Un poder desproporcionado y concentrado en manos de un puñado de multinacionales, ¿fantasía o realidad? ¿Cuáles son las estrategias implementadas por la UE para garantizar el acceso a las materias primas? ¿Cómo están evolucionando los BRICS en este contexto? ¿Cuál es el margen de maniobra de los países del sur que considerarían la posibilidad de […]
Un poder desproporcionado y concentrado en manos de un puñado de multinacionales, ¿fantasía o realidad? ¿Cuáles son las estrategias implementadas por la UE para garantizar el acceso a las materias primas? ¿Cómo están evolucionando los BRICS en este contexto? ¿Cuál es el margen de maniobra de los países del sur que considerarían la posibilidad de desarrollarse? Raf Custers, autor de Cazadores de Materias Primas, responde a estas preguntas y arroja luz sobre los colosales desafíos del subsuelo y los movimientos tectónicos que conllevan para nuestra vida diaria.
Alex Anfruns : ¿Cuál fue tu motivación inicial al escribir tu libro?
Raf Custers : Darme cuenta de que las personas tienen muy poca conciencia de los mecanismos que funcionan en el sector de las materias primas. O en la explotación de materias primas por parte de multinacionales.
¿Es decir que las personas no sienten curiosidad por el origen de su iPhone?
Se ha hecho un trabajo de información, pero es limitado. Por ejemplo, la cadena que conduce de una mina a una motocicleta: al principio de la cadena, está la materia prima. Y al final de todo hay un producto de consumo. Por otro lado, entre los dos hay toda una serie de vínculos en la cadena y toda una serie de actores. Actores muy diversos …
En lo que respecta a los mecanismos de esta cadena de organización, creo que la conciencia es demasiado débil. Cuando se nos explica, por ejemplo, los materiales que se usan en teléfonos inteligentes o tabletas… ¡la información a veces es demasiado moralizadora! Un ejemplo: durante 5-10 años, las noticias han señalado a las milicias en relación con el conflicto de la RDC en el Congo. Nos dijeron: «Sí, en el Congo hubo un conflicto, una guerra civil de alguna manera», «las riquezas del Congo fueron explotadas por las milicias para su propio beneficio», «esos minerales están contaminados, son minerales de sangre, que se utilizan para hacer estos dispositivos electrónicos, por lo que sería necesario limpiar la cadena… »
¿Crees que este enfoque no abarca todos los problemas?
Muy a menudo estos esquemas son simplificados, cuando no simplistas, porque el caso se presenta como si hubiera una responsabilidad directa. Pero la realidad es mucho más complicada, más compleja. Muy a menudo también, son las ONG las que hacen este trabajo de sensibilización. Utilizan un caso para luego hacer un llamamiento a los políticos, como el Parlamento Europeo, por ejemplo. Esa sensibilización intenta hacer que los políticos entiendan los problemas. Entonces, para tener apoyo en la opinión pública, hay que presentar la cosa como si fuera realmente muy simple. Y simple de resolver también.
De todos modos, este trabajo de sensibilización, información, sigue siendo una excepción. Sobre el conjunto de las actividades en este sector, el conocimiento de la opinión pública en general es demasiado débil. De hecho, no vemos a las multinacionales. Buscan hacerse invisibles. Creo que ese es el factor determinante. Así que tenemos un dispositivo aquí, un producto para el consumidor, pero no nos damos cuenta de dónde provienen los materiales que se necesitan para hacer todo esto…
Has estado observando a estas multinacionales durante años. ¿Cómo están evolucionando?
En el sector minero, por lo tanto, las industrias mineras; Hay una clara concentración de las mayores empresas mineras. Hace diez años había un centenar, unas 150 compañías importantes, «majors», como dicen en inglés. De las 4.000 o 5.000 que operaban en este sector, había 150 empresas mineras reales a gran escala. Y todas las demás son empresas medianas, pero especialmente pequeñas empresas que están haciendo el trabajo de exploración, es decir, la vanguardia para encontrar nuevos sitios de explotación.
