El nuevo fenómeno seguramente no pasó inadvertido para todos los gentiles, aunque evidentemente si para la mayoría indiferente, me sorprende mucho que aún nadie haya puesto en evidencia la postura de los judíos frente a las organizaciones de extrema derecha que se identifican con la esvástica y el nazismo. Cuando estudiamos la situación previa al […]
El nuevo fenómeno seguramente no pasó inadvertido para todos los gentiles, aunque evidentemente si para la mayoría indiferente, me sorprende mucho que aún nadie haya puesto en evidencia la postura de los judíos frente a las organizaciones de extrema derecha que se identifican con la esvástica y el nazismo.
Cuando estudiamos la situación previa al Holocausto nos enseñan que los alemanes judíos se negaban a creer que su patria los trataría como finalmente sucedió, el judío alemán no daba lugar a esa posibilidad por razones para todos nosotros lógicas, no contaban con que gran parte de Europa no aplicaría la lógica, no lograron o no quisieron escapar pese a las advertencias pagándolo muy caro.
Años más tarde y con el establecimiento del Estado de Israel en Palestina, los sobrevivientes de ese Holocausto eran tratados como motivo de vergüenza por haberse sometido a los nazis sin haber luchado.
Actualmente las comunidades judías del mundo e Israel encabezan una dedicada y activa lucha contra lo que ellos denominan antisemitismo, de hecho para dejar a los árabes al margen comienzan a cambiar el término de «antisemita» por «judeófobo» lo cual les permite tratar con los palestinos con menor cargo de conciencia o con menos contradicciones históricas o políticas.
Contemporáneamente a esta iniciativa contra el «antisemitismo», en Europa acuden a concentraciones racistas y nacionalistas miles de skinheads con la esvástica en alto sin que ningún judío se inmute, sin ningún tipo de condena o repudio, incluso hasta apostaría por un sentimiento de simpatía entre ambos grupos cultivado por su odio compartido hacia los árabes, no sería la primera vez que un enemigo compartido llevara a sionistas y nazis a aliarse. Parece que la historia se repite con manifestaciones nazis en casi todos los Estados europeos, de hecho las nuevas leyes migratorias, los Centros de Internamiento de Extranjeros donde se torturan y violan indocumentados, o las nuevas medidas adoptadas por Francia contra los gitanos con pobres sanciones de la UE, progresivamente apuntan a lo mismo, pero no me refiero a esta reiteración de medidas racistas o xenófobas, sino a la de la actitud indiferente de los judíos frente a ella, la misma actitud que alguna vez nos dirigió a los campos de concentración. De hecho muchos judíos en vez de criticar las nuevas políticas de Francia respecto a la minoría gitana, critican su postura «contra» Israel preguntándose ¿por qué si Francia puede expulsar gitanos no da el visto bueno a Israel para aplicar mano dura en Palestina?, ofreciendo un trueque de complicidad para deshacerse a sus respectivos «enemigos».
Cada año Israel y las comunidades judías conmemoran el Holocausto, todos los ciudadanos de Israel sin excepción ofrecen cada año más de un minuto de silencio en memoria de los judíos masacrados por Europa, en los colegios se repiten esos sucesos de la historia, se premia a inéditos defensores de judíos durante la Segunda Guerra, etc. Sin embargo, las organizaciones actuales que reivindican el nazismo parecen invisibles para todos los judíos que acusan gratuitamente de antisemita a quien ponga en tela de juicio la política de Israel.
Este fenómeno, como decía antes, tiene su precedente muy ligado a la historia del Estado de Israel, específicamente a la organización sionista terrorista Leji dirigida por Avraham Stern, este hombre pensaba que a pesar de la Segunda Guerra Mundial la alianza con los nazis era clave para liberar Palestina de los ingleses, considerando a los ingleses como verdaderos enemigos del pueblo judío. Lo importante es que a Leji, a pesar de ser una única fracción de la resistencia sionista, más tarde Israel otorgaría a sus miembros amnistía y condecoraciones militares, en lugar de condenarlos por intentar aliarse a los nazis, por la masacre de Dar Yassin entre otras.
Mientras militantes antifascistas como Roberto Martino de Argentina son encarcelados como antisemitas y enérgicamente acusados por la comunidad judía local, miles de verdaderos neonazis gozan del derecho a expresar su odio racial abierta e impunemente gracias en gran parte a los mismos judíos que absolviendo o perdonando definitivamente al movimiento hitleriano cambiaron el significado de las palabras. Es muy paradójico que como judío me sienta protegido por antifascistas como Roberto Martino y que a éste se lo encarcele en mi nombre. Haciendo una breve búsqueda en Internet es fácil darse cuenta de que los antisemitas de turno son los movimientos anarquistas, comunistas, periodistas o humanistas en general, no importa quién, el nuevo y único requisito para ser clasificado como antisemita es oponerse a Israel. Aquí queda en evidencia la bofetada cobarde contra Roberto Martino y los demás activistas del mundo que carecen de representantes en casi todos los parlamentos, a diferencia de las organizaciones neonazis contra las cuales ningún judío se levanta ya sea por temor o simpatía, si esto no es suficiente, habrá que preguntarles sobre el porqué de las relaciones tan diplomáticas entre el «Estado judío» y el Vaticano dirigido por un nazi, quien creo yo, es más responsable de antisemitismo que un simple activista social, equivocado o no.
Este próximo 12 de Octubre seguramente como todos los años vuelvan a marchar en Valencia miles de descerebrados incitando al odio entre esvásticas y cruces de hierro con la complicidad o el apoyo no sólo de la «zoociedad» y el gobierno España lo cual aunque sea igual de intolerable ya me esperaba, también de la minoría que hace poco más de medio siglo era víctima de estos personajes y que aún se excusa en aquellos tiempos para ejecutar sus crímenes actuales.
Hoy más que nunca todo judío debe leer «La cuestión judía» de Bruno Bauer para entender la trampa del sionismo o de cualquier ideología, sea nacionalista o sectaria, que pretenda excluirnos del resto como por ejemplo los gitanos a quienes hoy estamos vendiendo, y debemos recordar siempre que hablemos de sionismo que éste es una consecuencia del fascismo europeo que nos masacró, y que de este segundo no puede resultar nada positivo.
El judío y el juez que manden encarcelar a un inocente bajo falsos cargos de antisemitismo deben ser condenados por fomentar el antisemitismo.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
rCR