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El jurista Albert Noguera presenta El sujeto constituyente en la Llibreria La Repartidora de Valencia

Las luchas sociales, nuevo sujeto para la transformación

Fuentes: Rebelión

Analizar las formas que puede adoptar el sujeto constituyente; su relación con una nueva Constitución política o democracia emergente; y responder a la gran cuestión: ¿Qué tipo de sujeto constituyente y Constitución política es la más adecuada, hoy, para erigir una alternativa democrática, que se enfrente a los gobiernos neoliberales, la UE y el euro […]

Analizar las formas que puede adoptar el sujeto constituyente; su relación con una nueva Constitución política o democracia emergente; y responder a la gran cuestión: ¿Qué tipo de sujeto constituyente y Constitución política es la más adecuada, hoy, para erigir una alternativa democrática, que se enfrente a los gobiernos neoliberales, la UE y el euro en los países del sur de Europa. Son los tres retos que se plantea el profesor de Derecho Constitucional en la Universitat de Valencia y doctor en Derecho por la Universidad de La Habana, Albert Noguera, en su último libro -«El sujeto constituyente. Entre lo viejo y lo nuevo» (Trotta)-, presentado el 30 de junio en la Llibreria La Repartidora de Valencia. El autor parte del contexto actual, que considera de fuerte escepticismo. Así lo avala una investigación publicada en junio de 2016 por un importante Think Tank de Washington, el Pew Research Center, realizada a más de 10.000 personas de diez estados de la UE. Y también es la conclusión del referéndum celebrado en Grecia en julio de 2015 (rechazo a las condiciones del «rescate» impuestas por la Troika) y en Gran Bretaña en junio de 2016, que terminó con el «brexit».

En las etapas de crecimiento, los años 90 del siglo pasado y los primeros 2000, la Unión Europea y el mercado único se asociaban a la eficacia del sistema, que encontraba legitimidad entre las poblaciones. «Incluso parecía que -siguiendo el razonamiento del politólogo Samuel Huntington- se aceptara mayoritariamente que demasiada democracia pudiera perjudicar la efectividad del sistema», apunta Noguera. Pero la gran crisis global de 2007-2008 rompió esta tendencia. Así, frente a los intereses del gran capital y su apuesta por la continuación del proyecto de la UE, se constatan actualmente dos «alternativas», a su vez antagónicas entre sí: la representada por la pluralidad de las izquierdas y, por otro lado, la del neofascismo o «nacionalismo antiliberal conservador». Dentro de esta corriente en auge figuran el Frente Nacional francés, el Partido Nacional-Demócrata alemán, UKIP en Gran Bretaña y el Partido por la Libertad en Holanda, tal vez los ejemplos más conocidos; pero también encajan en el modelo el Congreso de la Nueva Derecha de Polonia (KNP), los Verdaderos Finlandeses, el Partido Popular Danés (FP), Orden y Justicia en Lituania o Demócratas de Suecia. Albert Noguera señala el doble rostro de estas formaciones. Ciertamente han fragmentado a la clase obrera y han frenado una «alternativa» de izquierdas mayoritaria, pero también se trata de «fuerzas autónomas» y que apuestan en los discursos por la ruptura con la UE.

Albert Noguera fue asesor de las Asambleas Constituyentes de Bolivia y Ecuador. Es autor, entre otras obras, de «Los derechos sociales en las nuevas constituciones latinoamericanas» (2010), «Utopía y poder constituyente. Los ciudadanos ante los tres monismos del estado neoliberal» (2012) y «La igualdad ante el fin del Estado social. Propuestas constitucionales para construir una nueva igualdad» (2014). Una de las posibles «alternativas» al agrietamiento de la legitimidad en la UE es lo que los politólogos denominan «uso alternativo de las instituciones». Consiste en el uso de la legalidad para, desde el Gobierno, desarrollar políticas públicas a favor de las clases populares. ¿Constituye hoy una estrategia válida para la izquierda? El autor de «El sujeto constituyente» la considera «limitada» e «ineficaz», si el objetivo es el reparto de la riqueza y una creciente democratización. Entre otras razones, porque el derecho neoliberal de la UE se impone sobre las legislaciones estatales. «Ya desde 1964 con el caso Costa/Enel, el Tribunal de Justicia de la Comunidad Europea (TJCE) impide a los gobiernos estatales adoptar otro tipo de política económica que no sea la del pago prioritario de los intereses y la deuda pública, por encima de cualquier otra inversión», explica. Y así lo establecen los tratados de la UE.