Muy a menudo son compañías especulativas, que hacen una especie de especulación. Primero obtendrán su título de explotación o exploración y luego lo venderán a compañías más grandes, para obtener ganancias por el trabajo que realizaron. Pero estas compañías no tienen los medios financieros o técnicos ni la mano de obra para explotar realmente las grandes minas.
Podemos decir que el sector minero está realmente dominado por un puñado de empresas multinacionales, que en la mayoría de los casos son compañías anglosajonas: británicas, estadounidenses, canadienses, australianas o sudafricanas. Parte de la razón es que en Canadá, por ejemplo, existe un sistema impositivo muy favorable para este tipo de negocio. Así que crearán una sede en Canadá para estar activos en otras partes del mundo. ¡Pero son solo un puñado!
¿Qué ha cambiado en el sector minero desde que publicaste tu primer libro?
Lo que me llamó la atención desde que me hice Cazadores de Materias Primas es que en los BRICS (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica), por ejemplo, es decir los 5 o 6 países de economías emergentes, en esos países también se han desarrollado empresas multinacionales muy grandes.
Es el caso de Vale, por ejemplo, en Brasil. Descubrí que Vale es una gran compañía. El mayor productor de hierro del mundo. Y el hierro es la segunda materia prima más utilizada después del petróleo. Vale es verdaderamente el campeón de la producción de hierro en el mundo. Es una empresa brasileña que tiene prácticas muy similares a las utilizadas por las empresas multinacionales occidentales.
¿Qué nos puedes contar sobre el fenómeno del «cartel»? ¿Se ponen de acuerdo entre sí las multinacionales para fijar precios?
Este fenómeno existe con absoluta certeza. Por ejemplo, estuve trabajando en un «cartel» de los mayores productores de hierro, que se organizaron contra China, contra el poder de China. Es un episodio que se remonta a 2010-2011, cuando los precios del hierro aumentaron rápidamente, como los precios de otra materias primas u otros metales. China esperaba poder enfrentar a los proveedores occidentales de hierro con Vale, que es brasileño. Los productores se organizaron tácitamente, no podemos decirlo abiertamente porque nunca lo dirían abiertamente. Se organizaron, como por casualidad… contra China.
En aquel momento, todo el sistema de contratos que existía desde la década de 1960 se estaba desestabilizando. Antes había pues contratos a largo plazo, por ejemplo, por un año, y se fijaba un precio por un año. Pero ese cartel, de hecho, intentó romper este sistema de contratos para tener contratos a corto plazo y, por ejemplo, después de 6 meses de operación, poder adaptar el precio a la situación en el mercado. Y no tener que esperar hasta el final del año para establecer un nuevo contrato. Porque en el mercado «Spot» (el mercado del día) los precios subían mucho más rápido que los precios en los contratos. Así que querían acercarse a este mercado «Spot» rompiendo los contratos. Ahí estaban en directa contradicción con China, que era, y sigue siendo, el mayor consumidor de metales del mundo.
China tuvo que doblegarse. China se está convirtiendo, o probablemente ya lo sea, en la economía más fuerte del mundo, pero en aquel momento no lo era. Así que tuvo que someterse al poder de 3 o 4 grandes productores multinacionales de hierro.
¿Existen mecanismos para controlar estas prácticas?
Sí. A raíz de la ola de independencias del tercer mundo en la década de 1960, las oficinas de las Naciones Unidas organizaron sistemas para equilibrar los precios de las materias primas y garantizar que los pequeños productores o países productores tuvieran precios justos, o más o menos justos. Eran oficinas que compraban materias primas cuando los precios eran bajos y vendían materias primas cuando los precios subían demasiado para estabilizar los precios en sus mercados. Y así, para tratar de obtener un equilibrio, más o menos un equilibrio entre la oferta y la demanda.
¿Qué experiencias concretas merecen retener nuestra atención ?
Vi personalmente un ejemplo en Costa de Marfil, hace ya mucho tiempo. En los años noventa, Costa de Marfil era el mayor productor de cacao. El país tenía una oficina de compraventa y estabilización. Cuando los países con pequeños productores nacionales no ganaban lo suficiente, esa oficina compraba cacao a los agricultores para garantizarles un salario justo. Y cuando los precios podían subir demasiado y no ya no se podía vender, soltaban una parte de su reserva en el mercado.
