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El historiador Julián Casanova publica España partida en dos. Breve historia de la guerra civil española (Ed. Crítica)

Las dos Españas del 36, ¿pasado o presente?

Fuentes: Rebelión

Más de un centenar de personas, procedentes de nueve municipios de la Comunidad de Madrid, fueron fusiladas en 1939 junto a las tapias del cementerio de Colmenar Viejo (52.500 habitantes, Madrid). En una de las fosas del camposanto, se habían localizado –a finales de este mes de agosto- 13 cuerpos de víctimas de la dictadura franquista en la Sierra Norte de Madrid. Los trabajos de exhumación se desarrollan a iniciativa de la Asociación Comisión de la Verdad San Sebastián de los Reyes y la Asociación de Ciencias Aranzadi, con la financiación de la Secretaría de Estado de Memoria Democrática.

Las actuaciones de búsqueda y exhumación dotan de vigencia al libro de síntesis España partida en dos. Breve historia de la guerra civil española (Ed. Crítica, 2022), del catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Zaragoza, Julián Casanova; se han publicado ediciones de este ensayo en inglés, turco y árabe.

Tal vez la actualidad de este libro de Historia se manifieste, asimismo, en los diferentes actos de homenaje y memoria; por ejemplo, el pasado 25 de agosto asociaciones y partidos de ideología comunista y republicana organizaron una concentración en Torrevieja, con motivo del 84 aniversario del bombardeo de este municipio alicantino. En una nota informativa, el Partido Comunista de los Pueblos de España (PCPE) recordó que los ataques de la aviación fascista italiana ocasionaron 19 muertos (entre ellos ocho niños y niñas) y “multitud” de heridos.

Julián Casanova señala otro hito respecto a la vigencia de España partida en dos; sucedió el 24 de octubre de 2019: el desenterramiento de los restos del dictador Franco de la basílica del Valle de los Caídos; en una declaración institucional el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, afirmó: “El mausoleo del Valle de los Caídos fue levantado con el sacrificio de millares de presos políticos de la dictadura. Allí fueron conducidos los restos mortales de casi 34.000 compatriotas, víctimas todos ellos de la guerra civil”.

El también autor de La iglesia de Franco (2005) y República y guerra civil (2007) detalla que entre el inicio de las obras –en 1940- y la inauguración del monumento –el 1 de abril de 1959- trabajaron en la construcción cerca de 20.000 personas; a menudo se trataba (sobre todo hasta 1950) de rojos cautivos de guerra y prisioneros políticos “explotados por las empresas que obtuvieron las diferentes contratas de construcción, Banús, Agromán y Huarte”. Uno de los primeros soterrados fue el líder fascista y fundador de Falange Española, José Antonio Primo de Rivera.

Otra extensión de la Historia al presente radica en la inhumación final de los restos del dictador –tras ser desenterrados del valle de Cuelgamuros- en el cementerio de Mingorrubio-El Pardo (Madrid) el 24 de octubre de 2019; la misa en el cementerio fue oficiada por el sacerdote Ramón Tejero, hijo del teniente coronel de la Guardia Civil Antonio Tejero Molina, uno de los perpetradores del golpe de Estado de 1981.

El 1 de abril de 1939 el dictador Franco dio por concluido –mediante un parte oficial de guerra firmado en Burgos- el conflicto bélico. A partir de esta fecha, subraya Julián Casanova, “la destrucción final del vencido se convirtió en prioridad absoluta (…). El desmoronamiento del ejército republicano llevó a varios centenares de miles de soldados vencidos a cárceles e improvisados campos de concentración”.

En el epílogo del libro, titulado Paz incivil, Julián Casanova realiza el siguiente balance: “A finales de 1939 y durante 1940 las fuentes oficiales daban más de 270.000 reclusos, una cifra que descendió de forma continua en los dos años siguientes debido a las numerosas ejecuciones y a los miles de muertos por enfermedad y desnutrición. Al menos 50.000 personas fueron ejecutadas entre 1939 y 1946”. Otro ejemplo de la violencia en la posguerra ejercida desde arriba fueron los Consejos de Guerra, “meras farsas jurídicas por las que pasaron decenas de miles de personas entre 1939 y 1945”.

Barcelona fue ocupada por las tropas franquistas el 26 de enero de 1939 (en octubre de 1937 se había trasladado a la capital catalana el Gobierno de Negrín). Con la caída de Barcelona empezó el éxodo masivo de republicanos españoles a Francia (La Retirada): 450.000 refugiados durante el primer trimestre de 1939 (de ellos 170.000 eran mujeres, niños y ancianos); “unos 200.000 volvieron en los meses siguientes, para continuar su calvario en las cárceles del franquismo”, detalla el coautor de Historia de España en el siglo XX.

El gobierno francés presidido por Édouard Daladier había decidido la apertura de la frontera; principalmente civiles y exsoldados republicanos ingresaron en campos de internamiento o concentración como los de Argelès-sur-Mer, Saint Cyprien, Vallespir o la playa de Le Barcarès, en el departamento de los Pirineos Orientales. El número de internos españoles –cerca de 275.000 en marzo de 1939- fue menguando hasta unos pocos miles cuando el ejército del III Reich ocupó Francia (junio de 1940). 

Cuestión diferente es la resistencia armada a la dictadura franquista, desplegada por el movimiento guerrillero (los maquis); el maquis español tuvo su origen en los “huidos” a la montaña para escapar a la represión fascista durante la guerra española, en Andalucía, León, Galicia o Asturias. “En la década de los 40, unos 7.000 maquis participaron en actividades armadas en los diferentes montes del suelo español y unos 70.000 enlaces o colaboradores fueron a parar a las cárceles por prestar su apoyo”, escribe Julián Casanova.

Según el historiador aragonés, “si creemos a las fuentes de la Guardia Civil, 2.173 guerrilleros y 300 miembros de las fuerzas armadas murieron en los enfrentamientos”.

Entre el 30 de septiembre y el 2 de octubre de 2022 se celebrarán en el municipio de Santa Cruz de Moya (Cuenca) las XXIII Jornadas El Maquis, organizadas por la asociación La Gavilla Verde; el programa de actividades se inicia con la subida a Cerro Moreno y el izado de la bandera republicana, y finaliza con un acto de homenaje a los guerrilleros, ofrenda floral, parlamentos y las canciones del músico Bernardo Fuster.  

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.