Las 528 penas de muerte dictaminadas por el Tribunal de lo Penal de Al Minia contra seguidores del presidente Mohamed Mursi son un tiro de gracia contra la revolución egipcia y contra todas las esperanzas de futuro de libertad y justicia equitativa. Si tomamos esas sentencias como modelo de las que van a venir, tenemos […]
Las 528 penas de muerte dictaminadas por el Tribunal de lo Penal de Al Minia contra seguidores del presidente Mohamed Mursi son un tiro de gracia contra la revolución egipcia y contra todas las esperanzas de futuro de libertad y justicia equitativa. Si tomamos esas sentencias como modelo de las que van a venir, tenemos que recordar que hay 16.000 detenidos en las cárceles egipcias entre ellos el propio Mursi y los líderes de primera y segunda fila del movimiento de los Hermanos Musulmanes. El dictamen por parte del juez de estas sentencias injustas solo dos días después de que arrancara el juicio y la remisión de los documentos al muftí para que los firme, indican que existe la intención real de ahorcar a los condenados, o al menos a la mayor parte de ellos.
Cuando el presidente Mursi intervino en la Justicia egipcia cambiando a los jueces del Constitucional y modificando sus estatutos fuimos los primeros en denunciarlo porque teníamos un mínimo de confianza en la credibilidad de esa Justicia. Pero al parecer nos equivocamos, como muchos otros, y ya no hay lugar para esa confianza sobre todo después de que el presidente del Tribunal Constitucional, el señor Adly Mansur, aceptara ser presidente interino del país tras la destitución del presidente elegido por el pueblo en unas elecciones libres y transparentes. No nos entra en la cabeza que la cabeza del poder judicial acepte ser testigo falso y fachada de un régimen militar tras una gran revolución que nació para que hubiera un cambio democrático y un gobierno de las instituciones a favor de los desfavorecidos.
No se trata solo de sentencias injustas, sino del futuro de Egipto, de la imagen que tendrán sus instituciones o las elecciones presidenciales y legislativas tras el fin del periodo de transición. Parece que la hoja de ruta de la que tanto se ha hablado estos días nos llevará de nuevo a un gobierno dictatorial.
Este tipo de prácticas bochornosas y los deseos de venganza que ocultan son una provocación para un amplio sector del pueblo egipcio al que obligan a recurrir a las armas para responder a las injusticias que contra él se cometen, algo que no le deseamos ni a Egipto ni a su pueblo, de natural pacífico y contrario a cualquier forma de violencia.
Texto original: http://www.raialyoum.com/?p=67189
Traducción: Fundación Al Fanar