Todos estos sistemas, que eran sistemas nacionales de protección de alguna manera en las economías nacionales, fueron abolidos bajo la presión de las instituciones financieras internacionales, como el Banco Mundial y el Fondo Monetario. Porque dijeron: «cuando ingresas al mercado, debes dejar que funcionen los mecanismos del mercado. Así que hay que abolir esos sistemas. »
Ha habido sistemas internacionales para un número limitado de materiales, como el estaño o el caucho, pero que funcionaban de la misma manera. Todos esos sistemas fueron abolidos bajo la presión del Banco Mundial del Fondo Monetario y los estados occidentales.
En los años 1960-70, un movimiento de países se reunió bajo los auspicios de la UNCTAD (Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo), para liderar esa batalla… ¿Qué queda de eso hoy?
Efectivamente, fueron realmente los grandes productores de una serie de materiales que se reunieron por país, para instalar este tipo de mecanismos reguladores. Desafortunadamente eso ya no existe. Pero son modelos que deben ser reinventados. Además, en este mismo momento, estamos en el proceso de reinventar un sistema de créditos de carbono de este tipo, aquí en Europa, en la Unión Europea. Porque sabemos que los precios de los créditos de carbono son demasiado bajos y que no se alienta a las empresas a reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero.
Así que tenemos que aumentar el precio de esos créditos y, por lo tanto, tener un verdadero sistema de regulación de precios, para obligar a las empresas a dejar de producir o producir menos gases de efecto invernadero. No se puede decir que Europa se haya inspiró en los sistemas que existían en esa época, pero siempre sigue siendo el mismo principio.
De hecho, me veo obligado a constatar que estamos retrocediendo, yendo realmente hacia atrás, perdiendo en este terreno. Perdimos muchos sistemas que eran ventajosos. Ahora, de año en año, realmente esto se está convirtiendo en la ley de la jungla para todos los países productores, para los gobiernos frente a las empresas multinacionales.
Sin embargo, «Cazadores de Materias Primas» no es para nada pesimista. A través de tus investigaciones de terreno, tu libro guía al lector a través de las batallas que libran las multinacionales, cuando algunos estados muestran determinación y tratan de negociar contratos en el interés nacional…
Siempre hay excepciones, que siguen siendo bastante marginales, de gobiernos que tratan de enfrentarse a empresas multinacionales. Pienso, por ejemplo, en Indonesia y, en cierta medida, también en Filipinas. En los últimos años, Indonesia ha tratado de limitar las exportaciones de materias primas imponiendo impuestos a las exportaciones, para obligar a las empresas multinacionales a procesar los metales en bruto en el mismo país y organizar una industria de procesamiento en Indonesia.
Estoy pensando también en la República Democrática del Congo, que adoptó un nuevo código minero bastante soberano y luchó por este motivo contra el lobby de las grandes empresas mineras que se establecieron en ese país.
Es un conflicto que se ha desencadenado. Estas luchas, que se llevan a cabo entre el gobierno y las empresas, nunca se concluyen. Pasan por coyunturas : hay momentos en que el gobierno está más bien en posición de imponerse, pero son excepciones. A nivel global, lo que prevalece realmente es el mercado libre y el juego de las empresas multinacionales.
Poco antes de celebrarse la cumbre de la OPEP en Doha, Qatar (abril 2016), tuvo lugar en UNASUR (Quito), una reunión de ministros y delegaciones de Colombia, Ecuador, México y Venezuela, para «enviar una señal de integración de América Latina al mundo de que tenemos que estabilizar los precios del petróleo» (Guillaume Long)
Con la caída de los precios del petróleo a partir de 2014, vimos cómo la economía de los países exportadores se destartaló. ¿Puede la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) cambiar las cosas?