Noguera propone una alianza entre los pueblos del Sur de Europa para promover una ruptura democrática. Una alianza solidaria en las luchas, pero sobre todo «en la fase constituyente». Aunque sería «ilusorio», matiza el jurista, pensar que toda la periferia europea pudiera de manera coordinada plantear una ruptura con la UE y el euro. Cada país presenta unos ritmos y una correlación de fuerzas. Pero también es cierto que si un país da el primer paso hacia la ruptura, ello puede favorecer lo que los politólogos llaman la «teoría de las olas» o el «efecto dominó» en las áreas regionales. Otra posibilidad es que un solo país decida abandonar la moneda única, para replegarse en sus fronteras. Albert Noguera desconfía de esta posibilidad, pues «no implica necesariamente una recuperación de la soberanía económica; y puede suponer dificultades económicas añadidas, como mayores dificultades de acceso a la financiación o la multiplicación de la deuda».

En unas jornadas organizadas por el Frente Cívico en mayo de 2014 («Salir del euro. Por la recuperación de la soberanía») y en un artículo posterior en la revista El Viejo Topo, el historiador Joan Tafalla y el economista Ramón Franquesa introdujeron el concepto de «desconexión» (Samir Amin) de los estados-nacionales como fórmula de ruptura Centro-Periferia. También recogen la propuesta de Luciano Vasapollo y Joaquín Arriola de constituir un «bloque histórico» en el Sur de Europa, que se inspire en la experiencia del ALBA e implique la ruptura de Portugal, Italia, Grecia y España con la UE y el euro. La idea se complementaría con la creación de una nueva moneda común, la nacionalización del sistema financiero y una quita de la deuda. Sin embargo, Tafalla y Franquesa matizan que los países del ALBA no cuentan con una moneda común, la acumulación de fuerza no es suficiente para introducir la ruptura (ni siquiera dentro del campo de la izquierda), a lo que cabría agregar las diferencias culturales y los corporativismos de clase y territorio.

¿Qué tipo de sujeto político es el necesario para desplegar la estrategia de ruptura democrática en los pueblos del Sur de Europa? Ésta es la clave de bóveda del libro: un sujeto constituyente conformado a partir de la agregación de luchas (movimientos sociales, partidos, sindicatos y organizaciones). Albert Noguera cita como ejemplos en el estado español el 15-M, la PAH y los Yayoflautas. «La organización de nuevos líderes, partidos y candidaturas han sido el resultado de tal movilización, no la causa», agrega el autor. Advierte además que el traslado del epicentro de la acción política, de las instituciones a los movimientos sociales, no puede entenderse como «ritualismo movilizatorio para desgaste político del régimen y creación de cuadros, con el fin de más adelante cooptarlos».

Las posibilidades del sujeto constituyente vienen delimitadas por el actual contexto económico. El capitalismo, recuerda Albert Noguera, ha perdido capacidad para promover el crecimiento económico, la generación de empleo y también para hallar «motores de acumulación», como lo fueron en su día el ferrocarril (siglo XIX) o la industria automotriz (siglo XX). Otro problema no menor es la depredación del planeta. Así pues, «las viejas formas de constitucionalismo de izquierdas concentradas en el Estado y el crecimiento económico ya no son posibles». Con las vías obturadas del modelo keynesiano de constitucionalismo social y el leninista de transición a un modelo socialista, el autor de «El sujeto constituyente» plantea como opción más factible «un constitucionalismo con soberanía descentralizada en múltiples instancias y sujetos institucionales y populares de creación de derechos».

En diferentes artículos Albert Noguera ha reflexionado sobre las opciones de articular un poder constituyente en el estado español. El pasado 11 de junio señalaba en un texto publicado por eldiario.es los tres rasgos que caracterizan el Régimen del 78: un sistema de partidos que ha devenido «trama de relaciones de favores ocultos»; una Constitución que bloquea la efectividad de los contrapesos políticos; y una ética económica y social fundamentada en dos principios: dinero fácil y rápido. La conclusión es que España se ha convertido en un «estado tomado por la corrupción».

En el mencionado periódico se refirió al 15-M y a la «mutación constitucional». El movimiento de los Indignados produjo un cambio en los imaginarios y una erosión en el Régimen del 78, pero sin terminar con éste. A partir de las movilizaciones en las plazas del mayo de 2011, cualquier gobierno o parlamento ya no podrían imponer su criterio por meras razones de mayoría. Esto fue lo que hicieron el PP y el PSOE en los últimos 30 años; sin embargo, desde el 15-M serían necesarias las negociaciones inter-clase y las concesiones mutuas permanentes, explica el profesor de la Universitat de València. Noguera ha escrito asimismo sobre la República como «llave» para abrir un Proceso Constituyente. Se trata de no incurrir en una idea «posmoderna», «ritualista» y «memorialística» de la República, para que ésta no se convierta en una réplica de las (neoliberales) vigentes en Francia o Estados Unidos. La solución, a juicio del autor, pasaría por la reconstrucción de la izquierda social, con musculatura ideológica y de carácter mayoritario.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.