aunque renqueante ha conseguido reabrir sus puertas.

La rehabilitación de la granja se inscribe en el esfuerzo de reconstrucción al que ha asistido el país árabe en el último trienio, cuya mejor expresión se encuentra en la decena de edificios que han sido construidos en los barrios sureños de Beirut por la inmobiliaria de Hizbulá. En el sur del país se aprecian ahora numerosas carreteras nuevas asfaltadas gracias a la asistencia de Irán. La bandera de este país y los retratos del difunto ayatolá Jomeini son una imagen recurrente en esta región.

Pero también como el resto del territorio, ‘Avestruces de Oriente Próximo’ todavía no ha conseguido superar el ruinoso legado de aquella ofensiva. El recinto se ha tenido que amoldar a las presentes circunstancias. Ya no hay zoo, la piscina está vacía y la misma extensión de la finca se ha reducido de los 250.000 metros cuadrados iniciales a sólo 50.000. «Ahora sólo tenemos unas 200 aves adultas y 250 pequeñas», dice Yasin.

La granja debe lidiar además con las extrañas muertes que siguen produciéndose entre los animales. «Antes salían polluelos de un 80 por ciento de los huevos ahora la mitad no producen nada. Lo mismo pasa con las crías. Las madres contagian unas enfermedades muy raras a sus hijos. Se les caen las plumas, se les llenan los ojos de pus. Algunos pollos nacen con las patas torcidas y no se pueden mantener en pie. Los israelíes debieron utilizar algún tipo de arma química, que ha envenenado la tierra», añade el libanés.

Desde hace varias jornadas y coincidiendo con el aniversario de la guerra, Israel ha reactivado la escalada verbal hacia la nación vecina -acompañada de maniobras en la frontera- propiciando un súbito incremento de la tensión. El ministro de Defensa israelí, Ehud Barak, advirtió el pasado día 6 que si se reproduce el conflicto la destrucción que sufrirá el Líbano será incluso mayor que la que dejó la acometida del 2006. «Utilizaremos toda la potencia requerida», amenazó.

Para Yasin las declaraciones de Barak y del resto de los dirigentes israelíes no son sino «bravatas». «¿Qué van a destruir la infraestructura del Líbano? ¡Pero que fue lo que hicieron en el 2006! ¿O es que una granja de avestruces es un objetivo militar? Los israelíes saben que perdieron en el 2006 y ahora temen a la resistencia. Así que sólo les queda hablar y hablar», sentencia.