Por un lado está la OPEP, un cartel de un pequeño número de países productores de petróleo, y por otro lado, la Agencia Internacional de Energía, que es una estructura paralela organizada por Estados Unidos en los años setenta. Sobre todo gracias a la ayuda de Henry Kissinger. Desde entonces, la OPEP no ha podido imponer un sistema de estabilización a través de sus precios. Además, dentro de la OPEP hay fuertes contradicciones entre los productores muy grandes, que quieren dejar fluir el petróleo, y los otros, a quienes les gustaría que se redujera la producción para que el precio suba y sus ingresos hagan lo mismo.
Los principales productores de petróleo, como Nigeria, Venezuela o Angola, por ejemplo, habían logrado cortar el vínculo automático con el FMI y se habían vuelto más independientes. Todo iba bien en sus economías hasta 2014-2015, cuando los precios cayeron y se vieron muy afectados por los precios más bajos. Entonces se vieron obligados a dirigirse al Fondo Monetario Internacional (FMI) para volver a solicitarle ayuda financiera. Debido a la caída en el precio del petróleo, tuvieron que retroceder en sus políticas independientes y se vieron obligados a someterse a las condiciones del FMI.
¿Qué pasa con el papel de la especulación financiera?
Efectivamente, es importante destacar el tema de la volatilidad de los productos básicos. Esto significa que los precios fluctúan muy rápidamente en poco tiempo. Antes las fluctuaciones eran mucho más tranquilas, porque la influencia de las industrias financieras era más reducida. Ahora hay una gran especulación sobre el precio de las materias primas, sobre el producto derivado de esos materiales. Es una especulación financiera sobre el papel, de alguna manera. No son materias primas físicas que se van a comprar en el mercado, sino papel especulativo.
Desde la década de 1990, la industria financiera está involucrada en el mercado de materias primas con enormes fondos presupuestarios y nuevas tecnologías, lo que permite, por ejemplo, invertir por la mañana en una gran cantidad de cobre en el mercado de Singapur, y al mediodía retirar esa inversión para invertir en otro lugar. En realidad, va mucho más rápido que eso: se invierte de un segundo a otro, gracias a los «algoritmos» de los índices, que utilizan para saber dónde hay que invertir y dónde están los precios ventajosos.
La volatilidad es enorme hoy en día. Los países productores, que muy a menudo dependen de un porcentaje de las exportaciones de materias primas, son víctimas de todos estos mecanismos, de estas intervenciones de las industrias financieras.
Pero uno podría pensar que las multinacionales benefician a los países exportadores, por ejemplo, al desarrollar las infraestructuras.¿ Es eso cierto ?
Sucede a veces que las empresas multinacionales creen infraestructuras. Es lo que se llama ‘responsabilidad social corporativa’. Ahora bien, lo que están cuidando ¡es su imagen de marca!
Es cierto, crean una escuela acá y un puente para acceder al pueblo allá. Pero son pequeñas infraestructuras. Es solo publicidad, ¡un engaño! Cuando crean un tipo de infraestructura más seria, es para aprovisionar los productos que necesitan para producir en una mina, y para poder evacuar la materia bruta.
¿Tienes ejemplos recientes de tales proyectos de «desarrollo», diseñados exclusivamente para las necesidades de las empresas?
Sí. Este año fui a Angola precisamente para estudiar el uso de un ferrocarril que existe desde hace un siglo, construido por el capital británico y terminado por el capital belga. Es un ferrocarril que atraviesa Angola y que se creó en aquella época para evacuar, hacer salir el cobre y el cobalto del Congo, y luego transportarlo al puerto de Lobito, en barco, hacia Bélgica, en Europa. ¡Es una estructura colonial!
Pues bien, lo que hacen hoy las multinacionales es volver a crear infraestructuras de tipo colonial. Cuando fui a Sudamérica, por ejemplo, tuve conocimiento de un programa importante que es muy cuestionado por la opinión pública, por los movimientos sociales. Es un programa para instalar lo que ellos llaman corredores, para desenclavar, por ejemplo, el oeste de Brasil. Es decir, para permitir que el oeste de Brasil extraiga materias primas a través de Perú, Ecuador y Bolivia hacia el Pacífico. Para ya no estar obligado de hacerlos salir hacia los puertos que se encuentran en la costa atlántica, en parte probablemente para abastecer al mercado asiático.
