Traducido del inglés para Rebelión por J. M.
Foto de la marcha de la página de Facebook Women Wage Peace.
No me gusta comenzar artículos gruñendo, pero necesito comenzar aquí con la revelación completa:
Mi madre es un miembro muy activo de la ONG israelí Women Wage Peace (WWP) y yo, obviamente, soy un hombre. Esas son dos cosas que me han inhibido para escribir críticamente sobre esta organización y su reciente evento, la marcha por la paz llamada «Viaje a la paz», que terminó con una manifestación el domingo de la semana pasada en Jerusalén, después de una marcha de dos semanas por Israel y Palestina.
¿Qué tiene para que no te guste, podrías preguntar? Las mujeres israelíes de todo el espectro político se unieron a algunas mujeres palestinas (llaman a las mujeres palestinas que son ciudadanas israelíes «árabes»), e incluso fueron respaldadas por el presidente palestino Mahmoud Abbas. ¿Quién podría decir algo malo acerca de esto? De hecho la prensa internacional dominante fue muy positiva y la organización enumera con orgullo muchas de las historias.
Y sin embargo no todos estaban contentos con esto. The Times of Israel señaló que la «marcha de paz de las mujeres palestino israelíes expone las divisiones palestinas», señalando que tanto Hamás como la campaña BDS se oponen a lo que se percibía como «relaciones normalizadoras con Israel». Esta representación retrata automáticamente a la Autoridad Palestina dominada por Fatah como «moderada», mientras que Hamás y BDS se representan automáticamente como los órganos más «intransigentes».
Pero Hamás y la BDS no fueron los únicos que criticaron la iniciativa -al fin y al cabo eran mujeres-. También mujeres judías e israelíes, que hablaron de manera bastante vociferante y crítica contra ella. Una de estas mujeres, Orly Noy -una voz que siempre vale la pena escuchar- ha escrito un artículo el viernes pasado en la revista +972 titulado «¿Cómo pueden las mujeres ‘alcanzar la paz’ sin hablar de la ocupación?». Creo que ese artículo es una lectura obligada y definitivamente no deberían sumergirse en el sentimiento eufórico de 30.000 mujeres vestidas de blanco, cantando canciones y tocando tambores juntas.
«Escribo estas palabras con mucha tristeza», señala Noy,
«En la realidad política de las últimas décadas no hay nada de trivial en el hecho de que decenas de miles de mujeres estén exigiendo cambiar esa realidad y estén dispuestas a marchar por las calles de cada pueblo y ciudad para construir su movimiento. Que esta sea una iniciativa de mujeres le da un potencial aún mayor. Y sí, existe una política dirigida por mujeres y puede ser revolucionaria y poderosa, una política que ante todo desafía las jerarquías existentes y las estructuras sociales «, escribe Noy.
Y continúa
«Sin embargo las mujeres líderes políticas que vi en Jerusalén eran todo lo contrario de eso. Eran del tipo que solo fortalece esas estructuras de poder existentes. Manifestaban una política en la que ser mujer significa vestirse de blanco, cantar y bailar».
Comparto estos sentimientos con apuro.
Quiero que veamos lo que está sucediendo aquí y un buen lugar para comenzar es la declaración de la misión Women Wage Peace. Dice que el objetivo es «alcanzar un acuerdo político honorable y bilateralmente aceptable del conflicto israelí-palestino que se alcanzará en 2018».
¿Cómo se hará esto? Se enumeran tres objetivos:
(1) Aumentar nuestro número a través de la diversidad llegando a las mujeres religiosas y laicas, judías y árabes; votantes de la derecha, del centro y de la izquierda; residentes, inmigrantes y nativas de todos los rincones del país, así como también mujeres colonizadoras moderadas.
(2) Presionar al Gobierno israelí para que priorice la consecución de un acuerdo.
(3) Aumentar el número de mujeres en todos los aspectos de la negociación según lo dispuesto por la resolución 1325 del Consejo de Seguridad de la ONU, de la cual Israel fue el primer signatario en 2005.
