La cuarta sesión del Comité Intergubernamental de Negociación (INC-4) sobre plásticos finaliza sin grandes avances por la oposición de varios países productores de plástico.
Tras siete días de negociaciones y unas cuantas horas más de lo esperado de discusiones, la que se espera que sea la penúltima sesión del Comité Intergubernamental de Negociación (INC-4) para elaborar un tratado global sobre plásticos ha concluido en Ottawa, Canadá, esta madrugada. Y lo ha hecho con solo una tímida mención a limitar la producción.
Esta reunión ha servido para pulir un texto que se rematará en la INC-5 en la República de Corea antes de que acabe el año. En la última jornada, los representantes modificaron ciertas partes del proyecto de texto revisado sobre cuestiones relacionadas con la transición justa, el preámbulo, el objetivo, el ámbito de aplicación y los principios que regirán el nuevo acuerdo, así como las cuestiones técnicas que se abordarán en el futuro instrumento.
El encuentro también ha concluido con un acuerdo sobre dos grupos de trabajo entre las sesiones oficiales del INC para llegar al consenso en cuestiones clave de cara a la reunión que se celebrará a finales de año, como el análisis de las posibles fuentes y medios que podrían movilizarse y las opciones para el establecimiento de un mecanismo financiero.
Asimismo, en la sesión plenaria de clausura, el Presidente del INC, Luis Vayas Valdivieso, propuso —y los delegados acordaron— establecer un Grupo de Redacción Jurídica de Composición Abierta que se formará en el INC-5 para garantizar la claridad jurídica del texto del futuro acuerdo.
«Vinimos a Ottawa para avanzar en el texto y con la esperanza de que los miembros se pusieran de acuerdo sobre el trabajo entre sesiones necesario para avanzar aún más de cara al INC-5. Nos vamos de Ottawa habiendo logrado ambos objetivos y con un camino claro para llegar a un acuerdo ambicioso en Busan por delante», ha declarado Inger Andersen, Directora Ejecutiva del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). «El trabajo, no obstante, está lejos de haber terminado. La crisis de la contaminación por plásticos sigue envolviendo al mundo y apenas nos quedan unos meses para que finalice el plazo acordado en 2022. Insto a los miembros a mostrar un compromiso y una flexibilidad continuos para alcanzar la máxima ambición».
La presión de la industria fósil ralentiza los avances
Se espera que en Busan las discrepancias que han surgido durante estos días se superen para conseguir ese tratado global tan deseado. Ha habido desacuerdos, por ejemplo, en cuestiones tan transcendentales como los plásticos problemáticos y evitables, un punto caliente entre los delegados, que no han sabido acordar si estos productos se identificarían globalmente a través de criterios comunes enumerados en anexos, criterios nacionales guiados por un anexo, o a nivel nacional.
Las divergencias también han surgido entorno al lenguaje, un debate nada ajeno a las reuniones sobre clima y medio ambiente de los altos cargos: si en la COP28 no se decidían sobre qué palabras usar en cuanto a la eliminación de los combustibles fósiles, en esta ocasión no sabían si las medidas contra la contaminación por plásticos requerirían de las expresiones «no permitir», eliminar progresivamente, reducir gradualmente, regular o restringir los productos pertinentes. Tampoco si las normas abordarían algunos o todos los aspectos de su fabricación, uso, producción, venta, distribución e importación o exportación.
Los gobiernos dentro de la Coalición de Alta Ambición, entre los que se incluye la Unión Europea, afirmaron que los negociadores deberían dedicar los próximos meses a estudiar si es posible reducir algunos tipos de plásticos. Incluso Ruanda y Perú han propuesto establecer niveles de referencia para la cantidad de plástico necesaria y utilizada con tal de evitar la sobreproducción.
Estos esfuerzos se han enfrentado a la oposición de países productores de plástico como China y Arabia Saudita, que defienden que el tiempo previo a la cumbre de Busan se emplearía mejor centrándose en temas menos conflictivos, como la gestión de los residuos plásticos.
Según afirma el propio PNUMA, «el INC-4 ha constituido la reunión más numerosa e inclusiva del Comité hasta la fecha, y la participación de observadores aumentó en casi un cincuenta por ciento». Tanto, que incluso se ha batido una cifra récord de grupos de presión registrados a las negociaciones: en total, 196 lobistas de la industria química y de los combustibles fósiles.
Y presión, justamente, es lo que han conseguido ejercer en otras ocasiones. Las empresas productoras de plásticos y los países petroleros han dificultado el acuerdo global en anteriores reuniones. Organizaciones ecologistas han criticado que las negociaciones avancen a un ritmo “demasiado lento” justo por este motivo.
«Estamos ante una industria con un conocido libro de jugadas para poner en peligro la ambición de las negociaciones medioambientales y sociales», afirma Delphine Lévi Alvarès, Coordinadora de la Campaña Petroquímica Global de Center for International Environmental Law (CIEL). «Durante dos años, la mayoría de los negociadores han acudido a la mesa de buena fe, pero nos enfrentamos a una industria que juega sucio. Ottawa ha sido el triste escenario de la intimidación a las delegadas que desafían los intereses de los combustibles fósiles y la industria química. Si los países quieren sacar algo de este proceso, van a tener que desafiar esta petromasculinidad, en el trabajo entre sesiones, en Busan y en lo que venga después. Debemos tomar medidas para expulsar a los contaminadores adoptando una política firme de conflicto de intereses».
También han expresado la misma decepción varios grupos de países insulares y comunidades minoritarias presentes en la reunión, testigos de la «falta de compromiso de las negociaciones» frente a un problema con un grave impacto en el planeta.
Fuente: https://climatica.coop/tratado-global-sobre-plasticos-avances/