¿Qué hace que ese tipo de proyecto sea representativo de las acciones de las multinacionales en el mundo de hoy?
La razón por la que este ejemplo me llamó la atención es porque existe un programa similar en África. Este tipo de grandes obras, las inversiones en infraestructura, ciertamente tiene ventajas. Por lo que sé de Angola, el restablecimiento de ese ferrocarril permitió desenclavar el interior del país que, durante la guerra civil de un cuarto de siglo en Angola, estuvo cerrado e inaccesible. Entonces, esto le permite de nuevo poner en marcha una economía nacional.
Pero al mismo tiempo, sabemos que el ferrocarril de Bengela en algún momento fue un objetivo para una compañía holandesa-suiza llamada Trafigura. Es uno de los mayores comerciantes de materias primas del mundo. Tiene una reputación muy mala porque tuvieron todo tipo de chanchullos en el pasado. Pero Trafigura estaba en conversaciones con el gobierno angoleño para obtener la concesión de este ferrocarril para explotar su uso: en una dirección, enviar petróleo a África Central en Katanga y la cuenca minera de Katanga y Zambia; y en la otra dirección, enviar minerales al puerto de Lobito.
Trafigura tiene filiales en el negocio petrolero, por lo que con esta concesión, Trafigura iba a enviar su petróleo en tren a África Central y sacaría minerales en esta cuenca a través del ferrocarril. Aquellas negociaciones no tuvieron éxito y el negocio no funcionó. Este es un ejemplo de cómo una empresa multinacional puede tratar de explotar la infraestructura existente para su propio beneficio.
«En aquella época, pasaban por aquí a diario de diez a doce trenes de mercancía cargados de minerales sacados de las minas del Katanga en RDC». Reportaje de Raf Custers en 2018
Volvamos a Europa. Con la Nueva Ruta de la Seda y el desarrollo del comercio con China, ¿Estamos ante un proyecto similar?
Sí, es un gran ejemplo de inversión en grandes infraestructuras. Sin embargo, hay que tener cuidado con la propaganda occidental, obviamente. Se nos dice que la infraestructura de la Nueva Ruta de la Seda construida por tierra y mar por China, serían unos medios de colonización y explotación de buena parte de África y Asia central. Eso que nos dicen ahora es pura propaganda.
Entonces, ¿qué pasa con esta iniciativa?
Creo que el lado positivo probablemente será de nuevo, que se abrirán del desenclave grandes regiones de China, al oeste del país. ¿Abiertas a qué, a quién, para hacer qué? Esa es otra pregunta. Y para los países limítrofes, es la misma pregunta.
Por nuestra parte, los europeos ven oportunidades allí. Utilizarán la infraestructura existente y las que se construirán en el futuro. Un ejemplo: ya desde 2014, un tren va desde Alemania a China por la red ferroviaria existente. BMW, por ejemplo, tiene una fábrica en China que envía sus piezas a través de esta ruta hacia Alemania.
He escrito un artículo en el que explico cómo Alemania ha sido lo suficientemente inteligente como para desarrollar las riquezas de Mongolia: todas las oficinas del gobierno alemán se han unido a esta empresa. Es realmente el aparato administrativo estatal de toda Alemania, con todas las oficinas, los servicios del gobierno, que se apresuran de aprovechar al máximo Mongolia. También están utilizando la infraestructura que ya existe, y lo harán más en el futuro.
¿Qué empresas pueden beneficiarse de ese comercio de materias primas?
Compañías occidentales como Rio Tinto (británica), están en Mongolia y venden su hierro en China. En el caso de Mongolia, no se trata solo de extraer materias primas de un país; también está exportando herramientas allá, para explotar las materias primas. Alemania es bien conocida por sus exportaciones de maquinaria y los fabricantes alemanes intentarán vender sus máquinas en las minas de Asia. Por ejemplo, Liebher está presente en Mongolia y compite con Caterpillar, que es un importante productor de maquinaria para el sector minero. Estas empresas compiten e intentarán arrebatar el mercado de los estadounidenses o japoneses que trabajan en el mismo sector, como la empresa Komatsu.
