Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández.
Según han declarado las agencias internacionales de ayuda humanitaria, el pen drive sacado secretamente de Siria en el que se muestra la «matanza sistemática» de once mil detenidos en las cárceles del régimen puede ser sólo la punta del iceberg, El Comité Internacional de la Cruz Roja, las agencias de las Naciones Unidas y Human Rights Watch se han quejado repetidamente de no poder acceder a los detenidos y de que las autoridades sirias estén poniéndoles continuas trabas cuando intentan visitar lugares de detención tristemente célebres, como la prisión Sayednaya en Damasco.
Alegaron que el informe aparecido el lunes, que había sido elaborado por tres eminentes juristas internacionales y en el que se exponía que la cifra de al menos 11.000 víctimas asesinadas cuando se encontraban detenidas, representa lo sucedido sólo en una zona del país.
«Por todo lo que conozco después de años intentando acceder a las prisiones, es probable que por fin esto conmocione al mundo», dijo a The Guardian un alto funcionario de una agencia internacional bajo condición de anonimato. «Lo que hemos visto en el informe [de los juristas especialistas en crímenes de guerra] refleja ampliamente los datos que hemos estado intentando reunir en estos últimos años».
Los activistas sirios dicen que hay alrededor de 50.000 detenidos en paradero desconocido. Decenas de miles de sirios son retenidos en las infames prisiones del país para ser después liberados, a menudo tras meses de privaciones y torturas.
Las revelaciones del lunes han suscitado extendidas condenas y los juristas sostuvieron -todos ellos con gran experiencia en la persecución de crímenes de guerra en cumplimiento del Derecho Internacional- que constituyen «pruebas convincentes» para cualquier forum legal. Amnistía Internacional dijo que esas pruebas serían fundamentales en las primeras negociaciones cara a cara entre la oposición y las autoridades del régimen desde que empezó la guerra, negociaciones previstas para el miércoles 22 de enero en Suiza.
Philip Luther, de Amnistía, dijo: «De confirmarse, se trataría de crímenes de lesa humanidad perpetrados a una escala impresionante. Y, por supuesto, plantea de nuevo la pregunta de por qué el Consejo de Seguridad no ha trasladado aún la situación en Siria al fiscal del Tribunal Penal Internacional. Ginebra II debe exigir que se revele el destino de todas las personas sometidas a desaparición forzosa, detención secreta o secuestro, incluidos civiles, soldados, combatientes y presuntos confidentes».
La mayoría de las 55.000 imágenes tomadas de las víctimas fueron obtenidas por un fotógrafo oficial. Las unidades de seguridad tienen otros fotógrafos por otras zonas del país y es probable que también se les pida que proporcionen pruebas visuales de los asesinatos.
Cada una de las principales ciudades de Siria cuenta con varias prisiones grandes, todas ellas en zonas de acceso prohibido, pero se sabe que las unidades militares y de seguridad de elite retienen también a gran número de detenidos.
Siria tiene unos de los sistemas de seguridad estatales más extensos del Oriente Medio. Antes del levantamiento, los ciudadanos temían el inmenso alcance de más de quince agencias, complementado por los ojos y oídos del partido Baaz, cuyos miembros estaban siempre bien atentos ante posibles disidencias contra el presidente Bashar Al-Asad y sus altos funcionarios.
Desde los primeros movimientos del levantamiento en marzo de 2011, los jefes de la seguridad han estado más ocupados que nunca. La inteligencia militar, la inteligencia de la fuerza aérea y las ramas de la seguridad política han sido de las más activas, deteniendo a un gran número de ciudadanos, especialmente en las áreas controladas por los grupos combatientes de la oposición. También han detenido a los rebeldes sirios y a yihadíes extranjeros.
Las agencias internacionales en Turquía, Jordania y Líbano han informado que están desbordadas ante el número de familias que informan de la detención de sus parientes. Dicen que es posible que nunca lleguemos a conocer la escala total de la brutalidad desplegada dentro de las prisiones sirias.
Los refugiados que se encuentran fuera de Siria hablan con frecuencia de familiares desaparecidos. En los últimos meses, las conversaciones suenan cada vez más desesperadas porque quienes han huido de Siria tienen cada vez menos medios para conseguir información sobre los que han dejado atrás.
«Vinieron en junio a llevárselo», dijo Subhi Ahmed, un refugiado de Alepo que vive ahora en Beirut, de su hijo Mohammad Ali. «Eran de la inteligencia de la fuerza aérea y no sabemos dónde se encuentra ahora. No hemos oído ni una palabra. Fuimos a la prisión antes de escapar de Siria y hemos llamado muchas veces, pero no sabemos nada».
Los prisioneros liberados de esas instalaciones de detención han contado a The Guardian y a los investigadores internacionales el uso generalizado de ejecuciones sumarias. Los detenidos relatan asimismo que la tortura se ha convertido en algo rutinario. En un informe elaborado en 2012, Amnistía Internacional desglosaba 31 métodos de tortura utilizados regularmente con los prisioneros. Las cifras reunidas por las agencias de ayuda humanitaria sugieren que el número de detenidos puede ser cuatro veces superior a la cifra aceptada.
Fue Rasan Seituneh, activista siria y jurista experta en derechos humanos, que trabajó con el Violation Documentation Center [una organización que ha venido recopilando las cifras de sirios detenidos desde el comienzo del levantamiento], quien llevó a cabo el proceso más riguroso para establecer una cifra precisa. Hasta que también ella desapareció, el pasado año, el grupo de Seituneh había documentado la desaparición de más de 47.000 ciudadanos. Seituneh fue secuestrada desde un distrito controlado por la oposición cerca de Damasco. A diferencia de la mayor parte de esos casos que documentó, se cree que Seituneh fue secuestrada por grupos yihadíes. No se sabe nada de ella desde entonces.
En Alepo, a principios del año pasado, una investigación del Guardian descubrió pruebas de ejecuciones cometidas en dos bases de la inteligencia del régimen situadas al oeste de la ciudad. Todas las víctimas procedían de áreas controladas por los rebeldes al este de Alepo. Varios de los que fueron liberados contaban sus historias.
Uno de ellos, Abdel Resaq, de 19 años, estuvo detenido en una prisión de la inteligencia de las fuerzas aéreas. «Vivía en la zona de Bustan, donde trabajaba como carpintero», dijo. «Fui al centro de la ciudad [en el oeste de Alepo] para comprar un bocadillo de falafel. El ejército me detuvo y me golpeó. Decían que yo pertenecía al Ejército Sirio Libre. Me estuvieron golpeando durante ocho días y ocho noches exigiéndome que confesara. Me arrestaron el 10 de octubre y permanecí en la prisión unos tres meses. Antes de de que saliera de allí, sacaron a 30 personas de las celdas de aislamiento y las mataron».
Resaq dijo que le tenían encerrado al alcance del oído de las celdas de aislamiento y de la zona donde afirma que llevaron y ejecutaron a los prisioneros. «Les esposaron, les taparon los ojos y les estuvieron torturando hasta que murieron. El olor era muy fuerte. Después oímos los disparos. Al día siguiente me pusieron a mí y a algunos de los otros detenidos frente a hombres armados con pistolas, pero no dispararon. Posteriormente, ese mismo día, me dejaron libre».
Martin Chulov es corresponsal de The Guardian en Oriente Medio, desde donde lleva nueve años informando.
Fuente: http://www.theguardian.com/world/2014/jan/21/syrian-detainee-execution-evidence-aid-agencies