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Sobre la huelga del 29-S. Argumentos complementarios (I)

Las prácticas de los ciclos formativos

Fuentes: Rebelión

Las razones para apoyar la huelga del 29 de septiembre de agolpan y las acciones para preparar el éxito de la movilización obrera y ciudadana se van extendiendo con éxito en empresas, fábricas, barrios y plazas. Anteayer, por ejemplo, en la plaza Universidad de Barcelona, en el centro de la ciudad de Durriti y López […]

Las razones para apoyar la huelga del 29 de septiembre de agolpan y las acciones para preparar el éxito de la movilización obrera y ciudadana se van extendiendo con éxito en empresas, fábricas, barrios y plazas. Anteayer, por ejemplo, en la plaza Universidad de Barcelona, en el centro de la ciudad de Durriti y López Raimundo, 200 militantes políticos y sindicales discutieron públicamente qué hacer durante estas semanas, cómo actuar el 29 de septiembre y, sin duda también de enorme importancia, pensaron cómo proseguir a partir del 29. La huelga del 29-S, se dijo, no es un punto final de nada, sino palanca para seguir acumulando motivaciones, energías, energías y nuevas reivindicaciones. El sectarismo, además, brilló esta vez por su ausencia. Se trata de acumular de fuerzas, de proseguir unidos, de no situar el foco en puntos que nos diferencian.

Como esta huelga tienen una razonable variedad de finalidades -desde oponerse a las medidas antiobreras tomadas por este gobierno, cada vez más servil a los deseos de los grandes poderes, hasta la denuncia político-cultural de la crisis capitalista y sus consecuencias abisales para las clases desfavorecidas- no estará de más poner la mirada en caras menos analizadas y que, de forma directa o indirecta, están relacionadas con lo que solíamos llamar correlación de fuerzas, una correlación que debemos intentar alterar en la medida de lo posible. Un ejemplo de estas caras ocultadas.

El número de estudiantes que cursan ciclos formativos en nuestro país supera este curso los 565.000. Los sindicatos calculan que unos 50.000 jóvenes se quedarán este año sin la plaza solicitada. Por lo demás, según es sabido, la política seguida en la mayoría de comunidades es incentivar el estudio de ciclos formativos, ya que, a pesar de su fuerte incremento, España presenta una diferencia de 10 puntos respectos a la media europea y esta es, según todos los indicios, la finalidad que se persigue: conseguir que más alumnos opten por ciclos formativos de grado medio al finalizar la ESO o por los ciclos de grado superior al finalizar el bachillerato. El objetivo es conseguir que un importante número de estudiantes no opten por carreras universitarias. El origen y situación social de los estudiantes que tomarán esa opicón, que están tomando esa opción, parece evidente. También, para ser justos, se intenta que alumnos que se quedaban sin formación post-obligatoria prosigan su formación.

Todos los alumnos de grado medio y superior deben hacer prácticas de aprendizaje de sus estudios en empresas que deseen recibirlos. Son 350 horas (grado medio) o 400 horas (grado superior). Pueden conseguir algunas reducciones pero, calculano rápidamente, podemos conjeturar que por término medio se hacen unas 300 horas. Algunas de esas empresas son públicas; muchas son privadas, y no todas son pequeñas o medianas empresas; las grandes corporaciones tienen también aquí su filón.

De ese más de medio millón de estudiantes pongamos que la mitad, o un poco menos, debe realizar esa asignatura cada curso. Unos 250.000. Pongamos que 20.000 de ellos, que seguramente no es el caso, consiguen la convalidación total de esas prácticas. Son entonces unos 230.000 los que deben hacer 300 horas de prácticas de promedio. Acaso en algunos ciclos, es razonable dudar de ello, sean necesarias ese número tan elevado de horas de prácticas, pero en general, tras dos o tres semanas de aprendizaje, el alumno trabaja para la empresa realizando tareas reales, necesarias para su proceso productivo o de servicios y, desde luego, sin ninguna remuneración. Cubren con su trabajo, sin desearlo, puestos de trabajos que sería necesario cubrir. De hecho, algunas empresas, lo confiesan entre risas, planifican su política laboral suponiendo que una parte de los puestos de trabajo serán cubiertos con becarios universitarios o con estudiantes de ciclos.

En el caso de los ciclos, unos 70 milllones de horas -¡setenta millones de horas!- son cedidas gratuitamente al mundo empresarial y a las empresas públicas bajo el ropaje, que se supone razonable, ejemplo de modernidad, y de aprendizaje necesario y de adquisición de práctica laboral. En realidad, millares y millares de jóvenes trabajan, sin apenas posibilidad de inserción laboral, durante unos cuatro meses, 20 horas por semana, sin remuneración salarial, sin contrato laboral alguno, para agrandar la abultada cuenta de resultados de muchas empresas españolas, algunas de ellas grandes empresas.

¿Es razonable es situación? ¿Es aceptable este regalo al mundo de los «emprendedores empresariales»? ¿La instrucción pública debe ponerse al servicio de las sesgadas e interesadas necesidades empresariales?

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.