Las empresas mineras europeas que existen no son muy numerosas, no son muy grandes y trabajan principalmente en Europa. La compañía sueca LKAB está presente principalmente en Escandinavia. Los polacos, por ejemplo, que tienen una larga tradición minera, son más multinacionales. Una compañía minera polaca se encuentra en América del Sur …
Has estudiado a fondo la estrategia de materias primas de la UE. ¿Qué puedes explicarnos sobre esto?
Se puede ver una evolución en los análisis que las instituciones y fuerzas dominantes de la UE han desarrollado. Al principio, fueron los jefes, la industria metalúrgica alemana, quienes hicieron los primeros análisis sobre metales y minerales. Ya antes estábamos muy conscientes de que la UE dependía mucho de las importaciones de energía de Ucrania y Rusia. Pero poco después dijeron que dependían del exterior de los metales y minerales. En el origen de esta toma de conciencia están los empresarios alemanes.
En sus primeros análisis, dijeron que había dos tipos de peligro: el primero es la concentración geográfica. En la UE ya no hay industria minera, quedan pocos minerales y, por lo tanto, todo tiene que importarse. Eso crea el riesgo de perturbación y cortes de suministro a través de esta concentración geográfica en China, por ejemplo, que es muy rica en materias primas.
El segundo riesgo es la concentración de empresas productivas. La UE había elaborado una lista con una serie de materiales muy importantes que todavía están dominados por 3, 4 o 5 empresas, y que podrían organizarse en un cartel. De esta manera, esas empresas podrían limitar los suministros a un país, si ese país se vuelve demasiado difícil debido a la fiscalidad o los impuestos, por ejemplo. Esto sigue siendo hipotético, pero ese tipo de cartel tiene el poder de vaciar a los países, si así lo desea.
Ahora bien, en los análisis actuales de la UE ha habido una evolución, y ya no estamos hablando de ese segundo riesgo. En cierto modo, se ha «olvidado» el poder de las empresas multinacionales en el mercado de suministro de materias primas. Solo se recuerda la concentración geográfica y se ataca constantemente a China para decir que está «cerrando el grifo de la explotación de tierras raras, por ejemplo, que son los materiales que necesitamos. Eso va en contra del mercado libre global». China está siendo demandada en la OMC… ¡Es la guerra comercial!
La UE ha impuesto sanciones contra Rusia y está tratando de no depender de su gas. ¿Cuál es su estrategia en relación con su dependencia energética?
El primer eje en su estrategia consiste en concluir acuerdos con el mundo exterior. El segundo eje es el desarrollo de una nueva industria minera dentro de la UE… pero hasta ahora no es tan importante. Lo que la UE está haciendo sobre todo son acuerdos de libre comercio, el acceso a las materias primas de los países productores de América del Sur, África… En este sentido, está en competencia con países como China. De modo que, con Canadá y Estados Unidos, la UE establece acuerdos de libre comercio y establece una alianza transatlántica contra los demás, especialmente contra China.
Todos quieren acceso a materias primas, pero no todos actúan de la misma manera. La UE claramente tiene una actitud colonial, mientras que China siempre presenta principios de política exterior que respeta en gran medida, incluso si hay una evolución que no es muy positiva. Para la UE, lo esencial se hace siempre fuera de sus fronteras.
¿Qué pasa con el respeto de la UE de los acuerdos climáticos en relación con ese plan de desarrollo de la industria minera?
Tengo la impresión de que lo que más importa, por el momento, para la UE y en la UE es que hayan operaciones mineras, punto. Y así, atraer a los inversores a participar activamente en el sector minero. Que sea útil, que sean verdaderamente materiales útil para la industria, tengo la impresión de que realmente no les interesa. Simplemente quieren invitar a los inversores y darles todos los privilegios, todas las facilidades para trabajar…
De hecho, las autoridades están haciendo declaraciones hermosas, pero creo que esa no es su primera preocupación. Quieren que la economía vaya sobre ruedas, pero ¿cómo? Eso no es tan importante. El PIB tiene que crecer de año en año, en un 2 o 3%. Es lo esencial. ¿Cómo debería lograrse ese crecimiento? ¡Eso no les interesa!