El primer objetivo merece un escrutinio minucioso. Es «hacer crecer nuestro número». No presionar al Gobierno primero, sino aumentar los números. ¿Y cómo se hará esto? Apelando a un amplio espectro, centro derecha e izquierda (incluidos los «árabes») y, noten esto: «mujeres colonizadoras moderadas». Ahora detengámonos en eso. «Mujeres colonizadoras moderadas»: ¿Quiénes son? Supuestamente las mujeres de los colonos que dicen que quieren «paz». ¿Quién será el árbitro de quién es un colono «moderado»? Esto abre todo tipo de posibilidades, pero antes de que profundicemos en ellas señalemos que, como estipuló la Resolución 2334 del Consejo de Seguridad de diciembre pasado, todas las colonias israelíes son «violaciones flagrantes» de la ley internacional. Son, para decirlo simplemente, crímenes de guerra, en virtud del artículo 49 de la IV Convención de Ginebra. En otras palabras, todos los colonos israelíes son efectivamente criminales de guerra. Pero no para los israelíes. La izquierda sionista israelí se lamentó por el «daño» infligido a los «bloques de colonias». Israel realmente quiere normalizar la ocupación; esto no es solo un lema que Hamás y la campaña BDS están lanzando sin sentido. Y Women Wage Peace participa en esta normalización. Hay «mujeres colonizadoras moderadas».
Noy se refiere al discurso que pronunció una de estas «mujeres moderadoras» en la marcha de Jerusalén:
«Todos los tipos de mujeres, incluida una colona que, como ella dice, vive en «la hermosa y sangrienta Samaria». Sí, también ella quiere la paz. ¿Pero cómo ve ella que lograremos esa paz? «Cuando decenas de miles de mujeres puedan hablar de los temas difíciles, nuestros líderes no podrán ignorarnos». Pero, ¿cuáles son esos temas difíciles de los que debemos hablar? ¿Tal vez la presencia desafiante y creciente de las colonias, como el lugar donde ella vive, que evitan cualquier posibilidad de establecer un estado palestino? No. Entonces, ¿tal vez la ocupación y los puestos de control que ella atraviesa todos los días en su camino de regreso a casa? ¿Las violaciones de derechos humanos? ¿Los crímenes de guerra? No. Un colono de Cisjordania puede pararse tan fácilmente en el escenario y hablar sobre la necesidad de «hablar sobre las cosas difíciles» porque sabe que en realidad no se hablará de ellas. De lo contrario ella podría no ser parte en el movimiento desde sus comienzos».
De hecho, y como regla, el movimiento simplemente no pronuncia la palabra «ocupación». Noy intentó que algunos palestinos hablaran al respecto, y fue difícil:
«Llegué temprano y decidí sentarme en un café en la ruta de la marcha. Después de unos minutos dos mujeres vestidas de blanco y hablando en árabe se sentaron a mi lado. Pregunté si eran parte de la marcha. Dijeron que sí. Después de una breve conversación pregunté a una de las mujeres, una palestina-israelí de Jaffa, si no le molesta que Women Wage Peace nunca insinúe la palabra «ocupación».
«Esta fue la decisión que se tomó», respondió evasivamente. Cuando pregunté una vez más si le molestaba o no ella dijo: «por supuesto que me molesta». Me molesta como mujer, como palestina, como israelí, pero esto es lo que decidieron. Que debemos hablar del futuro, ya hemos hablado mucho del pasado. «Pero la ocupación no es el pasado, insistí. Es lo que ocurre en el presente. «Tienes razón, ¿pero qué podemos hacer? ¿Sentarnos en casa? Necesitamos hacer algo para cambiar la realidad».
Entonces las mujeres palestinas quieren hablar de la ocupación, pero alguien en el centro de este movimiento -un movimiento que en realidad está dominado por lo que podría describirse como «sionistas liberales»- decidió que esto impediría el propósito de apelar al amplio espectro: el espectro predominantemente judío-sionista tal cual es.
Y este silencio crea no solo un espacio para las «mujeres colonizadoras moderadas», sino también para los colonos más rabiosos y mesiánicos, hombres como Yehuda Glick, que se convirtió en miembro de la Knesset (Likud) el año pasado. Glick busca el establecimiento del Tercer Templo en el lugar de Al Aqsa, y ha roto por decisión propia el statu quo en el complejo Al-Aqsa rezando allí. Detuvo sus visitas al complejo solo porque Netanyahu se lo prohibió en un intento de calmar las tensiones.
Glick se había unido a la marcha en sus primeras etapas y WWP se enorgullece por un artículo al respecto en el Israel National News (nº 2 en su lista de medios), una fuente de las colonias.
