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Las cosas que pasan

Fuentes: Rebelión

Cadena perpetua  Sobre Díaz Ferrán, empresario de empresarios, liquidador de empresas (Air Comet…), moroso consentido de Cajas y Bancos, enemigo vocacional de la clase trabajadora, interlocutor privilegiado del Gobierno y de las burocracias sindicales, hemos leído en El Pais el siguiente comentario de un lector: «Este tío se merese una medalla con una cadena perpetua. […]

Cadena perpetua 

Sobre Díaz Ferrán, empresario de empresarios, liquidador de empresas (Air Comet…), moroso consentido de Cajas y Bancos, enemigo vocacional de la clase trabajadora, interlocutor privilegiado del Gobierno y de las burocracias sindicales, hemos leído en El Pais el siguiente comentario de un lector:

«Este tío se merese una medalla con una cadena perpetua. Buen empresario. Asin está la España nuestra».

No es el peor empresario de España, añadimos nosotros. Es un hombre de negocios que deja chicos a los Tempranillo y otros salteadores de caminos de nuestra Historia. ¡Qué no sabrá este individuo sobre el funcionamiento del entramado empresarial de nuestro país para que se mantenga en su puesto contra viento y marea¡ ¿Cabe mejor demostración de que estamos en manos de un sistema inmoral y mortífero para el conjunto de la sociedad?

Señores empresarios: gracias por pasearnos ante los ojos ese espejo llamado Díaz Ferrán.

Sobre Miguel Hernández

«Miguel Hernández es un genio artístico que supo levantarse contra generaciones de prejuicios…».

Palabras textuales de la vicepresidenta de un gobierno socialista para referirse a la muerte en una cárcel franquista de uno de nuestros más grandes poetas. (Anticipo de los saraos, ceremonias y seminarios con que se va a celebrar el centenario de su nacimiento). ¿No llevaba en el morral ese día nuestra excelsa e incolora vicepresidenta una palabra más prudente más aséptica, más vacía de sentido, que la de «genio artístico» para referirse a la obra de Miguel, a su vida y a su muerte?

¡Qué forma tan poco humana, tan poco cálida de calificar a un poeta del pueblo vilmente asesinado (víctima de las privaciones y de una enfermedad galopante) por todos aquellos que odiaban y siguen odiando la palabra liberadora surgida de las entrañas de un hombre joven. Una palabra que le costó la vida.

Del Barça contra el Manchester United a la huelga general

Quizás haya un resquicio de luz, de esperanza, o de… No sé cómo llamarlo. Estamos en el descanso de un partido de la Copa de Europa, viendo la retransmisión en la televisión del Bar Río. Aunque los oigo mal, adivino a medias de qué hablan los tres aficionados que tengo a mis espaldas: corrupción, crisis, desfachatez y cinismo de la clase política.

De repente uno de ellos, al volverme ligeramente no advierto ninguna señal de que se trate de un exaltado, levanta el brazo y grita:

«Esto solo se arregla saliendo todos a la calle, en manifestación». Y concluye (los demás callan): «¡Huelga general!».

¿Estar parado o ser parado?

Una  vez más un artículo «interesante» de El País que describe «un fenómeno de sociedad» y «una situación preocupante» de forma «objetiva y neutra». Yo, más que «Generación noqueada», (título del artículo), la de los jóvenes sin trabajo y sin porvenir, hablaría de «Generación narcotizada», voluntariamente precarizada, víctima de los opiáceos administrados por los responsables políticos, económicos e institucionales de nuestra sociedad: individualismo a ultranza, desinterés por la cosa pública, exaltación compulsiva del consumismo y del vedetismo, mito de la autorrealización . («¿Qué le gustaría ser a usted?…¿ Bailarín, futbolista o, mejor aún, dueño de una pequeña empresa? Fíjese en lo que nos cuenta este señor (un lector de El Pais) : con unos ahorros, mucha voluntad y muchos sacrificios, logré montarme mi propia, etc., etc.).

Una generación entera no logra entender que un cambio en su situación exige una acción conjunta y depende poco menos que de un instinto de supervivencia. Sin necesidad de prender fuego a los estadios, a los palacios o a las mentes. Haciendo lo que hicieron sus padres y sus abuelos: luchar por sus intereses, individuales y colectivos, contra los que se oponen a cualquier cambio profundo o simple avance en beneficio del conjunto de la sociedad. Salvo si es coyuntural (la «bonanza» del ladrillo) o de mero retoque de fachada (nuestra «transición»).

No se puede consentir el despilfarro económico y sobre todo humano que entraña una generación como esta, rota y precarizada. Y que no intenten hacernos creer que se trata de una consecuencia de la «crisis». Una crisis «pasajera» (los famosos síntomas de «recuperación» a fin de año), caída del cielo, como una maldición bíblica. (Un sociólogo francés, Pierre Bourdieu, ya nos advirtió, años atrás, que «el paro no era el problema, era la solución»).

Un ejemplo de lo que describe el artículo de El Pais, nos lo ofrece una lectora, María (dos carreras, un máster y un doctorado). Se define a sí misma, no sé si modestamente o amargamente, como «una parada». Una forma nueva de «ser» en nuestra sociedad: «parado». ¿Qué desea? ¿A qué se dedica?: …Mire usted. Yo soy parado.

Obama se estrena en Afganistán

A Obama se le desvió el disparo de 300 metros y dio comienzo a la ofensiva aliada contra los talibanes matando a 11 civiles. Triste puntería y triste récord para un premio Nóbel de la Paz.

Nadie le había pedido que se desenmascarase tan pronto. En fin, otro presidente americano que irá a parar al basurero de la Historia. Lo sentimos por sus hermanos de raza: entenderán que el belicismo nada tiene que ver con el color de la piel.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.