Griegos protestando contra el proyecto de minería «El Dorado» en Skouris (marzo 2013)
¿Ves un vínculo entre la crisis política que podemos observar en algunos países, el creciente nacionalismo y los desafíos económicos?
El ejemplo de Grecia es muy ilustrativo. Sabemos que en 2015 Grecia tuvo que inclinarse ante la Troika debido al grave problema de la deuda que tenía. Luego, la Troika presionó a Grecia precisamente para que permitiera la extracción de oro por parte de una compañía canadiense. Ahí vemos que los dos aspectos están muy relacionados: hay una crisis política, una crisis de deuda en el país, y los actores externos impondrán condiciones a un gobierno que debe capitular y ser permisivo hacia las empresas. multinacionales. En este ejemplo, casi se podría decir que la UE u Occidente están comenzando a tener prácticas que solo se habían visto antes en América del Sur o África.
En América del Sur y África, desde la década de 1990, se habla de un modelo que quiere que las economías sean impulsadas por el sector extractivo. En inglés se habla de «extractive led growth», es decir, el crecimiento animado, liderado por el sector extractivo. El modelo es muy simple: hay que dar la bienvenida a los inversionistas, que abrirán minas, eso generará crecimiento económico y, según la retórica oficial, ese crecimiento será beneficioso para todos, para la población. Pero las minas solo sirven para exportar materias primas. Entonces, de acuerdo con la visión dominante, tener una industria extractiva para exportar, tendría una consecuencia positiva para todo el país.
¿Y esto se aplica tanto en África como en Europa?
Sí, el Banco Mundial lo dice a través de sus textos. Encontré dos: el primero para África en 1992 y el segundo, un texto casi idéntico para Sudamérica. Creo que ahora se está implementando el mismo modelo aquí a través de este programa de la UE. Pero no solo para la industria extractiva, para metales y minerales. También para otras áreas donde las empresas podrían extraer valor y obtener un beneficio.
Fuiste a lugares donde pudiste testimoniar sobre las acciones, las prácticas y también las consecuencias de las actividades mineras en el plan humano y ecológico. ¿Existen vínculos entre las multinacionales y esos mercenarios que amenazan o expulsan a las poblaciones?
Sí. En la conclusión de mi libro uso una imagen, hablo de burbujas muy grandes: una exposición en París donde un artista había realizado una instalación en el Palacio Real con grandes esferas, burbujas enormes donde el visitante podía meterse. Para mí esa es la imagen de la economía mundial: esas burbujas representan áreas de explotación de compañías multinacionales que están protegidas por el estado, pero entre esas burbujas, entre esas zonas hay un vacío. Hay muchas personas que viven en ese supuesto vacío, porque no se les permite ingresar a las zonas exclusivas de las multinacionales, las personas viven entre concesiones y enclaves, pero el Estado público las abandona. Es el neoliberalismo a ultranza, la idea del «hazlo tú mismo», el «espabílate», «estáis individualizados, debéis salvaros como individuos, os abandonamos».
Desde « Cazadores de materias primas » esta imagen se ha fortalecido, y ha crecido. Es más intensa que nunca. El crecimiento de la desigualdad es dramático y escandaloso. Las concesiones y los enclaves se refuerzan, incluso se ve en las ciudades: se favorecen ciertos distritos de las ciudades y otras partes se dejan al abandono. Sigue siendo la misma configuración de la geografía en las ciudades. Algunos son privilegiados y llevan una vida cómoda en su fortaleza, mientras que otros se quedan atrás, se les arrincona.
Ahora sucede lo mismo en todo el mundo, sistemáticamente. Esta es una de las graves consecuencias de la minería y la inversión de las empresas mineras. Se organizan en enclaves, cazan a las personas que viven allí donde explotan las minas, y la gente es abandonada.
Esos enclaves, ¿son zonas fueras de la ley?
Son áreas donde el Estado otorga un territorio de concesión a una empresa y ambos discuten las condiciones. Se obtiene un territorio por un período para hacer esto o aquello, hay que pagar impuestos, regalías …
¿Y hay cláusulas en lo que respecta a la población?
