«Todo parece indicar que existe cierta tendencia en la sociedad israelí actual a anteponer como factor prioritario el interés por mejorar sus condiciones de vida e imponer una nueva agenda social. Este cambio de concepción quizás esté motivado por el cansancio y la falta de avances concretos en el conflicto israelopalestino.» Los resultados de las […]
Los resultados de las elecciones del pasado 28 de marzo en Israel constituyeron la concreción de los efectos que casi seis décadas de conflicto han provocado en la sociedad israelí.
Caracterizadas por la presencia de una tercera fuerza política fundada desde el poder por el viejo halcón Ariel Sharon, y la crisis de los dos grandes partidos tradicionales: Likud y Laborista, los resultados electorales israelíes invitan a la reflexión profunda.
En primer lugar, estos comicios serán recordados por la pérdida de peso político del Likud, una derrota a la que contribuyó de forma decisiva la creación de Kadima.
Por otra parte, el líder de la nueva formación política, Ehud Olmert, si bien ha sido el ganador, no cuenta con el mismo respaldo popular que tenía Sharon. En este sentido, habrá que esperar a ver si Olmert será capaz de construir una coalición sólida con el partido Laborista. [1]
En segundo lugar, al parecer, la sociedad israelí ha votado por el cambio, al no sufragar a favor del Likud, y eligiendo a partidos políticos en cierto modo comprometidos con la búsqueda de una solución para el conflicto israelo-palestino
Resulta evidente que la sociedad israelí muestra signos de cansancio respecto al largo conflicto con los palestinos.
Si bien algunos analistas esperaban una transformación aún más radical, la sociedad israelí ha dado su respaldo al camino emprendido por Olmert de continuar con las políticas unilaterales, como rápida vía de solución a un conflicto de larga data. [2]
Quizás el factor anterior sea el que justifique también la poca participación de los israelíes en las urnas, y es éste un tercer factor a destacar.
Existen autores que señalan que a la sociedad israelí se le han dado razones suficientes para no participar en las elecciones, debido a la incompetencia de los políticos para ofrecer respuestas. [3] Tales afirmaciones se realizan amparadas en el hecho de que, luego de seis elecciones en catorce años, las formaciones políticas israelíes no han vacilado en mantener el mismo discurso electoral que utilizaron desde hace 10 años. Los políticos israelíes no han demostrado ningún liderazgo convincente, y han dejado al electorado con pocas opciones para votar.
Un elemento insoslayable lo constituye, además, la presencia de una nueva generación, en la que los padres de la patria ya no son los candidatos que determinaban el rumbo de las elecciones. Esta nueva generación de votantes está caracterizada por una fuerte presencia de inmigrantes que viven una realidad propia, como lo ejemplifica la minoría rusa.
En cuarto lugar, otro elemento interesante en estas elecciones es que, si bien tradicionalmente el factor seguridad ha primado sobre el resto de los intereses de la sociedad israelí, para estas elecciones los israelíes votaron pensando más en la situación económica que en cuestiones de seguridad nacional. Con Hamas en el gobierno palestino, este comportamiento electoral resulta diferente al de años anteriores. Todo parece indicar que existe cierta tendencia en la sociedad israelí actual a anteponer como factor prioritario el interés por mejorar sus condiciones de vida e imponer una nueva agenda social. Este cambio de concepción quizás esté motivado por el cansancio y la falta de avances concretos en el conflicto israelopalestino.
En quinto lugar, la desaparición de Sharon del escenario político tuvo una notable influencia en los resultados de las elecciones. Luego de haber fundado una nueva fuerza política, la ausencia de Sharon al frente del Kadima incidió en una pérdida considerable de posibles votos de haber sido él quien hubiese llegado a las elecciones parlamentarias. La figura de Olmert no tiene el empuje y carisma del ex militar, que siempre sorprendió por su audacia a la sociedad israelí.
Es por ello que la formación del nuevo parlamento israelí será seguida con interés por constituir el primer desafío que deberá sortear el Primer Ministro israelí.
En lo relativo a la formación de gobierno, Olmert tiene variadas posibilidades, aunque se perfilan dos alternativas como las más probables: aliarse con partidos de «izquierda» y con partidos religiosos que no tengan conflictos de intereses con la desconexión unilateral que pretende continuar el primer ministro; o aliarse con nuevos partidos, como el de los jubilados. En este caso, tendría que incorporar a su agenda una política económica diferente, en la que los sectores más pobres sean un poco mejor tratados.
Lo cierto es que la sociedad israelí está cambiando. Las manifestaciones ya son evidentes: los grandes partidos tradicionales han entrado en crisis y no se vislumbra un liderazgo político definido. A los factores anteriores se sumará, además, la necesidad de renovar con estructuras más ágiles los nuevos partidos que poco a poco vayan escalando la ruta hacia el liderazgo político futuro; y que, por otro lado, respondan a los variados intereses de una sociedad, esencialmente, de inmigrantes.
Notas:
(1) Horovitz, David: «The vindication of Sharon», The Jerusalén Post, 29-03-06. (2) Marcus, Yoel: «4.5 on the Richter scale», Haaretz, 29-03-06. (3) Friedman, Andrew: «No voter apathy here. There is plenty of reason not to vote», Yediot Aharonot, 28-03-06.
http://www.nodo50.org/csca/agenda06/palestina/elecc_8-05-06.html