Aquí se cita a Glick diciendo: «Es cierto que una parte significativa de sus actividades son llevadas a cabo por mujeres de izquierda, pero yo digo, no se lo dejemos a la izquierda. Vamos a participar. Y ellas saben mis opiniones. Yo digo que la paz incluye la soberanía masiva y la construcción en Judea y Samaria y aún así aplauden».
En otras palabras, este movimiento está permitiendo que incluso hombres -colonos mesiánicos- se encubran como «liberales» porque ellos también quieren la «paz».
Que quienes hacen la limpieza étnica intenten hacerse pasar por «liberales» no es algo nuevo en Israel. Por ejemplo, el exvocero adjunto de la Knesset Moshe Feiglin, quien en 2014 fue autor de un plan de siete puntos para la limpieza étnica completa de Gaza, también recibió un premio por su labor humanitaria al protestar por las violaciones chinas de los derechos humanos y continúa luchando por «derechos humanos» en Israel. En Israel esto es compatible, de cualquier modo, si esos «terroristas» no son humanos, entonces no necesitan «derechos humanos», entonces no hay contradicción, ¿no?
Así que esto es lo que está sucediendo aquí. WWP no dice nada que tenga que ver con las violaciones de Israel, ni con la ocupación, ni con las colonias ni con el asedio de Gaza. Se mantiene supuestamente «no político», blanco como la nieve, pero exige «paz» por medio de «negociaciones».
Según su tercer objetivo, Women Wage Peace aparentemente intenta vendernos la idea de que si hubiera más mujeres en el liderazgo de negociación de Israel las cosas serían mejores. Y sin embargo me gustaría señalar que no es cierto que Israel solo esté dirigido por hombres. De hecho hay varias mujeres líderes, actuales e históricas, que en su chovinismo, violencia, aspereza, intransigencia y arrogancia podrían hacer palidecer al típico «machista chovinista». Entre ellos se incluye a la difunta Primera Ministra Golda Meir, quien dijo que no existían nada llamado «los palestinos», que estaba tan orgullosa de sí misma que ignoró las propuestas de paz del presidente Saadat de Egipto en el año 1970 y llevó a Israel a la guerra de octubre de 1973, porque la fuerza era el único lenguaje que podía entender. ¿Y qué hay de la ministra de Justicia Ayelet Shaked, la fascista, con su genocidio de los niños de Gaza, esas «pequeñas serpientes»? ¿Y qué pasa con la máxima diplomática de Israel, la vicecanciller Tzipi Hotovely, quien dijo «esta tierra es nuestra, todo nuestra?» ¿No es suficiente? ¿Qué hay de la «centrista» Tzipi Livni, que exigió «vandalismo real» cuando era ministra de Asuntos Exteriores durante el asalto de Gaza 2008-2009 y pensó que era «algo bueno» que Israel respondiera «volviéndose salvaje»?
En otras palabras, las mujeres no necesariamente aspiran a la paz. ¿Hace alguna diferencia para un niño de Gaza que él y su familia sean exterminados por un piloto masculino o por una mujer que exige «vandalismo» u otra que quiere matar «pequeñas serpientes»? No hace ninguna diferencia en absoluto. Si estas mujeres no quieren nombrar ningún aspecto del paradigma de la opresión israelí, entonces lo que están vendiendo es simplemente la idea de que como son mujeres debemos escuchar y eso funcionará.
Pero en la estructura de poder de hoy no nombrar nada más que «paz» y «acuerdo» y decir que no eres «político» es solo alienante. Esto es política y su política es mantener un statu quo mientras se baila y se canta.
Los que quieran hablar de los problemas críticos arruinan la fiesta, que se supone debe ser inclusiva para todos. Pero cuando la fiesta termina los palestinos se dirigen a sus bantustanes y las «mujeres moderadas de los colonos» conducen por sus carreteras solo para judíos para llegar a sus colonias. Si de alguna forma los árabes pudieran aceptar esto como «paz» entonces todo estaría bien…
Jonathan Ofir, músico israelí, director de orquesta y escritor bloguero con residencia en Dinamarca.
Fuente: http://mondoweiss.net/2017/10/israeli-challenge-occupation/
Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y Rebelión como fuente de la traducción.