Son territorios cerrados y gestionados únicamente por la empresa. Todo aquel que no trabaja en la mina, no tiene acceso a estas concesiones. Un ejemplo muy sorprendente, lo conocí en el Congo, el ejemplo de Banro, tienen 4 concesiones en una provincia del Congo, pero tienen opciones en todo el territorio que se encuentra entre las concesiones.
Si obtenen el derecho de explotar esas otras áreas, tendrán un territorio de 200 km en una provincia, en el que ejercerán su poder. Allí, las poblaciones locales y las comunidades tendrán acceso condicional a algunas partes de ese territorio. Al final, es la empresa la que manda y, efectivamente, podríamos decir que es un territorio ex territorializado o externalizado. Esto está ocurriendo cada vez más a menudo.
En cuanto a las milicias o grupos paramilitares, servicios de seguridad… la economía de las empresas multinacionales también se organiza en cascada, la compañía realiza lo esencial de su trabajo y busca subcontratar el resto de las actividades, incluida la seguridad. Se trata de compañías de seguridad que son contratadas por la compañía minera para asegurar el territorio y garantizar el acceso.
Siempre se habla de Colombia, donde ha habido ejemplos de grandes compañías mineras de carbón, que durante la guerra civil trabajaron con paramilitares para «asegurar» sus concesiones. Hay dos casos bastante conocidos: Drummond, una empresa estadounidense de propiedad familiar productora de carbón, y Prodeco, que es una filial de Glencore, uno de los mayores productores y comercializadores de materias primas, que es suiza. Su filial utilizó a paramilitares durante la guerra civil en Colombia …
Pero creo que esto está sucediendo en todo el mundo, no tan descaradamente como en Colombia, pero en otras partes, en Chile, por ejemplo, puedo imaginarme que Chile es un país estable y bien organizado al estilo occidental. Pero puedo imaginar también que es un refugio para las empresas mineras multinacionales que también trabajan con contratistas de seguridad que se comportan como criminales hacia la gente.
¿Debemos resignarnos pues?
¡Claro que no! Lo que también vemos en todo el mundo, es que las oposiciones y luchas contra la minería también existen en todas partes ahora. Y estas luchas se ponen en red. Es un desarrollo muy importante que podemos observar. Creo que es solo su comienzo, pero en Sudamérica existen redes, como «Conflictos mineros», con herramientas de información que siguen sistemáticamente lo que está sucediendo en algunos países y difunden información sobre conflictos locales. En Europa tenemos la «London Mining Network», que está comenzando a conectarse con la red sudamericana, y con las redes en Asia. Es algo que está creándose. Eso nos permite saber cada vez más lo que está sucediendo en otras partes del mundo. Todo aún está disperso, pero estos son desarrollos importantes a seguir.
Al mismo tiempo, debemos reflexionar en la pregunta: ¿hay que nacionalizar o socializar? Debo mencionar la corriente de la «transición», que conocí por primera vez en Sudamérica. También está presente aquí en Europa. Son personas que tienen muy buenas intenciones, que son conscientes del estado del planeta, que piensan que se necesita otro tipo de sociedad, se organizan en comunidad o cooperativa a nivel local, hacen redes de estas iniciativas, pero luego dicen «si somos suficientes, vamos a pasar casi automáticamente al poscapitalismo». Hay escritores casi gurús que dicen eso casi literalmente. Es una corriente socialdemócrata según la cual pasaremos de una etapa a otra sin demasiada perturbación, sin crisis, sin una fase revolucionaria.
Yo no creo en eso, el planeta se encuentra en un estado muy serio, al límite de sus fuerzas, con el riesgo de colapsar o explotar. Hay una explosión o implosión por un lado y, por otro lado, la única forma de evitar que el planeta desaparezca es preparar el postcapitalismo a través de una fase revolucionaria para alcanzarlo. Soy historiador de formación y es eso lo que nos enseña la historia. Debemos llegar mediante esa fase para alcanzar otro tipo de sociedad. Necesitamos otro tipo de sociedad.
Fuente: https://www.investigaction.net/es/raf-custers-las-multinacionales-buscan-hacerse-invisibles/