Traducido para Rebelión por Paco Muñoz de Bustillo
Este es un mensaje para Holanda, Bélgica y Francia: No basta con condenar verbalmente la política de destrucción israelí que perjudica el equipamiento y los edificios financiados con el dinero de vuestros contribuyentes. Es bueno que os enfadéis, pero el ritmo de acumulación de vuestro enfado es mucho más lento que el ritmo galopante y peligroso de las excavadoras de la Administración Civil de Cisjordania y del Ejército Israelí que protege los asentamientos.
Vuestras condenas se perciben como poco apremiantes. Es necesario que adoptéis acciones reales. Hablo de sanciones abiertas y directas que puedan endurecerse, sanciones que hagan daño. Puede que esta sea la última oportunidad para despojar de su indiferencia y complacencia criminal al israelí medio, incluyendo empresarios, turistas, jueces, académicos, granjeros y aficionados al fútbol extranjero.
Dejad de tener miedo al chantaje emocional israelí. Israel comercia con la memoria de nuestras familias asesinadas en Europa con el fin de acelerar la expulsión de los palestinos de la mayor parte del territorio de Cisjordania a los enclaves de la Autoridad Palestina. Esa es la intención de fondo de todas las demoliciones, de todas las confiscaciones y de las prohibiciones de edificar, de pastorear y de regar los campos de cultivo. Quienquiera que sea el que planifica y pone en marcha esta expulsión gradual a pequeña escala ya tiene en mente la gran expulsión a Jordania. ¿Qué haréis entonces? ¿Escribiréis comunicados de condena y enviaréis de depósitos de agua y tiendas de campaña para alojar a los refugiados?
El 24 de agosto, el ministro de Asuntos Exteriores belga Didier Reynders y el ministro de Cooperación Alexander De Croo publicaron una condena oficial de la confiscación de los módulos que iban a ser usados para aulas de 1º a 4º de primaria en la aldea palestina de Jubbet Adh-Dhib, y de la confiscación de los paneles solares para la escuela del campamento beduino de Abu Nuwwar.
Los belgas señalaron que habían contribuido a la financiación de ese equipamiento. «[Bélgica] continuará trabajando conjuntamente con sus socios, como en el pasado, para pedir a las autoridades israelíes que acaben con estas demoliciones», afirmaba la declaración del ministerio de Asuntos Exteriores.
Uno de esos socios es Holanda, cuyo parlamento ha dedicado más tiempo a debatir las demoliciones israelíes que el propio parlamento israelí, la Knesset. Y esta es la información que los ministros del gabinete holandés proporcionaron a los miembros de su parlamento el mes pasado en relación con la confiscación de los paneles solares en Jubbet Adh-Dhib: El primer ministro Benjamín Netanyahu había prometido en una carta devolver los paneles confiscados a Holanda. (El portavoz de la oficina del ministerio ni confirmó ni negó el informe).
Después de ser confiscados los paneles, la aldea quedó sentenciada a solo dos horas de electricidad al día, producida mediante un generador. En los últimos veinte años, la aldea ha remitido al menos cuatro solicitudes a la Administración Civil para conectarse a la red eléctrica y todas fueron rechazadas. La experiencia demuestra que Israel no da permisos de construcción (o casi nunca lo hace) en el Área C (que abarca el 60 por ciento de la superficie de Cisjordania). Los holandeses intentaron hacer la prueba, conseguir un permiso de la Administración Civil para un proyecto, sin resultados positivos. Como fuerza ocupante, Israel tiene prohibido destruir y confiscar propiedad excepto si lo considera necesario en tiempo de guerra.
Francia también anunció con orgullo su contribución al proyecto de construcción humanitaria en el Área C y Abu Nuwwar. Y, al igual que Holanda y Bélgica, condenó las últimas demoliciones y pidió que le devolvieran el equipamiento confiscado. En seis meses, Israel ha demolido 259 estructuras palestinas en Cisjordania y Jerusalén Este, según afirma la declaración de condena francesa. En ese mismo periodo, el gobierno israelí aprobó la construcción de más de 10.000 viviendas individuales, tres veces más que en todo el año pasado.
Por tanto, la destrucción de comunidades palestinas, el desalojo de la familia Shamasneh de su hogar en Jerusalén y los planes del ministro de Defensa Avigdor Lieberman para demoler Sussia y Khan al-Akhmar son la otra cara de la moneda de la construcción de asentamientos.
Así es como Israel lleva adelante la expulsión gradual. Si las sanciones no llegan, Israel puede tomar aliento y confiar en que sus planes son sólidos y factibles. ¿Quién sabe mejor que vosotros, y especialmente vuestro vecino alemán, a dónde llevan los planes de expulsión limitada y qué mentalidad criminal instaura en la sociedad que los programa.
El presente artículo puede reproducirse libremente siempre que se respete su integridad y se nombre a su autora, su traductor y a Rebelión como fuente del mismo